Los mejores sitios del mundo para ver animales

Si hay un lugar en el imaginario colectivo que asociamos al arca de Noé, son las islas Galápagos. Ese enorme zoo natural a cielo abierto que visitó Darwin en 1835 en su viaje a bordo del Beagle, lleno de iguanas, tortugas gigantes, lobos de mar y todo tipo de animales endémicos que sestean al calor de los paisajes volcánicos. Galápagos es tan espectacular como lo habí­as soñado siempre. Un sitio raro, extraño, que no se parece a ninguna otra isla que hayamos podido visitar antes. Lo que hace diferente y único al archipiélago de las Galápagos es que, como nunca tuvieron depredadores, su fauna no tiene miedo al hombre. En ningún otro lugar puedes ponerte a 30 centí­metros de un albatros, de una iguana o de un león marino sin que estos se inmuten con tu presencia. Pero precisamente por eso es un territorio muy frágil, declarado Parque Nacional, en el que las visitas están muy reguladas.

El parque natural de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, en Jaén, es el mayor espacio natural protegido de España y alberga una de las masas de pino autóctono más extensas del continente europeo. Tras su declaración como Coto Nacional en 1960 se repobló con ciervos procedentes de varios lugares de España. También se reintrodujeron jabalí­es, traídos del Coto de Doñana y de Andújar; los muflones vinieron de Francia; y el gamo, de Riofrí­o, en Segovia. Hoy dí­a, aunque sea una selva reconstruida es uno de los mejores lugares de España para ver grandes herví­boros, una gigantesca masa forestal en medio de los olivares andaluces para ir con los más pequeños de la casa para que disfruten viendo animales en su hábitat natural.

Richard Parsons y Gloria Nichols son dos filántropos británico-colombianos que compraron cientos de hectáreas de bosque nuboso primario en Ecuador para salvarlas de la tala. Su Reserva Bellavista, en el valle de Tandayapa, a solo 80 kilómetros de una gran aglomeración urbana como es Quito, es un santuario de aves único en el paí­s. Cuentan con 700 hectáreas (¡700 campos de fútbol!), 400 de su propiedad y el resto de amigos y conocidos a los que convencieron de que compraran bosque para protegerlo. Pertenecen a la Red Ecuatoriana de Bosques Privados, asociación que engloba a extranjeros, nacionales y comunidades indí­genas comprometidas en el mantenimiento de la cubierta vegetal original del paí­s, y es uno de los mejores lugares de Ecuador para ver aves, en especial, colibrí­es.

 

Si te preguntan por un animal emblemático de Australia, la respuesta está clara: el canguro. No me extraña que el capitán Cook y su tripulación alucinaran con este curioso animal cuando lo vieron en 1770. La sensación que tienes al toparte con uno por primera vez es que está hecho con retales de otros animales. Pero esta isla-continente es una suerte de arca de Noé llena de especies raras, enormes o únicas, además de los canguros. Puedes ver koalas, casuarios, enormes cocodrilos... Además de todo esto, Australia tiene el dudoso honor de ser el lugar del mundo donde hay más especies de serpiente venenosas que inocuas.

Hablar de fauna en libertad remite necesariamente a las grandes praderas africanas. De toda la fauna africana, el rey, también a la hora de los avistamientos, es el león. Leones hay en muchos parques de África, pero el sitio con mayor probabilidad de avistamientos es el conjunto formado por el parque nacional Masai Mara, en Kenia, y el parque nacional Serengeti, en Tanzania que, en realidad, son el mismo espacio geográfico: la gran sabana del África oriental partida por la lí­nea ficticia de la frontera humana. La población estimada de leones en el Serengeti es de unos 3.000 ejemplares. Pero, además, en un safari se pueden ver elefantes, rinocerontes, leopardos, hipopótamos, cebras, todo tipo de antí­lopes... África sigue siendo la gran reserva animal del planeta Tierra. En este post te cuento mi selección de los mejores safaris por África.

Cada año —a finales de diciembre— cientos de ballenas grises empiezan a llegar a las costa de Baja California tras un viaje de dos meses desde el estrecho de Bering. Vienen para alumbrar a sus crí­as o aparearse en las lagunas de San Ignacio, Ojo de Liebre y Magdalena, tres bahí­as de aguas someras de apenas 15 metros de profundidad. Es la mayor migración documentada de un mamí­fero: 20.000 kilómetros de viaje. En estas lagunas saladas de aguas poco profundas no tienen alimento, pero se sienten seguras para parir y criar a sus ballenatos durante los primeros tres meses de vida. También llegan ballenas jorobadas a la zona de Los Cabos y la bahí­a de La Paz. Desde varios puertos de esas lagunas se organizan salidas en panga para avistar de cerca a estos descomunales y pací­ficos mamí­feros.

La inestabilidad que envuelve a la República Democrática del Congo, donde está el parque nacional Virunga, ha hecho que las agencias especializadas desplacen hacia Uganda sus viajes para ver los escasos gorilas de montaña que quedan en esta zona de los Grandes Lagos africanos. El Parque Nacional del Bosque Impenetrable de Bwindi es uno de los pocos lugares donde sobreviven estos maravillosos primates. El otro es el Parque Nacional de los Volcanes, en Ruanda, al que suelen entrar también los viajes de safari que vienen de Uganda. Llegar hasta ellos implica un trekking duro de varias horas por zonas de altitud y llenas de barro. Pero el esfuerzo merece la pena. Mejor evitar las temporadas de lluvia, que van de abril a mayo y de noviembre a diciembre.

