Si tuviera que quedarme con uno solo de mis viajes sería el de la Antártida. El fin del mundo, la única 'terra ignota' de los mapas y para la inmensa mayoría de viajeros, el sueño más deseado. Esta es la crónica fotográfica de mi viaje a la última glaciación.
Publicado por Paco Nadal el 01 de enero de 2018.
Mi viaje a la Ant?rtida empez? aqu??, en Ushuaia, el escenario perfecto para una aventura de semejante calado. Ushuaia es la ciudad m?s austral del mundo, un lugar de frontera, ba?ado por una luz gris y espectral, levantado por Argentina en la ribera norte del canal de Beagle sobre un antiguo poblado yag?n para facilitar la colonizaci?n de su parte de Tierra del Fuego. Las escasas navieras que viajan a la Ant?rtida tienen su base aqu??, as?? que este es el puerto de salida para casi todas las aventuras al continente helado.
Desde Ushuaia hay 150 kilómetros en línea recta al cabo de Hornos. Y desde allí a la Antártida, otros 900 kilómetros de la más absoluta nada. Pero para salir a mar abierto antes hay que cruzar el canal de Beagle, el paso entre el océano Atlántico y el Pacífico a la altura del paralelo 55 descubierto y cartografiado por la expedición del bergantín HMS Beagle, al mando del capitán Robert Fitz-Roy entre 1826 y 1830. Por cierto que en el segundo viaje a esta zona del HMS Beagle iba a bordo un naturalista novato que pasaría a la historia: Charles Darwin, quien empezó a pergeñar su teoría de la evolución en este confín del mundo. Desde el interior del canal las cordilleras picudas y pintadas de blancos neveros se aprecian aún más desafiantes. En los islotes rocosos que salpican la travesía se ven colonias de leones marinos, pingüinos patagónicos, petreles y grandes albatros. En la ribera sur del canal está Puerto Williams, la base naval chilena que da soberanía a la porción de Tierra de Fuego de este país.
Para llegar a la Ant?rtida en barco hay que pasar antes una dura prueba: el paso de Drake. Las 480 millas n?uticas (900 kil?metros) que separan el cabo de Hornos (el fin de Am?rica por el sur) y el extremo norte de la pen??nsula Ant?rtica, la primera tierra del continente helado. Las 480 millas n?uticas m?s traicioneras del mundo. Olas y tormentas sin parang?n que mandaron a pique a innumerables galeones, bergantines y goletas que intentaron pasar por aqu?? cuando a?n se navegaba a vela.
Superado el paso de Drake la primera tierra ant?rtica que vemos es el archipi?lago de las Shetland del Sur, paralelo y cercano a la costa de la pen??nsula Ant?rtica. La tripulaci?n arria las lanchas neum?ticas del Fram y nos disponemos a vivir el momento so?ado: poner pie por primera vez en el continente helado. Y lo hacemos precisamente en la isla de Livingston, la primera costa de la Ant?rtida que avist? el ser humano. Ocurri? en 1819, cuando el barco de un tal William Smith, que cubr??a la l??nea regular entre Montevideo y Valpara??so, fue lanzado al sur por una tormenta y se top? por casualidad con esta masa de hielo. Cuando Smith lleg? a las Shetland viv??a aqu?? un mill?n de focas y leones marinos. En solo tres veranos los cazadores los exterminaron a todos. ?Amanecer en un paisaje como ?ste justifica todas las olas y tempestades del paso de Drake!
Una de la islas m?s curiosas de las Shetland del Sur es isla Decepci?n. Como ver?is en la foto, no est? cubierta por completo de hielos. ?Por qu?? Pues porque es un volc?n activo (uno de los tres que hay en la Ant?rtida) y el calor interno de la tierra derrite los hielos. Vista desde el aire se aprecia su forma de cr?ter rodeado de tierra emergida. En isla Decepci?n est? la base Gabriel de Castilla, una de las dos que tiene Espa?a en la Ant?rtida para fines cient??ficos.
