La costa murciana, desde San Pedro del Pinatar, al norte, hasta Águilas, en el extremo sur, es la gran desconocida del Mediterráneo. A muchos viajeros les sonará el Mar Menor o La Manga. Pero este trozo de litoral esconde rincones sorprendentes. La histórica ciudad de Cartagena, los acantilados de cabo Tiñoso, las playas doradas de Calblanque, el encanto de pueblos como Águilas o Puerto de Mazarrón, la soledades de Puntas de Calnegre y cabo Cope, a donde no llegó el ladrillo. Si buscas algo nuevo, no te pierdas la Costa Cálida, la fachada marítima de la Región de Murcia.
Actualizado por Paco Nadal el 08 de diciembre de 2022.
Al norte del Mar Menor, en los términos municipales de San Pedro del Pinatar y San Javier, se conserva uno de los mejores humedales murcianos, el de las salinas de San Pedro. Se trata de una zona de arenales y aguas someras con un cordón de dunas de siete kilómetros y varias playas, incluida la famosa y larguísima playa de La Llana. Es un parque regional sometido a muchas presiones externas, porque dentro de sus límites está también el puerto de San Pedro del Pinatar, con gran actividad pesquera, unas salinas en explotación comercial y varios restaurantes. Aún así, merece mucho la pena un paseo sosegado por las pasarelas de madera habilitadas y por la playa de La Llana y su frente dunar. Hay numerosas aves acuáticas, incluidas grandes bandadas de flamencos y representantes de casi todos los endemismos de la flora de este tipo de humedales mediterráneos. Para acceder desde San Pedro del Pinatar, sigue las indicaciones del puerto.
El Mar Menor, una laguna salada de 150 kilómetros cuadrados y cerrada por una manga de arena que la separa del Mediterráneo, es una gigantesca piscina de aguas (casi siempre) dóciles, perfecta para la práctica de deportes acuáticos, muy en especial, la vela. Hay docenas de clubes y empresas en los pueblos ribereños que organizan salidas, cursos y excursiones en todo tipo de embarcaciones. Por ejemplo, Kalima Charter o Solaz Lines, ambas desde el Puerto Tomás Maestre de La Manga. Pero si me tengo que quedar con algo en la retina del Mar Menor son con sus atardeceres. Hay pocas puestas de sol más bellas que las del Mar Menor. Un espectáculo de ocres, oros y amarillos que, si el día está claro, convierten la laguna en un incendio de tonos cálidos. Uno de los pocos lugares, además, del Mediterráneo en los que puede ver el amanecer y el atardecer sobre el mar.
Vivo muy cerca de Cabo de Palos, aprendí a bucear aquí y me he sumergido tantas veces en sus bajos y sus pecios que los conozco como si fueran mi casa. Por eso puedo asegurar una cosa: la reserva marina de Cabo de Palos es uno de los mejores lugares de todo el Mediterráneo para la práctica del submarinismo. Gracias a su protección como reserva, la fauna marina del entorno de Cabo de Palos es de una riqueza sin igual. Apenas a 15 metros de profundidad, el buceador puede verse sorprendido por enormes bandadas de barracudas o lechas que casi le cerrarán el paso. Las corvinas, en grandes grupos amarillo verdoso, y los sargos reales, con sus listados negros, deambulan entre los roquedos, mientras que pulpos, morenas y congrios se atrincheran en cada uno de los agujeros y cuevas de los bajos. Dentones, doradas, abadejos y mil clases más de peces completan la nómina de este acuario sin cristales. Con todo, la estrella de la reserva es el mero, cuya abundancia y tamaño (algunos ejemplares superan los 20 kilos) hablan de la buena salud ecológica de estas aguas. Si eres amante de los pecios, aquí alucinarás también. Te lo cuento en la siguiente foto.
