Playas, ruinas arqueológicas, hoteles con encanto, mercados flotantes o templos sagrados. Una lista muy personal de lugares mágicos en un país lleno de encanto, pero donde siempre hay algo nuevo que descubrir. Os presento 14 joyas desconocidas de Tailandia.
Actualizado por Paco Nadal el 28 de abril de 2022.
Situada a unos 100 kilómetros al norte de Phuket, es una de las zonas de playa más famosas del mar de Andamán. Aunque curiosamente, es muy frecuentada por viajeros nórdicos y centroeuropeos, pero prácticamente desconocida para el viajero español. Tiene kilómetros y kilómetros de playas, orladas por bosques de casuarinas y palmeras entre los que se esconden los hoteles y equipamientos. El pueblo de Kao Lak consta apenas de una calle principal en la que se agolpan todo tipo de servicios para el turista. Merece la pena ir al atardecer a la playa del pueblo, que está a apenas 200 metros de esa calle principal para disfrutar del ambiente de baretos y chiringuitos en la arena, con música chill-out y luces cálidas.
Una buena opción para alojarse en Khao Lak es el Khaolak Merlin Resort, un hotel con arquitectura tradicional tailandesa y a pie de playa. Tiene una muy buena relación calidad-precio, habitaciones muy grandes, todas con balcón y muchos jardines comunes con varias piscinas y restaurantes. Queda a siete kilómetros al sur del pueblo de Khao Lak.
Es el bosque tropical lluvioso más al sur de Tailandia y uno de los parques nacionales más singulares del país. Como está a mitad de camino entre Phuket y Surat Thani (desde donde salen los barcos a Koh Samui, Koh Phangan y Koh Tao), es perfecto para visitarlo en un viaje entre costa y costa. Sus casi 800 kilómetros cuadrados protegen una compacta masa de bosques tropical en la que vive una interminable lista de fauna salvaje, entre ellas varias especies de monos y muchísimas aves. El parque gira en torno a un gigantesco embalse artificial, el lago Cheow Lan. Lo normal es dedicarle dos o tres días a la visita, pernoctando una noche en un campamento en la selva, para desde ahí hacer actividades como un paseo en canoa por el río Sok o visitar la reserva de elefantes. Y otro, en las increíbles cabañas flotantes instaladas en el lago. La empresa Elephants Hills tiene campamentos en ambos lugares y organiza estancias y actividades en el parque. Es la responsable además del santuario de elefantes (ver foto siguiente).
Los elefantes asiáticos han sido domesticados y empleados en trabajos agrícolas y forestales en el Sudeste Asiático desde tiempos inmemoriales. En el norte de Tailandia se hizo muy popular la atracción turística en la que a los elefantes se les montaba para dar paseos y se adiestraban para hacer monerías: como jugar al balón o pintar. Pero cada vez son más las voces que piden que acaben estos trabajos forzados y los elefantes no sean maltratados. Una de las reservas de elefantes tailandesa que basa su filosofía en el cuidado y no en el maltrato de estos animales es Elephant Hills, en el parque nacional Khao Shok. Tiene 12 ejemplares traídos de granjas del norte donde se les sometía a duros trabajos. Viven libres en 30 hectáreas de bosque y ni se les monta, ni maltrata ni somete a trabajos forzados. Los visitantes llegan al atardecer y ayudan a sus cuidadores a darles su baño diario y luego les dan de comer. Y nada más. Una experiencia sublime para quien no hay visto de cerca nunca un majestuoso animal como éste.
Este pequeño pueblo de la costa este, entre las ciudades de Nakkhon y Surat Thani (desde donde salen los barcos a Koh Samui) es una de las joyas ocultas de la costa tailandesa. Tiene una increíble playa de nueve kilómetros y, aunque cada año surgen nuevos hoteles, es aún un destino casi exclusivo de turistas locales, muy desconocido por el viajero occidental, que suele pasar de largo camino de Koh Samui. Buena parte de su costa la ocupa además el parque nacional marino Hat Khanom: paisaje costero de manglares, playas solitarias, islitas y bosques tropicales que llegan hasta los acantilados. Un rincón de vida tranquila, con mercados semanales y gente que se dedica a la agricultura y la pesca. Si vas buscando marcha y fiesta, este no es tu sitio; pero si busca tranquilidad y auténtica vida thai, te encantará Kha Nom y su larguísima playa. El mercado más grande es el de los miércoles; los sábados hay uno nocturno de comida.
