Pese al envoltorio siderúrgico y la fama de ciudad gris e industrial, el cogollo urbano de Avilés, la tercera localidad más grande de Asturias, confirma una vez más que no hay que fiarse de las apariencias. La ciudad nacida en la desembocadura de la ría del mismo nombre y crecida al amparo del negocio de la sal y la pesca, reserva al viajero un casco histórico lleno de monumentos y espacios con sabor a tradición, como la plaza de España, la calle Galiana o la calle Rivero. Hace mucho tiempo era una de las ciudades más contaminadas de España pero hoy, tras una reconversión industrial y cultural, Avilés se ha transformado en una urbe agradable y peatonal para pasear y disfrutar al aire libre. Además, en Avilés se encuentra una de las 14 mejores playas de Asturias, Xagó. En este post te cuento qué no debes perderte durante tu visita.
Actualizado por Paco Nadal el 24 de febrero de 2023.
Es el centro neurálgico del viejo Avilés y contradice la imagen industrial que la manufactura siderúrgica creada a finales del siglo XIX dio a la ciudad. Lo primero que asombra es la armonía de este conjunto de planta triangular, como si el tiempo no hubiera logrado dar ningún zarpazo a su monumentalidad. Un recinto barroco casi perfecto al que se asoman importantes edificios. El primero de ellos es el Ayuntamiento. Fue construido en el siglo XVII y recuerda al de Oviedo, ya que se inspiró en los planos de aquel. En sus bajos porticados se instalaba el pequeño comercio de la época. La torre del Reloj fue añadida en el siglo XIX. A un lado, en la esquina de la calle Rivero, se alza la casa-palacio García Pumarino, contemporánea del Ayuntamiento. De hecho, su unidad de estilo es patente y magnifica la armonía de la plaza. Enfrente, el palacio del marqués de Ferrera, también del XVII, hoy reconvertido en hotel de cinco estrellas.
Dónde: Plaza de España.
Es una de las que desembocan en la plaza de España y también una de las más antiguas y con más solera de Avilés. Los soportales que aún lucen fueron construyéndose a partir del siglo XVII y bajo ellos se refugiaban numerosos artesanos. Fue siempre una calle con mucho tránsito, pues por ella salía el Camino Real a Oviedo, y aún hoy es una de las arterias peatonales más importantes de la ciudad. En un momento dado ensancha en una pequeña placeta semicircular para dar cabida a la fuente de los Caños de Rivero y la capilla del Cristo.
Dónde: calle Rivero.
Desde la plaza de España parten varias calles peatonales. Por detrás del palacio Ferrera (el hotel) nace la calle San Francisco, también con las típicas casas porticadas. Desemboca en la plaza de Domingo Acebal, un agradable conjunto urbano. La plaza la preside la iglesia de San Nicolás de Bari, un antiguo convento que los franciscanos fundaron en el siglo XII (entonces, extramuros de la ciudad), pero que sufrió muchas reformas y ampliaciones. A partir de ella arranca la calle Galiana, quizá la más fotogénica de Avilés. Galiana es famosa por sus típicas fachadas avilesinas, de galerías de madera soportadas por pilastras de piedra, pero también por la gran oferta de bares y restaurantes de que dispone. Es la calle gastronómica por excelencia.
Dónde: plaza Domingo Álvarez Acebal / calle Galiana.
Por el costado del Ayuntamiento sale la calle de la Ferrería, la principal arteria de la ciudad medieval y la que más sabor a aquella época conserva todavía. El nombre deriva del gremio de los herreros, que tenían en estos soportales buena parte de sus talleres. A media calle, entre los cruces de Sol y Jovellanos, aparece el palacio de Valdecarzana, el edificio civil más antiguo de Avilés, que se remonta al siglo XIV. Se trata de un edificio gótico, con ventanas geminadas en la fachada que da a Ferrería (la única que queda original); pudo pertenecer a un rico comerciante. Tras una rehabilitación a fondo de los interiores acoge ahora el Archivo Histórico Municipal. Es una de las viviendas góticas más importantes de las que se conservan en toda Asturias.
La calle de la Ferrería acaba en la iglesia de los Franciscanos, la más antigua de la ciudad. Se trata de un edificio románico, del que se conserva la fachada original del siglo XII. El resto de su fábrica fue muy alterada y con el tiempo se le añadió una capilla gótica y otra barroca. Anexo se encuentra el Museo de la Historia Urbana de Avilés, un espacio que permite al visitante ahondar en el conocimiento del rico pasado de la ciudad.
Dónde: Iglesia de San Antonio de Padua (padres Franciscanos). Calle Alfolíes, 1.
