Oficialmente la Costa Brava empieza en Blanes. Este primer tramo de costa se caracteriza por la confluencia de grandes y largas playas con zonas de acantilados tan bravíos que dieron origen al nombre de Costa Brava. Aquí están también las mayores aglomeraciones urbanas, como Lloret de Mar o Platja d’Aro, ciudades crecidas con el boom del turismo, con todas sus glorias y miserias. Aunque también hay espacio para sorpresas, por ejemplo, la Vila Vella medieval de Tossa de Mar. Aunque pertenecen ya a otra comarca, se ha incluido a Sant Feliu de Guíxols y Platja d’Aro en esta ruta por proximidad geográfica.
Publicado por Paco Nadal el 11 de abril de 2023.
Antes de que el turismo lo cambiara todo, Blanes vivía volcada en la pesca y el comercio. Cuenta con una gran playa urbana partida en dos por Sa Palomera, un puntal rocoso que es un poco el emblema de la ciudad y un lugar ideal para dar un paseo y subir hasta la cima para disfrutar con el trasiego de bañistas en ambas playas y de barcos entrando y saliendo del puerto. Blanes conserva aún una importante flota pesquera; la descarga y subasta de pescado puede verse todas las tardes a las 16:15 a 18:30 horas en la Lonja Nueva (el edificio azul que hay en el mismo puerto). El paseo marítimo es amplio y muy concurrido, con cantidad de bares y terrazas con menú y heladerías. En su casco antiguo quedan muchas viviendas de origen medieval y otras muchas mansiones modernistas de indianos que volvieron enriquecidos de América, como la casa Tordera, en el 26 del Passeig de Dintre (ahora es un bar) o la casa Orench, en el 34 del carrer Ample (hoy es una pastelería). En este carrer Ample pueden verse otras muchas fachadas de casas de ese estilo arquitectónico que primó a principios del XX. Otras muchas evidencias del pasado, como la fuente gótica, la iglesia parroquial y los contiguos restos de lo que fue palacio de los vizcondes de Cabrera, el Ayuntamiento o la agradable plaça de la Verge María nos hablan de que Blanes fue un pueblo activo mucho antes de que se inventara el turismo. Cuando planifiques tu viaje por esta zona sur de la Costa Brava, no descuides la reserva de tu alojamiento, sobre todo si tienes pensado hacer tu ruta en plena temporada alta. En este enlace tienes la oferta disponible en Blanes.
Dónde: playa de Blanes.
Paradigma del turismo masivo y de borrachera durante décadas, Lloret de Mar lleva una al menos una tratando de borra esa imagen negativa. Lo está logrando reinventandose como plató de cine. Más de 240 producciones de cine, TV, series y anuncios comerciales se han rodado ya en el municipio, muchas de ellas en la bellísima cala Sa Boadella. Lloret cuenta dos playas urbanas: la de Lloret, en el casco antiguo, y al sur de esta, la playa de Fenals. Entre ambas se interna en el mar un espolón rocoso sobre el que despunta el castell de Sant Joan, desde el que durante siglos los señores feudales de Lloret dirigieron estas tierras. Se puede visitar la torre principal, reconstruida después del bombardeo de una escuadra inglesa en 1805, y los restos de muros y estancias. Es un buen mirador sobre las dos playas. Te amplio todo lo que puedes ver y qué actividades puedes hacer en este otro post Qué ver en Lloret de Mar.
Si eliges Lloret de Mar para establecerte en tus vacaciones y moverte desde aquí por el resto de la ruta, puedes comparar y reservar tu alojamiento en este enlace.
Dónde: Lloret.
