Hay tantos sitios que visitar en Cataluña que cualquier selección quedaría incompleta. Desde pueblos medievales con encanto a parques nacionales pasando por el único tren cremallera de España. Te cuento en este artículo una docena que a mí me encantaron y qué no te deberías perder si decides hacer turismo en Cataluña.
Actualizado por Paco Nadal el 15 de octubre de 2022.
Los altivos y estilizados campanarios que canteros lombardos levantaron hace ocho siglos en el valle de Boí, en la Alta Ribagorça, han convertido este valle leridano en uno de los mejores conjuntos románicos de Europa, declarado Patrimonio de la Humanidad. Los seis pisos de altura de sus torres, visibles desde cualquier ángulo del valle, son aún hoy día un desafío a las leyes de la gravedad y una exaltación de la fe en Dios. El valle cuenta con 11 iglesias de especial singularidad más otras ermitas y templos de interés. La estrella es, sin duda, Sant Climent de Taüll, cuya torre exenta (la de la foto) es uno de los emblemas de Cataluña. Sant Climent se encuentra a la entrada de la pequeña localidad de Taüll, que cuenta en el casco urbano con otro templo igual de soberbio e inagurado casi a la vez que Sant Climent, en 1123: Santa María de Taüll. La ruta puede continuar hacia el pueblo de Boí, cuya iglesia de San Josep es otra de las “11 magníficas”. Al otro lado del río está Erill la Vall, cuyo templo y campanario anexo son también de los de mejor factura de todo el conjunto. La iglesia de Erill, dedicada a Santa Eulalia, tiene a diferencia de las anteriores un porche con arcadas y pilares y conserva en su interior una copia en madera de las siete figuras que formaban el Descenso, obra escultórica cuyo original se repartió entre el Museo Nacional de Arte Románico de Cataluña y en el Museo Episcopal de Vic. Puedes hacer que tu experiencia sea más intensa con la entrada a las iglesias románicas del Valle de Boí.
El hechizo de la soledad crea paisajes subyugantes. Si comparten además la seducción de lo extremo, el escenario deja de ser un mero accidente geográfico para convertirse en un referente literario. En el Cap de Creus, un amalgama de peñascos negros en la Costa Brava que forma la punta más oriental de la península ibérica, se mezclan todos estos ingredientes – la magia de lo yermo, la fascinación de lo lejano, el enigma de lo tortuoso – para componer uno de los paisajes más fascinantes del Mediterráneo. Se llega por una estrecha carretera de 8 kilómetros que parte de Cadaqués. Una cinta de asfalto que es en sí todo un espectáculo por los paisajes negros y sobrecogedores que atraviesa. En la base del faro se ha abierto un centro de interpretación. Y en la contigua casa de carabineros hay restaurante y posada en un entorno embriagador. Los amaneceres son mágicos. Si eres viajero activo, tienes también la opción de hacer senderismo y snorkel en el Cabo de Creus.
Si la filosofía y razón de ser de un parque nacional es la protección de un espacio singular, la declaración de esta porción del Pirineo leridano, entre las comarcas de la Alta Ribagorça y el Pallars Sobirá, está plenamente justificada. Aigüestortes es el paraje más atípico de la morfología pirenaica. Circos de paredes escarpadas, valles en forma de U, un caos de piedras producto de las morrenas de los glaciares y dos centenares de lagos convierten a Aigüestortes en un ecosistema único en España. El parque alberga dos zonas bien diferenciadas, que condicionan la morfología y el acceso. Aigüestortes (aguas retorcidas o tortuosas) es la parte más occidental y se enhebra en torno al río Sant Nicolau, que desagua en el valle de Boí. Se accede desde la localidad de Boí —donde está el centro de interpretación— y una simple excursión a pie por la pista que sube hasta el estany Llong justifica el nombre. El agua, la verdadera protagonista del parque, fluye y se embalsa de mil modos diferentes, inventando en cada accidente geográfico una nueva manera de emboscarse. Al lado oriental se accede desde Espot y la morfología es diferente, pero no menos espectacular. Aquí las grandes cresterías de granito, afiladas como la hoja de una daga, sirven de envoltorio a decenas de lagos. El más famoso de ellos, el estany de Sant Maurici, contribuye con la segunda parte del nombre del parque.
