Si buscas qué ver en Quito, este artículo te interesará. Quito es la puerta de entrada a ese gran almacén de biodiversidad llamado Ecuador. Es también, la segunda capital más alta de América (2.850 metros de altitud), después de La Paz, y una de las joyas de la arquitectura colonial en América que, tras décadas de abandono y unos cuantos años más de restauración, luce ahora con todo su esplendor de antaño. Hacer turismo en Quito te descubrirá una urbe andina y mestiza que fue la primera capital declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Actualizado por Paco Nadal el 20 de diciembre de 2022.
Quito fue un importante asentamiento del Tahuantinsuyu, el imperio incaico. Sobre sus ruinas los españoles fundaron el 6 de diciembre de 1534 la actual ciudad. Como el resto de las capitales de Sudamérica, Quito tiene dos almas bien diferenciadas. Por un lado, el Quito moderno, que ofrece renovada gastronomía y arte urbano. Por otro, el viejo Quito, la ciudad colonial, una urdimbre de calles estrechas, casas de planta baja y tonos pastel, iglesias barrocas, ventanas con rejas de forja y placitas de forma irregular y suelo empedrado. Todo a la sombra del volcán Pichincha, cuya última bocanada tuvo lugar en 1999 y dejó unas 400.000 toneladas de cenizas sobre el valle de Quito.
El Quito colonial se articula en torno a varias plazas de tamaño descomunal. Plazas como la de Santo Domingo, la de San Francisco o la de la Independencia que, más que plazas, son estadios rodeados de fachadas barrocas que esponjan el denso entramado de una ciudad de iglesias y conventos cuya planimetría se quedó anclada en el siglo XVII. Mi consejo es que empieces paseando por la plaza la Independencia, la plaza Grande, donde está el palacio presidencial, la catedral, el palacio arzobispal y la municipalidad. Aquí también se levanta la imponente iglesia de La Compañía de Jesús, considerada como una de las más importantes expresiones de la arquitectura barroca en el continente americano y del mundo. Y que sigas luego por las calles que unen esas plazas, donde se escenifica la vida cotidiana quiteña. En la calle del Algodón hay siempre ambiente comercial; jubilados leyendo el periódico en los bancos de la plaza Grande y vendedores ambulantes de ensalada de frutas, empanadillas de queso y cebolla, de sanduches (nuestro sándwich) y cachitos, de batidos para el hígado y la memoria, de helados de guanábana y mora en la calle Sucre o en la calle Chile. Los fines de semana la gente se arremolina en la plaza para ver a grupos folclóricos bailar aruchicos, sanjuanitos, ñustas y cosechas.
Cuando llegues a la enorme plaza de San Francisco, resérvate tiempo para visitar el convento homónimo, cuya fachada (también grande) ocupa un lateral de la plaza. Los franciscanos llegaron con Sebastián de Belacázar, fundador de la ciudad, y enseguida empezaron a construir este enorme recinto conventual sobre los restos del palacio del inca. Ocupa más de tres hectárea y está considerado el conjunto arquitectónico más grande de todos los cascos históricos de América latina. Cuenta con trece claustros, tres iglesias y sus propias catacumbas. Buena parte del recinto es hoy un museo en el que se muestran más de 3.500 piezas de arte sacro, muchas de ellas de la escuela Quiteña, fundada por los franciscanos en este mismo convento. Sus retablos barrocos, su fachada manierista, sus muchos estilos –desde el mudéjar al renacentista–, fruto de 150 años de construcción, le convierten en una de las visitas obligadas en Quito. Para programar tu visita, consulta los horarios en su página oficial.
Otro eje interesante de la ciudad y muy recomendable para pasear es 24 de Mayo y La Ronda. La avenida 24 de Mayo, antes epicentro de un barrio degradado, es hoy un agradable bulevar con vistas la volcán Pichincha donde las familias vienen a pasear. Desemboca en La Ronda, antigua calle arrabal que se puso de moda en los años 30 como refugio de pintores, artistas y bohemios. Hoy, sus fachadas de vivos colores han sido restauradas y sus muchos comercios, restaurantes, tiendas de artesanos y hoteles le han convertido en una de las calles coloniales más hermosas de la ciudad y la que más ambiente nocturno atesora del casco antiguo. Además de La Ronda también están los barrios de San Marcos y Mama Cuchara, barrios tradicionales de la ciudad que mantienen vivos una serie de oficios artesanales en oro y plata, sombreros de paja toquilla, juguetes en miniatura, taraceado en madera, entre otros.
