Girona es una de esas capitales que siempre sorprenden al visitante primerizo. Es mayúscula la sorpresa que se llevan cuando se sumergen por primera vez en las estrechas calles de la judería u observan a vista de pájaro la urdimbre de esta ciudad de piedra desde el adarve de la muralla. Si además tienes previsto visitar la provincia, puedes leer Sitios que ver en la Costa Brava.
Actualizado por Paco Nadal el 16 de marzo de 2023.
Un buen lugar para empezar el recorrido urbano es esta plaça de la Independència, peatonal y porticada, flanqueada por una línea de fachadas uniformes de cuatro alturas con balcones y tonos calabaza. Un espacio rectangular lleno de terrazas que hace la función de plaza Mayor en esta zona nueva de la ciudad. Aunque siempre soporta un elevado trasiego de caminantes por su condición de cruce de caminos peatonales, la plaza rebosa de vida al atardecer de los meses de buen tiempo, cuando visitantes y locales se acercan a sus cafés y restaurantes. De ellos, dos destacan por su dilatada historia: Casa Marieta (en el n.º 5), restaurante abierto desde 1890, y el Café Royal (n.º 1), una cafetería de las de toda la vida.
Dónde: plaça de la Independència.
A la hora de cruzar hacia el casco histórico de Girona, que se despliega al otro lado del río, podemos usar cualquiera de los puentes que unen ambas orillas: el pont de Sant Agustí, por la plaça de la Independència; el pont de las Peixateries Velles (el único de los tres fabricados en hierro por la empresa de Gustav Eiffel para Girona que ha llegado a nuestros días), desde el carrer de Santa Clara o, el más monumental, pont de Pedra. Desde cualquiera de ellos tendremos una vista inmejorable de la postal más famosa de Girona: las casas del Onyar. En realidad, son la parte trasera de las casas señoriales que dan al eje Rambla Llibertat-Argentaria-Ballesteríes, al otro lado del río, y por tanto la fachada menos noble y más humilde.
Si desde el Pont de Pedra seguimos por la orilla izquierda del Onyar, tras pasar la plaça de Catalunya, aparece a la derecha el principal mercado de Girona, el Mercat del Lleó, en alusión a la estatua del felino que preside la entrada. Aunque el edificio no tiene mayor valor arquitectónico (es de 1944 y ha sido reformado en diferentes fases) en su interior se despliega todo un muestrario de los mejores productos del campo y la mar gerundenses. Hay buenos pescados frescos, carnes, embutidos del país, mostradores llenos de hortalizas y verduras de las huertas del Empordá, mariscos.. Un buen lugar para los amantes de las materias primas de calidad y las compras gastronómicas.
Dónde: Plaça Calvet i Rubalcaba, s/n.
Horario: de lunes a viernes, de 07:00 a 14:00 horas. Sábados y vísperas de festivos, de 07:00 a 14:30 horas.
Calle principal del casco histórico y zona emblemática de paseo y asueto de la vieja Girona intramuros, primero, y del ensanche ochocentista posteriormente, la Rambla de la Llibertat es el lugar por el que se pasa a diario varias veces y en el que antes o después confluyen todos los itinerarios urbanos. En sus orígenes fue calle del mercado, condición que hoy conserva en las numerosas tiendas y restaurantes que se refugian en los locales comerciales. Empieza en el Pont de Pedra y corre en paralelo al río Onyar. Uno de sus lados lo ocupan las casas cuya trasera da al río; entre ellas vuelve a surgir algún buen ejemplo del modernismo, como la casa Norat (1912) o la Sala de Exposiciones Municipal (de 1928). En la acera opuesta, la línea de fachada la forman vetustos y sólidos arcos de medio punto de antiguas edificaciones medievales, aunque ya muy transformadas, bajo los que se resguardan las cafeterías y restaurantes más concurridos de la Rambla. Sus negras y enmohecidas piedras hablan de los siglos que lleva este vial siendo escenario de eventos sociales. Una fila de tilos da sombra y refugio a los viandantes y a los parroquianos que viene a cumplir el rito de tomar un vermú a la Rambla. Los sábados y el 31 de octubre se instala por la mañana un mercado de flores. Poco más adelante la Rambla cambia de nombre por el de Carrer de la Argentería.
Dónde: Rambla de la Llibertat.
Desde la plaça de l' Olí podemos llegar al inicio de esta calle, la más famosa y transitada de la Força Vella (el núcleo primigenio de la ciudad, anterior a la ampliación del siglo XIII). Un vial estrecho, oscuro y pétreo, que lleva hacia lo alto del cerro y las escalinatas de la catedral. Es una calle con dilatada historia pues según los expertos coincide con el Cardo Maximus (calle principal) de la antigua Gerunda romana, que a su vez era un tramo de la Vía Augusta, la gran calzada empedrada que unía Cádiz con los Pirineos a lo largo de todo el mediterráneo. Fue también la calle principal de la Girona medieval, hasta la ampliación de las murallas en el siglo XIV. Durante centurias, las familias nobles fueron levantando a ambos lados sus mansiones y palacios, sobrios en sus fachadas de sillar, pero que, sin embargo, dan paso a espacios y volúmenes interiores no imaginados desde la estrechez de la calle.
