Si piensas viajar a Panamá, quieres saber a dónde ir en Bocas del Toro o simplemente pasar unas vacaciones en este sorprendente país, este artículo te interesa. Panamá es mucho más que ciudad de rascacielos, un paraíso fiscal y el canal. En un viaje a Panamá descubrirás que tiene áreas de naturaleza salvaje aún intacta, playas y arrecifes coralinos, islas para perderse a lo Robinson Crusoe —como la del golfo de Chiriquí—, bosques tropicales nubosos que cubren sus altas montañas. Además de volcanes, arquitectura colonial y pueblos indígenas que mantienen con fiereza sus tradiciones. Te cuento qué ver y hacer allí para que decidas ir a Panamá.
Actualizado por Paco Nadal el 08 de febrero de 2023.
Bocas, así a secas, como le llaman los locales, es el destino de playa más famoso y conocido de Panamá. Sus cayos y arrecifes de coral, sus aguas calmas y transparentes, sus islas con playas de arena blanca orladas por palmeras reúnen todo lo que hemos imaginado de un paraíso tropical. La isla principal se llama Colón y es donde se ubica Bocas Town, la capital. Un pueblo que tiene algo de far west, con un toque entre bohemio y mochilero, una fachada marítima de casitas de madera y colores chillones de innegable sabor caribeño y todo tipo de servicios, incluido un aeropuerto pomposamente llamado internacional (porque tiene un vuelo a San José de Costa Rica). Es el lugar en el que te recomiendo alojarte si buscas algo de ambiente y vida nocturna. Desde Bocas Town alquilando una bicicleta tienes a tiro de piedra playas increíbles como Big Creek, Bluff o playa de las Estrellas. Y por la noche encontrarás bares y garitos con música en vivo hasta altas horas. Se puede llegar en avión con Air Panamá o en bus desde la Gran Terminal Nacional de Transporte de Ciudad de Panamá (estación de autobuses) hasta Almirante (de 10 a 11 horas) y desde Almirante, un taxi de agua a Bocas Town (30 minutos). En esta excursión a Isla Escudo de Veraguas podréis pasar 1 o 2 días en este tesoro escondido en el Caribe panameño.
Si en Bocas del Toro buscas algo más tranquilo, tu sitio es isla Bastimentos, menos domesticada que isla Colón, con muchas cabañas y hotelitos sencillos donde alojarse y playas también soberbias, como la famosa Red Frog o Playa Tortuga, a la que solo se puede llegar en barco (o caminando durante dos horas). Pero si te va más el retiro y la soledad, mi consejo es alquilar alguna de las cabañas tipo palafito que hay sobre el arrecife coralino en cayo Coral, a 20 minutos en lancha de Bocas Town. No hay electricidad en el islote ni población alguna. Cuando a media tarde se vayan las últimas embarcaciones que traen turistas a comer en el único restaurante del lugar, creerás que estás en el paraíso terrenal. O al menos, en un trocito de él que ha reservado solo para ti.
Panamá tiene de ancho entre 50 y 200 kilómetros, pero se eleva hasta los 3.475 metros de altura del volcán Barú. ¿Imaginas los tremendos desniveles que tiene? ¿Y la cantidad de variaciones climáticas? Puedes estar en un ambiente caluroso y soleado en Bocas Town y pasar a otro escenario fresco de bosque nuboso y húmedo en apenas media hora mientras asciendes por la única carretera que cruza la cordillera Central, entre las provincias de Bocas del Toro y de Chiriquí. Es decir, entre el Atlántico y el Pacífico. La cinta de asfalto sube y sube, primero atravesando parcelas de café y plátanos con sus ranchitos humildes de chapa y ladrillo, donde siempre pace alguna vaca o corretean unas gallinas. Luego se sumerge en un bosque húmedo en el que las nubes se enredan en la canopia de los copales, los ollitos, los aguacatillos y los cedros macho, tremendos árboles de más de 20 metros de altura que dominan la reserva forestal Fortuna. Esta reserva comprende casi 20.000 hectáreas de la cordillera Central panameña y está considerada una de las zonas del trópico con mayor diversidad biológica del bosque húmedo montano bajo. Así de verde es el corazón de Panamá, un país donde el bosque cubre aún el 40% de su superficie, pese a las masivas deforestaciones de estas últimas décadas. Se puede subir al volcán Barú a pie, esta es la ruta de Wikiloc.
