Además de los clásicos monasterios como Yuso y Suso, de la magnificencia barroca de Santo Domingo de la Calzada o de pueblos con encanto como Briones o San Vicente de la Sonsierra, La Rioja tiene multitud de experiencias y actividades para hacer. Ser vendimiador por un día, recorrer a pie los bosques caducifolios de Ezcaray y la sierra de la Demanda, probar la nueva cocina riojana de la mano de grandes chefs o darse un baño de agua caliente en un balneario al aire libre son algunas de las visitas que te propongo en este artículo.
Publicado por Paco Nadal el 15 de noviembre de 2021.
Si un viaje a La Rioja siempre es una experiencia, hacerlo durante la vendimia es un espectáculo todavía más sensorial y cromático. Los interminables campos de vides se convierten en un manto ocre y oro mientras que la región entera parece bullir de actividad. Tractores que van y vienen cargados de racimos, bodegas a todo ritmo… Si eres amante del vino, esta época del año te encantará. La vendimia empieza a primeros de septiembre con la uva blanca en la Rioja Baja y termina hacia la tercera de octubre en la Rioja Alta. La inmensa mayoría de la uva que se recoge es tempranillo, la variedad dominante en la DOC. Si entras por las viñas, verás muchos racimos ya secos y tirados por el suelo: hay un cupo de kilos por hectárea y como las viñas producen más, se cortan de manera selectiva una cantidad de ellos para que además crezcan con más vigor los que quedan. Las bodegas ofrecen visitas también en esta época, que es la de máxima actividad en sus instalaciones. Y empresas como Riojatrek organizan actividades en las que puedes ser vendimiador por un día.
Calahorra, la capital de la Rioja Baja, no suele entrar en la lista de imprescindibles para viajeros que se asoman por primera vez a la comunidad. Y sin embargo, es una ciudad llena de atractivos. Calahorra es una ciudad bimilenaria, heredera de Calagurris Nassica Iulia, una de las principales y más prósperas polis romanas del valle del Ebro. Encontrarás vestigios de este pasado por todo el término municipal, como el yacimiento de la Clínica o los restos de murallas, acueducto y circo que aparecieron en la propia ciudad. Pero si quieres conocer más de la Calahorra romana tienes que visitar el museo de la Romanización, donde están expuestas las piezas aparecidas en diversas excavaciones. Sus dos piezas más interesantes son la Dama de Calahorra y una cabeza de Hércules, ambas esculpidas en mármol. Aparte de eso, tienes que visitar su catedral, su judería, el curioso museo de la Verdura y, si vienes en abril, participar en las Jornadas Gastronómicas de la Verdura, una fiesta culinaria en la que los mejores cocineros del país se dan cita en los fogones locales para preparar menús y pinchos donde las estrellas son los productos de las famosas huertas calahorranas.
En la Denominación de Origen Calificada La Rioja hay más de 500 bodegas. De ellas, unas 400 están en la Comunidad Autónoma de La Rioja. Y de estas, casi un centenar admiten visitas. Visitas de todo tipo, de todos los precios y para todo tipo de público. Desde 8 a 200 euros; desde una visita tradicional con degustación a catas y experiencias más completas para viajeros exigentes con -por ejemplo- paseos por las viñas, cenas en lugares especiales y maridaje. Pero el enoturismo va más allá de eso: muchas bodegas se han convertido también en referencias de la cultura y el arte. En Bodegas Franco-Españolas, por ejemplo, una de las más visitadas por su fácil acceso -está en el mismo casco urbano de Logroño-, tienen durante todo el año una programación de artes visuales y escénicas que utilizan como escenario las propias salas de la bodega. Entre ellas, Teatro + Diamante, el Día de la Moda, parte del programa del festival ACTUAL o el famoso MUWI La Rioja Music Fest, un festival de música que lleva a Logroño el último fin de semana de agosto a los mejores grupos y solista de músicas del mundo. Y si hablamos de vino y arte, otra de las visitas imprescindibles es al Museo Vivanco de la Cultura del Vino, en Briones, posiblemente, el mejor museo del mundo dedicado a la vinicultura y en el que podrás disfrutar de una pinacoteca con obras valiosísimas que ya las quisieran muchos museos de referencia.
De buenos restaurantes está La Rioja llena. Pero uno de los más recomendables que he probado últimamente es este del chef argentino Juan Carlos Ferrando, en Logroño. Nacido en Buenos Aires pero criado profesionalmente en fogones del País Vasco y de La Rioja, Ferrando ofrece en este local con poco más de media docena de mesas y un espítiru de casa de comidas de las de antes, una cocina riojana de autor con muchos guiños al producto local, pero con una fuerte personalidad. Toda una experiencia sensorial para paladearla con tiempo y sin prisas.