Otra de las visitas imprescindibles de la ciudad es este promontorio que sobresale en medio del casco urbano. Desde los primeros tiempos de la colonización castellana, fue un lugar estratégico donde hubo un fuerte, muy disputado durante la guerra de Independencia de la Corona española. Hoy lo remata un monumento a la Virgen, hecho con 7.000 piezas de alumino por el artista español Agustín de la Herrán Matorras en 1976, y un mirador sobre la ciudad. Se sube a pie desde la calle García Moreno o en coche por la avenida Melchor Aymerich.
La gastronomía ecuatoriana es muy rica y variada. Existen cientos de formas de preparar sopas, locros, sancochos, secos, tiraditos o empanadillas de morocho. Tiene muchas cosas en común con la cocina peruana, porque comparte zona geográfica, historia y materias primas. Si queréis degustar un plato típico, típico, típico ecuatoriano tienes que probar un agachadito. Eso sí: nunca pidáis un agachadito en un restaurante. Se partirían de la risa. Porque el agachadito no es una receta, ¡sino la forma de comerla! Son platos populares cocinados en un kiosco callejero, en plena acera y que se comen sentado en un taburete o en un banquito pequeño. Es decir, ¡agachado! Los mejores agachaditos de Quito están en el barrio de la Floresta. El espectáculo visual y olfativo comienza a eso de las seis de la tarde, cuando una docena de fritangas callejeras se instalan en la plaza del barrio y empiezan a aventar las cocinas de carbón. La humareda que se monta rivaliza con la de la última erupción del volcán Pichincha, pero eso es parte del encanto. En los mostradores se van acumulando toda suerte de manjares a cual más ligero y menos grasiento: tripa misqhi (tripas de vacuno cocidas), guatita (estómago de vaca cocido con salsa de maíz), caldo de 31 (sopa de estómago de vaca cocida a fuego lento durante más de cinco horas), cuero (pellejo de cerdo), fritada (carne de cerdo cocida con su propia grasa) o lo más de lo más, un plato solo apto para estómagos a prueba de bomba: caldo de feto de vaca. Si quieres conocer Quito de verdad, tienes que ir una noche a cenar de aguaditos a La Floresta. No hay turistas (eso ya es una buena razón) y te mezclarás con la población local. Otro dato gastronómico importante: las huecas son lugares acogedores que ofrecen una gran variedad de platos tradicionales, no dudes en visitar alguno durante tu visita. Y de postre, el reconocimiento mundial al chocolate elaborado en Quito a base de cacao ecuatoriano es una dulce razón más para visitar esta tierra. De fino de aroma, la capital cuenta con una gran industria de alto estándar como por ejemplo República del Cacao, Pacari, Hoja Verde.
En las calles del viejo Quito quedan aún muchos oficios artesanales. Aunque los locales que más llaman la atención del forastero son los de las sanadoras y hierbateras. La tiendas de hierbas son las parafarmacias en versión local: hacen pócimas y conjuros con plantas medicinales tan efectivas o más para los creyentes que una caja entera de Paracetamol. Entra y pídele remedio para alguno de los males del cuerpo o del alma. Y comprueba si son efectivos.
Quito es también la ciudad de los conventos y las iglesias. Hay una treintena de templos y 13 conventos aún habitados por monjes y monjas. Un línea quebrada de campanarios, cúpulas y espadañas da carácter al horizonte urbano. Algunos de ellos admiten visitas. Por ejemplo, el convento del Carmen Bajo, en la esquina de las calles Venezuela y Olmedo, en pleno centro histórico. El convento –de clausura– estuvo 300 años cerrado al público, así que una visita a sus dependencias es hoy un viaje en el tiempo a un Quito ya desaparecido. Aparte de ese ambiente colgado del tiempo, la otra gran atracción del convento del Carmen Bajo es su museo de arte sacro y la colección de belenes del siglo XVIII, que ya quisieran mucho museos para sí.