Situado en en la vertiente del Pacífico, Boquete es un curioso pueblo de montaña a 1.200 metros de altitud, lo que le confieren un clima y una temperatura media envidiable. Quizá por eso la Asociación de Americanos Jubilados escogió a Boquete como uno de los cinco mejores lugares del mundo para jubilarse. Titulo que también le otorgó la guía de la buena jubilación de la revista Fortune. El resultado fue que Boquete se llenó de segundas residencias de pensionistas estadounidenses que cambiaron la faz y el ritmo diario de este pueblo agrícola y cafetero para transformarlo en una especie de Cocoon a la panameña, con una calidad de vida y unos servicios superiores al resto del país. A Boquete se viene, además de por el clima, para hacer tours por haciendas cafeteras y para disfrutar de deportes de aventura y de aire libre (tirolinas, puentes de Himalaya, senderismo…). Es la capital panameña de los deportes de aventura. Una de las empresas de aventura más recomendable es Boquete Tree Trek. Y si buscas alojamiento para tu estancia, puedes hacerlo en ese enlace.
Charlie Collins es uno de los chef más famosos de Panamá. Lleva toda la vida al frente del restaurante T'ACH del hotel Panamonte, en Boquete, que fundaron sus abuelos —de origen sueco— hace ya muchas décadas. Charlie es toda una institución en Panamá, no solo por aparecer como jurado en la versión panameña de Master Chef, sino por su increíble labor de recuperación de recetas y materias primas de los pueblos originarios del istmo. Carne en palito, empanadas, carimañola de yuca y tasajo, ceviche de corvina, serem, tamales de olla, asados... son algunas de las delicias que ofrece en la carta, todas con raíces en la cocina tradicional panameña. Reservas, a través de la web del restaurante.
Me habían hablado muy bien de esta zona de la costa del Pacífico. Y cuando llegué a ella las expectativas se quedaron cortas. La primera visión que tienes de este parque marino panameño cuando llegas desde Boquete a la zona de Boca Chica es que has llegado a una especie de bahía de Ha Long vietnamita. Docenas de islitas comidas por una espesa vegetación que sobresalen en una ensenada de aguas transparentes. Chiriquí es el tramo más espectacular del Pacífico panameño, una gran bahía donde se mezclan manglares, arrecifes de coral, playas y multitud de islotes deshabitados en los que es fácil encontrar una playa de ensueño para ti solo. De hecho, los escasos turistas que llegan por esta zona en algún barco-taxi desde el continente, si ven que en una playa hay ya una barco, la considerarán abarrotada y se irán a la siguiente, que casi con seguridad estará disponible solo para ellos. Buena parte del golfo está protegida por la figura de parque nacional marino, célebre por su rica vida marina: de agosto a octubre se pueden ver ballenas jorobadas (lo que está generando un boyante negocio turístico en torno a los avistamientos), tortugas, tiburones, delfines... Y por la densa vegetación tropical que lo cubre todo. Para alojarse y explorar el golfo de Chiriquí, el mejor centro de operaciones es Boca Chica, una pequeña aldea de pescadores donde encontrarás la mayor parte de los servicios turísticos. Una vez en Boca Chica, te recomiendo el hotel Bocas del Mar.
Dentro del parque nacional marino del golfo de Chiriquí está también la famosa isla Coíba, una de las zonas de buceo más importantes el Pacífico, declarada Patrimonio de la Humanidad. Coíba está emparentada geológicamente con la isla de Cocos y el archipiélago de las Galápagos, por lo que se pueden ver los mismos grandes pelágicos que en aquellas (ballenas, tiburones, grandes atunes, delfines) merodeando por sus aguas. Para bucear en isla Coíba el mejor punto de acceso es la localidad de Santa Catalina, donde hay varios centros de submarinismo que organizan salidas diarias. Santa Catalina es también el paraíso de los surferos en Panamá; encontrarás un montón de hoteles y zonas de acampada especiales para amantes de la solas, como el Surfers Paradise.
Además de la ciudad de rascacielos que hemos visto en mil fotos, en la capital de Panamá existe un barrio colonial, fundado por los españoles en 1673, que tiene poco que envidiar a otras joyas coloniales de América. El casco antiguo, como le llaman los panameños, está en pleno proceso de rehabilitación. Hay zonas ya restauradas que me recuerdan a Cartagena de Indias, a La Habana o a San Juan de Puerto Rico. Puedes preparar tu visita con este otro post, en el que te cuento todo lo que hay que ver en el casco antiguo de Panamá. Si te interesa, puedes incluso reservar un tour al completo en Ciudad de Panamá.