Los bajos de Cabo de Palos, una serie de montañas submarinas cuya cabeza queda apenas cuatro o cinco metros de la superficie, fueron siempre una trampa para la navegación. El Bajo de Fuera está lleno de restos de naufragios. Pero ninguno tan simbólico y mítico como el pecio del Sirio. El Sirio era un vapor-correo italiano que el 2 de agosto de 1906, con una mar al plato y una luz cegadora de tarde de agosto, encalló por un error de la tripulación en el Bajo de Fuera. Cubría la línea regular Génova-Sao Paulo con más de 1.000 emigrantes europeos. La tremenda embestida lanzó al aire la proa del buque. El agua entró por la brecha abierta en la panza, ahogó a los marineros que allí servían y provocó la explosión de las cinco calderas. La deflagración partió el navío italiano en dos y mató a los pasajeros de las cubiertas más bajas. La popa del Sirio se hundió al instante, rodando por la ladera norte de la montaña submarina hasta 50 metros de profundidad. La proa estuvo clavada en la punta del escollo durante 16 días, hasta que un temporal de levante la mandó al fondo, por la vertiente sur del Bajo de Fuera. Pese a que el mar estaba en calma y la costa a apenas cinco kilómetros, murieron entre 440 y 520 personas, según distintas versiones. Las dos mitades del Sirio reposan ahora a ambos lados de esa montaña submarina conocida como Bajo de Fuera y son el objeto de deseo de los buzos más experimentados (el pecio está entre 40 y 60 metros de profundidad), que pueden reconocer perfectamente pese al tiempo transcurrido los diferentes elementos del infortunado navío. Si te ha interesado esta historia y quieres conocer más de Cabo de Palos, puedes hacer una visita guiada por su faro.
¿Sabías que la Región de Murcia es la provincia del Mediterráneo con más kilómetros de costa virgen, sin agresiones de ladrillo? Sus muchísimos acantilados, las malas comunicaciones de la costa de Lorca y la presencia de la base naval de Cartagena son algunas de las razones. Pero sin duda la zona salvaje más icónica es el parque regional de Calblanque. A solo un paso de los bloques de apartamentos de La Manga, las playas y acantilados de Calblanque constituyen el mejor ejemplo de ecosistema litoral mediterráneo sin degradar. Declarado parque regional en 1987, Calblanque es un trozo de costa donde aún quedan dunas fósiles, salinas, playas largas y doradas y un mar intensamente azul. Y una vegetación autóctona perfectamente adaptada a las condiciones de aridez de la comarca: higueras, algarrobos, palmeras, piteras, pino carrasco, paleras, aliagas, palmitos y algunos ejemplares de sabina mora. Se accede por las salida 9bis y 10 (señalizadas Calblanque) de la vía rápida MU-312 de Cartagena a La Manga / Cabo de Palos, pasado Los Belones. En verano hay que dejar el coche en un aparcamiento disuasorio y continuar con los buses lanzadera. El resto del año se puede llegar en coche hasta el parking de la playa.
Más de 3.000 años de historia contemplan las ruinas, fortificaciones, murallas, castillos e iglesias de Cartagena, la vieja Cartago Nova, fundada por el cartaginés Asdrúbal como contrapunto del poder romano en el Mediterráneo. Pocas ciudades peninsulares pueden jactarse de un pasado tan dilatado y glorioso como este puerto natural del Mediterráneo por el que han pasado fenicios, bizantinos, cartagineses, romanos y árabes, entre otros. Una visita a Cartagena es fundamental en cualquier recorrido por la Costa Cálida. Tienes que hacerte una foto ante el Ayuntamiento, un monumental edificio erigido en 1902 en el más puro estilo modernista. Pasear por la calle Mayor y la calle del Carmen, el gran eje peatonal y comercial de la ciudad. Tienes que ver los muchos restos de la Cartagena romana que afloran en cualquier rincón, incluido el fabuloso teatro y el novísimo Barrio del Foro Romano. Dar un paseo por el puerto que, 30 siglos después, sigue siendo la gran seña de Cartagena. Y visitar alguno de su muchos museos: el ARQUA (de arqueología subacuática), el Arqueológico Municipal, el museo Naval, el de la Muralla Bizantina…Si quieres conocer estos espacios con una guía profesional, puedes sumarte a un free tour por Cartagena y, por ejemplo, entrar a conocer el Museo del Teatro Romano. Pero, sobre todo, tienes que probar las gastronomía local, en la ciudad o en alguna de sus playas cercanas, muy en especial el caldero, el arroz más famoso de esta porción de costa.
