Es la última de las grandes rías gallegas por el este, antes de que la de Ribadeo ponga límites entre Galicia y Asturias. Formada por la desembocadura del río Landro, acoge en su interior a una de las villas más monumentales y bien conservadas de las Rías Altas, Viveiro, cuyo casco histórico guarda aún el sabor de aquellos puertos que crecieron dentro de férreas murallas durante la Edad Media gracias a la pesca y al comercio. Tiene estupendas playas, pero sus atractivos continúan por el interior. Los eucaliptos más viejos de España o una cascada de 30 metros de altura aguardan aguas arriba, en el valle del Landro.
Publicado por Paco Nadal el 26 de mayo de 2023.
La punta do Embarcadorio marca el punto en el que la costa gira al sur para dar inicio a una nueva ría, la de Viveiro. Todavía en el municipio de O Vicedo (último punto de mi ruta por la ría de O Barqueiro), podemos seguir un sendero que va por la costa y pasa por el mirador de Tixoso y el mirador de San Román, desde donde se ve una buena panorámica de la bocana de la ría. El mismo sendero baja hasta la playa de Area Grande, conocida también como de San Román, una de las más frecuentadas de la ría por sus condiciones salvajes y naturales. Tiene una arena blanca y fina que contrasta con unos curiosos estratos de roca perpendiculares a la línea de playa que parecen segmentarla en tramos. A lo lejos se ve la isla Coelleira. Siguiendo por esta margen izquierda de la ría, en dirección a Vivero, se pasa por otros interesantes arenales, como la playa de Abrela, también muy salvaje aunque cuenta un paseo peatonal y un merendero; alberga una laguna donde anida un buen número de aves marinas. Más adelante, ya en el municipio de Vivero, tenemos la playa de Sacido, rodeada por un acantilado, y la pequeña playa de Seiramar.
Dónde: playa de Area Grande / playa de Abrela.
Entre la playa de Abrela y la de Sacido, un desvío a la izquierda marca este área recreativa, que transformó las instalaciones de un viejo cargadero de mineral en una zona ajardinada, un buen mirador sobre la ría de Viveiro. El hierro llegaba desde la mina de A Silvarosa, a 5 kilómetros hacia el interior, mediante vagonetas aéreas. El pantalán metálico permitía atracar a las naves que luego lo transportarían en sus bodegas.
Dónde: área etnográfica de A Insua.
Antesala de Viveiro y formando ya una zona conurbana con la capital de la ría, Covas es la zona residencial y playera de Viveiro. Tiene un largo y frecuentado paseo marítimo y una enorme playa moteada por unas traicioneras agujas de rocas que quedan unidas a tierra con la bajamar. Les llaman Os Castelos. Una placa recuerda la tragedia ocurrida en este lugar el 3 de noviembre de 1810, cuando la fragata Magdalena de la marina española y el bergantín Palomo se refugiaron aquí cuando iban camino de Ferrol. La tormenta de norte que les sorprendió fue de tal intensidad que aún al resguardo de la ría fueron lanzadas con violencia contra Os Castelos en mitad de la noche; perecieron 550 hombres. En 1917 otra galerna dejó al descubierto los restos de aquel naufragio. Cañones y anclas de los dos infortunados navíos decoran hoy algunos jardines de la localidad. Otro de los cañones del Magdalena puede verse hoy en el museo de Artillería de La Cavada (Cantabria).
Dónde: Covas.
El puente de la Misericordia —construido en el siglo XV, posiblemente sobre otro romano— salva la desembocadura del río Landro y da acceso a Viveiro, localidad que alcanzó gran poder social y económico en la Edad Media. Estuvo rodeada de murallas de las que apenas quedan unos lienzos adosados en algunas construcciones. Lo que sí son visibles son tres de las puertas con las que contó. Una de ellas, la puerta de Carlos V, sigue siendo el emblema de Viveiro y su principal acceso a la zona monumental. Se trata de un portón de estilo plateresco construido en 1548 en sustitución de la vieja puerta medieval, con un escudo del emperador que le da nombre en su frontal.