Ya he comentado la exuberante naturaleza que envuelve Panamá. Pero para verla y disfrutarla no hay que irse muy lejos. A solo media hora de los rascacielos y autopistas de Panamá City se abre uno de los espacios protegidos con mayor diversidad de aves y flora: el parque nacional Soberanía. Ocupa por las riberas del Canal, desde Limón, en el lago Gatún, hasta Paraíso. Todas las agencias de viaje de la ciudad organizan excursiones de día para ver el parque Soberanía. Encontrarás un denso bosque tropical, en muy buen estado de conservación, en el que viven más de 500 especies de pájaros. Hay muchas sendas señalizadas para recorrerlo a pie. El lugar más recomendable para apreciar sus inmensidad es la torre de observación del Rainforest Discovery Center, un proyecto de ecoturismo y educación ambiental con un imponente mirador a 35 metros de altura sobre la canopia de la selva. Se pueden hacer muchas excursiones por el entorno del parque nacional Soberanía.
Una de las regiones más genuinas y de mayor carácter indígena —y, curiosamente, también más turísticas— de Panamá es Guna Yala, conocido antiguamente como archipiélago de San Blas. Guna Yala es la tierra de los indígenas guna, que desde los albores de la República lucharon contra el poder central para mantener vivas sus costumbres y estilo de vida. Estos derechos fueron definitivamente reconocidos en 2001 y, en virtud de ellos, los gunas se rigen de acuerdo a sus propias instituciones especiales y se necesita su consentimiento para cualquier proyecto que pretenda desarrollarse en sus territorios. Esto incluye al turismo, que es gestionado por gente local y no por touroperadores. Los muchos viajeros que visitan Guna Yala van en busca del contacto con una cultura local y por la posibilidad de compartir una experiencia diferente. Te alojan en pequeñas cabañas que gestionan las familias. Las islas son paradisíacas, pero que nadie espere resort de lujo con infraestructuras de cinco estrellas. La experiencia con los guna es otra cosa. Y conviene saberlo antes de ir. El territorio Guna Yala está formado por una estrecha franja de tierra continental de algo más de 300 kilómetros en la costa del Caribe, cerca de la frontera colombiana, y 365 islas cercanas, 36 de las cuales están habitadas.
No puedes visitar Panamá sin darte un paseo por el famoso canal que une los dos océanos, Atlántico y Pacífico, y que revolucionó la navegación mundial. Pues hasta su inaguración en 1914, la única forma de unir ambos mares era por el cabo de Hornos o por el estrecho de Magallanes, en el extremo sur del continente. Un viaje largo, peligroso y caro. La porción del canal más fácil de visitar es la esclusa de Miraflores, que queda a pocos kilómetros de la capital. Puedes ir en taxi o en viaje organizado. La entrada cuesta 20 dólares y hay miradores desde los que se ven pasar los barcos; la visita demora unas dos horas. También te recomiendo visitar el nuevo Centro de visitantes de Agua Clara, cerca de Colón, en el lado del Atlántico, donde además de ver cómo funcionan las esclusas muestran la faraónicas obras que han permitido recientemente ampliar el calado del canal para que pasen barcos más grandes.
La carretera panamericana es un ambicioso proyecto transnacional que une Alaska con Tierra del Fuego a lo largo de 48.000 kilómetros. O al menos esa era la ambiciosa idea fundacional de la Conferencia Internacional de los Estados Americanos en 1923. Porque a día de hoy y con todos los avances de la tecnología no es posible hacer todo el trayecto en coche: lo impiden los 130 kilómetros de ancho que tiene el Darién, una selva montañosa y extrema de unas 575.000 hectáreas entre Panamá y Colombia que impiden unir ambos continente por tierra. Es un lugar húmedo, pantanoso, con una biodiversidad tremenda (una de las últimas zonas vírgenes del continente americano), en la que se contabilizan más de 900 especies de pájaros y 2.163 de plantas, pero muy peligroso. Y poco recomendable para viajeros independientes. Si vas, hazlo con alguna agencia, solo para visitar comunidades indígenas reconocidas, nunca te internes por tu cuenta en la selva (muchos viajeros han desaparecido) y siempre con un permiso del SENAFRONT (Servicio Nacional de Fronteras panameño).
Como has leído, Panamá es más que papeles, paraísos fiscales y el canal. Yo me llevé una gran sorpresa: es un país de naturaleza exuberante y de gentes acogedoras donde se pueden hacer un montón de aventuras. Lo cuento en este vídeo.