El Baix Empordà, la comarca meridional de las dos en las que se divide el Empordá, es conocida como L’Empordanet. Es la tierra de Josep Pla, que guiará parte de esta ruta. Pueblos medievales por donde parece no haber pasado la historia, como Peratalla o Pals, playas con casitas bajas y encaladas y barcas de vela latina varadas en la arena, como Calella de Palafruguell. Y calas de aguas transparentes rodeadas de pinares, como las de Begur. Un resumen casi perfecto de la imagen más pintoresca que todos tenemos de la Costa Brava.
Publicado por Paco Nadal el 12 de abril de 2023.
Palamós es un pueblo con playa de ambiente tranquilo, residencial y familiar. Su joya es su cuidado paseo marítimo, en paralelo a la Platja Gran que, con más de dos kilómetros, ofrece uno de los mejores baños de la zona. En esa fachada marítima, y cerca del puerto, puede verse el ancla de un navío del siglo XVIII, así como un cañón que, según la leyenda, perteneció al navío de Barbarroja. Se encuentra en pequeña callejuela, pero a lo largo del paseo marítimo hay varias reproducciones, así como un grupo escultórico ‘A la gente del mar’. Por el callejón del cañón de Barbarroja se llega al casco antiguo que, pese a las reformas, guarda cierto sabor de villa marinera y señorial. Hay algunos palacetes y casas nobles que se asoman al carrer Major, la calle principal y más comercial; el edificio más notable es la Casa da Vila (Ayuntamiento), construido en 1908. La parte más reformada y con más sabor antiguo es la circundante a la iglesia de Santa María, un templo de estilo gótico levantado entre 1439 y 1521. Palamós acoge una de las principales flotas pesqueras de la Costa Brava, famosa por su captura de gambas. En torno al puerto y al paseo marítimo más cercana al casco antiguo se aglutina la mayor oferta de bares, cafeterías y restaurantes. Fruto de su tradición marina es el Museu de la Pesca, donde se hace un recorrido audiovisual por el pasado, presente y futuro de este arte en la Costa Brava. Merece la pena subir a la colina que domina el puerto, donde se encuentra el parque de los Agustinos, en el que se conservan las piezas del convento desmontado del mismo nombre; es interesante el contraste de la piedra del claustro o el rosetón con la mar de fondo. Hay también un camino de ronda que lleva desde la zona del puerto deportivo hasta las playas de la Fosca y el Castell (también accesible en coche), un arenal con restos de un pequeño poblado ibérico. Desde el aparcamiento de la playa del Castell se puede seguir un sendero que lleva hasta cala Estreta, una preciosa cala ente rocas y pinares de no más de 100 metros de longitud, absolutamente virgen y natural si exceptuamos un antiguo refugio de pescadores rehabilitada que lleva allí desde el siglo XVI. Un paraíso para nudistas.
Dónde: Palamós.
No es una localidad costera (está varios kilómetros en el interior) ni vive del turismo. Palafrugell es el centro de un amplio término municipal, una localidad grande con todo tipo de servicios y capital de la industria del corcho del que dependen tres renombradas playas: Calella, Llafranc y Tamariu (en la foto). No tiene demasiados atractivos arquitectónicos, aunque las calles del centro son peatonales y agradables para pasear, comprar o sentarse en alguna de sus terrazas. La plaza principal del pueblo se llama Can Mario y era el gran patio central de la vieja fábrica de corcho homónima. En medio de la plaza se alza la torre Can Mario, depósito modernista que abastecía de agua a la factoría; se puede subir hasta la cima (180 escalones) para disfrutar de la mejor panorámica del municipio a vista de pájaro. Las naves de la fábrica también se remodelaron y acogen ahora la Fundación Vila Casas, dedicada a la exposición y promoción del arte contemporáneo catalán. La vinculación de la ciudad con la corteza del alcornoque se recoge en el Museu del Suro (Museo del Corcho). Pero Palafrugell es además la localidad natal del gran escritor ampurdanés Josep Pla, que nació el 8 de marzo de 1897 en el n.º 49 del Carrer Nou, la misma finca que hoy alberga la Fundación Josep Pla. En la casa se puede ver su biblioteca personal, manuscritos y primeras ediciones, una completa biblioteca y hemeroteca con su obra y una exposición permanente sobre su vida.
