Pontevedra (Galicia) nació en torno a un puente que los ingenieros romanos levantaron para facilitar el paso por la calzada que iba de Braga a Lugo y Astorga, el Pontus Veteri. El vado romano despareció, igual que casi todo el legado imperial, pero Pontevedra fue evolucionando hasta convertirse en una las ciudades más monumentales de las rías Baixas que ha sabido mantener un delicioso casco histórico al servicio del peatón. Un entramado de calles pavimentadas con granito a las que el verdín de la lluvia cubre con una pátina de añoranza. Viajar a Pontevedra es vivir sus numerosas plazas, pasear por sus soportales en un día brumoso y disfrutar el ritmo pausado de una ciudad a escala humana en los jardines de la Alameda o en el paseo urbano del río Lérez. No dejes de descubrir también la ría de Pontevedra.
Publicado por Paco Nadal el 15 de abril de 2020.
Hace las veces de plaza Mayor y de nudo de todos los recorridos urbanos. Este gran espacio abierto fue construido en el siglo XV para albergar el mercado: la Feira Franca. En sus soportales se ubicaban los talleres de forja, de ahí el nombre. Hoy es el lugar de paso y de paseo, donde tomar el sol o el desayuno en alguna de sus cafeterías. Aún se asoman a ella muchas viviendas populares de diversas épocas además de construcciones modernistas del XIX. Uno de sus laterales se abre a los jardines de Casto Sampedro, uno de los principales espacios verdes del casco antiguo de Pontevedra. Detrás del jardín está la iglesia de San Francisco, el templo conventual que los franciscanos levantaron entre los siglos XIV y XV. Corresponde al modelo de iglesias mendicantes y conserva aún la fachada original con arco apuntado y arquivoltas baquetonadas; el rosetón fue añadido con posterioridad.
Pontevedra lleva siglos viendo pasar peregrinos en dirección a Santiago de Compostela por el Camino de Santiago Portugués. Todos pararon a rendir homenaje a la Peregrina, la Virgen más jacobea, patrona de la provincia y del Camino de Santiago Portugués, cuyo santuario barroco con planta en forma de vieira preside la plaza del mismo nombre, contigua a la de la Ferraría. El templo es una construcción del siglo XVIII, emblema de la ciudad.
Si desde praza da Ferraría bajas por la rúas Figueroa o Pasantería llegas a esta pequeña y coqueta placita rodeada de sólidas fachadas de granito, soportales y galería de madera acristaladas y presidida por un cruceiro. Es una de las más bonitas de la ciudad y la que mejor representa un tipo de arquitectura tradicional gallega que no ha pervivido en otras capitales. A la plaza dan dos casonas señoriales del siglo XVIII, el pazo Gacía Flórez, con fachada porticada de tres arcos sobre los que se abren otros tantos grandes balcones, y el pazo Castro Monteagudo (que en realidad da a la calle Pasantería). Ambos son hoy dos de las seis sedes del Museo Provincial de Pontevedra. En ellas se exhibe orfebrería prehistórica, una cocina tradicional gallega, pintura de los siglos XV al XVII, salas navales que incluyen una reproducción de la sala de oficiales de la fragata Numancia (con parte del mobiliario original), escultura medieval, una sala dedicada a Castelao y otra a la fábrica de Sargadelos y el Tesoro de Caldas, un valioso conjunto de abalorios en oro de la Edad del Bronce.
Por la rúa Padre Sarmiento llegas a otro espacio emblemático del casco viejo, la praza da Verdura, donde durante mucho tiempo se instaló el mercado de verduras y hortalizas de la ciudad. La Casa de la Luz, la primera estación de energía eléctrica que hubo en una ciudad gallega y que permitió iluminar Pontevedra ya en 1888, es ahora la Oficina de Turismo de la ciudad y el centro de recepción de visitantes. Casi contigua, la Praza de Méndez Núñez, en honor al almirante Casto Méndez Núñez, héroe de la guerra hispano-americana del Pacífico, que vivió y murió en una de las casas que da a la plaza. La misma donde se reunían literatos e intelectuales en célebres tertulias, hecho que recuerda la estatua de Valle Inclán que puedes contemplar en mitad de la plaza.