Una gran experiencia es subir en teleférico hasta casi 4.000 metros en la cima del volcán Pichincha, el que domina el skyline de Quito, en pleno corazón de los Andes. La entrada al TelefériQo está en el barrio de La Comuna y el viaje hasta la cima del Pichincha dura 15 minutos. En la estación superior hay un pequeño centro comercial, un restaurante y un pequeño parque de atracciones. Si el día está claro (cosa que no siempre ocurre), además de la ciudad de Quito, podrás ver toda la línea de nevados y cráteres de la Avenida de los Volcanes: el Cotopaxi, el Antisana, el Cayambe o el Pasochoa. Pero además de disfrutar de las vistas, se pueden hacer actividades más extremas desde la cima, como por ejemplo un descenso vertiginoso del volcán, bicicleta de montaña, senderismo, cabalgadas, escalada o parapente. Tienes tarifas, horarios y programa de actividades en la web de Teleférico. Además, dispones de una excursión organizada a Cruz Loma que incluye el trayecto en teléférico.
El centro histórico de Quito queda muerto por la noche, a excepción de la calle de La Ronda. Pero hay un ambientazo sensacional en la zona de La Mariscal, la “zona rosa” de la ciudad, un barrio acomodado crecido a principios de siglo XX durante la ampliación hacia el norte de la ciudad. En La Mariscal encontrarás muchos bares, restaurantes con terrazas y discotecas, en especial en torno a la plaza Foch. Ambiente joven, urbano y pelucón (versión local del pijo). Es donde te recomiendo ir a cenar y a tomar copas. Una buena opción puede ser sumarte, antes o después de tu cena (según los horarios que tengas) a un tour nocturno por Quito.
A 23 kilómetros al norte de Quito un monumento marca el lugar en el que la expedición francesa de 1736 liderada por Charles Marie de la Condamine sitúo la raya ecuatorial del planeta Tierra. A la Mitad del Mundo, como se conoce el monumento (en el que por cierto los franceses solo erraron 150 metros, según dicen ahora las modernas mediciones con GPS) acuden en masa los turistas en una de sus primeras actividades en Ecuador para fotografiarse y jugar a pasar de un salto del hemisferio norte al sur y viceversa sin apenas esfuerzo. Hay un tour por Quito y la Mitad del Mundo que, si no quieres perderte esto, puede ser una buena opción para adentrarte en la ciudad o, como mínimo, una excursión a la Mitad del Mundo.
Si eres amante de la naturaleza, a poco más de 40 minutos de Quito se encuentra la reserva Yanacocha, un santuario natural que constituye el hábitat de tangaras, pavas de monte y una gran variedad de aves, entre ellas el colibrí "zamarrito pechinegro”. En la parroquia de Pintag, a una hora al sur de Quito cerca del Valle de los Chillos, podrás avistar la imponente ave andina: el cóndor. En la reserva Maquipucuna, uno de los bosques primarios más densos y mejor conservados de Quito habita el oso de anteojos, especie emblemática de Quito y conocido como “el jardinero”, ya que lleva en su pelaje semillas que luego dispersa en su habitat. Y a tan solo 45 minutos hacia el noroccidente de Quito, encuentra un paraíso natural, el Chocó Andino de Pichincha, un área protegida que cumple un año de su declaración por la UNESCO como la séptima Reserva de Biósfera en el mundo. Este importante reconocimiento se dio gracias a la propuesta que nació por parte de la comunidad. Esta reserva también cuenta con una excursión organizada a Mindo que puedes valorar y que incluye la visita al pueblo, la entrada en la Reserva del Chocó Andino, teleférico y senderismo.
Otra excursión que te recomiendo desde Quito es la del Tren Ecuador. Tras una inversión de 250 millones de dólares el viejo ferrocarril transandino Quito-Guayaquil, inaugurado en 1908 como una de las grandes obras de ingeniería civil del continente sudamericano, vuelve a funcionar. El trayecto hasta Guayaquil demora cuatro días y sus cuatro noches. Pero hay un servicio turístico diario de ida y vuelta que va de Quito hasta la estación de El Boliche (a 3.550 mts de altitud), pasando por Machachi, donde tiene una parada. La salida de Quito no es muy agraciada de paisaje, pero luego mejora y se divisan (si el día está claro) hasta 10 conos de la famosa Avenida de los Volcanes. El Boliche queda a los pies del gran volcán Cotopaxi, la mayor atracción de esta excursión ferroviaria de una sola jornada.
Como has leído, hay muchas cosas fascinantes para hacer en las islas Galápagos (Ecuador). Y una de ellas es bucear con lobos marinos. ¡En este vídeo te lo cuento!