Con una silueta inconfundible y con una morfología de roca conglomerada que le da unas características especiales, Montserrat es mucho más que montaña para los catalanes. En esta especie de ciudadela de piedra cercana a Barcelona se encuentra el monasterio de la Virgen de Montserrat, la Moreneta, patrona de Cataluña desde 1881, cuya singular talla de color ébano tiene una devoción sin límites incluso más allá de las fronteras catalanas. La abadía actual es obra del siglo XVI y fue levantada en un estilo gótico tardío, aunque conserva un portal románico. El monasterio está habitado por una comunidad de monjes benedictinos y tiene imprenta propia desde el siglo XV. Su biblioteca alberga más de 200.000 volúmenes. Para los senderistas y los escaladores, Montserrat es además un paraíso con más de 100 cumbres, parajes fascinantes de agujas y monolitos y valles por los que discurren un buen número de senderos señalizados. De ellos, el más recomendable para una primera aproximación a Montserrat es el que partiendo del propio monasterio sube hasta la cima de Sant Jeroni, la cumbre más alta del macizo, y permite disfrutar de una de las mejores balconadas sobre este singular territorio, declarado parque natural en 1989. Si estás en Barcelona, tienes la posibilidad de contratar una excursión a Montserrat que incluye el traslado en autobús, guía en español, la visita al monasterio, al museo y al trono de La Moreneta y una cata de licores.
El delta que forma el río Ebro en su desembocadura por la provincia de Tarragona tiene unos 300 kilómetros cuadrados de superficie y forma la zona húmeda más grande de Cataluña. Unas 325 especies diferentes de aves pasan alguna parte del año en este ecosistema único en España, compuesto por arrozales, lagunas, dunas, playas, cañizales, aguas dulces y salobres, bosques de ribera, acantilados y salinas. Al mismo tiempo, el delta sirve como área de explotación agrícola: un 75 por ciento de la superficie la ocupan cultivos, sobre todo arrozales. El delta es un sitio para ir a hacer actividades de naturaleza: paseos en bici (las alquilan en muchos restaurantes y agencias de turismo), senderismo, paseos en barca... En este enlace, tienes más opciones para tus excursiones y actividades en el Deltebre. Para muchos el pueblo más bonito del delta es Sant Carles de la Rápita. En verano se convierte en un animado centro de vacaciones. Durante el resto del año, otros muchos viajeros llegan hasta aquí atraídos por su ambiente marinero y sus famosos restaurantes de pescado. Su lonja es una de las dos más grandes del Mediterráneo (se puede acceder para ver la subasta diaria de pescado a partir de las 16:00). Otro de los atractivos de San Carles de la Rápita son sus playas, las mejores del delta gracias a la Tora Larga, una manga de arena que se separa del cuerpo central del delta. La más espectacular es la playa del Trabucador, una kilométrica sucesión de arena abierta a los embates del Mediterráneo. Mi consejo es que antes de nada vayas al centro de interpretación del Parque Natural del Delta del Ebro, en la laguna de la Encanyssada (mapa, aquí), para informate de todo lo que se puede hacer en la zona. Recomendable también visitar el Museu de les Terres de l'Ebre, en Amposta, donde se detalla la fauna, flora y moforlogía del delta y la historia de las gentes que lo habitan.