Dónde: Palafrugell.
En la Costa Brava no quedan lugares por descubrir, pero si hubiera que dar un premio al rincón más sorprendente e inesperado sería sin duda para Calella de Palafrugell, uno de los pueblos más bonitos, mejor conservados y menos conocidos del litoral catalán. Lugares como la plaça del Port-Bo, con sus casitas bajas encaladas, sus soportales y sus barcas de vela latina varadas en la arena al atardecer traen la imagen soñada con la que todos hemos idealizado alguna vez la Costa Brava. Toda la urbanización está hecha a base de casitas blancas de poca altura, repartidas por las colinas respetando el estilo mediterráneo. El pueblo tiene varias playitas pequeñas (playa d’en Calau, port de la Malaspina, La Platgeta…) unidas por un paseo de madera al que se asoman numerosas terrazas y restaurantes.
Dónde: Calella de Palafrugell.
Desde Calella se accede a este sorprendente conjunto formado por una casa-castillo y 17 hectáreas de jardines con más de mil especies botánicas. Cap Roig fue el sueño de una pareja de adinerados europeos, el coronel ruso Nicolai Woevodsky y su mujer, la londinense Dorothy Webster, que llegaron por aquí en 1925 en busca de unos terrenos donde levantar su sueño. “Los rusos”, como conocían lo payeses y los pescadores a la pareja, además de construir un jardín botánico modélico y una singular vivienda neomedieval, animaron a otros muchos aristócratas británicos a venir a la Costa Brava, haciendo en muchos casos de ellos mismos de intermediarios para buscarles terrenos e incluso construirle la mansión (Nicolai ejercía como arquitecto). A su muerte donaron la propiedad a la Diputación de Girona a cambio de que se mantuviera tal cual. La visita turística incluye hoy todos los jardines y el castillo de piedra rojiza, con su claustro. El auditorio al aire libre acoge desde el año 2000 el Cap Roig Festival, una de las principales citas musicales del verano catalán.
Dónde: Jardines de Cap Roig.
Horario: de abril a septiembre, de 10:00 a 20:00 horas. De octubre a marzo, de 10:00 a 18:00 horas. Enero y febrero, sábado y domingo, de 10:00 a 18:00 horas. Se puede acceder hasta una hora antes del cierre. Los días del Cap Roig Festival, se cierra a las 16:00 h. Cerrado el 24, 25 26 y 31 de dicembre y 1 y 6 de enero.
Entrada: general, 10 €. También hay entradas gratuitas y distintas rutas para visitar los jardines. Todo ello, así como la compra on line, en este enlace.
Al igual que en la vecina Calella, hay barcas de pescadores fondeadas o varadas en la orilla, un urbanismo humanizado con casas de baja altura, un encantador paseo marítimo con grandes árboles y bancos para descansar y dos playas urbanas de arena gruesa y aguas transparentes. Un tipo de turismo selecto y tranquilo en contraposición con el bullicio de las grandes playas. Se puede ir caminando de Calella a Llafranc por el camino de ronda.
Dónde: Llafranc.
