Nueve siglos lleva en pie Cusco, una de las ciudades más fabulosas de Sudamérica. Primero como capital del imperio de los incas. Después asentamiento de gran importancia para los conquistadores españoles. Y ahora, como emblema de la cultura mestiza del Perú. Con estos mimbres es de esperar que Cusco esté lleno de turistas siempre, aunque todos parecen concentrarse en la plaza de Armas y las calles adyacentes. Perderse por la ciudad para descubrir sus rincones merece mucho la pena. Estos son los sitios imprescindibles.
Publicado por Ida Plaza el 21 de octubre de 2018.
Epicentro de la vida urbana y cruce de todos los caminos urbanos, la plaza mayor de Cusco es una de las más bonitas de América y un lugar por el que pasarás mil veces durante tu visita. Como casi todo el casco histórico, fue hasta hace unos años un batiburrillo anárquico de tenderetes, infraviviendas y mercadillos llenos de gente y olores a anticucho y chicha. Un ingente programa de rehabilitación logró rescatar y rehabilitar buena parte del tremendo catálogo arquitectónico que se asoma a este espacio cuadrangular: la catedral, la iglesia de la Compañía de Jesús o las casas con balconadas de madera que la cierran son ahora un decorado perfecto para sentarse a descansar con la luz del atardecer o iniciar cualquier paseo urbano en busca de las intimidades de Cusco. Para mi gusto, la plaza de Armas —el ombligo del Cusco incaico y principal escenario urbano tras la conquista— ha perdido sabor local (todos los establecimeintos comerciales están destinados al turismo), pero ha ganado en magnificencia. Si puedes, siéntate en alguna de esas balconadas a tomarte una Cusqueña bien fría, con tranquilidad, mientras ves actuar abajo ese teatro urbano que es la plaza a cualquier hora del día. Desde aquí realizarás las principales visitas de la ciudad, si no quieres complicarte, aquí puedes reservar una excursión a los lugares imprescindibles del centro histórico de Cusco y de los alrededores.
Uno de los costados de la plaza lo ocupa el primer templo de la diócesis cusqueña: la catedral de Cusco. Más de 130 años transcurrieron para finalizar las obras de esta enorme catedral de más de 4.000 metros cuadrados de planta, erigida sobre el antiguo palacio del Inca Wiracocha. Una pieza muy importante para el adoctrinamiento religioso del Nuevo Mundo. Su estilo renacentista domina la fachada y el interior. Alberga una gran riqueza en tallas de madera y conserva también una colección importante de pinturas de la escuela cusqueña y objetos de plata repujada: una verdadera muestra del mestizaje de la cultura católica con elementos andinos. Lo que no te puedes perder: los 54 óleos del artista Marco Zapata que adornan los arcos de la catedral (una muestra magnífica del arte cusqueño). Uno de los cuadros es La última cena pero adaptada al territorio: hay un cuy como plato principal en la mesa. ¡Puro sincretismo! El coro —talla en cedro con 42 santos— y el púlpito, una obra refinada coronada por dos órganos gemelos del siglo XVII que aún se tocan en fechas señaladas, son otras dos piezas maestras. El altar mayor sostiene nada más menos que 1.250 kilos de láminas de plata. Necesitarás al menos dos horas para la visita; hay posibilidad de alquilar audioguías.
En el costado anexo de la plaza y rivalizando en tamaño y ornamentación con la catedral está la iglesia de los jesuitas o el templo de la Compañía de Jesús, una orden de gran importancia en la historia de Cusco. Al igual que sucedió con la catedral y el Qorikancha, el templo original se construyó en 1571 sobre los terrenos del antiguo Amarucancha, el palacio del Inca Huayna Cápac. Tras un terremoto en 1650 tuvo que ser reconstruido. La arquitectura original y la fachada son ejemplos del barroco andino. La portada recrea un retablo y está decorada con torres de mediana altura con muros de piedra cuidadosamente trabajados. Dentro del templo destacan el altar mayor de tres cuerpos y columnas salomónicas, el púlpito de madera y varios retablos barrocos, platerescos y churriguerescos.
Este templo emblemático del sincretismo que reina en Cusco resume el encuentro de dos culturas y dos religiones. Su arquitectura es la historia de la ciudad en piedra: un basamento íntegro de enormes piedras de la época incaica pertenecientes al Qorikancha o templo del Sol sobre el que se construyó el convento de Santo Domingo durante la época colonial. Ubicado a cinco manzanas de la plaza de Armas fue el templo inca más fastuoso de la época y cuentan que algunas partes del interior estaban enteramente recubiertas de oro. Al restaurarlo aparecieron muros y estancias intactas de época inca que los dominicos reutilizaron al construir su edificio. Esto permite ahora tener una idea de la majestuosidad del sitio original. Alberga pinturas y muchas obras de arte. El culto en el Qorikancha estaba reservado para las personalidades más importantes de la época y hasta él acudían poblaciones de todo el Tahuantinsuyo para rendir culto y tributo a los dioses. Una visita inexcusable en Cusco. Encontrarás la información sobre billetes y horarios aquí; no dejes de visitar el museo.
