Hace poco completé un viaje fantástico siguiendo el cauce del río Mekong, una de las grandes arterias fluviales de Asia, desde el norte de Laos hasta su desembocadura en el delta, en la costa vietnamita. Un viaje por la cultura, los paisajes, las gentes y la historia modelados por este gran río. Estos son los hitos imprescincibles, por si quieres repetir la ruta.
Actualizado por Paco Nadal el 12 de febrero de 2024.
La capital cultural y religiosa de Laos tiene un aeropuerto internacional bien conectado con Bangkok y otros destinos regionales, lo que la convierten en el inicio perfecto para este viaje. Además de que es una de las ciudades imprescindibles de todo periplo por el Sudeste Asiático. Sus construcciones coloniales de la época francesa y sus más de 40 templos le valieron el reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad. Situada a orillas del río Mekong y al pie de la colina Phu Si, Luang Prabang es un deleite para el viajero: mercadillos nocturnos los fines de semana, calles rectilíneas cuajadas de viejas viviendas coloniales, muchos templos, cultura local, paisajes soberbios y todo tipo de servicios turísticos. Si te desenvuelves en inglés, aprovecha para hacer una visita guiada por la ciudad o un crucero (3 horas) al atardecer por el río Mekong. ¡Un sitio imprescindible! No dejes de leer este otro post donde detalló qué ver en Luang Prabang y alrededores.
Dónde: Luang Prabang.
De Luang Prabang a Van Vieng por carretera hay unos 200 kilómetros, pero se tarda entre 6 y 7 horas en recorrerlos. Aun así merece mucho la pena porque es uno de los trayectos más escenográficos del país: montañas comidas por la selva, arrozales y pequeñas aldeas desfilarán por la ventanilla. Los buses parten de la estación Sur de Luang Prabang pero los billetes los venden en cualquier agencia de la ciudad. Vang Vieng es un famoso destino mochilero. El pueblo no vale nada, pero los viajeros paran aquí por su gran oferta de deportes de aire libre: paseos en canoa por el río, espeleología, quad, senderismo, tirolinas… Un buen lugar para pasar un par de días haciendo un alto entre Luang Prabang y Vientianne, la capital de Laos.
Dónde: Vang Vieng.
Vientianne, la capital de Laos, es una ciudad moderna y para muchos viajeros, prescindible. Pero tiene lugares de interés como para dedicarle al menos una jornada completa. Entre ellos el templo Sisaket, con su claustro lleno de estatuas de Buda de diversos tamaños, o el contiguo templo del Buda Esmeralda, de 1560, aunque muy reconstruido en siglos posteriores. Otro de los lugares imprescindibles es la gran estupa Pha That Luang, un gigantesco y antiquísimo chedi de color dorado de visita especialmente recomendada al atardecer (ojo: cierran a las 17:00 h). Hay un cuadrilátero de calles entre la Rue Setthathilath y Rue Quai Fas Ngum, paralelas ambas al río, lleno de restaurantes y ambiente muy recomendable si vas buscando comida internacional o tomar una copa al anochecer. En la web oficial de Turismo de Laos encontrarás mucha información sobre qué hacer y donde alojarte en la capital laosiana.
Dónde: Vientianne.
El paisaje del sur de Laos es más monótono que el del norte, por eso te aconsejo tomar un vuelo interior en Vientianne hasta Paksé (670 kilómetros), capital de la provincia de Champasak y mayor ciudad del norte de Laos. Si decides ir por carretera (hay muchos buses locales) son más de 12 horas, así que te aconsejo hacer noche en la ciudad intermedia de Thakhek, desde donde se suele ir a visitar la famosa cueva de Kong Lor. Paksé es un gran centro urbano e importante nudo de comunicaciones gracias al aeropuerto y al puente sobre el Mekong. No vale nada desde el punto de vista monumental, pero es la base de partida para recorrer el sur de Laos y visitar lugares como Vat Phou o la zona de Si Phan Don (4.000 islas). También para recorrer el Bolaven Plateau, una meseta por encima de los 1.000 metros de altitud que se extiende por buena parte de la provincia de Champasak en la que son famosos los cafetales (muchos admiten visitas y tienen venta directa) y las aldeas de etnias distintas a la dominante, como los laven.
Dónde: Paksé.