Begur está a unos 3,5 kilómetros de la costa, porque nació al abrigo del castillo que aún domina la localidad desde una prominente meseta de roca. Tiene un pequeño pero interesante casco histórico con muchas calles peatonales. El mejor punto de vista para una panorámica del pueblo, el castillo, la iglesia y el mar de fondo se obtiene a la entrada del pueblo, antes de comenzar el descenso hacia los aparcamientos obligatorios (el centro está cerrado al tráfico). La visita suele comenzar en la plaça de l’Església: la iglesia de Sant Pere y el Ayuntamiento son sus edificios más destacables. Muchos habitantes de Begur emigraron a desde mediados del siglo XIX a América. Los que volvieron enriquecidos (los indianos) levantaron bellas mansiones, las casas de indianos, que hoy pueden verse sobre todo en el carrer de Bonaventura, la calle principal del casco histórico: Casa Vicenç Ferrer, Casa Pere Roger, Casa Josep Pi i Carreras o Can Pi, con un gran jardín en la parte posterior. Una de las mansiones de indianos más llamativas y fáciles de ver, porque ahora es un restaurante, es la Casa Pere Cortada Sabater (Concepció Pi i Tató, 3) con unos salones cubiertos de pinturas murales que homenajean a las lejanas y verdes tierras de Cuba donde su propietario hizo fortuna. En el casco urbano también destacan las cinco torres defensivas de los siglos XVI y XVII, levantadas para defender a los moradores de los ataques de piratas procedentes de las costas magrebíes. Desde la plaça de la Vila, por el carrer Pi y Ralló se sube al castillo —el punto más significativo e interesante de Begur— por una senda pavimentada cómoda y accesible. Construido en siglo XI por el señor feudal Arnust de Begur, conserva poco de la fábrica original por los ataques sufridos, el último y más devastador, durante la invasión napoleónica. Merece la pena la subida para disfrutar de la panorámica desde la cima. Al norte la vista llega hasta el cap de Creus; lo que le antecede es la bahía de Roses. Hacia el este se ven el puig d’en Bernadet, el puig Rodo, el puig Miret y los demás cerros que conforman la bella costa de Begur, tapizados por densos bosques de pino. Abajo se despliega el mar de tejas que cubre el caso urbano de Begur, entre el que despunta el campanario de la iglesia y las torres defensivas.
Dónde: plaça de l’Església. Begur.
Lo que más famoso a hecho a Begur es su increíble litoral, uno de los más abruptos, bellos y mejor conservados de esta zona de la Costa Brava. Hay tres zonas de playas y calas: al norte, playa del Racó, Illa Roja y Sa Riera. En el centro: Aiguafreda y Sa Tuna. Y al sur: playa Fonda, Fornells y la famosísima playa de Aiguablava, rodeada de rocas y pinares y con aguas cristalinas y poco profundas; en uno de los salientes de roca que cierran la playa hay un Parador de Turismo. A todas se puede llegar en coche: por la carretera de Fornells se llega a las playas de Fornells y Aiguablava y a playa Fonda; la carretera de Aiguafreda lleva hasta la cala del mismo nombre y la de Sa Tuna (donde existe un camino de ronda incrustado entre las casas de indianos y el mar); por la carretera que va a Sa Riera se toma el desvío que conduce a las playas de Sa Riera (la cala más grande), del Racó y de l’Illa Roja (playa nudista internacional). El Ayuntamiento ha preparado también una red de senderos señalizados que permite ir caminando a casi todas ellas desde Begur. Por ejemplo, el sendero circular que va de Begur a la punta de la Creu y Aiguafreda tiene 9 km (3 horas). El Cami Vell de Sa Tuna enlaza el centro del pueblo con esta playa y tiene 2,3 km (1 hora). Existe también un camino de ronda que recorre todo el litoral de Begur de norte a sur.
