La Cordillera Blanca es una de las grandes maravillas de la naturaleza de Perú. Mucho menos conocida –y por tanto, menos masificada– que el típico viaje por el sur del país (Cusco, Machupicchu), la Cordillera Blanca es un espectáculo de seismiles nevados, glaciares, lagunas y páramos de altura; el territorio perfecto para los amantes del trekking y el montañismo. Te cuento los imprescindibles de ver en tu viaje por la Cordillera Blanca de Perú.
Publicado por Paco Nadal el 20 de enero de 2019.
El mejor centro de operaciones para explorar la Cordillera Blanca es Huaraz, la capital del departamento de Ancash. Huaraz está a 3.800 metros de altitud, rodeada de montañas majestuosas. Huaraz no es un pueblo bonito. En su descargo hay que decir que su planimetría de calles estrechas y casas de adobe quedó prácticamente destruida durante el terremoto de 1970 y la ciudad se reconstruyó sin mucho orden ni acierto con edificaciones anodinas que parecen estar siempre a medio terminar. A cambio de lo que sí puede presumir Huaraz es de ser uno de los pueblos con mejores vistas del mundo. Asomas la cabeza por la ventana de la habitación del hotel y en un día soleado puedes ver sin mucho esfuerzo el Ranrapalca (6.162 mts), el Ocshapalca (5.888 mts), el Vallunaraju (5.686 mts.), el Ishinca (5.530 mts), el Copa (6.188 mts), el Chopilcalqui (6.354 mts.) y allá, un poco más a lo lejos, el Huascarán con sus dos cumbres (6.768 mts) y las características cuatro cimas del Huandoy (6.395 mts). Una línea de horizonte irrepetible. Una de los mejores vistas panorámicas de Perú. Lo que si encontrarás en Huaraz es multitud de servicos para el viajero y el senderista. Alojamientos de todo tipo, restaurantes, tiendas de suministros y muchas agencias locales qur ofertan excursiones y trekkings por las montañas cercanas. Hay muchas posibilidades de hacer grandes trekking de varios días de duración, por ejemplo los 10 que lleva la vuelta al Alpamayo. Pero también, excursiones de una sola jornada para quienes no dispongan ni de tanto tiempo ni de tanta energía.
No es fácil llegar a Huaraz. Hay un par de aerolíneas nacionales que volaban de Lima a Huaraz, pero a la hora de escribir estas líneas tenían suspendida esa ruta sine die. Como la carretera que sube desde la costa ha mejorado mucho, mi consejo es hacerlo en autobús. Son ocho horas desde Lima para cubrir 400 kilómetros, y aunque dicho así parezca un palizón, si optáis por el servicio Ejecutivo de alguna buena compañía de transportes (hay muchas y de distintos precios; una de las mejores es Cruz del Sur), con asientos que parecen de la clase Business de un avión y con servicio de bebida y comida.... ¡ni te enteras del viaje!
A Huaraz y a la Cordillera se viene sobre todo a caminar. Y a contemplar la naturaleza. Por eso es importante acertar con las fechas. La mejor época es de mayo a septiembre, temporada seca, cuando hay más garantía de encontrar días despejados y soleados. Os desaconsejo ir entre noviembre y febrero, época de lluvias, cuando los senderos de montaña están embarrados y las nubes no dejan ver las cimas de los nevados. Otra cosa a tener en cuenta es que la mayor parte de la Cordillera (un total de 340.000 hectáreas) está protegida bajo la figura Parque Nacional Huascarán. En algunas zonas hay que pagar una cuota de acceso: 10 soles por un día; 65 soles, de 2 a 21 días.
Es una de las excursiones más fáciles y clásicas al parque nacional Huscarán y la que te recomiendo hacer si vienes pocos días y no eres un experto montañero. Se asciende por una pista de tierra que pasa por las proximidades de Yungay (una población que quedó sepultada por un alud de barro y piedras en el terremoto de 1970) hasta un espectacular valle glaciar, la garganta de Llangauco, con el macizo del Huascarán a un lado y el de los Huandoy, al otro. La primera parada es en la laguna Chinancocha (significa laguna hembra, en quechua), de más de 7 kilómetros de largo y 28 metros de profundidad. El llamativo color turquesa de sus aguas (solo apreciable si el día está soleado), unido al verde de los bosques, el blanco de los lejanos glaciares, el negro de la roca pulida que se eleva como catedrales hacia las cumbres del Huascarán y el Huandoy más el extraño color rojo de los troncos de los queñuales componen una escena sobrecogedora. Más arriba queda la segunda laguna, Orconcocha (laguna macho), más pequeña pero igual de cautivadora.
A tres horas de coche desde Huaraz se pueden visitar una de las ruinas preincacicas más importantes y famosas de Perú. La cultura chavín floreció entre el 1.500 y el 300 a.C. y alcanzó un alto grado de perfección en el tallado de la piedra. Para llegar hay que salvar el paso de Kahuish, el segundo túnel de montaña más alto del mundo: está a 4.516 metros de altitud. Chavín de Huantar fue uno de los principales centros de peregrinación de los Andes durante siglos. Las ruinas no son las más espectaculares de Perú, pero tienen un alto valor histórico. Se ha excavado la plaza principal del conjunto y buena parte del Templo Mayor y otras edificaciones menores. En su interior, en una estrecha galería subterránea, se localiza el ídolo de El Lanzón, que lleva 3.000 años en esa posición; es él único ídolo de esa antigüedad que se conserva intacto en todo el país. El pueblo de Chavin, donde encontrarás todo tipo de servicios, es uno de los más bonitos y con arquitectura más pintoresca de la zona.
La tercera excursión desde Huaraz es a este glaciar situado a 5.000 metros de altitud. Por desgracia, hoy el glaciar ha retrocedido varios kilómetros y su lengua se ha dividido en dos, efecto del cambio climático. Aún así el escenario es sobrecogedor y sigue mereciendo la pena la visita. Por el camino, tras pasar el centro de visitantes, aparecen pequeños bosques de puya raimondi, una espectacular planta, familia de las bromelias, que solo crece en determinadas partes de Perú y Bolivia por encima de los 4.000 metros. La puya florece una sola vez en su vida echando un gigantesco raquis de hasta 15 metros de altura, cargado con más de 6.000 flores.