Si hay un espectáculo nocturno que supera a todos es el de disfrutar de la vista de
Bangkok desde las alturas. Muchos hoteles-rascacielos (como el
Lebua, el Sirocco, el
Shangri-La, el mismo
Mandarin Oriental, el
Sukhothai) tienen en la azotea terrazas con restaurant o cocktail bar con
vistas excepcionales. Desde esas privilegiadas atalayas se ve
Bangkok vibrar allá abajo, entre las calles sudorosas, entre las luces rojas y blancas de los coches y los saamiaw, entre las ventanas resplandecientes de los rascacielos, entre los claroscuros de los canales pobres y mal iluminados, entre las guirnaldas de colores de los khlong, los barcos-taxis que parecen farolillos con vida propia moviéndose sobre la oscura S que forma el río, la única superficie no iluminada en la noche mágica de Bangkok.