La calle María Sarmiento te conduce hasta la plaza Mayor, el gran espacio de un casco viejo lleno de estrechas calles de aires gremiales y portuarios. Los edificios que la rodean por tres de sus lados guardan una agradable unidad estética, con sus galerías de madera blanca y balcones de rejería; lástima que el cuarto, que ocupa precisamente el nuevo Ayuntamiento, rompa esta armonía. En una esquina se alza la estatua de Nicomedes Pastor Díaz, político y poeta viveirense, figura importante del Rexurdimento galego de las letras. Otras fachadas de la plaza son la de la antigua Casa Consistorial, coronada por una balaustrada de piedra y un reloj de sol, y la casa de la Farmacia, que fue casa rectoral de la desaparecida iglesia de Santiago, que también estaba en esta plaza.
Si sigues por la calle Teodoro de Quirós, llegarás la iglesia de Santa María del Campo. Una construcción románica del siglo XII con una interesante portada escoltada por dos torres añadidas mucho tiempo después (la de las campanas, en el siglo XVIII; la del reloj, en el XIX). A la misma plaza se asoma también el convento de la Concepción, un edificio renacentista con una gran huerta e iglesia anexa. Sus monjas venden artículos religiosos y una afamada repostería. En el jardín que da acceso a esta iglesia del monasterio (a la derecha de la fachada principal) un sacerdote local recreó una copia de la Gruta de Lourdes, un pastiche cuanto menos curioso, con una imagen muy querida por los viveirenses. La gruta está abierta al público todo el día y aunque se cierre la verja se puede ver desde fuera. Por el lateral del convento la evocadora calexa das Monxas (el callejón de las monjas) nos trae la viva imagen de cómo hubo de ser la ciudad medieval. La estrecha calle va a dar a la Porta do Valado, otra de las tres que se conservan de la vieja muralla.
El casco viejo de Viveiro conserva otros muchos rincones agradables, como la placiña da Herba (en una bocacalle de Pastor Díaz, la calle comercial de la villa), donde se celebraba el mercado, así como edificios civiles y religiosos de gran valor. Por ejemplo, la casa de los Leones, en el nº 12 de esa misma calle Pastor Díaz, un viejo pazo urbano de estilo tardo-renacentista, conocido así conocido por las dos fieras que sujetan el escudo nobiliario. O el pazo de Grallal, en la calle Constanza de Castro. También son señalables la iglesia románica de San Pedro y la Porta da Vila, por donde entraba la calzada romana.
Dónde: puente da Misericordia.
A 9 km al sur de Viveiro se halla uno de los bosques de eucaliptos más antiguos y mejor conservados de Galicia. Como todos los demás, fueron plantados por el hombre (no es una especie autóctona), en este caso entre 1880 y 1912 para ayudar a drenar el terreno. Pero no han sido talados desde entonces por lo que el eucaliptal de Chavín muestra el aspecto de un excelente bosque maduro. Singular es el Abuelo (el avó), un monumental ejemplar que alcanza 67 metros de altura y 10,5 metros de perímetro en la base del tronco, según reza un cartel metálico junto a él. Se llega saliendo de Viveiro en dirección Lugo por la N-540 y luego, desvío por la LU-161 a la izquierda hacia Mondoñedo. Una vez en Chavín, tras pasar la fábrica de Hidrofersa, hay una explanada donde aparcar; el eucaliptal está a 15 minutos a pie.
Un poco más adelante de Chavín, un desvío a la izquierda lleva a Valcarria, desde donde está ya señalizado el Pozo da Ferida, una sorprendente cascada de una treintena de metros de altura que forma el arroyo Xudreiro, un afluente del rio Landro. Un paraje natural de gran belleza, con un bosque de frondosas, poza de aguas transparantes, regatos y rápidos. Arriba puede verse aún una presa que suministraba agua a un mini-central eléctrica que hubo aquí hace tiempo. Se accede en coche por la carretera Valcarria-Xove, tomando el desvio hacia Loureiro. El último kilómetro y medio hay que hacerlo a pie por un sendero bien marcado.
