¿Se puede hacer turismo en Groenlandia? Por supuesto. Se puede viajar a Groenlandia y disfrutar a tope de esta isla helada, una reliquia de las últimas glaciaciones, sin ser un explorador profesional. El 85 % de su superficie está ocupada aún por hielos, pero en el sur los glaciares se retiraron hace miles de años y se puede disfrutar de paisajes alucinantes y de la auténtica vida de los inuits. Es el mejor escenario para la aventura del hemisferio norte. En este post te cuento qué ver en Groenlandia y algunas otras recomendaciones.
Actualizado por Paco Nadal el 26 de abril de 2024.
Hay dos rutas desde España. Una vía Copenhague (Dinamarca) para tomar allí el vuelo diario de Air Greenland hasta Kangerlussuaq, el aeropuerto internacional de la costa este. Pero hay que tener en cuenta que Kangerlussuaq es poco más que la pista del aeropuerto. Desde allí hay que tomar otro vuelo interno a Nuuk, la capital, o a Ilulissat, en la bahía de Disko. La otra opción —más barata— es volar hasta Reijkiaviv (Islandia), por ejemplo con Icelandair, la línea aérea islandesa y allí tomar alguno de los vuelos de Air Iceland hasta Groenlandia; tienen conexiones con Narssarsuaq, en el sur, y con Nuuk e Ilulissat, en la costa oeste. Pero es importante saber que Groenlandia es un territorio sin infraestructuras (no hay una sola carretera que una dos localidades), por lo que moverse por libre es extremadamente complejo y caro. Air Greenland tiene un servicio de helicópteros de vuelo regular entre las principales ciudades. Es mucho mejor ir en un viaje organizado por algunas de las empresas especializadas en ese destino. Yo siempre he viajado hasta allí con Tierras Polares, la agencia pionera en el Ártico con más de 30 años de experiencia del explorador polar Ramón Larramendi.
Si vas a conocer el sur de Groenlandia, que es el viaje clásico de iniciación y el que te recomendaría, llegarás a este aeropuerto de Narsarsuaq, el único al sur de la isla con una pista capaz de recibir vuelos transoceánicos. Se trata de un pequeño pueblo en el Erikfjord (el fiordo de Erik) por el que obligatoriamente entran casi todos los visitantes de Groenlandia. Lo construyeron los norteamericanos durante la II Guerra Mundial como base de bombarderos. En realidad Narsarsuaq es poco más que la pista del aeropuerto, un puesto de policía, una estafeta de correos, un hotel y una tienda donde venden de todo: desde fruta a rifles. ¡Pero supone el primer contacto con la aventura!
Situado frente Narsarsuaq, al otro lado del Erikfjord, Qassiarsuq es un típico poblado groenlandés con un puñado de casas diseminadas al pie de una bahía y un centenar de habitantes dedicados a la pesca y la ganadería. Los inuit pintan sus casas de colores chillones para conjurar el blanco de la nieve y el negro de la noche que cubre estos territorios durante el largo invierno. Qassiarsuq ocupa el mismo lugar donde el famoso vikingo Erik el Rojo fundó Brattahlíd, primer asentamiento de europeos en Groenlandia. Se ha reconstruido una casa vikinga y la ermita de madera que Erik levantó para su mujer (en justicia, la primera iglesia católica de América, 500 años antes de que llegara Colón). En el 2000, para conmemorar el milenio de la llegada de los vikingos, se levantó una gran estatua de Leif Erikson, el hijo de Erik, el justicia primer europeo que puso pie en tierras americanas y que hoy preside el fiordo. Aquí puedes leer más sobre la vida de Leif Erikson. En Qassiarsuq está el albergue de la empresa Tierras Polares y es la base para las excursiones por el sur de la isla.