Durante 10 d??as estuvimos navegando en paralelo a la costa continental ant?rtica,? fondeando frente a lugares emblem?ticos a los que descendemos en las lanchas neum?ticas auxiliares del barco. La Ant?rtida es la tierra m?s inh?spita del mundo: catorce millones de kil?metros cuadrados de superficie, m?s que toda Europa, formados solo por hielo y roca. No hay vida en su interior, no hay ciudades, no hay puertos, no hay un solo ?rbol. No hay huella humana m?s all? de unas bases cient??ficas. Pero precisamente por eso es un territorio fr?gil. El Tratado Ant?rtico, el acuerdo internacional aprobado en 1959 y ratificado hasta la fecha por 49 pa??ses (entre ellos, Espa?a) declara la Ant?rtida "reserva natural, consagrada a la paz y a la ciencia"? y proh??be todo tipo de extracci?n de minerales as?? como otras actividades econ?micas.... excepto el turismo.
En esta isla del extremo noroeste de la península Antártica desembarcamos en medio de una de las colonias de pingüinos de Adelia más grandes del continente: 200.000 parejas de graciosos seres vestidos de frac pululan por la playa de guijarros tratando de sacar adelante su prole antes de que regrese el mortal invierno. Paulet es un cono de cenizas de un antiguo cráter de 353 metros de altitud. El calor geotérmico de la última actividad (que ocurrío al menos hace mil años) mantiene despejado de hielo la cima de la isla, por eso a los pingüinos les gusta venir aquí, porque pueden empezar a criar desde los inicios de la primavera austral.
Otra de las visitas imprescindibles. En la isla Wiencke se encuentra esta antigua estaci?n militar y cient??fica brit?nica construida en 1942 que tras su abandono se restaur? de manera minuciosa, con los enseres e instalaciones originales, para convertirla en museo. Es uno de los lugares m?s visitados de la Ant?rtida porque permite sentir la dura realidad de una ?poca de las exploraciones polares ya pasada.
Aunque no vuelen, los pingüinos son aves. Y aunque los veamos en tierra, se les considera animales marinos porque pasan la vida en el mar, pescando. Solo suben a tierra un par de meses al año, durante el verano austral, para el apareamiento, puesta de los huevos y cría de sus bebes. Es precisamente en esa parte de su ciclo vital en la que se encuentran los pingüinos barbijo, adelia y corona blanca que se ven en la Antártida. Así que cada desembarco en tierra que hacemos se convierte en una especie de visita a una maternidad de pingüinos en diferentes fases de cría.
Aunque son los más grandes, los más fotogénicos y los más famosos, es muy difícil que en un viaje en barco a la Antártida puedas verlos. Los emperador viven en el interior y son los únicos pingüinos que permanecen y crían en la Antártida durante el invierno. Su curioso sistema de reproducción les ha hecho mundialmente célebres: la hembra pone un solo huevo que empollan entre las patas alternándose tanto el macho como la hembra en un entorno de lo más hostil, a 40 bajo cero y con vientos huracanados en la noche del invierno austral. Mientras uno protege el huevo el otro viaja a la costa para alimentarse, pudiendo hacer desplazamientos de hasta 500 kilómetros. Cuando vuelve, cambian los roles, y es el que empollaba el que emprende entonces el largo viaje a la costa. Un caso único en el reino animal.
El interior de la Ant?rtida es un desierto blanco. Pero adem?s, y en contra de la creencia popular, es el desierto m?s seco del mundo. Por una combinaci?n de factores meteorol?gicos y geogr?ficos en la Ant?rtida llueve menos que en el Sahara. De hecho en algunas zonas del continente se ha demostrado que lleva dos millones de a?os sin llover. Los tres kil?metros de espesor de hielo que cubren el continente se han formado por la congelaci?n de peque?as gotas de humedad del aire durante millones de a?os. La traves??a del interior de la Ant?rtida es uno de los mayores retos para el ser humano y son muy pocos los que lo han conseguido. Entre ellos, el espa?ol Ram?n Larramendi a bordo de un trineo polar tirado por cometas de su propia invenci?n.
