El Cap de Creus es la parte costera del Alt Empordá y el extremo más oriental de España, el lugar donde primero amanece. A su abrigo está Cadaqués, el que muchos consideran el pueblo más bonito de Cataluña. Si has decidido hacer turismo en Cadaqués, te dejo aquí algunas recomendaciones. Entre ellas, visitar también Port Lligat, donde se conserva omnipresente la figura de Salvador Dalí. Y llegar hasta el cap de Creus, un accidente geográfico misterioso y lleno de magia en el que confluyen los Pirineos y el Mediterráneo. Sus negras rocas y su extrema soledad acrecientan esa imagen de fin del mundo recogida más de una vez por el cine.
Actualizado por Paco Nadal el 20 de marzo de 2023.
Cadaqués es el pueblo «perfecto». La postal que todo viajero ha imaginado alguna vez de una villa mediterránea, marinera, blanca y tradicional, aunque esa postal queda un tanto desfigurada por el excesivo turismo que soporta. En temporada alta la marea de visitantes atesta las pequeñas callejuelas empedradas del casco antiguo, mientras que sus habitantes hace tiempo que olvidaron la pesca tradicional para dedicar todos los negocios y locales a este lucrativo negocio para las arcas municipales. Desde luego es mucho mejor conocer Cadaqués en una soleada mañana de primavera u otoño que en pleno verano. Pero soslayado este pequeño inconveniente, Cadaqués simboliza lo mejor de la Costa Brava. Anclado al fondo de una pequeña rada natural, su armónico y luminoso casco urbano, formado por casitas de poca altura, cúbicas y encaladas, nos recuerda cómo fueron los pueblos marineros de la Costa Brava, una imagen ya desaparecida en su mayor parte por los desaguisados urbanísticos. Las estrechas callles que bajan desde la colina donde se asienta la iglesia de Santa María hacia el puerto están pavimentadas con rastell (cantos rodados de la orilla de la playa) y llenas de buganvillas, de alféizares pintados de vivos colores y de rincones llenos de encanto donde los bares y restaurantes colocan pequeñas mesas de velador. Desde la puerta de la iglesia se disfruta del mejor mirador sobre el pueblo y su bahía. Si viajas en grupo y quieres conocer bien la localidad y de manera exclusiva, contatar este tour privado por Cadaqués puede ser una opción interesante.
Dónde: Cadaqués.
Cadaqués cuenta con varias playitas urbanas, con escasa arena, pero aguas transparentes. Si se busca algo más tranquilo, en los alrededores hay multitud de calas solitarias. Por ejemplo, cala Portaló, la primera que aparece a la salida de Port Lligat hacia el faro de Creus. Poco frecuentada y de difícil acceso. Cadaqués fue la meca de artistas y bohemios de todas las nacionalidades, una imagen a la que contribuyó notablemente el hecho de que Salvador Dalí pasara buena parte de su tiempo en la casita que tenía en Port Lligat, una pequeña y hermosa cala cercana a Cadaqués. La vista de Cadaqués desde la carretera de acceso, radiante de cal entre los negros esquistos de la bahía, el verde de las pinadas y el azul intenso del Mediterráneo ya justifica la visita. Un recorrido por sus calles revela que aún quedan rincones encantadores en la maltrecha Costa Brava. En el paseo destaca el Casino, antiguo centro de la vida social y sede de la Societat L’Amistad, que mantiene durante todo el año un interesante catálago de exposiciones de arte en sus salas. A lo largo de todo ese frente marítimo se pueden ver también otros muchos palacetes modernistas, como la Torre del Colom (avenida Víctor Rahola) o la Casa Rahola (en el 6 de la plaza Frederic Rahola). El Museo de Cadaqués acoge exposiciones temporales relacionadas con Salvador Dalí, pero el tiempo de preparación e instalación de la siguiente el museo permanece cerrado. Lo mejor es que preguntes en la oficina de información turística: 972 258 315.
No te aconsejo llegar al centro del pueblo en coche; es casi imposible aparcar. Lo mejor es dejar el vehículo en el parking municipal de la entrada (está señalizado) y seguir a pie. Hay varias playas urbanas; son de piedra y poca arena, pero el agua siempre está limpia y transparente. Cadaqués se puede visitar en una mañana, pero resulta interesante quedarse a pernoctar aquí para disfrutar el contraste de ambientes del día y la noche, cuando los bares se llenan de gente y flota en el ambiente el espíritu nostálgico de una época hippie que ya se desapareció. Hay varias empresas que alquilan motocicletas y varias rutas de senderismo señalizadas que llevan al Cap de Creus, al Port de la Selva y a Roses.
En la carretera que va desde Cadaqués al faro de Creus aparece esta famosa cala, donde Salvador Dalí encontró otro de sus refugios naturales. Basta echarle un primer vistazo para deducir por qué el genial pintor eligió este sito: Port Lligat destila magia, con una pequeña playa, una rada donde anclan barquitos de pesca, una escabrosa costa de rocas y bosques de pino y olivo que llegan casi al mar. Solo hay un hotel y la Casa-Museo Salvador Dalí que, junto con la de Figueres y la de Púbol, forma el triángulo daliniano del Ampurdán. En esta vivienda de Port Lligat se conservan las estancias, mobiliario y enseres originales de cuando vivía aquí con su esposa Gala. El vehículo hay que dejarlo en un aparcamiento disuasorio junto a la carretera de acceso.
Dónde: Port Lligat / Casa Museo de Salvador Dalí.
Horario y entradas: el horario y las tarifas de entrada varían según la época del año, te recomiendo que consultes el apartado de su página oficial. Hay que hacer reserva previa a través de esta web para visitarla; en temporada alta incluso con muchos días de antelación.