Tasiusaq es una granja perdida en un recodo del fiordo Sermilik, a dos horas de marcha a pie desde Qassiarsuq (aunque hay una pista de tierra que en verano permite ir en coche). Por este fiordo desagua el glaciar Eqalorutsit, otro de los más activos del sur de la isla, que cada primavera manda al mar cientos y cientos de icebergs que pasan por delante de Tasiusaq. Es posible hacer desde aquí una excursión en kayak, navegando entre grandes bloques de hielo que a veces cierran el paso hasta para estas pequeñas embarcaciones.
Es la segunda mayor población del extremo sur de Groenlandia: 1.700 habitantes. En Narsaq se vuelve a repetir la tipología de los modernos poblados groenlandeses: casitas de planta baja y techo a dos aguas con vivos colores repartidas de forma desigual por la llanura, en este caso al pie de la soberbia montaña Kvanefjeld, famosa por sus minas de tugtupita, un extraño y escaso tipo de silicato que cristaliza como una gema de color rosáceo muy apreciada en joyería. Narsaq cuenta con alojamientos, restaurantes, albergues, tiendas y todos los suministros necesarios para abastecerse antes de iniciar una expedición por los fiordos y glaciares del sur. En la llanura donde se asienta el pueblo crecen en primavera extensos pastos verdes que permiten el mantenimiento de varias granjas de animales. Es la despensa de carne de Groenlandia.
Este río majestuoso de hielo, blanco y azul, fracturado en mil bloques, es uno de los escasos puntos de la costa sur por los que se puede acceder al interior de la isla, al gran plateau de hielo del Inlandsis. Caminando por la morrena lateral, con mucho cuidado de no caer en una grieta, se puede remontar el glaciar durante una jornada. Pero conforme se sube el paisaje se va haciendo más monótono. Hasta que termina por convertirse en el gran desierto blanco: el Inlandsis, la gigantesca planicie helada de millones de kilómetros cuadrados que cubre el 85 % de la isla y donde reina la más absoluta desolación. Un territorio vedado a quienes no vayan equipados y entrenados para una travesía polar autónoma con esquís y arrastrando su propia pulka. El glaciar está en retroceso y ha menguado muchos kilómetros en la última década. Aún así, navegar en las zodiac por el frente de hielo —una muralla blanca de casi 100 metros de altura— es uno de los grandes espectáculos del sur de Goenlandia. Tierras Polares tiene aquí un campamento con iglús-tienda desde donde se hacen excursiones por la región y al interior del propio glaciar.
Es la aldea más pintoresca del sur de Groenlandia. Aquí tuvo su sede el primer obispo católico de la Groenlandia vikinga, que llegó en 1126 procedente de Noruega. Un hecho que se recuerda en el pequeño museo instalado en la iglesia. Se visitan las ruinas de lo que fue la primera catedral de la isla y de la casa obispal anexa. Viendo esas ruinas vikingas de mil años de antigüedad, el visitante se pregunta cómo pudieron aquellas gentes arraigar en esta isla donde aún hoy día, con todos los avances tecnológicos, la vida es un reto continuo. Curiosamente ellos la llamaron Grønland, la isla verde, porque el sur es rico en pastos en verano. En cambio, si miramos un mapa… Groenlandia es blanca.
Desde el pueblo de Nanortalik se accede al Tasermiut, el fiordo más bello del sur de la isla. El Tasermiut está rodeado de torres de roca negra y grandes paredes verticales de hasta 1.500 metros del altitud muy frecuentadas por montañeros por la calidad de sus vías de escalada, envueltas por un escenario casi irreal. El fiordo tiene 70 kilómetros de largo y no hay ningún vestigio humano en su interior, solo la más rutilante naturaleza groenlandesa y algunos de los mejores paisajes de la isla. Se puede recorrer en barco y en kayak. Nanortalik está a unas seis horas en barco desde Narsarsuaq o apenas 20 minutos en helicóptero. Es uno de los lugares de visita imprescindible del sur de Groenlandia.