San Blas es uno de los barrios más pintorescos del Cusco, ubicado a cuatro manzanas de la plaza de Armas. En los tiempos incaicos era uno de los distritos más importantes de la ciudad. Se caracteriza por sus calles estrechas y empinadas que zigzaguean entre viejas casonas coloniales levantadas con muros de piedra incaica. También es conocido como el barrio de los Artesanos o el distrito de los Artistas porque alberga numerosos talleres y tiendas de renombrados artistas populares, como por ejemplo el de Hilario Mendívil, Edilberto Mérida, o Antonio Olave, pura imaginería tradicional. Interesante también en el barrio la visita al templo de San Blas construido en 1560 durante la colonia. Los frescos del techo, los lienzos que adornan las paredes (cuyos autores pertenecen a la escuela cusqueña), el púlpito de San Blas (una obra maestra que constituye un ejemplo más del mestizaje) y el retablo de la Virgen del Buen Suceso son piezas magníficas y dignas de disfrutar.
El palacio Arzobispal, otro ejemplo de sincretismo arquitectónico. Impresionantes bloques de piedra forman el muro exterior de este edificio de la calle Hatun Rumiyoc (muy cerca de la catedral) que alberga una construcción de la época virreinal y republicana, antigua residencia arzobispal. Fue el palacio de Inca Roca y es la actual sede del museo de Arte Religioso. Es muy conocido porque hacia mitad de la calle, en el muro exterior, se ubica la piedra de los doce ángulos, famosa por el perfecto ensamblaje de sus esquinas y lados. El edificio guarda una interesante historia ya que, tras la conquista, fue residencia de distintas personalidades del virreinato, como obispos y marqueses. Durante la visita te recomiendo prestar atención a la carroza perteneciente a la nobleza cusqueña así como a la técnica de la filigrana en los lienzos con sobredorado de la imagen de la Virgen (miles de hilos de oro). Otras dos joyas del museo son unos cuadros en vidrio pintado y tallado en bisel y un pequeño órgano. Tampoco pierdas detalle de las puertas y los balcones de madera tallada.
A las afueras de Cusco se alzan las ruinas de Sacsayhuamán, la gran fortaleza ceremonial inca, construida —como todas las edificaciones del imperio— con gigantescos sillares de granito encajados de manera tan perfecta que aún hoy día nos preguntamos cómo pudieron manejar semejante destreza arquitectónica. En Sacsayhuamán se celebraban los grandes cultos y festividades al dios Sol (en la siguiente imagen te cuento detalles del Inti Raymi). La visita al yacimiento se suele completar con tres ruinas cercanas más pequeñas, pero también impactantes que hablan de las infraestructuras de ingeniería civil y religiosa con que los incas dotaron a su imperio. Se trata de Tambo Machay, un sistema de canales, acueductos y balsas que se creen estuvieron destinados al culto al agua; Pukapukara, una especie de parada de postas y centro de vigilancia que daba servicio a la calzada imperial hacia Ollantaytambo, y Qenko, otro centro ceremonial lleno de canalizaciones y grabados que representan animales totémicos para los incas: el puma, el cóndor y la llama.
El Inti Raymi es una antigua ceremonia religiosa incaica dedicada al sol que se celebra todos los años el 24 de junio, coincidiendo con el solsticio de invierno. La esencia pura de esta fiesta es la adoración al sol, una cita solemne y grandiosa durante el Imperio Incaico, según cuenta el Inca Garcilaso de la Vega. Durante siglos estuvo prohibida y retomó presencia en 1944. La celebración se lleva a cabo en tres impresionantes escenarios históricos y naturales: se inicia en el Qorikancha trasladándose luego a la plaza de Armas de Cuzco y da término a la escenificación principal en la explanada de las ruinas de Sacsayhuamán, siguiendo un guion elaborado y una puesta en escena que incluye la simulación del sacrificio de dos llamas. Los participantes se toman muy en serio su papel y el espectáculo es un derroche de colorido, música y danzas. Hoy en día la fiesta tiene un carácter distinto al que tenía durante la época incaica, es un espectáculo dirigido tanto a los turistas como a los propios cusqueños, se recibe con mucho entusiasmo y hay una participación masiva. Adoración, ofendas y sacrificios en estado puro. Si estás interesado en asistir tienes más información en la web de la Empresa Municipal de Festejos del Cusco – EMUFEC, en la que unos meses antes del evento se ponen a la venta las entradas. Reserva con tiempo: la demanda es tremenda.