Desde Méndez Núñez puedes bajar en dirección al río por la rúa César Boente; a la derecha queda la praza da Pedreira, presidida por el pazo Mugartegui, otra gran obra del barroco civil gallego. Al final de la rúa está el mercado de Abastos que aún sigue cumpliendo su misión de lonja ciudadana. Frente a él y a lo largo de la calle Serra se conservan los restos de la vieja muralla que rodeaba la ciudad. Si sigues por esa rúa Serra hacia la praza de Celso García de la Riega puedes bajar al río para ver el puente de O Burgo sobre el río Lérez, heredero de aquel primero romano por el que pasaba la calzada número XIX según el Itinerario de Antonino. Sabemos por crónicas del siglo XII que en esa época aún existía, pero en total ruina. En 1988 se encontró en la cabecera del puente un miliario dedicado al emperador Adriano y fechado en el 138 que confirmaría el paso de la calzada por este lugar. El original se conserva en el museo de Pontevedra, pero hay una copia en un parterre a la entrada del puente.
Desde el puente y por la calle San Nicolás llegas a esta agradable y concurrida plaza, verdadero cruce de caminos peatonales en el corazón del casco viejo de Pontevedra y donde están los bares y pulperías más concurridos de la ciudad. En la casa que hace esquina con la rúa Isabel II vivió Ramón María del Valle Inclán hasta su traslado definitivo a Madrid en 1896. El cruceiro que preside la plaza es del siglo XVIII y fue traído desde el municipio de Estribela.
De forma irregular y forrada de piedra, esta plaza te transporta a aquella lejana Pontevedra del siglo XVI, cuando Alonso de Fonseca era aún arzobispo de Compostela y mecenas de la ciudad de Pontevedra. La basílica de Santa María la Mayor, que preside la plaza, es una obra señera del gótico gallego. Fue un encargo del gremio de Mareantes a los arquitectos Joao Nobre y Cornelius de Holanda, quienes ejecutaron un templo de grandes medidas, con dos fachadas, una de ellas, la oeste, a modo de retablo. En su interior destaca el retablo del altar mayor, las bóvedas de crucería y la talla del Cristo del Buen Viaje.
La Alameda es el gran parque urbano de Pontevedra, el jardín decimonónico nacido para esponjar el denso entramado medieval de la villa,. Al inicio de la Alameda se alza el monumento a los héroes de Pontesampaio, un bonito vado de piedra que salva la ría de Vigo por la desembocadura del río Verdugo, cerca de Arcade, donde un regimiento popular formado por vecinos y dirigido por algunos oficiales, clérigos e hidalgos logró frenar el avance de las tropas francesas del general Ney en 1809. A la izquierda del monolito se localizan las ruinas del convento de Santo Domingo, una de las pocas con las que no acabó la piqueta renovadora. La cabecera y cinco ábsides es lo que queda de un convento dominico levantado en el siglo XV y que el consistorio quiso demoler a la vez que las torres Arzobispales, a finales del siglo XIX. La Sociedad Arqueológica pontevedresa lo impidió mediante una colecta popular. Si quieres visitarlas, consulta aquí los detalles.
Pontevedra contó con un palacio arzobispal dotado de dos poderosas torres anexa a la muralla que desde el XI protegía la entrada a la ciudad y servía de residencia a los arzobispos de Santiago de Compostela cuando visitaban la ciudad. Lo que quedaba de aquel conjunto palaciego y militar fue derribado en 1873, junto con la muralla, para dar paso a la expansión urbana. Hace unos pocos años, las obras de remodelación de la avenida de Santa María dejaron al descubierto el foso y parte de las murallas de aquel palacio arzobispal en tan buen estado que se decidió ponerlas en valor. El CITA muestra hoy en un subterráneo en la esquina de esa avenida con la rua Mestre Mateo, parte de aquella Pontevedra perdida. Se recrea un mapa de la ciudad en el siglo XV tras el que se pueden ver el foso con la escarpa del palacio, reformada en el siglo XVI, y la contraescarpa exterior. También los pilares que sostenían el puente levadizo, del siglo XII.