Pese a la ingente reconstrucción a la que ha sido sometido y el trasiego diario de cientos de curiosos, el pueblo de Pals todavía destila la pausada cadencia de la vida rural en el Ampurdán, marcada por la siega, la siembra y la vida familiar en las sólidas casas de pagés. Todo es aquí sencillez y armonía: piedras, líneas rectas y sobrias, caserones que destilan nobleza... Sólo destacan del entramado urbano la Torre de las Horas, único vestigio del antiguo castillo que aún está en pie, y la iglesia de Sant Pere, un sencillo templo que mezcla los tres estilos principales. Pals fue el centro de inspiración de Josep Pla, el genial escritor ampurdanés, que pasó aquí largas estancias de descanso. Pla vivía en una masía a las afueras de la localidad pero subía a diario hasta el mirador que hoy lleva su nombre y se sentaba sobre una gran piedra plana a escribir. Si quieres adentarte un poco más en su historia, puedes participar en un free tour temático en torno a los misterios y leyendas de Pals, un free tour por el pueblo o un tour privado por Pals.
Cadaqués, Figueres y Púbol, tres localidades gerundenses en el Alto Ampurdán y la Costa Brava, forman un triángulo de obligada visita para quienes quieran seguir y entender la vida y milagros de ese genio llamado Salvador Dalí. En Figueres nació y en su teatro municipal hizo su primera exposición; cuando ya era un maestro consagrado compró el teatro para convertirlo en museo de su vasta obra. Su casa, donde vivió con Gala durante 50 años, está en Cadaqués, en una bahía de esencias mediterráneas llamada Port Lligat. Su laberíntico interior, reflejo de la tortuosa imaginación de su dueño, es también ahora un museo. La ruta se completa con Púbol, un castillo gótico-renacentistas en el municipio de La Pera que Dalí compró para Gala y en cuya cripta está enterrada ella. En la web del Teatro-museo Dalí tiene datos de todos esos museos, horarios, reserva de entradas e información del triángulo daliniano.
Peratallada es uno de los pueblos más conocidos y ensalzados de l’Empordanet. Su casco medieval, perfectamente conservado, queda rodeado por una fosa excavada a mano, de ahí el nombre (Peratallada o piedra tallada). El centro urbano es en realidad una urdimbre de calles estrechas y cuajadas de sólidos caserones de piedra. Entre todas ellas despunta la torre del Homenaje del antiguo castillo de los señores feudales, hoy reconvertido en hotel de lujo. También destacan los restos de la muralla, la iglesia románica y la plaza porticada. Como el visitante aprecia nada más llegar, Peratallada se ha convertido en el típico pueblo - museo donde hay más bares, restaurantes y tiendas que vecinos. En temportada alta está petado de turistas; si puedes, ve fuera de fechas señaladas y podrás disfrutarlo con un poco más de tranquilidad. Su casco es uno de los conjuntos arquitectónicos medievales más importantes de Cataluña y puedes conocerlo participando en un free tour por Peratallada.
Comarca singular donde las haya, La Garrotxa queda a pocos kilómetros de la Costa Brava y a años luz del turismo masivo. A la Garrotxa se va a disfrutar de la cocina catalana de interior, de la Fageda d’en Jordà, un sorprendente bosque de hayas que ha sobrevivido en estas latitudes gracias al microclima local, y sobre todo, de la ruta de los volcanes. Hay más de 30 antiguos conos en la comarca, vestigios de la actividad eruptiva de hace unos cientos de miles de años. Aunque conviene advertir que los volcanes de la Garrotxa no son indómitos conos humeantes, sino humildes montículos, limados y pulidos por una erosión milenaria y camuflados por una densa vegetación que obliga muchas veces a interpretarlos más que verlos dentro del paisaje. Aun así, una excursión al volcán de Santa Margarida permite sentirse por unas horas en el fondo de un cráter, con las laderas tapizadas por verdes prados y una pequeña ermita románica en el centro. También te recomiendo visitar sus pueblos singulares, como Castellfolit de la Roca (el de la foto) o Santa Pau, una belleza medieval. Olot, capital de La Garrotxa, está a 72 kilómetros de Girona por la C-66, vía Banyoles. Si estás en Girona y quieres optar por una visita guiada por esta comarca, hay una excursión en minibús a La Garrotxa (8 horas) que incluye la parada en Besalú, en el lago Bañolas y el volcán de Santa Margarida, entre otros.
