¿Pensando en hacer turismo en Oviedo? La capital de Asturias -como la Vetusta de La regenta- es una ciudad apacible y tranquila, donde el tiempo parece discurrir de otra manera. Fue pionera en la peatonalización de todo su casco histórico, gracias a lo cual plazas, palacios, iglesias, sidrerías, balcones y mercados lucen ahora con mayor brillantez en una ciudad pensada para el caminante. Oviedo es romana, visigoda, medieval y gótica, y está cuajada de Historia y de historias, la mayoría de las cuales giran en torno a la catedral del Salvador y a su famosa Cámara Santa. Te cuento qué ver y qué hacer en Oviedo.
Publicado por Paco Nadal el 03 de noviembre de 2020.
Sean cuales sean tus intenciones en Oviedo o vayas a estar el tiempo que sea, empieza tu ruta en el corazón del casco histórico: la plaza de Alfonso II el Casto. Está rodeada de edificios históricos de varias épocas que forman un conjunto soberbio. A ella da, por supuesto, la catedral (te la explico en la foto siguiente). Frente a ella queda el palacio de La Rúa, el edifico civil más antiguo de Oviedo, una construcción tardogótica con añadidos barrocos que fue mandada levantar por Alonso González de la Rúa, contador de los Reyes Católicos, en el siglo XV. A continuación, en la misma línea de fachada, puedes ver la casa de los Llanes, de 1740. En esta esquina de la plaza está la famosa estatua de La regenta, un homenaje a la inmortal obra de Leopoldo Alas Clarín, que como sabes transcurre en estas calles de Oviedo/Vetusta. En el lado norte, es decir, a la izquierda si miras la fachada catedralicia, se alza el enorme palacio de Valdecarzana, casa solar de los marqueses homónimos desde 1627, el último gran palacio barroco que se levantó en Oviedo. El lateral sur de la plaza lo compone varias fachadas más actuales y de vivos colores, la iglesia de San Tirso y la capilla de Balesquida. ¡La plaza más monumental y bonita de Asturias!
La catedral de Oviedo es el principal monumento de la ciudad y la obra cumbre del gótico asturiano. Su construcción se prolongo durante tres siglos, aunque hubo partes, como la girola, que todavía tuvieron que esperar otros 200 años. Por eso es un muestrario de estilos arquitectónicos. En el solar que hoy ocupa el templo se levantaban hace siglos el palacio del rey astur Alfonso II el Casto, una basílica prerrománica mandada construir por él mismo y la capilla palatina, conocida como Cámara Santa. A finales del siglo XIV se empezó a construir la nueva cabecera gótica, derribando los viejos edificios románicos, con una altivas naves coronadas por bóvedas de nervaduras. Canteros flamencos añadieron el transepto. La primera piedra de la elegante y solitaria torre, símbolo de la catedral y de Oviedo, se colocó en 1508 pero no se terminó hasta casi 100 años después. En principio estaban prevista dos campanarios, pero faltó financiación. La nave central está rodeada de capillas donde se da rienda suelta al gótico y el barroco más exuberantes. El claustro gótico y la sala capitular completan el catálogo de maravillas de esta soberbia catedral.
Contigua a la plaza de la catedral y peatonal, igual que aquella y casi todo el casco antiguo, aparece esta pequeña placita con el centro ajardinado y con la estatua de El Viajero, de Eduardo Úrculo, en una esquina. A ella se asoman otras tres importantes edificaciones. La fachada este la ocupa el palacio de Camposagrado, construido a mediados del siglo XVIII; fue sede de la Audiencia y aún hoy alberga el Tribunal Superior de Justicia de Asturias. A su derecha, en la esquina de la fachada sur, el palacio de Toreno, edificio del siglo XVII con frontón y columnas dóricas en su fachada en el que nació en 1786 el político liberal José María Queipo de Llano, que fue ministro de Hacienda y presidente del Consejo de Ministros. La esquina con la calle Mendizábal la ocupa el Teatro de la Filarmónica, el segundo recinto teatral del capital, tras el Campoamor. La plaza la completan otros bellos edificios modernistas, como la sede del BBVA, antiguo Banco Asturiano, y varios bares con terraza donde disfrutar del aperitivo en días soleados.