Un magnífico lugar donde alojarse en la playa de Kha Nom es el Aava Resort & Spa, propiedad de un finlandés que llegó por aquí de mochilero y se enamoró tanto del lugar que se quedó. Tiene una curiosa mezcla entre arquitectura thai y minimalismo nórdico, con bungalós privados, seis de ellos en primera línea y en torno a una piscina desbordante desde la que sin salir del agua se ve el playazo y las aguas transparentes del mar en este rincón olvidado de Tailandia. Desde el hotel te pueden organizar una excursión para ver los delfines rosas, una especie en peligro de extinción que tiene en el parque marino Hat Khanom una de sus mayores colonias. Tras ver los delfines y pasar por una islita en cuya cima un santuario budista, la excursión acaba comiendo pescado fresco en un chiringuito de la playa de Kwaeng-Phao, más coqueta y salvaje aún que la de Kha Nom.
Tras este complicado nombre se esconde el mayor templo de Kha Nom y uno de los principales centros de peregrinación del budismo en el sur de Tailandia. Se trata de un templo de importancia histórica nacional cuya pagoda principal, de 55 metros de altura, fue construida en el siglo XIII y según se afirma, contiene una reliquia (un diente) de Buda. Es de un estilo característico de Sri Lanka y está rematada de oro puro. Tiene 22 elefantes rodeando su base, que simbolizan las 22 facultades espirituales del budismo theravada. Además de la pagoda, los edificios que la rodean son también joyas arquitectónicas de la época en que la capital de Siam estaba en Ayutthaya. Uno de ellos alberga una estatua de Buda ataviada con el vestuario real. Si vas es posible que encuentres procesiones de fieles portando largas telas de color amarillo, rojo o blanco. Es la tradición del Hae Pha Khuen That, un festival religioso que se celebra en este templo cada luna llena de febrero desde 1230 y en el que los peregrinos dan vueltas a la pagoda bajo esas telas. La costumbre se ha extendido y ahora se lleva a cabo también fuera de esa fecha.
Si buscas un lugar en Tailandia con pocos turistas, nada como esta provincia montañosa al norte del país, a 668 kilómetros de Bangkok y fronteriza con Laos. Ideal para quienes quieran conocer una Tailandia aún muy auténtica, sin guiris. Su capital, Nan, es famosa por sus templos. El Wat Phra Thardkaonoi está a las afueras, en la cima de una montaña, y tiene una gigantesca estatua de buda. El Wat Phra Yawat conserva una antiquísima estupa de mampostería sin revoco. El más importante es Wat Phumin, en el cruce de las dos principales avenidas de Nan: tiene ricas pinturas murales y un altar con cuatro imágenes de Buda. Frente a él se levanta Wat Chang Lom, con su gran estupa dorada, símbolo de la ciudad. Otro de los atractivos de Nan es el mercado de comida callejero que se monta todos los fines de semana, concurrido siempre por gente local y muy pocos extranjeros. También, en la provincia, la visita a poblados de etnia karen y malabri, mucho menos afectados por el turismo que los de Chiang Mai. Nan queda a seis horas en coche desde Chiang Mai y a hora y media en avión de Bangkok.
Para alojarse en Nan os recomiendo el Nan Seasons Boutique Resort, un hotel formado por cabañas tradicionales de madera de teca, a todo lujo, en medio de un bosque. Rodeado además de arrozales. ¿Se puede pedir más? El personal es muy amable y profesional y tiene piscina y un restaurante al aire libre donde sirven cenas de cocina tradicional thai de una calidad sorprendente. A unos 10 minutos en coche del centro de la ciudad. Ideal para descansar.