Tossa de Mar es para mí el pueblo más bonito e interesante de esta zona sur de la Costa Brava. La playa principal es de arena muy gruesa (casi piedrecitas); detrás se levanta la ciudad nueva, un núcleo residencial grande, pero no agobiante, con todo tipo de servicios, aunque los restaurantes con más encanto se localizan en el paseo marítimo y en las calles adyacentes a la entrada principal del recinto amurallado, que tienen un innegable sabor mediterráneo. Más encantadora es la playa de Es Codolar, una calita al sur de la muralla de la Vila Vella, antiguo puerto pesquero y hoy un espacio de arena muy gruesa y excepcionales condiciones para el baño. Si quieres conocer un poco más la localidad e incluso las actividades deportivas y de ocio que puedes hacer, en el post Qué ver en Tossa de Mar encontrarás más información.
Si te vas a quedar aquí, no dejes la búsqueda de tu alojamiento para última hora. En este enlace puedes filtrar según tus intereses y reservar en Tossa de Mar.
Dónde: Tossa de Mar
Sant Feliu es pueblo con playa, en vez de lo contrario. Por eso tiene un casco urbano grande, con vida local durante todo el año y muchos servicios. Su mayor atractivo es la playa, de arena gruesa como todas las de esta zona, y de aguas muy tranquilas, ya que está dentro del espigón que forma el puerto deportivo. A ambos lados hay calas, como la del Niu (en la foto) donde, además, hay un espacio para perros. Quedan algunos edificios reseñables, como el Ayuntamiento, la casa Patxot, el Casino de la Constancia. En el plano monumental hay que resaltar el viejo monasterio de Sant Feliu, una antiquísima fundación de monjes benedictinos en pleno casco urbano. Durante toda la Edad Media fue creciendo en torno a él un poblado que dio origen al actual Sant Feliu. Tras la Desamortización, los monjes lo abandonaron y pasó a ser la iglesia del pueblo. Su interior acoge ahora el Museu d’Història de Sant Feliu de Guíxols. A un kilómetro del centro, en el peñón rocoso que cierra el puerto por el sur, está la ermita de sant Elm, un lugar más que recomendable no por la ermita en sí (un templo de 1923, construido donde ya hubo otro templo y una torre de vigilancia desde el siglo XV), sino por las soberbias vistas que se contemplan de una de las zonas más abruptas y singulares de la Costa Brava. De hecho, esta denominación la ideó el escritor, crítico gastronómico y poeta Ferran Agulló (1863-1933) y lo utilizó por primera vez en un artículo publicado en La veu de Catalunya en septiembre de 1908. Elige tu alojamiento playero en Sant Feliu de Guíxols con tiempo suficiente.
Dónde: Sant Feliu de Guíxols.
Este famoso centro de vacaciones, que administrativamente pertenece al Baix Empordà, encarna posiblemente lo mejor y lo peor de la Costa Brava. Tiene una amplia playa de arena muy gruesa y en fuerte pendiente, rodeada por dos cabos rocosos con pinares y sendas costeras y recogidas zonas de baño. Y poco más. Aquí no hay ni museos, ni edificios históricos, ni castillos ni calles de sabor medieval. Platja d’Aro creció en el boom turístico de los años setenta. Sus principales clientes son extranjeros de clase media atraídos por el sol, la playa… y las noches de fiesta. El núcleo urbano se articula en torno a dos grandes calles que hacen de avenidas principales, por las que el tráfico se embotella tanto para entrar como para salir. En temporada alta es lo mejor que se puede hacer es dejar el coche en el primer parking que se encuentre. Por la noche, la calle se convierte en un hervidero de gente que va de un sitio para otro con el único de objetivo de consumir ocio. Hay docenas y docenas de restaurantes, bares y cafeterías y todas están atestadas en temporada. La Avinguda de s´Agaró, la arteria más importante, es un templo al consumo. Por la mañana, sin embargo, la ciudad aparece desierta tras una noche de marcha. Es el mejor momento de pasear tranquilamente por el estupendo paseo marítimo o de aprovechar la ancha playa, antes que poco a poco se vaya llenado de sombrillas y toallas hasta convertirse nuevamente en un gran collage colorido estival. Y si lo tuyo son las vaciones con ambiente, en Platja d'Aro también puedes buscar tu alojamiento vacacional.
Dónde: Platja d'Aro.