Dónde: pozo da Ferida.
Desde Chavín, siguiendo por la misma carretera en dirección a Mondoñedo, al llegar a Boimente, un indicador señala a la izquierda al Curro de Candaoso. Aquí es donde celebra cada primer domingo de julio otra de las más célebres Rapa das Bestas, una fiesta ancestral en la que una vez al año se reúne a los caballos que viven sueltos por el monte (pero que tienen dueño) para raparlos y marcar a los más jóvenes. Junto con la rapa de Cedeira en A Capelada, esta de Candaoso es de las más antiguas y famosas. Reúne a los caballos salvajes que se crían en las sierra de Biuo y Xistral y congrega a miles de personas, que participan luego de una comida campestre. Además del corte de crines y colas hay exhibiciones de doma y carreras de caballos. Aunque no sea coincidiendo con la fiesta, merece la pena subir para disfrutar del entorno que rodea el curro, la fraga das Saímas, un excepcional bosque de especies autóctonas (avellanos, robles y acebos) donde merece la pena pasear y disfrutar del verdadero silencio de la naturaleza gallega en estado puro.
Dónde: fraga das Saímas.
Celeiro, casi pegado a Viveiro, es un activo puerto pesquero con un monumento al Náufrago en la rotonda de acceso a la rada, muy próximo a la cofradía de pescadores. Pasado el espigón empieza la playa de Area, una de las mejores de la ría, con casi 1.800 metros de longitud y resguardada del oleaje. Tiene paseo marítimo y todo tipo de servicios.
Dónde: Celeiro.
Pasada la playa de Area debemos tomar la carretera hacia el faro de Roncadoira. La estrecha pista pasa junto a la iglesia de San Xulián de Faro y llega hasta este mirador, instalado en un promontorio de 194 metros de altitud que domina la entrada a la ría. Curiosamente, no hay faro (aunque sí una señal luminosa roja que indica la entrada a la ría), pero cuenta en tu visita con unas vistas insuperables de la bahía.
Dónde: mirador del monte Faro.
Si de vuelta del mirador de Faro tomamos la primera desviación a la izquierda, hacia Xove, podemos bajar a la playa de Portonovo, una pequeña playa salvaje entre rocas, aunque de complejo acceso. Es muy apreciada por su soledad y bajo nivel de ocupación, rodada de un bello entorno natural. Más adelante la carretera pasa junto al aparcamiento de la playa de Esteiro, otro fenomenal y bellísimo arenal, un poco más civilizado y domesticado que Portonovo, pero rodeada asimismo de acantilados, prados y bosques que llegan casi hasta la misma arena. Cuenta con servicios, duchas y zona de bancos con mesas.
Dónde: playa de Portonovo / playa de Esteiro.
La estrecha carretera sigue en dirección a la punta Roncadoira. Este tramo es uno de los más bellos y solitarios de toda la ría. Zona de pastos, de roquedos, de acantilados y de calas pedregosas. Casi no hay vestigios humanos, más que bosques de eucaliptos y un silencio roto solo por las aves marinas y el viento. Un recorrido precioso y muy recomendable, que pasa por la aldea de Vilachá, donde está el desvío hacia el faro. El faro de Punta Roncadoira es relativamente moderno: entró en funcionamiento en 1984. La pista que se abrió para su construcción atraviesa un escenario bravío, de rocas y acantilados batidos por el viento y el oleaje. Desde su base se abre un panorama extenso que abarca desde el monte Faro hasta San Ciprián.
Dónde: punta Roncadoira.
Aquí tienes un mapa donde localizo los puntos de mi ruta por la ría de Viveiro, la última de las grandes rías gallegas por el este, previa a la fronteriza de Ribadeo.