La cocina peruana es una de la más ricas y variadas de América. Lleva siglos mestizándose con otras cocinas. Con la española lo hizo en el siglo XVI, con la china en el XIX y con los japoneses, franceses, italianos y otros europeos, desde el siglo XIX. Gustos y sabores de cuatro continentes en tan solo un país. Una de las materias que más me gusta de la cocina peruana, además de los crudos y macerados, es la quinua, un cereal usado en los Andes desde la época primigenia hasta la época colonial y que ahora los grandes maestros de la cocina andina han vuelto a poner de moda, aunque en realidad entre las comunidades campesinas nunca desapareció de su recetario. Además de cualquier propuesta que incluya la quinua, algunos platos típicos de Cusco son el kapchi: un guiso o sopa de habas, con leche, queso y huacatay (una hierba nativa de la región Cusco); el sara lawa: una crema a base de maíz molido cuya preparación incluye queso, huevos y huacatay y el chairo: una sopa a base de carne de cordero, chalona o ch'arqui, olluco, zanahorias picadas, zapallo, trigo y maíz, papas y habas. Y para los más valientes recomiendo desgustar el cuy al horno acompañado con papa y rocoto relleno. Hay una gran oferta de restaurantes en la ciudad. Uno de mis favoritos es Limo, situado en una de las casas coloniales de la plaza de Armas; es muy auténtico y con cocina tradicional peruana y nikkei con excelentes materias primas. Otro es Cicciolina, en el primer piso de una casa de la calle del Triunfo; una sala pequeña pero muy bien ambientada y con interesante recetario de fusión entre la cocina peruana y la mediterránea; merece la pena probar el lomo de alpaca. Está también Chicha, un restaurante auspiciado por el celebérrimo chef peruano Gastón Acurio, aunque en mi opinión está muy sobrevalorado. Para disfrutar una inmersión gastronómica divertida y más local te recomiendo un tour por el mercado central de San Pedro, una experiencia culinaria, olfativa y gustativa única en la ciudad.
Otra de las visitas imprescindibles en Cusco es la exposición permanente de la obra del gran fotógrafo peruano Martín Chambi, ubicada en la segunda planta del Scotia Bank (Palacio del Inca Túpac Yupanqui, calle Maruri, 315). Chambi fue el gran retratista de la burguesía criolla peruana y documentalista excepcional de la conciencia indigenista. Desarrolló toda su labor artística en Cusco a partir de 1920, aunque nació muy lejos de aquí, en una aldea aymara del lago Titicaca, en el seno de una humilde familia de agricultores quechuas. Como retratista, Chambi supo captar las tensiones que sacudían su entorno. Una sociedad dividida entre un pasado glorioso y un presente de atraso y abandono. Entre una casta dirigente que disfrutaba de la vida en sus espléndidas casonas y haciendas y una clase indígena que vivía en la miseria. Sin embargo, muy pocos turistas saben de la existencia de esa exposición que la fundación, presidida por su nieto, mantiene en la sede del ScotiaBank. En ella pueden verse sus mejores imágenes, todas en positivados de gran tamaño y alta calidad. Una forma única de sumergirse en el Cusco del siglo pasado. Más información en martinchambi.org.
Cómo resistirse a volver de un viaje por la sierra peruana sin una bufanda de alpaca, una joyita de plata o alguna artesanía de cerámica. ¡Imposible! Hay suficiente para todos los gustos. En Cusco hay muchos lugares donde comprar y distraerse durante horas: talleres, mercados, ferias, centros comerciales, galerías de arte, joyerías, etc. Te recomiendo que antes de comprar, mires y compares. Artesanía Cusco es un centro comercial que se dedica a la venta de todo tipo de artesanías. Aúna buena oferta y es un lugar recomendable para comprar textilería, pinturas, orfebrería y cerámica. Un espacio que merece la pena resaltar por el compromiso social es Xapiri (aunque amazónico más que serrano) este espacio pone en valor el arte de distintas etnias indígenas de la selva: una galería que apoya, promueve y muestra el trabajo de 100 familias a precio justo. Y si quieres algo más moderno pero inspirado en diseños milenarios, te recomiendo Tawa Concept: diseños contemporáneos y buenos precios.
Cusco es una de las ciudades más visitadas y concurridas de Perú. Y ese ambiente cosmopolita hace que tenga también una de las vidas nocturnas más animadas del país. Existe una amplia oferta de bares y discotecas, ubicadas sobre todo en el entorno de la plaza de Armas y las calles aledañas. Abren de lunes a domingo, porque aquí siempre son vacaciones. Disfrutar de una cerveza Cusqueña (la negra es mi favorita) o de un buen pisco sour es imprescindible en un viaje a Cusco. Mushrooms Bar and Lounge es un buen lugar para empezar la noche, buena música y bebidas. En la República del Pisco, como el nombre bien lo indica, podrás disfrutar de cócteles en base a pisco en un ambiente divertido con música en vivo (también tiene servicio de restaurante). El Chango Club Cusco es una alternativa para más avanzada la noche, conciertos y fiesta pura. Y finalmente no puedo dejar de nombrar el Limbus Resto Bar, con la mejor vista panorámica sobre la ciudad. Una apuesta segura.