Esta es una de las visitas imprescindibles del sur de Laos, situada a unos 45 kilómetros al sur de Paksé. Se trata de las ruinas de un antiguo conjunto de templos jemer de los siglo XI a XIII, cuando el reino de Angkor se extendía por buena parte del Sudeste Asiático, más allá de las actuales fronteras de Camboya. Aunque menos espectacular que Angkor, su ubicación en un paraje selvático y montañoso hace de Vat Phou un lugar cargado de belleza. Además es el primer gran recinto arqueológico que visitarás cuando vayas descendiendo el río Mekong y seguro que te impresionará. Las escaleras de acceso al templo superior tienen mucha pendiente y los viajeros con problemas de movilidad pueden tener alguna dificultad para subir.
Dónde: Vat Phou.
Horario y entrada: para organizar tu visita consulta la página oficial de Vat Phou.
La meseta Bolaven es rica en saltos de agua. Uno de los más famosos es el conjunto formado por las cataratas Tad Lo y Tad Hang, a unos 80 kilómetros de Paksé, junto a la pequeña aldea de Tad Lo. En época seca llaman menos la atención, pero en temporada de lluvias bajan con un estruendo ensordecedor. Se puede ir en bus de línea o en minivan privado desde Paksé. El alojamiento en la zona es escaso y muy sencillo. También son muy recomendables las cataratas Tad Fane y Tad Yuan, a unos 30 kilómetros de Paksé.
Dónde: cataratas Tad Lo / Tad Hang.
La zona más famosa del sur de Laos, destino mochilero por excelencia, es Si Phan Don, ya en la frontera con Camboya, conocido como las 4.000 islas. El río Mekong se abre aquí en infinidad de brazos que dejan entre sí islas de todos los tamaños. No sé si serán tantas como 4.000, pero el laberinto acuático es formidable. En cualquier caso, las más famosas y con más servicios son dos: Don Det y Don Khone, unidas ambas por un puente desde la época colonial francesa. Los ferries a ambas salen del puerto de Ban Nakasang, a 145 kilómetros al sur de Paksé. Una vez en las islas encontrarás multitud de alojamientos de todo tipo, aunque en general sencillos. Suelen ser cabañas más o menos confortables con terracita y vistas al río, donde pasar dos o tres días en un entorno idílico, viendo atardecer y amanecer sobre el Mekong. Yo me alojé en el Sala Done Khone, muy agradable y recomendable, con cabañas flotando sobre el río. En todos lados alquilan bicicletas para recorrer las islas.
Dónde: Si Phan Don.
La actividad más demanda de Si Phan Don es ver los dos resaltes de agua por los que se precipita el Mekong y que impidieron a los franceses usar esa vía acuática como gran vía de comunicación por sus colonias en Indochina. Las cataratas Li Phi están en la isla de Done Khone, a dos kilómetros del pueblo. Las Pa Pheng se visitan desde tierra firme, en un desvío de la carretera que lleva a la frontera con Camboya. Para entrar a ambas hay que pagar entrada (35.000 kips en 2018, unos 4 €). Conviene avisar de que no son Iguazú: aunque las llamen cataratas son en realidad unos rápidos con poco desnivel por los que se cuela el Mekong. En temporada de monzones (julio a septiembre) son bastante fotogénicas por el alto caudal, pero en época seca pueden decepcionar bastante. Y se paga igual, haya o no haya agua.
Dónde: cataratas Li Phi / Pa Pheng.
Dos modernos edificios marcan la aduana de cada uno de los países. Los vehículos laosianos no pueden cruzar a Camboya por lo que tendrás que pasar los 300 metros de tierra de nadie arrastrando la maleta. El visado de Camboya se consigue en la propia frontera; cuesta 35 dólares (2018) y hay que llevar una fotografía (IMPORTANTE). Pero probablemente te encontrarás con “supuestos funcionarios” en el lado laosiano que te pedirán que rellenes allí los documentos camboyanos y que ellos lo tramitarán todo (por 38 o 40 dólares, claro). Eso, más los dos o tres dólares que los corruptos policías laosianos te pedirán por cualquier excusa para ponerte el sello de salida en el pasaporte. Puedes negarte, pero ya sabes que si hay algún sitio donde un viajero es vulnerable o está desprotegido es en una frontera.