Dónde: carrer de la Força.
Cuando cae la noche, las callejuelas en cuesta del casco antiguo que bajan desde la catedral hacia el carrer de la Força y el Pont de Sant Agustí se convierten en una zona muy activa de copas y tertulia. Los bares y restaurantes sacan sus mesas a la calle, aunque buena parte del público prefiere sentarse en los escalones de las cuestas. Un ambiente casi mágico envuelve entonces a la Força Vella, sobre todo en las largas y frescas noches de verano.
Dónde: pont de Sant Agustí.
A la derecha del carrer de la Força, en sentido subida, se despliega uno de los barrios carismáticos de la vieja Girona y responsable en buena parte de la fama turística de la ciudad: el call, como se denomina en catalán a las juderías, una de las más grandes y mejor conservadas de España. Girona que mantuvo una importante comunidad judía desde al menos el año 890 hasta su expulsión por los Reyes Católicos en 1492. Cualquier callejón del lateral derecho del carrer de la Força que tomemos (por ejemplo, el de Sant Llorenç o el de Cúndaro) nos introducirá en el laberinto de callejuelas que formaban la vieja judería. Un urbanismo aún de trazas medievales que, pese a las ampliaciones y reformas, nos traslada a otros tiempos en los que en estos bajos comerciales se asomaban zapateros, orfebres, plateros, panaderos, sastres o mataderos de carne kósher. También escuelas en las que se impartían teología, matemáticas o medicina. Las viviendas solían tener dos alturas y servían de residencia familiar y de negocio. Los judíos más pudientes ejercían de prestamistas y eran poseedores también de tierras de cultivo.
Dónde: carrer de Sant Llorenç.
Siguiendo de frente por el carrer de la Força llegamos a la Plaça de la Catedral y las escalinatas que sirven de acceso al primer templo gerundense. Unas escaleras al más puro gusto barroco, monumentales y llenas de teatralidad, que en un alarde técnico no se apoyan en ningún edificio ni muro lateral y que esponjan el agobiante entramado de estas calles medievales. Sirven de lugar de encuentro y descanso a no pocos de los turistas que deambulan por el casco histórico.
Dónde: plaça de la Catedral.
Dominando todo el conjunto histórico desde una posición privilegiada, la catedral de Girona condiciona la línea del horizonte urbano con su silueta blanca, sobria y cuadrangular. Es muy probable que ya existiera una ermita visigoda en ese cerro; lo que si es seguro es que hubo una primera catedral románica fechada en el siglo XI de la que nos ha llegado el claustro y la torre de Carlemany. Se trata, junto con las lonjas de Valencia o Mallorca y la catedral del mar de Barcelona, de una de las obras cumbres del gótico mediterráneo, reflejo de la pujanza económica de la Corona de Aragón en el siglo XIV. El elemento más significativo del primer templo gerundese, y el que más llama la atención al visitante, es la gran y única nave interior, de proporciones gigantescas: 50 metros de largo por casi 23 de ancho. Hacia 1315, ante el crecimiento demográfico y económico de la diócesis, el obispado gerundense decidió ampliar y mejorar el viejo templo románico.
Dónde: Plaça de la Catedral.
Horario: del 15 de junio al 15 de septiembre, de lunes a viernes, de 10:00 a 19:00 h. Sábado, de 10:00 a 20:00 h. Domingo, de 12:00 a 19:00 h. Del 16 de septiembre al 31 de octubre y del 15 de marzo al 14 de junio, de lunes a viernes, de 10:00 a 189:00 h. Sábado, de 10:00 a 19:00 h. Domingo, de 12:00 a 18:00 h. Del 1 de noviembre al 14 de marzo, de lunes a sábado, de 10:00 a 17:00 h. Domingo, de 10:00 a 17:00 h.
Entradas: para la visita conjunta de la catedral y la basílica de Sant Feliú, puedes comprar tu entrada en este enlace de la página oficial de la catedral. General, 7,5 €, con audioguía. También hay reducción de entrada para jubilados, estudiantes, menores, etc.
Compartiendo el skyline de la ciudad con la catedral, la colegiata de Sant Feliu es el segundo gran templo gerundense y otra de sus joyas monumentales. Más que de iglesia tiene aspecto de fortaleza porque estaba fuera de la muralla de la Força Vella y se tenía que autodefender. Se trata de una bella fábrica gótica con planta basilical de tres naves que conserva aún elementos de la original iglesia románica. Se levanta en el lugar donde la tradición sitúa el enterramiento de los dos mártires locales, San Narcís y San Feliú (san Félix), aunque su construcción se prolongó desde los siglos XIII al XVIII. Lo más llamativo de su interior son los ocho sarcófagos romanos y paleocristianos encontrados durante su construcción que se conservan incrustados en las paredes laterales, así como el sarcófago gótico de San Narcís tallado en alabastro en el siglo XIV. También son visibles otros sarcófagos pétreos adheridos a la fachada exterior. Del exterior, su elemento más reconocible es el campanario. Desde una base de sillar sin decoración alguna, la torre va evolucionando hacia unos cuerpos superiores de planta octogonal cuya gracilidad y elegancia gótica dan carácter al perfil de la ciudad.