Las ruinas más famosas de Tailandia son las de Ayutthaya, antigua capital del reino de Siam, que además están muy cerca de Bangkok. Pero en el norte encontraréis las de esta otra ciudad no menos importante y más antigua que Ayutthaya, que fue capital de un vasto imperio que en los siglos XIII y XIV se extendía desde el norte de la actual Tailandia hasta la frontera con Malasia, en el sur. El parque arqueológico de Sukhothai muestra aún el perímetro rectangular de murallas que tuvo esta gran urbe medieval además de multitud de templos, pagodas y chedis. El más importante de ellos es el Wat Mahathat, considerado la mayor y más excelsa obra arquitectónica del reino de Sukhotai. Tiene forma de mandala en torno a la estupa principal, que contiene reliquias de Buda. El parque abre a diario de 6:00 a 21:00 horas. Os aconsejo evitar las horas de más calor y alquilar una bicicleta para recorrer el recinto. Más información en la web de turismo tailandés.
Las ruinas de Sukhothai son tan extensas que mi consejo es que le dediques al menos un día entero, pernoctando en las cercanías. Yo me alojé en el Sukhothai Heritage Resort, un hotel de estilo tradicional thai, con grandes espacios abiertos, dos piscinas y habitaciones de lujo muy amplias y confortables. Está al lado del aeropuerto y a unos 30 kilómetros de las ruinas, pero ellos mismos te organizan el transporte en el caso de que tú no lo tengas. Tiene una increíble relación calidad-precio.
La hermana pequeña de Sukothai es Si Satchanalai, que significa la ciudad de los hombres buenos. Fue construida también en el siglo XIII como residencia del príncipe heredero y panteón de la familia real. Sigue un patrón constructivo muy parecido a Sukhothai, con un perímetro rectangular rodeado de murallas y fosos. En su interior hay más de 20 templos, el principal de los cuales es Wat Chang Lom, cuya base cuadrada está decorada con 39 figuras de elefantes a tamaño real. La fama de la vecina Sukhothai, de la que dista unos 50 kilómetros, la ha mantenido en cierto anonimato. Y esto es lo mejor de Si Satchanalai: puedes visitar un maravilloso conjunto arqueológico casi solo; o al menos, sin agobios ni hordas de grupos siguiendo al de la banderita. Más información en la web de turismo de Tailandia.
Es una especie de fin del mundo. O de inicio del paraíso, según por el lado que se mire. Un archipiélago de 51 islas en el mar de Andamán, al sur de Tailandia y en aguas fronterizas ya con Malaisia que, aunque ya ha sido descubierto por el turismo, está mucho menos masificado que Pukhet, Phi Phi o Koh Samui. Fue el primer parque marino nacional de Tailandia, y para hacerse una idea de lo salvaje que es basta decir que aquí se grabó la versión norteamericana de Supervivientes. Sólo hay servicios turísticos (hoteles, etc.) en una de las islas: Koh Lipe. El resto están deshabitadas y cubiertas por selva y playas virginales. Es un destino muy recomendable para buceadores porque tiene los mejores arrecifes de coral blando de toda Tailandia. La mejor manera de llegar es volar desde Bangkok a Hat Yai, y desde allí en minivan colectivo o taxi al puerto de Pakbara, desde donde salen barcos hacia Taru Tao a diario (menos frecuencias en temporada baja, de mayo a octubre)
Mercados flotantes hay muchos en torno a Bangkok. Era la forma tradicional de comercio de los habitantes de una región del planeta que tiene más agua que tierra firme. Pero hoy en día la mayoría son tan turísticos que ya no acude la población local. Uno de los menos afectados por el turismo es este de Amphawa, a 80 km de Bangkok, que se celebra las tardes-noche del fin de semana. Los thai siguen acudiendo a Amphawa como antaño comprar frutas, verduras o textiles y para cenar en sus famosos chiringuitos flotantes instalados en frágiles canoas al borde del canal. Muy cerca queda Kanchanaburi, con su impresionante memorial a los prisioneros aliados fallecidos en la Segunda Guerra Mundial durante la construcción del ferrocarril a Birmania, el que dio base a la película El puente sobre el río Kwai.