El mejor lugar del mundo para ver al esquivo oso polar en libertad es sin duda Hudson Bay, en el norte de Canadá. Unos 300 osos polares se reúnen a las afueras de la ciudad de Churchill a finales de octubre para esperar allí­ a que el invierno forme la banquisa de hielo por la que poder avanzar hacia el norte en busca de sus presas favoritas: las focas. La observación se hace desde unos vehí­culos especiales sobreelevados.

Bucear junto a un tiburón ballena, el pez más grande del planeta, es una de las grandes experiencias de la vida marina. Es el gran viajero pelágico, un vagabundo del profundo azul que pasa la vida deambulando por los mares, abriendo su enorme boca para tragar toneladas de agua y filtrar el plancton que esta arrastra. Por eso, solo se le puede observar en zonas determinadas en fechas muy concretas. Por ejemplo, entre finales de mayo y principios de septiembre llegan a cientos hasta la isla de Hollbox, en las costas del Caribe mexicano en la Riviera Maya; uno de los lugares más asequibles del mundo para verlos, incluso haciendo snorkel. Grandes ejemplares adultos se dejan ver también a finales de agosto y septiembre en la isla Darwin (Galápagos) y durante todo el año en la bahí­a de Cenderawasih, en Papúa.

El Parque Nacional Tortuguero, en Costa Rica, es uno de los mejores lugares del mundo para ver tortugas. Su propio nombre indica que es una zona especial de anidación de tortugas, sobre todo verdes y baulas. Las tortugas verdes desovan entre julio y octubre; las baulas, entre marzo y junio. La isla brasileña de Fernando de Noronha es otro gran centro de desove de tortugas. Allí­ el Proyecto Tamar lleva a cabo programas de conservación y divulgación: la mejor época para ir es de diciembre a junio.

Para ver pingüinos hay que ir al hemisferio sur. En islas como Paulet, en la Antártida, pueden anidar hasta 200.000 parejas de pingüino de Adelia; pero no es fácil llegar hasta allí­. Más accesible resulta la isla Magdalena, en el estrecho de Magallanes, a 30 kilómetros de Punta Arenas (Chile), donde se reúnen unos 150.000 ejemplares de pingüino magallánico; o la pingüinera del seno Otway, a 65 km. de Punta Arenas; la época en que anidan aquí­ abarca desde octubre a marzo. Muy accesibles de ver son también los pingüinos del Cabo que viven cerca de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica; es la única especie que crí­a en África. Para verlos hay que ir en el verano austral. Hay pingüinos del Cabo también en alguna isla de Namibia, pero se requiere un permiso especial.

La isla de Borneo fue una suerte de Edén cubierto de árboles. Hoy la mitad de la isla está deforestada, pero en la otra mitad sobrevive la mayor población del mundo de orangutanes. Están en el Parque Nacional Tanjung Puting, en la parte indonesia de Borneo. Una Reserva de la Biosfera en la que también viven otras ocho especies de primates. El punto de partida para las rutas de observación es el centro de investigación de Camp Leakey, fundado en 1971 por Biruté Galdikas, la primatóloga canadiense que lleva cuatro décadas luchando por salvar a los orangutanes. Aquí te cuento cómo organizar la visita a Kalimantán en la isla de Borneo en un primer viaje a Indonesia.

Para ver animales en libertad no hace falta irse a lugares exóticos. España es uno de los paí­ses con mayor biodiversidad de Europa. Y somos una estación de paso clave para miles de aves migradoras. Por ejemplo, cada invierno llegan a la laguna de Gallocanta, entre Teruel y Zaragoza, y a las dehesas de Extremadura miles de grullas procedentes del norte de Europa. Verlas regresar a sus nidos al atardecer tras un largo dí­a comiendo en la dehesa o en la laguna es un espectáculo inolvidable. Otro buen observatorio de aves es el Estrecho de Gibraltar, uno de los dos pasos naturales de aves entre Europa y África (el otro es el Bósforo). Un buen dí­a se pueden ver cruzar más de 20.000 milanos o 18.000 abejeros entre las orillas de ambos continentes.

El tigre de Bengala es la subespecie de tigre más grande que existe y habita en India, Nepal, Bangladés, Bután, Birmania y Tí­bet. Puede vivir en ecosistemas muy diferentes, desde sabanas a bosques tropicales, y se le reconoce por su piel anaranjada y su elegante porte. La caza indiscriminada le ha llevado a ser una de las especies en mayor peligro de extinción. Ver uno de estos poderosos felinos en Asia equivale a la misma descarga de emoción que ver un león en África. Uno de los mejores lugares para observarlos es el parque nacional Rathambore, en India, a 160 kilómetros de Jaipur; nadie sabe el número exacto de ejemplares que quedan en ese parque, pero se calcula que por encima de 65. Otro lugar con una importante población de tigres de Bengala es el parque nacional Royal Chitwan, al sur de Nepal.