Una vez en Camboya, el primer pueblo con ciertos servicios es Stung Treng (a unas dos horas de la frontera). Pero lo normal es realizar directamente el tour privado por Angkor, hasta donde aún quedan otras seis horas de carretera. Angkor es el highlight de esta ruta, el premio gordo de cualquier viaje por Indochina. Se podrían escribir libros enteros de este maravilloso parque arqueológico que alberga los restos de una civilización fabulosa, la jemer, que gobernó desde Angkor un vasto territorio que incluiría las actuales Camboya, Laos, Vietnam y buena parte de Tailandia, desde el siglo IX hasta el XV. Angkor es uno de esos sitios al que habría que peregrinar una vez en la vida. Y eso que según a qué horas y qué días, las masas de visitantes atestan los restos arqueológicos hasta el punto de que loS árboles no dejan ver el bosque. Y aún así, nada rompe el encantamiento que te queda tras la visita a un lugar único en el mundo, considerados una de las maravillas de la Antigüedad, a la altura de las pirámides de Egipto o las grandes ciudades pétreas de Perú y México. Es obligatorio pasar por las oficinas centrales para sacar la entrada, el Angkor Pass; están a 4 kilómetros de Siem Riep y abren de 5.30 de la mañana a 5:30 de la tarde. El ticket de un día cuesta 37 dólares y el de tres días, 62 dólares. Se puede pagar con tarjeta de crédito. En ese momento te hacen una foto que se incorpora a la entrada que debes llevar siempre visible porque te pedirán el Angkor Pass en cada templo. En temporada alta puede haber colas de hasta una hora para sacar la entrada.
Dónde: Siem Riep / Angkor Wat / Angkor Thom
Mucho antes de que se construyera Angkor, los jemeres —entonces bajo el reino de Chenlá— levantaron otra capital 176 kilómetros al este de donde luego estaría Angkor. Sambor data entre los siglos VI y IX. Lo que nos ha llegado de ella son tres conjuntos de templos de forma piramidal, hechos con mampostería de adobe y algo de piedra arenisca. Desde luego las construcciones de Sambor Prei Kuk no son ni de lejos tan espectaculares como las de Angkor, pero al haber muchísimo menos turismo (sobre todo, aquí no llegan los ruidosos grupos de chinos), se puede disfrutar en un ambiente de mucha más paz y sosiego.
Dónde: Sambor Prei Kuk.
Nom Pen o Phnom Penh, la capital camboyana, es una pequeña sorpresa para el viajero. Guarda aún un cierto sabor colonial de la época francesa y tiene a lo largo del río Mekong un paseo fluvial de lo más agradable que por la noche se convierte en el centro del ambiente local, con decenas de restaurantes, bares y terrazas asomadas al cauce. Como todas la capitales asiáticas, sus calles son un hervidero de gente, puestos callejeros y de motos (ojo a los ladrones que actúan por la noche en la avenida del río a bordo de motos en busca de turistas desprevenidos, a pie o en tuk-tuk, para robarles de un tirón sus bolsos o pertenencias). Tiene muchas cosas que ver, como el Palacio Real, la colina donde se fundó la ciudad o el memorial sobre el genocidio de los jemeres rojos.
Dónde: Nom Pen.
La mejor manera de seguir el viaje río abajo hacia Vietnam es por barco. Numerosas empresas camboyanas o vietnamitas mantiene un servicio diario de ferris rápidos que unen Phnom Penh con Chau Doc, la primera población vietnamita (entre ellas, Blue Cruiser). El viaje dura unas tres horas y media, sin contar lo que demoren los trámites de la frontera; ambas aduanas están en la ribera del río. Los españoles no necesitamos visado para entrar en Vietnam. De repente, el río cobra más vida. Al entrar a Vietnam el tráfico fluvial aumenta y la vida en torno a él se hace más intensa y más acuática. A lo largo del viaje te cruzarás con todo tipo de gabarras, barcazas, patachas y botes de todo pelaje que flotan de milagro.