Las minas de la Sierra de La Unión se conocen al menos desde época de los romanos, pero tuvieron su última era dorada en los años de entreguerras, hasta el punto de que La Unión fue conocida como la Nueva California. La Sierra Minera ofrece hoy algunos de los paisajes áridos más bellos de Murcia. Dos caminos permiten cruzarla y apreciar el paisaje de bocaminas, escombreras y castilletes. Uno es la pista de tierra que enlaza el Llano del Beal, con la carretera de Los Belones a Portmán. El otro, la carretera asfaltada que discurre entre Portmán y Escombreras, sorteando alguna de las más espectaculares explotaciones a cielo abierto. Para proteger todo este patrimonio de la arqueología industrial se creó el Parque Minero de La Unión, que ha rehabilitado algunas instalaciones. La principal y más aconsejable para visitar es la mina Agrupa Vicenta, a las afueras de La Unión, una antigua explotación reabierta para las visitas turísticas. Se baja a ochenta metros de profundidad por unas impresionantes bóvedas de ocho metros de altura, gigantescas galerías y pilares, y un lago subterráneo de aguas rojas por efecto de la pirita. Una excursión de lo más recomendable al interior de la sierra Minera. Anualmente, acogen programas culturales, como el prestigioso Festival de Cante de Las Minas.
Es la segunda localidad en importancia de la sierra Minera. El Portus Magnus de los romanos por donde el Imperio sacaba a bordo de galeras, la plata y el plomo que producían sus minas. Portmán cautiva ahora por el dulce encanto de su soledad, sumida entre parameras y coscojas en un hechizante sopor desde que cerró la última mina. A partir de los años cincuenta, cuando la explotación subterránea dejó de ser rentable, la empresa minera Peñarroya abrió siete minas a cielo abierto para seguir explotando las menas de galena y blenda, minas que generaban más de 8.000 toneladas diarias de estériles (piedra y tierra sin valor). Sus responsables no encontraron mejor método de desprenderse de ellas que tirarlas al mar en las cercanías de Portmán. Pero el mar las devolvía… hasta que toda la bahía quedó colmatada de estériles mineros. Fue uno de los grandes desastres ecológicos del Mediterráneo. Hoy, tras muchos años e intentos, la bahía casi se ha regenerado y sus playas de arena negra vuelve a ser destino turístico. Acércate hasta el faro del Lastre, donde hay un par de chiringuitos y buenas vistas de los acantilados cercanos, y disfruta allí de un paraje singular, tan duro como hechizante. La playa, de un negro intenso, contrasta con el azul del Mediterráneo. Portmán es un lugar en el que, de verdad, el tiempo se detuvo. Si es eso lo que necesitas para tus días de descanso, puedes buscar un alojamiento en el pueblo en este enlace.
La bravura de la costa murciana entre Cartagena y Águilas, quebrada y cortada a pico durante kilómetros y kilómetros, alcanza su cenit en el Cabo Tiñoso, una espada de roca que se adentra en el Mediterráneo. Tiñoso es un nido de águilas que domina buena parte del litoral, razón por la que el Ejército lo eligió para instalar una de las baterías de costa que defendían la cercana rada de Cartagena. Hoy, desmantelado el cuartel y abandonadas las instalaciones militares, los enormes cañones Vicker de 45 mm, que podían disparar proyectiles de una tonelada a 35 km de distancia, se han restaurado y la zona se ha convertido en un parque accesible por carretera para disfrutar de unas vistas excepcionales de la costa cartagenera y la bahía de Mazarrón y de esos imponentes cañones abandonados, que nunca llegaron a entrar en combate. El buceo, ya lo comentaba antes, es una de las actividades deportivas más practicadas en la costa murciana. En Cabo Tiñoso puedes hacer tu bautismo de buceo sin necesidad de experiencia previa en inmersiones marinas y, en Cala Cerrada, en la misma Reserva Marina de Cabo Tiñoso, una actividad de kayac y snorkel.
