El interior de la Región de Murcia es un gran desconocido. Y es que más allá de las famosas playas de la Costa Cálida existe todo un mundo de pueblos con encanto, ciudades monumentales como Lorca, Caravaca y Cehegín —donde el barroco dejó algunas de sus mejores obras—, castillos, serranías verdes con buenas opciones de alojamiento rural, ríos para descender en rafting, excelentes zonas vinícolas y mucho más. Aquí van ideas para pasar un fin de semana de lo más completo en el interior de la Región de Murcia.
Actualizado por Paco Nadal el 19 de diciembre de 2022.
Ubicadas también en la comarca del Noroeste, Cehegín y Caravaca de la Cruz son los dos pueblos de la Región de Murcia que mejor mantienen su urbanismo medieval. Caravaca aún conserva alrededor de su famoso castillo-santuario y del casco antiguo el ambiente fresco y pausado de aquella ciudad que fue capital de una extensa comarca. La fortaleza, con sus 14 torreones y su solitaria puerta, domina un mar de tejas de adobe bajo el que se esconde una de las villas más monumentales de la provincia. En el interior de la muralla se levantó en el siglo XVIII la basílica-santuario de la Vera Cruz, un edificio barroco hecho con mármol rojo de la comarca que alberga la famosa cruz de cuatro brazos, símbolo de la ciudad. Hay un museo de la Santísima Vera Cruz en la misma basílica además de otros museos interesante distribuidos por la ciudad, de los que tienes más información en esta web. Si puedes, no te pierdas la fiesta más famosa de Caravaca: los Caballos del Vino, del 1 al 5 de mayo. Por cierto, que el santuario de Caravaca es uno de los cinco únicos lugares de la cristiandad con derecho a celebrar un Año Santo (los otros son Roma, Santiago de Compostela, Jerusalén y Santo Toribio de Liébana). Existe un camino de peregrinación señalizado y muy recomendable por el que se puede llegar a Caravaca a pie en cinco días. Si quieres conocer Caravaca con una guía profesional, puedes sumarte a una visita guiada o, incluso, contratar un tour privado (valóralo si viajas en grupo). En Caravaca hay muchos alojamientos de calidad, pero quizá el más sugerente de todos sea Círculo Artístico 1911, un pequeño hotel boutique en una casona del siglo XIX en pleno centro. Si quieres echar una ojeada al resto, puedes hacerlo aquí.
Por su parte, Cehegín conserva otro de los cascos urbanos más encantadores de toda la Región de Murcia. Una rehabilitación masiva, emprendida por varios organismos autonómicos y estatales, ha logrado rescatar sus muchos edificios nobles, iglesias y monumentos. La mayoría de ellos se alinean en torno a la plaza de la Constitución, antigua plaza Mayor de la urbe medieval, donde se celebraban mercados, ferias y hasta corridas de toros. No te pierdas la vista que hay desde su zona abalconada. Para comer, uno de mis restaurantes favoritos de la zona es El Sol, en pleno casco histórico de Cehegín.
Se conoce por este nombre a una amplia porción de la Vega Media del río Segura y sus valles laterales, entre Abarán y Archena, que conforma uno de los escenario más genuinos y sugerentes de la región. Gracias a su aislamiento y a la conservación de las tradiciones agrícolas heredadas de los moriscos, el valle de Ricote es la estampa más fiel de un tipo de vida y un paisaje levantinos perdidos en otras muchas zonas. Puedes acceder a él desde la autovía Murcia-Madrid siguiendo las indicaciones de Archena. Y de allí tomar la carretera local que va a Blanca y Abarán por la orilla del Segura. Curiosamente, la población que da nombre al valle —Ricote— no está en el cauce del río, sino en tierras más altas, en un valle lateral. Guarda un casco urbano compacto bajo un mar de tejas morunas con algunas casas de arquitectura barroca murciana, como el palacete Lamas. Es célebre por su vino casero. Otra localidad interesante es Blanca, un pueblo apacible que curiosamente está bajo la peña Negra. Conserva uno de los urbanismos más auténticos de la Vega Media. Por sus intrincadas callejas de cal y geranios desfilan en Semana Santa unas hermosísimas procesiones. Allí puedes visitar el Centro de Interpretación de la Luz y el Agua de Blanca, donde se hace un recorrido por el aprovechamiento del bien más preciado en estas tierras: el agua. También te recomiendo en Blanca la Fundación Pedro Cano, dedicada a la obra de uno de los pintores murcianos contemporáneos más internacionales, además de a exposiciones temporales. Ojós y Villanueva también forman parte del valle, así como Ulea, muchas de cuyas viviendas presentan la tradicional coloración con azulete de la huerta de Murcia. Pero lo mejor de esta ruta es disfrutar de los paisajes del valle morisco que aparecen en cada curva. El Centro de Interpretación turística del valle de Ricote está en el Palacete de Villa Rías, una casa noble del siglo XIX reformada a tal uso en el centro urbano de Archena. Para comer, una de las mejores opciones es el restaurante El Sordo, en Ricote, con excelente cocina regional murciana.