Dónde: Carrer Trasfigueres, 4.
Horario: de lunes a sábado, de 10:00 a 18:00 horas. Domingo, de 13:00 a 18:00 horas, salvo las horas de culto extraordinarias. Cerrado los días 25 de diciembre, 1 de enero y Viernes Santo.
Entrada: para la visita conjunta de la catedral y la basílica de Sant Feliú, puedes comprar tu entrada en este enlace de la página oficial de la catedral. General, 7,5 €, con audioguía. También hay reducción de entrada para jubilados, estudiantes, menores, etc.
Tras un anónimo muro de sillares cuadrangulares aparece el edifico de los Baños árabes que, en realidad, no es de origen árabe. Fue construido a imitación de las termas musulmanas en 1194. La entrada da paso a la sala principal, donde se conserva una pequeña piscina con agua en los pilares de la cúpula, que es visible desde fuera de los baños. Un paseo de apenas 15 minutos permite recorrer las diferentes estancias de estos antiguos baños (apoditerium, frigidarium, tepidarium, caldarium e incluso el horno), que fueron clausurados en el siglo XV y más tarde incorporados como despensa y almacén de un convento anexo de capuchinas. Las paredes están decoradas con murales y retablos coloristas. Una escalera permite subir a la parte superior del complejo, desde donde se obtiene una vista general del conjunto.
Dónde: Carrer del Rei Ferran el Catòlic, s/n.
Horario: de lunes a sábado, de 10:00 a 18:00 horas. Domingo y festivos, de 10:00 a 14:00 horas. Cerrado los días 1 y 6 de enero, 24, 25 y 26 de diciembre.
Entrada: general, 3 €. Mayores de 65 años, 2 €. Estudiantes, parados, menores de 16 años, familias numerosas, etc., 1 €. Menores de 8 años, gratuita.
Desde los baños subimos en busca de la antigua muralla de la Força Vella. Por el exterior se ha habilitado un paseo muy agradable entre grandes arboledas conocido como el Passeig Arqueològic, un proyecto de los años 60 del siglo pasado que trataba de enlazar los principales yacimientos y restos arqueológicos de la ciudad. Se observan las enormes siluetas de dos de las torres que defendían esta zona norte de la muralla, la torre Julia y la torre Cornelia, ambas fruto de la ampliación de la cerca en el siglo XIV. Abajo, en el valle, se divisa el característico campanario octogonal románico de la iglesia de Sant Pere de Galligants, que alberga ahora el Museu Arqueológic, y más a lo lejos el Montjuic, el monte que albergaba el cementerio judío.
Dónde: Passeig Arqueològic.
El Portal de Sant Cristófol nos permite atravesar la muralla y acceder de nuevo al recinto de la Força Vella. Calles estrechas y empinadas nos hablan de la población medieval que vivía en esta zona intramuros; rincones que no han perdido su esencia a lo largo del tiempo. Una de esta callejas acaba en los jardins d'Alemanys, un rincón silencioso y acogedor que aprovecha las ruinas de una antigua caserna adosada a la muralla (construcción abovedada a prueba de bombas), construida en 1690 para alojar a los soldados alemanes de la guarnición de Girona, de ahí el nombre. Grandes árboles y bancos con apetecible sombra forman un remanso de paz y descanso en las estrecheces de la ciudad medieval. Un buen lugar para hacer un alto en el camino, sobre todo en las agotadoras horas centrales del verano.
Dónde: C. de la Muralla, 2.
Desde el propio jardín se puede acceder a otro de los recursos turísticos más interesantes de Girona: el paseo por el adarve de las murallas. La primera cerca de piedra que rodeó el casco urbano corresponde a la fundación de la ciudad en época romana, entre los años 80 y 70 a. C., bajo el mando del general Gneo Pompeyo Magno; tenía forma triangular. Pero lo que ahora vemos es casi en su totalidad de origen medieval: la llamada muralla carolingia, construida en el siglo IX y su ampliación entre los siglos XIV y XV, cuando el recinto intramuros quedó pequeño dado el crecimiento urbano. El paseo por la murallas es la mejor atalaya para observar Girona desde un punto de vista privilegiado. Abajo se ven los tejados de la Força Vella, los campanarios de las iglesias, la abigarrada planimetría del call, las pequeñas plazas que aligeran el entramado medieval del recinto intramuros. También varias torres defensivas y, a lo lejos, la Girona moderna. El paseo recorre toda la zona oeste de la ciudad y acaba en el sur, en los jardines de la Muralla. El recorrido completo lleva unos 45 minutos. Hay varios puntos de subida y bajada para que quien no quiera hacer el paseo completo.
Dónde: Carrer dels Alemanys, 20.
Girona te va a sorprender. En este mapa encontrarás los puntos que he seleccionado de la ciudad, pero si además tienes previsto visitar la provincia, puedes leer Sitios que ver en la Costa Brava.