Vuelve de nuevo a la plaza de la catedral y por delante de la fachada del palacio de la Rúa, toma el eje urbano más famoso y concurrrido del casco histórico, el que forma la calle de la Rúa y la calle Cimadevilla. Irás desde la sede del poder religioso (la catedral) a la sede del poder civil, el Ayuntamiento. Cimadevilla era la calle donde ir a pasear, donde ver y ser vistos, donde estaban los mejores comercios, los bancos y las sedes administrativas de la ciudad antigua. Clarín refleja muy bien en La regenta el ambiente provinciano de estas calles, que en la novela aparecen como el barrio de la Encimada. Merece la pena levantar la vista para apreciar sus muchas fachadas restauradas, de antiguos comercios, de arquitectura urbana tradicional de Asturias o del modernismo, como el edificio de la Banca Massaveu. Sus bajos comerciales están llenos de sidrerías y bares de tapeo, siempre con muy buen ambiente. ¡No te pierdas una sidrina en cualquiera de ellas! Por una pequeña calle lateral se baja a la plaza de Trascorrales, llamada así porque a ella daban los corrales de las casas del entorno. El edificio ovalado que ocupa el pequeño espacio de la plaza fue el mercado de Pescado (de 1886) y hoy, un centro cultural. A Trascorrales se viene también por sus buenos chigres (sidrerías).
La calle Cimadevilla acaba en un arco coincidente con una antigua puerta de la muralla y que da paso a este gran espacio cuadrangular, plaza mayor de la ciudad desde el siglo XVI, donde se celebraban mercados, romerías y ejecuciones. Es otro de los espacios más agradables y transitados de la parte vieja, y lugar de paso de muchas rutas urbanas. A un costado está el edificio del Ayuntamiento, de los siglos XVII y XVIII. A su lado, la iglesia de San Isidoro el Real, una fundación jesuítica que paso a parroquial tras la expulsión de la orden. En la restauración de la fachada aparecieron algunas pintadas o grafitis de siglos pasados que se han dejado a la vista. También estaba proyectada con dos torres, pero como en el caso de la catedral, se acabó la plata antes que las ganas.
La plaza de la Constitución desciende suavemente hacia un conjunto de placitas y calles peatonales llenas siempre de ambiente y terrazas, sobre todo al caer la tarde. Es el Oviedo más íntimo y sentido. La Plaza del Sol, la calle Oscura, la calle Mon o la calle del Carpio son las calles del comercio tradicional diurno y de la marcha joven nocturna. Desde la calle Mon se tiene una estupenda perspectiva de la catedral y su torre. La pequeña calle Máximo y Fromestano conecta Mon con la plaza del Paraguas; una vez en ella no es necesario explicar el por qué del nombre. Bajo esta estructura metálica se refugiaban las vendedoras de leche. La continuación de Mon es la calle Santa Ana a la que da la entrada del Museo de Bellas Artes de Asturias, que ocupa otros dos edificios importantes del entramado antiguo ovetense: el palacio de Velarde y la Casa de Oviedo-Portal.
Si desde la plaza de la Constitución seguimos por la fachada de San Isidoro la calle Ferrero nos introduciremos en otro de los espacios mágicos de este Oviedo pensado para el peatón. El mercado El Fontán es la gran plaza de abastos ovetense desde 1885, cuando el arquitecto Javier Aguirre concluyó este edificio de hierro fundido y grandes cristaleras, muy del gusto afrancesado que imperaba en las capitales españolas en aquellos finales años del XIX. El mercado no está aquí porque si: El Fontán fue la zona de mercadeo extramuros tradicional del Oviedo medieval. Es uno de los espacios emblemáticos y quizá el mejor lugar de la ciudad para ir a un chigre a beber unas sidrinas y probar unos quesos y unos embutidos asturianos en una noche de verano. Su aspecto es tan saludable y lleno de tipismo que el viajero que no lo sepa pensará que es la original restaurada. En 1996 el Ayuntamiento decidió su demolición por el estado de ruina que presentaba. Tres años después se inauguraba esta réplica, pese a todas las polémicas, se ha convertido en referencia de la ciudad.