Si desde la iglesia de los Franciscanos doblas a la izquierda por la calle de los Alfolíes, llegas a una pequeña placita, muy agradable, presidida por la estatua del pintor avilesino Juan Carreño de Miranda, retratista de la corte de Carlos II. La impresionante fachada que parece desbordar la placita es el palacio de Camposagrado, el más valioso de los edificios civiles de Avilés. Fue en época medieval la casa solar de un linaje muy poderoso en la comarca, la familia Alas. En el siglo XVII, la vieja casa-fortaleza se amplia y mejora dándole un aire más palaciego. Con la ampliación la fachada norte (la que queda por detrás de la plaza) fagocita la vieja muralla, que se incorpora al edificio. Desde la segunda planta de esa fachada posterior se veía el antiguo puerto (hoy colmatado y convertido en parque del Muelle). La fachada sur, la que da a la plaza de Camposagrado, es obra de dos canteros avilesinos, los hermanos Menéndez, que crearon una de las mejores fachadas barrocas de Asturias, con un cuerpo central con balcones y ventanas de vanos almohadillados y un pórtico con pares de columnas de distinto orden según la altura que soporta el escudo de Bernaldo de Quirós (marqués de Camposagrado). Escoltando este conjunto, se elevan dos grandes torres también blasonadas. El interior estaba muy dañado y alterado porque había sido compartimentado para viviendas. En 1999 se expropió y tras una ingente rehabilitación se le devolvió parte de su antiguo esplendor. Hoy acoge la sede de la Escuela Superior de Arte de Asturias.
Avilés es, sobre todo, una ciudad que se vive en la calle y en las plazas. Una de las más vividas y concurridas es la calle de La Cámara, el gran eje comercial una vez que el urbanismo de la ciudad superó las viejas murallas medievales. Flanqueada por bellos edificios del siglo XIX, es la calle del comercio, los bancos y las tiendas de moda y complementos. De aquella ampliación decimonónica es también la plaza del mercado de Avilés, que llama la atención por su planta rectangular totalmente cerrada por balcones y galerías de madera soportadas por columnas de hierro. Es uno de los espacios urbanos más singulares de la ciudad y de los más concurridos a la hora del tapeo y el aperitivo. En el centro de la plaza está el edificio que acoge el mercado y en los soportales, locales comerciales con todo tipo de tiendas y bares.
Dónde: calle de la Cámara / La Plaza. Mercado de Avilés. Plaza Pedro Menéndez, 5.
El barrio de Sabugo, al otro lado del parque del Muelle, fue el antiguo barrio extramuros donde vivían los pescadores, como demuestran sus calles estrechas y llenas de tipismo que van a desembocar en ese parque, antiguo puerto pesquero hasta que fue rellenado e incorporado a la ciudad. Hay rincones encantadores, como las propias calles Bances Candamo, de la Estación o la de Carreño Miranda. Pero el espacio más emblemático del barrio es la plaza del Carbayu, uno de los mejores lugares de Avilés para ir a disfrutar del buen tiempo en la terraza de un bar. Está rodeada de casas sencillas pero muy alegres, con sus balcones de madera y sus soportales con columnas de piedra. En ella trabajaban los carpinteros de ribera y a la vera de la iglesia de Sabugo, que ocupa uno de los laterales de la plaza se reunían la comunidad de mareantes. El templo es así mismo de factura sencilla (como correspondía a un barrio de pescadores), con elementos románicos y otros, como la portada principal, protogóticos.
Dónde: plaza Carbayo.
El soberbio complejo multiusos cuyo proyecto regaló a Avilés el arquitecto brasileño Óscar Niemeyer ha cambiado el skyline de la ciudad y su proyección al mundo. Nacido para reordenar la ría tras la reconversión industrial (ver despiece), el conjunto responde a los patrones clásicos de la obra de Niemeyer: líneas curvas y sinuosas, «como los ríos o las montañas o la mujer preferida», según sus propias palabras, aprovechando al máximo las posibilidades plásticas del hormigón armado. La obra es nueva, pero responde a un proyecto antiguo que Niemeyer tuvo en un cajón durante décadas. Inaugurado en 2010, el Centro Cultural Internacional Óscar Niemeyer consta de un auditorio con un escenario móvil que puede girar y abrirse a la plaza para dar actuaciones al aire libre, una cúpula que cubre 2.000 metros cuadrados y que sirve como sala múltiple de exposiciones y un espectacular observatorio con acceso por una pasarela de caracol donde hay instalado un mirador. Avilés buscó a un gran arquitecto (Niemeyer fue premio Príncipe de Asturias en 2005) para dotarse de una marca, de un emblema que les represente en la globalizada competición del entretenimiento, la cultura de consumo y el turismo. El centro está a cinco minutos a pie del casco histórico. Se accede por la pasarela de la antigua plaza del Pescado, en la calle Llano Ponte, o por el puente peatonal situado al final del paseo de la ría, en la avenida Conde de Guadalhorce.
Dónde: Avda. del Zinc, s/n.
Avilés es una ciudad que dedica espacio al peatón. Toda la ruta descrita en este post podrás hacerla a pie y por zonas históricas sin apenas tráfico.