Mientras que la costa oeste de Groenlandia tiene menos hielo y es más habitable —por las corrientes marinas cálidas que recibe—, la costa este es más fría y salvaje y permanece casi seis meses al año congelada. Por eso es mucho más difícil hacer turismo allí. Una de las escasas localidades del sur de esa costa es Tasiilaq, donde viven unas 2.000 personas Hay varios alojamientos en el pueblo y agencias que organizan senderismo, kayak y otros deportes de aventura. El problema es llegar. Desde los fiordos del sur, por ejemplo, es más barato tomar un avión en Narsarsuaq hasta Reykiavik, capital de Islandia, y luego otro desde allí de vuelta a Tasiilaq, que hacerlo con algún vuelo interno vía Nuuk, capital de Groenlandia.
Es la capital de Groenlandia, una aldea de casas diseminadas un poco más grande que otras localidades, donde viven 15.000 almas y donde se encuentran los dos únicos conjuntos de semáforos de una isla con dos veces la extensión de España. En Nuuk es altamente recomendable la visita al Museo Nacional, una excelente muestra etnográfica sobre la historia de la isla y del pueblo inuit, también llamados esquimales, aunque este nombre —que significa comedores de carne cruda— es despectivo para ellos. Las piezas más valiosas del museo son las ocho momias de Quilakitsoq, pertenecientes a una familia (varias mujeres y dos niños) que vivió hacia 1473 y cuyos cadáveres aparecieron momificados de forma natural en un enterramiento cerca de Uumnannaq. Han aportado los datos más fiables que conocemos sobre el estilo de vida en el Ártico en aquella lejana época.
Otra población pesquera de la costa oeste con casitas bajas y diseminadas. Tiene una importante flota pesquera y a su puerto llegan muchas de las capturas anuales de ballenas a las que está autorizada Groenlandia. Para los groenlandeses la ballena es parte de su dieta ancestral, como para otros pueblos el pollo o la ternera, y aunque les dejan cazar algo más de 200 ballenas al año llevan muy mal la imposición de cuotas a las que obliga la Comisión Ballenera Internacional.
Nos vamos ahora hasta la costa oeste. La tercera ciudad más grande de la isla (4.500 habitantes) se llama Illulisat y está situada en la bahía de Disko, en esta costa occidental de Groenlandia, y es uno de los lugares más bellos y recomendables de la isla. Sus coloridas casas con los tonos del parchís contrastan con el blanco azulado del espectacular paraje que la rodea: el Illulisat Icefjord, un fiordo atascado por gigantescos icebergs por el que desagua el Jakobshavn Isbrae, el glaciar más activo de todo el hemisferio norte: él solo lanza al mar cada año entre veinte y veinticinco mil millones de toneladas de agua congelada. Cantidad solo superada por la Antártida. Se cree que el iceberg que hundió el Titanic salió de aquí. Una senda que parte del pueblo permite caminar varios kilómetros por la ribera de este impresionante río de hielo.
En Illulisat se puede contratar una excursión en bote para entrar por el Icefjord, el soberbio caos de icebergs y bloques de hielo que se desprenden del glaciar Jakobshavn Isbrae. Los pequeños barcos culebrean como anguilas entre el caos de témpanos azules que bloquean el fiordo, que tiene 40 kilómetros de largo hasta la lengua del glaciar y 11 de ancho. Los icebergs que se desprenden del glaciar son tan grandes —a veces de hasta un centenar de metros por encima de la superficie y tres veces ese tamaño bajo ella—, que quedan atascados durante años en la bahía. Con suerte se puede ver desde la borda del barco cómo alguna de estas montañas de hielo se parte y se hunde en el mar con gran estruendo.
Recuerda que en Groenlandia no hay ninguna carretera que una dos ciudades o poblaciones. Todos los traslados han de hacerse en lancha neumática, si el destino está cerca, o en avión y/o helicóptero, si está distante. Por eso es tan caro y complejo moverse y viajar en Groenlandia por libre.
Como has leído, Groenlandia es la gran aventura del hemisferio norte. Caminar por un glaciar, navegar en kayak entre icebergs... Y sin embargo, apta para todos los públicos. ¡Alucinarás viendo este vídeo de un viaje por el sur de la isla con Tierras Polares!