Es una ciudad pequeña (solo 250.000 habitantes) sin mayor interés arquitectónico, pero con el morbo de ser la puerta de entrada al delta del Mekong, que se abre aquí en nueve brazos. Lo más sugerente para un viajero es pasear en barca por los poblados de pescadores cham, musulmanes descendientes del reino de Champa, que gobernó el delta del Mekong entre los siglos IX y X. Viven en casas-palafito sobre las riberas del Mekong en una vida acuática que ha cambiado poco a lo largo de los siglos. Se dedican a la acuicultura de cat-fish (panga). Tienen los viveros debajo de sus casas y alimentan a los alevines con cascara de arroz y harina de pescado. En las cercanías de Chau Doc se pueden visitar algunos santuarios relevantes, como la pagoda budista Tây Am, el templo animista Ba Chúa Xu o el mausoleo de Thoai Ngoc Hau.
Dónde: Chau Doc.
Una de las visitas más recomendables del delta, y casi desconocida por los viajeros occidentales, es este pequeño espacio natural, cerca de An Giang, 20 kilómetros al suroeste de Chau Doc, donde se ha conservado la flora y fauna original del delta, sin transformar por el hombre. Unas barcas a motor y otras a remo llevan a los visitantes por los canales naturales del parque, llenos de plantas acuáticas y de dos tipos de eucaliptos; uno de los cuales crece sus raíces sobre el agua, como el mangle, creando un escenario irreal utilizado en numerosas fotos promocionales del delta. Hay más de 60 especies de aves, entre ellos garzas de varios tipos y cigüeñas. La mejor época para visitarlo es agosto y septiembre, el pico de la temporada de lluvias, cuando hay más peces y por tanto, más aves en busca de presas.
Dónde: Tra Sú.
La siguiente parada en el delta es Can Tho, la ciudad más poblada del delta (1.200.000 habitantes). Aquí lo tradicional es alquilar un barco-taxi para ir temprano a ver el mercado flotante. Conviene avisar de que es un mercado mayorista de frutas y verduras, con barcazas de tamaño medio que anuncian la mercancía que venden izando un ejemplar en un palo a modo de bandera. Es muy interesante, pero no es el típico y colorido mercado de pequeñas canoas coloridas que venden sus mercancías al público como los que hay cerca de Bangkok o en otros lugares de Vietnam. A la afueras de la ciudad está la casa Binh Thuy, mansión de un rico comerciante local de la época colonial construida con una curiosa mezcla chino-vietnamita-francesa. En su interior se rodaron escenas de la película El amante, basada en la novela homónima de Marguerite Durás. Sinceramente: si te pilla de paso, está bien; pero desplazarse hasta allí solo por esto no merece la pena.
Dónde: Can Tho.
El final de esta ruta a lo largo del río Mekong no podría ser otro que la capital del sur de Vietnam, rebautizada como Ho Chi Minh después de la guerra, pero a la que todos siguen llamado por su sonoro y exótico nombre original. Saigón es hoy una ciudad moderna de rascacielos y avenidas atascadas de coches y motos. Por desgracia queda poco del viejo Saigón colonial. Pero la ciudad merece un par de días para explorar sus atractivos. La mayoría se levantan en torno a la principal avenida, Nguyen Hue Street, los Campos Elíseos de Saigón. Se trata de una gran avenida peatonal que enlaza el río con el monumental antiguo Ayuntamiento. La típica calle para pasear de arriba abajo, viendo y siendo visto, con algunos edificios emblemáticos como el hotel Rex, donde se alojaban los oficiales norteamericanos durante el conflicto, o la Ópera. A corta distancia de ella quedan el edificio de Correos colonial —aún destinado a ese uso—, la catedral católica de Notre Dame —construida por los franceses—, el mercado Ben Thanh —el mayor del centro urbano, con comida y recuerdos para turistas— o el mítico hotel Continental, donde un reportero de nombre Graham Greene escribió buena parte de una de sus más famosas obras, El americano impasible. Imprescindibles también el museo de los Vestigios de la Guerra (la guerra de Vietnam, contada por los vietnamitas) y a las afueras, los túneles y galerías de Cù Chi, usados por los vietcong.
Dónde: Saigón.
Como has leído, el Mekóng, es el tercer río más largo de Asia. Su cuenca es una sucesión de arrozales, templos budistas, ruinas jemer, selvas y mercados flotantes. No te pierdas mi viaje siguiendo el cauce del río Mekong, el más cinematográfico, atravesando Laos, Camboya y Vietnam.