Mazarrón es otro de los grandes municipios costeros de la Región. La ciudad está a seis kilómetros tierra adentro, porque creció al pairo de unas minas de plomo, zinc y plata explotadas ya por fenicios, romanos y árabes. Los viejos castilletes hablan aún de las 324 minas que llegó a tener censadas. Todo ello puedes conocerlo con una visita guiada por Mazarrón. Pero su puerto, antes una pequeña rada de pescadores, se ha convertido en uno de los principales polos turísticos de la costa murciana, más grande en extensión que la propia capital municipal. Situado al fondo de una bahía a la que el cabo Tiñoso protege de los vientos de levante, el Puerto de Mazarrón ofrece excelentes playas, un bello paseo marítimo y una de las principales lonjas de pescado de la región.
Una estrecha carretera que se toma en la salida 857 de la autovía AP-7, entre Cartagena y Mazarrón lleva a cabo Cope, el tercer gran accidente geográfico de la costa murciana, mucho más desconocido que los cabos de Palos o Tiñoso. En Cope se conserva aún una de las muchas torres defensivas construidas en época de Carlos III para prevenir a la población de ataques berberiscos. Lo dejó escrito el cronista Castillo Bobadilla en un documento del siglo XVI: "Aquella costa suele ser infestada y ofendida de Moros y Moriscos del reyno de Granada que se han ido a Argel..... Ay seys torres en esta costa, y están designadas treynta y seys, y cada torre tiene seys soldados y un cabo, y cuando hay galeotas, se da aviso para que los pastores y gentes del campo se retiren". Abocadas aún a la inmensidad azul del mar, las almenas de la torre de Cope nos permiten imaginar la zozobra y el temor que debían de experimentar sus servidores cuando vieran aparecer velas enemigas sobre esa misma línea de horizonte. Todo el entorno de cabo Cope y Puntas de Calnegre son sinónimo de paz y tranquilidad. Una de las últimas zonas salvajes de la costa mediterránea a la que no ha llegado el ladrillo y el tiempo parece haberse detenido.
La ciudad más populosa del litoral sur murciano nació como tal en tiempos de Carlos III, resultado de un ambicioso proyecto ilustrado para crear un puerto seguro y moderno en la zona. Para ello los ingenieros trazaron una urbe de calles anchas y rectilíneas y sobre el monte que domina la bahía levantaron un gran castillo, el de San Juan de las Águilas. Sus playas, su carnaval –el más famoso de la región- y sus fondos marinos la han convertido en un gran centro turístico. Te recomiendo subir hasta el castillo para visitar su interior, que está musealizado, y sobre todo para sentarte en la terraza del restaurante y chill out que hay en la explanada y desde allí deleitarte con la mejor vista de la costa sur murciana. En tu paso por Águilas, puedes sumarte también a un tour por los misterios y leyendas de Águilas, adentrarte a su historia minera con un tour por el embarcadero de El Hornillo o dejarte llevar por la naturaleza y hacer senderismo por Cuatro Calas, una ruta de 4 km de baja dificultad. Y si deseas alojarte en esta localidad, echa un vistazo a este enlace.
En este mapa puedes localizar los puntos de este recorrido por la costa murciana. Si no ves el punto seis, no es que se me haya olvidado, es que se trata de los restos submarinos del Sirio. ¡Disfruta de la Costa Cálida!