Aunque en temporada alta Pals esté lleno de visitantes hasta límites insospechados, hay que ir a conocer este núcleo urbano intacto, que representa como ningún otro el urbanismo medieval de una villa fortificada ampurdanesa. El gran escritor catalán Josep Pla pasaba aquí largas estancias de descanso. Vivía en una masía a las afueras y subía a diario hasta el mirador del Pedró, donde se sentaba (también para escribir) en una piedra plana que aún se conserva. En una entrevista le preguntaron con qué paisaje de los muchos que había visto en sus viajes se quedaría; Pla contestó: «El paisaje que más me ha impresionado es el que se ve desde el campanario de Pals. Es un paisaje que no tiene fallos en sus 360 grados. Un paisaje agrario productivo, que es como han de ser esta clase de espectáculos». La Vila Vella de Pals empezó a ser rehabilitada a partir de 1948, tras resultar casi destruida en la Guerra Civil. De la muralla solo se conservan cuatro torres (siglos XII a XIV); del castillo original solo queda la torre del Homenaje (siglos XI a XII), levantada sobre un antiguo poblado íbero. Desde allí hay una vista soberbia de todo el Pla, la costa de L’Estartit y las islas Medes. Han aparecido también algunas tumbas visigodas, algunas de la cuales pueden verse en el suelo del carre Major o cerca de la casa de La Pruna. Todo Pals es una sucesión de capas históricas; aparecen tantos restos arqueológicos que no se pueden conservar siempre a la vista. La iglesia parroquial Sant Pere es gótica, pero con bases románicas y, probablemente, fue antes mezquita y mucho antes, zona sagrada del poblado íbero. Existen fotos en blanco y negro de los antiguos ábsides románicos, que se desmontaron en una nefasta rehabilitación y cuyos sillares se utilizaron para reconstruir el castillo. Siglos antes, en 1478, ya se utilizaron las piedras del castillo para terminar el techo de la iglesia. Subiendo desde la plaza hacia la iglesia por el carrer Major, el paseo atraviesa el barrio del Pedró, el más atractivo del pueblo, que está declarado conjunto histórico en su totalidad. Todo en Pals es sencillez y armonía: piedras, líneas rectas y sobrias, caserones que destilan nobleza... El museo-casa de cultura Ca La Pruna ocupa un edificio fortificado de los siglos XV y XVI en la zona extramuros del pueblo; acoge una colección de arqueología submarina amén de otra con mobiliario, restos arqueológicos y los enseres de la primera farmacia que existió en Pals. Para conocer Pals, adentrándote en su historia, anécdotas, arquitectura... puedes contar con una guía profesional en alguna de estas opciones muy reomensables: un free tour por Pals, un free tour de los misterios y leyendas de Pals y, si viajas en grupo, la interesante opción de un tour privado por Pals.
Dónde: Murallas de Pals.
La zona costera del municipio comprende un largo y salvaje arenal, que en realidad es la zona sur del gran frente marino que forma la gola del río Ter, con arena gruesa y vistas a las islas Medes. Hay un pequeño frente dunar y grandes pinadas que se descuelgan entre los roquedos hasta el límite de la arena. El núcleo urbano es anodino y sin mayor encanto, con abundante oferta de hoteles, cámpings y restaurantes, pero el playazo merece la pena.
Por la carretera que va hacia Torroella de Montgrí vemos a la derecha un desvío que señaliza la desembocadura del río Ter. Es otra de las zonas de marismas y humedales naturales de la costa Brava, completamente transformados y aprovechados por la agricultura, como podemos ver a ambos lados de la carreterita sin salida que lleva a la playa. El asfalto acaba en el hotel Picasso y el restaurante Ter-Mar, los dos únicos servicios de la playa, desde allí se continúa unos 200 metros más por tierra hasta que hay que dejar el coche. El espacio de aparcamiento es muy reducido y en pleno verano suele estar atestado. El extenso y salvaje arenal formado a ambos lados de la desembocadura recibe varios nombres. La zona central es la playa de La Fonollera, salvaje, auténtica y con un frente dunar. Uno de los pocos ejemplos de playa virgen que quedan en la Costa Brava y un lugar muy recomendable para los que busquen n baño de sol y de mar sin aglomeraciones urbanísticas.
Dónde: La Gola del Ter.