Sin embargo, la costa -sobre todo la de la península Antártica- es una explosión de vida: mies y miles de pingüinos, focas, elefantes, ballenas, lobos marinos y aves de muchas especies habitan estas aguas frías pero ricas en krill y plancton, la base de la cadena alimentaria marina. Por eso los primeros exploradores que se quedaron atrapados aquí pudieron sobrevivir inviernos enteros sin víveres. Siempre que no le tuvieras aprensión a la carne de pingüino, podías morir de frío... pero no de hambre.
Es frecuente ver desde la borda de las embarcaciones las grandes colas de las ballenas y sus lomos arquearse antes de exhalar un chorro de agua y volver a hundirse. Las aguas ant?rticas son ricas en krill, unos diminutos crust?ceos que por millones de toneladas habitan en estas aguas fr??as y constituyen la base de la alimentaci?n de los grandes cet?ceos. Las m?s abundantes son las ballenas minke, del grupo de los rorcuales (unos 11 metros de tama?o medio), pero tambi?n vienen hasta aqu?? para alimentarse las ballenas azules (el animal m?s grande del mundo, hasta 27 metros), las yubartas o jorobadas y muchos tipos de rorcuales, adem?s de orcas y cachalotes.
En la Ant?rtida mires hacia donde mires solo ver?s cimas nevadas, glaciares, icebergs y llanuras de hielo nunca pisadas por el ser humano. Una fotograf??a en colores del ?ltimo periodo glacial del Cuaternario. Un envoltorio salvaje que te hace sentir vulnerable y peque?o, pero libre.
La Ant?rtida nunca fue colonizada por el ser humano. Y su ?nica presencia actual se limita a las bases cient??ficas que, seg?n el Tratado de la Ant?rtida, pueden instalar los pa??ses que lo deseen y se adhieran al tratado. Sobre el papel la misi?n de estas bases es realizar " estudios ambientales, biol?gicos, climatol?gicos, geol?gicos, marinos e incluso espaciales", estando terminantemente prohibido fines militares o pruebas de armamento. Pero la realidad es que muchos pa??ses las mantiene por si en un futuro se abre el reparto de la Ant?rtida y se plantean reclamaciones territoriales. Solo as?? se explica que Argentina tenga 13 bases, siete de ellas permanentes. Y Chile, nueve (cuatro, permanentes) m?s cinco refugios. Espa?a tiene dos. La m?s antigua es la base argentina de las islas Orcadas del Sur, que funciona desde 1904. La m?s grande es McMurdo, de EEUU, donde viven permanentemente 250 cient??ficos y sus familias.?
Este es el barco en el que navegu? hasta la Ant?rtida, el Fram, de la compa???a noruega Hurtigruten. Como la Ant?rtida no es de nadie, tampoco hay una regulaci?n de la actividad tur??stica. Por eso la IAATO (International Association Antarctica Tours Operator), la asociaci?n que re?ne a las empresas del sector turismo que ofrecen viajes a la Ant?rtida, estableci? unas f?rreas normas de autoconducta que son de obligado cumplimiento entre sus miembros. Por ejemplo, no pueden acercarse al continente con barcos de m?s de 400 pasajeros, no pueden desembarcar m?s de 100 personas a la vez, no pueden coincidir dos barcos en el mismo punto, hay que limpiar con aspiradoras todos los bolsillos de la ropa y bolsas de c?maras que los viajeros vayan a usar en tierra, etc.
He tenido la fortuna de recorrer casi todo el mundo. Pero si me tuviera que quedar con uno solo de los lugares que he conocido no lo dudaría: la Antártida. En este vídeo te explico el por qué.