Un sendero fluvial permite recorre las orillas del río Lérez, en torno al cual nació Pontevedra. La senda está señalizada y tiene su kilómetro cero en el Ponte dos Tirantes, el más moderno, al noreste de la ciudad. Se prolonga a lo largo de 6,10 kilómetros y pasa por varios antiguos molinos, por presas que remansan el cauce y por un par de playas fluviales. Una buena manera de salir a pie de la ciudad e internarse en la naturaleza que la circunda.
Te recomiendo acercarte hasta el barrio de San Roque y la Mourería, junto a la ría, aguas abajo del puente de A Barca. Era el antiguo barrio de pescadores, donde durante siglos se comerció con la sardina y el salazón, dos productos que convirtieron al puerto de Pontevedra en uno de los más importantes de Galicia. Pese a la transformación todavía quedan calles con aquel sabor marinero, como el Campo da Torre, la calle Juan Villaverdeo la Ribeira dos Peiraos.
Al sur del casco viejo, muy cerca de la praza da Peregina, está la praza de San Xosé y el café Moderno, un edificio ecléctico que acogió la cafetería más famosa de principios de siglo XX (fue inaugurada en 1903), lugar habitual de la intelectualidad gallega y centro de tertulias. El café cerró en 1973. Tras una ingente rehabilitación a cargo del portugués Álvaro Siza, el café Moderno volvió a abrir sus puertas como sede de AFundación (obra social de un banco). La planta baja sigue siendo el café y en las superiores se instalaron las salas de exposiciones.
Galicia es tierra de buen comer y en Pontevedra esta fama se confirma. Tanto los productos de la tierra como del mar son de primera. Entre los típicos marineros que no puedes dejar de probar están los mejillones, las zamburiñas, las vieiras, las almejas, las ostras, las nécoras, el pulpo, los chocos o el calamar. Y de la tierra, la ternera gallega y cualquier derivado del cerdo resaltando el lacón. ¡Y por supuesto unas empanadas, unos grelos o unos pimientos! Todo regado con un delicioso Albariño. En el casco antiguo de Pontevedra es muy típico encontrar a las pulpeiras (las magas del pulpo) delante de los bares. No dejes de probar el pulpo á feira porque lo cocinan exquisito. En la plaza de la Verdura las verás. En esta lista te recomiendo algunos sitios para saborear en Pontevedra:
Delicioso pulpo, calamares y pimientos de padrón a buen precio en plena plaza de la Peregrina. Local perfecto tanto para tomar el aperitivo, comer o cenar. En verano el patio interior es muy agradable.
Restaurante tradicional con una gran trayectoria culinaria al lado de puerto. Fundado en 1912. Espectacular la materia prima.
Para los que no están familiarizados con el término, un furancho es una casa particular con un local habilitado donde los propietarios venden el excedente del vino de la cosecha propia acompañado de comida casera. A de Paco tiene relación calidad-precio.
Una taberna moderna y desenfadada y al mando Pepe Vieira, el famoso chef de Vigo con estrella Michelín. Perfecto para el aperitivo, comer o cenar.
En la rúa San Nicolás, un clásico. Lleva más de medio siglo sirviendo uno de los mejores pulpos de Pontevedra.
Para darse un buen homenaje de alta cocina y pagarlo. Basa su propuesta en dos menús “Trasmallo” y “Piobardeira” con productos de mar y tierra.
Para los más dulceros: panadería, pastelería, confitería, y bollería. Todo está delicioso.
En este mapa de Pontevedra te marco los lugares propuestos en este artículo. Es una ruta muy agradable y accesible a pie.