El Noroeste es la comarca más montañosa de Murcia. Pero incluso dentro del Noroeste hay un rincón aún más aislado, más singular: Moratalla y sus serranías, la porción más verde y agreste de la Región de Murcia. Esta ruta de fin de semana debería empezar en el pueblo de Moratalla, cuyo encanto radica en las minucias, en ese tipismo de las localidades de montaña, con calles angostas y empinadas, jubilados tomando el sol en la plaza del pueblo, bares de vinorro, carajillo y partida de dominó y el agradable saborcillo que deja la vida al discurrir a un ritmo sosegadamente humano. Moratalla es morisca hasta la médula. A las afueras del casco antiguo de Moratalla está el paraje de La Puerta, donde las pozas del río Benamor ofrecen un baño natural muy famoso en la comarca. Puedes alojarte en el cámping La Puerta, que tiene también cabañas y bungalós. Por cierto, que la tamboradas de Semana Santa en Moratalla son espectaculares, no te las pierdas si estás por allí un Jueves Santo, Viernes Santo o Domingo de Resurrección. Luego te propongo seguir bordeando la sierra de los Álamos hacia el Campo de San Juan y llegar a El Sabinar. Si allí giramos a la derecha, la ruta se interna en un paraje solitario y hermoso, salpicado de brezos y sabinas de pequeño tamaño, desde el que se domina las cumbres de toda la sierra de Moratalla. Sólo los extensos campos de cereales y algunos cortijos aislados —Zaén, Bagil, Rincón de los Huertos— rompen el perfil melancólico de estas altiplanicies esteparias. Puedes terminar en Benizar, un pueblecito bastante transformado en el que la bovedilla y el ladrillo visto han sustituido a la arquitectura tradicional, pero donde aún sorprende la silueta del castillo, encaramado a una peña cortada a pico.
Un espejismo de verdor en las resecas tierras del sureste. Los murcianos siente gran afecto por esta serranía del valle del Guadalentín por lo que tiene de ejemplo en la recuperación del medio natural. Su cubierta autóctona de bosque mediterráneo desapareció por la tala excesiva. A finales del siglo XIX, ante el peligro de erosión, se emprendió un modélico proyecto de reforestación que consiguió devolverle la cubierta verde. Sierra Espuña está protegida como parque regional. Una red de senderos de pequeño recorrido, señalizados con marcas blancas y amarillas, permiten recorrerlo de punta a punta. Entre los más recomendables están la senda de Fuente Alta, los senderos de La Santa y Aledo y el de la Umbría del Bosque. Si te gusta la escalada, a unos 40 minutos a pie desde la casa forestal de La Perdiz aparecen los contrafuertes calizos que cierran el valle de Leyva. Es una de las mejores escuelas de escalada de España. En la sierra quedan también algunos pozos de la nieve, instalaciones del siglo XVI en las que se almacenaba la nieve prensada en invierno para bajarla luego en verano por la noche a lomos de caballerizas hasta las localidades cercanas. El Centro de Visitantes Ricardo Codorniú está en el corazón de la sierra, cerca de la casa forestal Huerta Espuña; tiene todo tipo de información de la sierra y organizan visitas guiadas. El acceso más fácil a Sierra Espuña es desde Alhama de Murcia, en la autovía que va de Murcia a Lorca. También se accede desde Pliego. Hay alojamientos rurales en El Berro, donde te recomiendo especialmente la Hospedería Bajo el Cejo, un hotelito encantador. También hay varios alojamientos en la propia Alhama. Se puede subir en coche hasta muy cerca de El Morrón, la cima de la sierra, desde donde hay excelentes vistas del valle del Guadalentín. Un pueblecito con mucho encanto, situado a las faldas de la sierra, es Aledo, con un bonito castillo y un mirador desde el que se aprecian los densos bosques de pino que hoy cubren sierra Espuña.