L’Estartit es una de las villas más turísticas de la Costa Brava. Pero la máxima atracción de la localidad reside a una milla aguas adentro. Son las islas Medas, un fragmento de la sierra del Montgrí que quedó anclado en el Mediterráneo. Sobre él despuntan ahora las siete agujas rocosas que forman el archipiélago, a cuyo alrededor se ha generado una riquísima vida submarina. Las Medas fueron guarida de piratas durante la Edad Media y destacamento militar hasta el siglo pasado encargado de la vigilancia del tránsito marítimo hacia Barcelona. Deshabitadas desde 1934 hoy se han convertido en Reserva Marina y objetivo de aficionados al submarinismo de medio mundo por la calidad de sus fondos y el rico catálogo de fauna mediterránea que vive en estas aguas gracias a la protección de la Reserva. Si eres amante de este deporte, no dejes de echar una mirada a las actividades para conocer L' Estartit desde su mar.
Cardona es una de las grandes ciudades históricas del interior de Cataluña. Una apacible localidad de 5.000 habitantes en la comarca barcelonesa del Báges fuera del cualquier ruta turística y ligada a dos elementos: el castillo y la sal. La fortaleza de Cardona es soberbia y fácil de distinguir a lo lejos, sobre lo alto del cerro que domina la comarca. Fue construida en el siglo X por el vizconde de Osona, un señor feudal cuya familia rigió la vida de la comarca durante 500 años. Siempre fue uno de los baluartes más inexpugnables de la corona aragonesa, de hecho fue la última plaza catalana que se rindió en la guerra de Sucesión de 1714. Hoy se ha reconvertido en un estupendo parador de turismo. Entre sus muros se conserva también la colegiata de Sant Vicenç, un bello ejemplo de románico lombardo, uno de los primeros templos de esta corriente arquitectónica en Cataluña. Lo curioso es que Cardona, la ciudad y el castillo, están construidos sobre una gigantesca mina de sal, que fue el motor de la economía local hasta la década de los noventa. Cuando la caída de los precios provocó el cierre paulatino de la mina, se pensó en reutilizar las instalaciones con fines turísticos. Nacía así el Complejo Turístico de la Montaña de Sal: unos todoterreno bajan a los visitantes hasta la bocamina por la que acceden al interior de la montaña de sal. Galerías, pasadizos, bóvedas y pozos excavados por el hombre a más de 80 metros de profundidad forman un curioso mundo subterráneo lleno de irisaciones rosáceas y tornasoladas. Se exhibe también un pequeño museo con la maquinaria que accionaba el pozo y daba servicio a las galerías. Si lo deseas, puedes visitar Cardona, Montaña de sal y Montserrat en una excursión desde Barcelona.
Un tren parte desde la estación de Ribes de Fresser, en el Pirineo de Girona. Pero no es un tren nornal. Es el único ferrocarril de cremallera que funciona actualmente en España. Su destino es el valle de Núria, uno de los bellos del Pirineo catalán y el único al que no sube ninguna carretera. La única forma de acceder al corazón de Núria es a pie o en este curiosos tren, inaugurado en 1928 y completamente reformado y renovado hace ya décadas. En total salva 12,5 kilómetros y un desnivel de 1.000 metros. El valle de Núria es un circo glaciar rodeado de montañas que superan los 2.500 metros de altitud. Entre ellas destaca el Puigmal, que con sus 2.913 metros, es una de las cimas señeras de toda Cataluña. Una de las zonas más virginales del Pirineo catalán y también una de las que más carga de simbolismo atesora. En la gran explanada herbácea donde acaba el ferrocarril se levanta el santuario de la Mare de Déu de Núria, el segundo lugar de peregrinación más frecuentado de Cataluña, tras el monasterio de Montserrat. ¿Te apetece subir al tren cremallera del Vall de Núria?