Como si fueran un embudo, las principales calles del casco antiguo que avanzan en dirección oeste (Fruela, San Francisco, Arguelles) confluyen en esta plaza, nudo gordiano que enlaza el casco antiguo con el Oviedo más moderno. Es el verdadero centro geográfico de Oviedo y distribuidor de tráfico rodado y peatonal. La decoran la estatua Maternidad del colombiano Botero, y varias fachadas representativas, como la del edificio del Termómetro, una obra del racionalismo con fachada curva, y sobre todo, la del teatro Campoamor.
Es el gran jardín urbano y el pulmón de la ciudad. Situado además, a diferencia de otros grandes parques de ciudad, en pleno centro. Era la huerta de un antiguo convento de franciscanos que con la Desamortización de Mendizábal pasó a manos del Ayuntamiento. Lo recorren dos avenidas y dos paseos trasversales a a aquellas, al más puro estilo decimonónico. En una esquina crecía el Carbayón, un viejo roble de 600 años de antigüedad, que fue derribado en 1879 para la ampliación de la calle Uría; una placa en esta vial recuerda el hecho. De él proviene el apodo de carbayones para los ovetenses. La espesa foresta del Campo, así a secas, como lo llaman los parroquianos, cuenta con 127 especies de árboles.
Es la principal artería de la ciudad postmedieval y el eje en torno al cual se creó el Ensanche, la parte moderna y comercial de la ciudad. Se abrió en 1874 para unir la parte vieja con la nueva estación de ferrocarril y posibilitar el crecimiento urbano de la ciudad. Es la calle de las tiendas, los centros comerciales y las cafeterías. Por detrás de ella, las calles Pelayo, Milicias Nacionales (donde está la estatua de Woody Allen), Palacio Valdés, Nueve de Mayo, Melquíades Álvarez, Casal y Campoamor, forma una verdadera red peatonal de arterias comerciales llenas de vida y actividad a todas horas.
La calle Jovellanos cierra por el norte el casco antiguo y es también una buena zona de comercio, bares y vida nocturna. Merece la pena deambular por ella aunque solo sea para visitar la centenaria pastelería Camilo de Blas, la más famosa de la ciudad, fundada en 1914, aunque el bisabuelo ya había abierto la primera en León en 1827. La regenta la cuarta generación de la familia De Blas, que ha tenido el buen gusto de conservar el despacho tal cual estaba, con su mostrador de mármol, sus anaqueles blancos, sus antiguas balanzas y lámparas. Fueron ellos los que crearon en 1920 un pastel de yema y crema al que llamaron carbayón, el dulce típico de Oviedo. Woody Allen también estuvo rodando aquí con Scarlett Johansson.
Ningún lugar mejor para terminar esta ruta peatonal por el casco histórico de Oviedo que la calle Gascona, conocida como la calle de las sidrerías, donde la concentración de chigres y locales de cocina asturiana supera a la de cualquier otro lugar del mundo. Es la calle por antonomasia para ir a cenar productos de la tierra bien regados por unos culines. Nace al final de la calle Jovellanos, a la izquierda.
Oviedo es una de las capitales que más espacio dedica al peatón. Toda la ruta descrita podrás hacerla a pie y por zonas históricas sin apenas tráfico. Te recomiendo empezar en la plaza de Alfonso II el Casto, donde está la catedral, y terminar en la calle Gascona, que es otro "templo" pero del buen yantar.