Es una de las playas con más encanto; pese a que tiene un buen núcleo residencial, este deja espacio para un amplísimo arenal frente al que emerge su principal atractivo: las illes Medes (islas Medas). Turismo residencial y tranquilo, con un centro urbano con ambiente comercial y de bares y una moderada vida nocturna. Las illes Medes son un fragmento de la sierra del Montgrí que quedó anclado en el Mediterráneo. Las siete agujas rocosas que forman el archipiélago despuntan sobre el azul del Mediterráneo a apenas 1 km de la playa de L’Estartit. Fueron guarida de piratas durante la Edad Media y destacamento militar hasta el siglo pasado, encargado de la vigilancia del tránsito marítimo hacia Barcelona. Deshabitadas desde 1934, hoy se han reconvertido en Reserva Marina y objetivo de las numerosas excursiones marítimas que parten a diario de L’Estartit y de aficionados al submarinismo de medio mundo que llegan hasta aquí atraídos por la calidad de sus fondos y el rico catálogo de fauna mediterránea que vive en sus aguas. Entre las actividades más populares destacan el snorkel en las islas Medas o el tour en kayak. En el puerto de L’Estartit tienen también caseta de venta e información algunas empresas que llevan las barcas para ver las islas. Al ser un parque natural, está prohibido descender y solo se permite el baño en alguna de ellas. Hay barcos con fondo acristalado que permiten descubrir la riqueza de los fondos marinos de las Medas a quienes no practiquen el buceo. No dejes de echar un ojo al resto de actividades que puedes hacer en L'Estartit.
Dónde: Playa de L'Estartit.
Desde L’Estartit volvemos a Torroella de Montgrí, la capital del municipio. Si seguimos por la C-31 llegaremos a Verges, un pueblecito poco turístico pero que conserva una de las fiestas más antiguas y auténticas del Empordá: la Danza de la Muerte, que acompaña a la procesión de Jueves Santo. En cambio, si tomamos dirección Serra de Daró, hacia el sur, llegaremos a Ullastret. En las afueras de este diminuto pueblo, con un conjunto monumental muy concentrado en torno a los restos de una fortaleza del siglo XII, se descubrió uno de los mayores poblados íberos de Cataluña, con más de 2.500 años de antigüedad. El poblado íbero del puig de Sant Andreu d’Ullastret estuvo habitado entre los VI y el II a.C por la tribu ibérica de los indigetes (habitantes de Indika), aunque se han encontrado también restos anteriores, como útiles de sílex del paleolítico superior y cerámicas del calcolítico. Los íberos adoptaron como innovación tecnológica el torno de alfarero y el uso generalizado de la planta rectangular en las casas, con muros construidos con zócalos de piedra. Además de cisternas y restos de templos pueden verse las murallas defensivas que reforzaban la protección del poblado. Mucho más tarde, en época carolingia (Alta Edad Media) se construyó un castillo en la zona alta del poblado, cuyas ruinas son también visibles. El yacimiento es muy didáctico y sin duda resulta un de las visitas imprescindibles en esta ruta. Junto al asentamiento se ha creado un museo que recoge las piezas extraídas en las excavaciones. Hay una interesante (y ecnonómica) visita guiada por Ullastret que incluye el museo de arqueología.
Dónde: ciudad ibérica de Ullastret.
Peratallada es, junto con Pals, el pueblo más conocido, turístico y ensalzado de l’Empordanet. Su casco medieval, perfectamente conservado, queda rodeado por una fosa excavada a mano, de ahí el nombre (pera tallada: piedra tallada). El casco urbano es en realidad una urdimbre de calles estrechas y cuajadas de sólidos caserones de piedra, hoy tomadas por el negocio turístico: en cada bajo o portal hay un restaurante, una tienda o un alojamiento. Entre todas ellas despunta la torre del Homenaje del antiguo castillo de los señores feudales, hoy reconvertido en hotel de lujo. También destacan los restos de la muralla, la iglesia románica y la plaza porticada y todo ello puedes conocerlo de la mejor manera posible sumándote a un free tour por Peratallada. Se ha convertido en el típico pueblo - museo donde hay más bares, restaurantes y tiendas que vecinos, pero merece la pena la visita, siempre y cuando las oleadas de curiosos no saturen sus estrechas calles. Es importante que sepas que no se puede acceder con el vehículo, que deberás dejar en alguno de los aparcamientos próximos de la localidad.