Conocida como la Ciudad del Sol, Lorca es la capital del valle de Guadalentín y paso clave en las comunicaciones entre Levante y Andalucía. También, otra de las ciudades monumentales de Murcia, cargada de historia y edificios señeros. Donde mejor ha quedado grabado el esplendor de Lorca es en las piedras añejas de la plaza de España, centro urbano y donde te recomiendo empezar esta ruta. El conjunto lo preside la enorme figura de la iglesia de San Patricio, que fue colegiata hasta 1851 y cuya traza renacentista se debe a Jerónimo Quijano, el mismo que trabajó en la decoración de la catedral murciana. Cierran la plaza el palacio del Corregidor —que alberga ahora los juzgados— y el Pósito, el antiguo almacén de grano. Recomendable de visitar, los cuatro museos de Bordados, uno por cada una de las cuatro cofradías o pasos: Azul, Morado, Encarnado y Blanco, donde se recoge la rica tradición de la Semana Santa lorquina en la que los cofrades costean carísimos y complejos mantos bordados para las caballerías que desfilan en las procesiones. El museo Arqueológico, ubicado en el palacio Salazar, casa nobiliaria del siglo XVI, recoge a lo largo de sus 10 salas más de 4.000 piezas, desde el Paleolítico Medio en el término municipal de Lorca hasta la Edad Media. Para alojarte: el Parador de Turismo que no hace mucho se inauguró en el castillo, una de las piezas claves de la línea fronteriza cristiana con el vecino reino nazarita de Almería y Granada, en el que según la tradición estuvo alojado (o preso) Boabdil el Chico. Más info de Lorca, en la web de Turismo del Ayuntamiento. Para buscar tu alojamiento en Lorca, te recomiendo este enlace, en el que podrás hacer diferentes búsquedas antes de reservar.
El estereotipo de cauce tranquilo y de llanura que tiene el río Segura se rompe a su paso por el norte de la Región de Murcia. Entre Cieza y Calasparra, aprovechando los accidentes tectónicos y los plegamientos de la Sierra del Molino, el Segura se encañona en una garganta de 4 kilómetros de longitud y 150 metros de profundidad conocida como el cañón de los Almadenes. Es el tramo más virginal y auténtico de todo el cauce de este río murciano. El único donde quedan el bosque de ribera original y donde aún viven nutrias. La actividad estrella de la zona es el descenso en balsas neumáticas del cañón, una actividad para todos los públicos y que dura unas tres horas, entre un embarcadero instalado entre los arrozales de Calasparra y la presa de la Mulata. Se visita en la cueva de los Monigotes, un gran abrigo junto al río donde en 1975 se estudiaron y catalogaron unas pinturas rupestres correspondientes al arte levantino esquemático. Los pastores de la zona las conocían desde antiguo y les llamaban los monigotes, de ahí el nombre. Representan animales, figuras humanas y escenas agrícolas. Por los cielos es fácil ver a la garza real, al martín pescador y multitud de ruiseñores, lavanderas y orpéndolas. Lo organizan, entre otros, Qalat y MurciAventuraS. Para hacer rafting en el cañón de Almadenes, también puedes contratar aquí la actividad.