Una estrecha cinta de asfalto de ocho kilómetros desde Cadaqués permite llegar a este lugar lleno de magia y con una fuerza que parece salir del fondo de la tierra. Por la noche, los haces destellantes del faro barren la negritud del cabo como aspas de un molino de luz. El cabo es en realidad el extremo oriental de la cordillera pirenaica, que en este punto pierde altura y se sumerge definitivamente en el mar entre oscuros promontorios de esquistos resecos y deshumanizados, que le dan un aspecto más parecidos a un paisaje lunar que terrestre. No hay grandes alturas en el cabo, pero todos sus cantiles y calas son dignas de una película de misterio, una sensación amplificada por la casi constante presencia de la Tramuntana, viento frío e impetuoso que barre la comarca. La carretera muere en el faro automático, que desde 1853 ayuda a la navegación en este punto del litoral. Un inglés que quedó colgado de estas soledades compró la vieja casa de carabineros junto al faro y montó en ella un restaurante de aires bohemios en el que deleitarse con un curry o una cerveza bien fría mientras el ocaso se adueña de este paraje singular; también alquila habitaciones. Los fondos marinos del cabo son de gran riqueza ecológica y ofrecen una gran gama de ecosistemas marinos, desde fondos rocosos a praderas de posidonea y barreras coralígenas. Por ello fueron declarados reserva marina en 1998. Anexo al faro, el Espai Cap de Creus, un centro de divulgación sobre el parque natural, donde se explica la historia, la geología de este accidente geográfico y la flora y la fauna que lo habita.
Desde Cadaqués, la carretera GI-613 lleva hasta El Port de la Selva, la principal población en la cara norte del cabo. Descrito maravillosamente por Josep Pla, que solía pasar temporadas en este pequeño pueblecito de pescadores reconvertido al turismo, El Port de la Selva conserva bastante de su encanto original. Al viajero que llega procedente de Cadaqués le aguarda una fotografía casi idílica de casitas blancas enfundadas entre el azul del mar y el verde de los pinares, sin apenas edificaciones en altura, más que la sencilla y encalada torre del campanario de la iglesia parroquial. La vida social de la villa se escenifica a lo largo del Carrer del Mar, la balaustrada marítima a la que se abre la mayoría de restaurantes y servicios, el puerto pesquero y el deportivo, en los que abundan las tradicionales barcas de madera y vela latina ampurdanesas, y la lonja de pescado y las terrazas más agradables. La Platja Gran es la playa del pueblo, la más concurrida y familiar, con arena fina y de grandes dimensiones. Cuando sopla el viento se llena de windsurfistas. Otro de los indispensables de El Port de la Selva es pasear por el recientemente recuperado camino de ronda, el camino que recorre el litoral del municipio a pocos metros del agua y que regala las mejores vistas de la Costa Brava y del Parc Natural del Cap de Creus. La senda tiene su inicio en el mismo pueblo y enlaza con Llançà; es apta también para bicis. Pasa por fantásticas calitas como la del Far de Sarnella y la de Cap de Vol, zonas de roca y piedras, que no de arena a las que conviene acceder con calzado de agua.
Dónde: El Port de la Selva.
Una retorcida carretera de montaña sube desde El Port de la Selva hasta uno de los lugares de visita imprescinble en esta ruta: el monasterio de Sant Pere de Rodes, uno de los complejos monacales más importantes del Ampurdán y de toda Cataluña, levantado en esta zona abrupta del cabo de Creus a partir del siglo IX. Aún hoy cuesta creer cómo los monjes benedictinos lograron construir un edificio de semejante envergadura en la ladera de una montaña, a 520 metros de altitud, y en la muy lejana Edad Media. Sant Pere de Rodes fue uno de los centros de poder político, económico y eclesiástico de Europa entre los siglos XII y XIII. El conjunto arquitectónico gira en torno a la iglesia de San Pedro, cuya primera piedra se puso hacia el año 1000 para albergar una cripta que guardaba los restos del apóstol San Pedro. Se trata de un templo románico de proporciones increíbles y con soluciones arquitectónicas que lo hacen único en el mundo. Con el tiempo Sant Pere se convirtió en uno de los principales focos de peregrinación del sur de Europa. La cripta del siglo VII aún puede visitarse, así como el campanario gótico, emblema del monasterio, y los dos claustros del recinto: el primitivo, contruido a la vez que la iglesia hacia el siglo XI, y el clausto superior, de la segunda mitad del siglo XII. La antigua casa del Abad es ahora el centro de servicios del monasterio. Como tantos otros recintos religiosos, cayó en el abandono y solo una ingente rehabilitación finalizada en 1999 le devolvió parte de su antiguo esplendor. Una visita más que recomendable.
Dónde: Monasterio de Sant Pere de Rodes. Camí del Monestír, s/n.
Horario: del 1 de octubre al 31 de mayo, de martes a domingo, de 10:00 a 17:30 h. En Semana Santa: viernes, sábado y domingo, de 10:00 a 19:00 h. Lunes, de 10:00 a 17:30 h. Del 1 de junio al 31 de septiembre, de 10:00 a 20:00 h. Lunes no festivos, cerrado, así como el 1 y 6 de enero y el 25 y 26 de diciembre.
Entradas: general, 6 €. Reducida (mayores de 65 años, familia numerosa, etc.), 4 €.
Cadaqués es la mejor base para explorar el cabo y el resto de lugares propuestos en la ruta, ya que desde el faro no hay carretera que vaya hacia El Port de la Selva, hay que volver a Cadaqués. Justo debajo del punto 3 del post te detallo algunos de los alojamientos recomendables en Cadaqués.