Dónde: Peratallada.
Típico pueblo ampurdanés, pequeño y bien armado de arquitectura medieval, pero mucho menos famoso y masificado que la cercana Peratallada. Destaca la gran puerta ojival de la vieja muralla, paso obligado al centro urbano y de la que sale casi la única calle, que es circular y da la vuelta al antiguo recinto amurallado. Sobre la puerta se yergue la torre de las Horas (por el reloj que alberga). Además de la antigua muralla y la iglesia cabe destacar el museu Rural, en el que se exponen herramientas antiguas utilizadas por payeses, carpinteros, herrero y otros oficios artesanales, y el museu de Vehicles Clàssics.
Dónde: Palau Sator
Púbol, en un desvió de la C-255, entre Girona y La Bisbal, es un típico pero pequeño pueblo ampurdanés que pasaría desapercibido de no ser porque aquí está la casa-museo Castillo Gala Dalí (en la foto), que sirvió de residencia a Gala, la esposa de Salvador Dalí, durante los años setenta y, a principios de los ochenta, también al propio Dalí. En ella se muestran las pinturas y dibujos que el artista regaló a Gala para exponer en el castillo, las esculturas de elefantes que decoran el jardín, una colección de trajes de alta costura de Gala amén del propio mobiliario y objetos de decoración de la residencia. También puede contemplarse el último cadillac de Dalí. En el castillo se encuentra asimismo la tumba de Gala. La casa- museo forma uno de los vértices del llamado Triángulo Daliniano, junto con la casa-museo Salvador Dalí, en Port Lligat (Cadaqués) y el teatro-museo Dalí, en Figueras.
Dónde: Castillo Gala Dalí. Púbol
Horario y entrada: para más información y también para adquirir tu entrada, única o combinada con el resto de los centros del triángulo daliniano, entra en este enlace.
Esta gran ciudad de 8.000 habitantes, convertida en capital de la comarca, no tiene la monumentalidad de otras localidades del Baix Empordà, pero conserva un coqueto entramado medieval en torno a su casco antiguo. El edificio más emblemático es el castell de La Bisbal, el castillo-palacio que se levanta en la plaza del Castell, comenzado a levantar hacia el siglo XI por orden del obispo de Gerona. Se trata de uno de los mejores exponentes del románico civil catalán. Muestra también elementos góticos y renacentistas, en especial el cuerpo rectangular de la fachada oeste, añadido en el siglo XVI. Desde la misma plaza del Castell parten otras calles cargadas con el encanto de lo añejo como la Santa María del Puig, Call, Mesures, Donzelles y la interesabte Plaça de la Mel. El barroco aparece en la fachada de la iglesia parroquial de Santa María (1701-1757), mientras que la de Sant Pol deja aún ver el sobrio románico del siglo XI. Otros puntos de interés son el Pont Vell, construido en 1606 sobre el río Daró, y la Rectoría, de los siglos XV y XVI. Pero el verdadero reclamo turístico de La Bisbal es su tradición alfarera, tanto decorativa como funcional. Vajillas, jarrones, utensilios de jardinería, cocina y otras piezas de uso doméstico se acumulan en las numerosas tiendas y talleres artesanales. La mayoría de ellos se asoman en el carrer de l’Aigüeta, la carretera de salida hacia Corça y Plaçá. Por su parte, los anticuarios, también muy numerosos, se concentran en el carrer Sis d’Octubre.
Dónde: castillo de La Bisbal.
En este mapa podrás ver los enclaves que destaco para mi ruta por el Baix Empordà. Verás también que los puntos 7 y 9 no están marcados porque corresponden a las diferentes playas y calas, tanto de Begur como de Pals. Bon viatge!