La plataforma del viejo tren de vía estrecha, que comunicaba Murcia con Caravaca, hace años que se acondicionó como vía verde del Noroeste para recorrer la comarca del Noroeste a pie, en bici, a caballo o, incluso, en silla de ruedas. Es una de las comarcas más interesantes de Murcia, con paisajes duros de secano de olivo, pinos y almendros. Tiene en la actualidad 78 kilómetros con firme mixto de asfalto y zahorra compactada y empieza a las afueras del campus universitario de Espinardo. Pasa por los badlands del río Mula, un paisaje casi lunar; por la encantadora ciudad de Mula, con su casco histórico y su castillo; por los viñedos de Bullas, por la monumental ciudad de Cehegín y termina en Caravaca. Es parte del Camino de Levante, la ruta de peregrinación que llega al santuario de la Vera Cruz caravaqueño. ¡Uno de los mejores lugares para la bici y el senderismo de toda Murcia!
La Región de Murcia tiene gran tradición vinícola, con tres denominaciones de origen: Bullas, Jumilla y Yecla. Estas dos últimas, en mitad de un paisaje duro de altiplano, en el límite noreste de la provincia, son además ciudades monumentales con muchas cosas que ver. La plaza Mayor de Yecla, por ejemplo, es uno de los más bellos conjuntos arquitectónicos del Altiplano murciano, rodeada por un grupo de arcadas renacentistas y varios palacios. La iglesia Vieja, en la parte alta del casco histórico tiene una característica torre renacentista que termina en una pirámide octogonal y un friso con 32 caras esculpidas. En el cerro del castillo se alza hoy un santuario y un pequeño museo. Por su parte, Jumillla está a los pies de otro gran castillo, mandado construir por el marqués de Villena en 1461. La rehabilitación ha permitido consolidar la torre del Homenaje, la muralla, el patio de Armas y varias de sus dependencias internas. El entorno monumental más interesante de Jumilla es la plaza de Arriba, centro de la vida social jumillana durante el medievo y principios de la era moderna. A ella se asoma la iglesia de Santiago, la joya monumental de Jumilla, un soberbio templo que mezcla los últimos detalles estilísticos del gótico y los primeros del renacimiento. Yecla y Jumilla son el reino de la uva monastrell y ambas cuentan con rutas del vino que incluyen catas y visita bodegas de fama nacional, como Luzón, Casa la Ermita, Juan Gil o Castaño. O, por ejemplo, esta visita a la bodega Madrid Romero con un recorrido por los viñedos de la finca La Solana y una degustación de cinco vinos de la bodega con aperitivos.
El colofón de un viaje al interior de la Región de Murcia es su gastronomía. Aquí se come bien y en muchos lugares. La gastronomía murciana se deleita en la calidad de las materias primas. Y en recetas de la abuela, guisadas a fuego lento, sin prisas, en fogones que saben a necesidad e ingenio. Prueba los guisos populares del secano cartagenero, como la gallina en pepitoria o la olla gitana, cocidos con tanto amor como paciencia. Cocina de origen arábigo-andaluza cuyas raíces pueden aún verse en los guisos de trigo de Lorca —un plato medieval al que algunos autores le dan un origen cartaginés—, en el cordero con verduras y en las migas serranas. O en el guiso de pavo con pelotas, plato invernal y navideño en zonas de huerta en interior. Símbolo de esa sabiduría popular son también los mojos de Moratalla y sus pedanías, plato de cocina campesina que hizo de la escasez, virtud, pues consiste en volver a freír cualquier sobra del día anterior para reconvertirla en nueva e imaginativa pitanza. Del Noroeste son también los rojiaos —suculento potaje—, el rin-ran —patatas asadas al rescoldo de la lumbre con sardinas saladas de cuba y pimiento seco— y el ajoharina. Y de la costa, el caldero, otro guiso nacido de la necesidad y el ingenio con el que los pescadores del Mar Menor convertían la morralla roquera que no tenía venta en un fumé de pescado que no igualarían ni los mejores chef. Hecho, por supuesto, con arroz de Calasparra, uno de los tres únicos con Denominación de Origen Protegida.