Los territorios parecen otros cuando los ves desde el interior de un río. La Rioja vista desde una embarcación por el Ebro adquiere perfiles diferentes. Varias empresas (Moscaventur, Oja Sport, entre otras) ofrecen descensos en kayak por el Ebro y otros ríos riojanos. Son paseos agradables y sencillos en aguas tranquilas, de entre hora y hora y media de duración entre bosques de ribera y viñedos. Los hay circulares con salida y regreso en Briñas o en San Vicente de la Sonsierra. O lineales con salida en Haro y llegada en las lagunas de Labastida. También ofrecen descensos más adrenalínicos de aguas bravas y parajes más encañonados en balsas de rafting y “donuts” hinchables por los ríos Iregua, Piqueras, Cidacos y Najerilla.
Arnedillo es el pueblo termal de La Rioja. Son famosas las pozas de agua caliente que emergen junto al cauce del río Cidacos, muy cerca del pueblo. Tres piscinas naturales de libre acceso con agua que emana entre 20 y 35 grados, como una especie de termostato natural para cada gusto, que han sido utilizadas desde siempre por la gente del pueblo y que el Ayuntamiento acondicionó para uso y disfrute gratuito de quien quisiera. Enfrente, al otro lado del río Cidacos y aprovechando la misma surgencia, está el Balneario de Arnedillo. Un famoso centro de cuidados para el cuerpo que cuenta con hotel de cuatro estrellas y todo tipo de tratamientos. Arnedillo es un pueblo tranquilo, de tradición termal desde época romana.
Si te gustan las compras gastronómicas, no te vayas de La Rioja sin alguno de sus quesos. La tradición quesera riojana viene de largo (Gonzalo de Berceo ya loaba sus bondades en el siglo XII), sobre todo en Cameros, donde se ha fabricado desde siempre un queso muy especial que goza de la Denominación de Origen Protegida desde 2012. Una de las queserías acogida a esa DOP es Lácteos Martínez-Queso Los Cameros, en Haro, una empresa familiar pero muy potente que ha relanzado el valor de ese queso camerano, que ellos fabrican siempre además con corteza natural. Ofrecen visitas a la fábrica, con cata de sus quesos y también de un aceite que producen con olivos de su finca (solo fines de semana, reservas a través de su web). El negocio lo inició su padre de una manera artesanal y muy humilde. Y para que no se olviden esos orígenes casi heroicos, conservan (y enseñan en la visita) la vieja bicicleta Orbea de color rojo con la que su progenitor recorría los caminos de Cameros vendiendo puerta a puerta sus quesos. También hacen de vaca y oveja y sus mezclas. Y unos añejos 100% de oveja o 100% de vaca que están para chuparse los dedos acompañados de un buen vino de Rioja.
Si visitas Ezcaray, no puedes dejar de pasar por Mantas Ezcaray, un negocio familiar que funciona desde 1930 y que supo reconvertir la producción de paños de lana en telares manuales por la fabricación de foulards, mantas, echarpes, bufandas y otros complementos con fibras naturales de alta calidad, muy en especial el mohair. Este pelo de una cabra de origen tibetano tiene la particularidad de una textura lisa, sin escamas, gracias a la cual no coge polvo ni ácaros. Su tacto es muy esponjoso y suave, lo que la hace especial para llevar en contacto con la piel. Los diseños y, sobre todo, la gama de colores de sus productos son la marca de identidad de la casa. Hay visitas guiadas por las instalaciones, que albergan un telar de lanzadera de más de 500 años de antigüedad.
Echaurren es un clásico es esta localidad de la montaña riojana. Lleva abierto como casa de comidas y alojamiento desde 1861 y fue siempre una referencia de la gastronomía riojana. Sobre todo, gracias al buen hacer de Marisa Sánchez Echaurren, la cuarta generación familiar, todo un personaje, Premio Nacional de Gastronomía en 1987 y Riojana Ilustre, que supo transformar un hostal de pueblo en un restaurante de fama nacional. Marisa murió en 2018 y son ahora sus hijos -Francis, Marisa y José Felix (Chefe) Paniego-, quinta generación, los que llevan el negocio. Para seguir la tradición familiar de innovar a toda costa, acaban de reinventar todo el espacio transformando el viejo hotel es una exquisitez de alojamiento adherido al club Relais & Châteaux. El nuevo hotel Echaurren es una preciosidad de diseño, todo en tonos amables y claros, vanguardista pero sin perder el horizonte de que ese diseño esté al servicio de la comodidad del huésped. De la vieja casa de comidas han salido ahora cuatro restaurantes: Echaurren Tradición -el de siempre-, El Portal -restaurante gastronómico con dos estrellas Michelin-, el Bistró El Cuartito y un Tapas Bar en el salón de la Chimenea. Como en tiempos de su madre, siguen siendo míticas las croquetas, la merluza confitada y las verduras.
La Rioja es un sitio excepcional para los que piensan, como Faulkner, que un territorio se descubre con la suela de los zapatos. Se puede hacer senderismo entre viñedos, cruzar toda la comunidad a través del Camino de Santiago (entra por Logroño y sale por Grañón; en total, unos 60 kilómetros) o recorrer pequeños senderos con historia como los que rodean al monasterio de Yuso y San Millán de la Cogolla. Pero para mi, la base perfecta para hacer senderismo en La Rioja es Ezcaray, en la Rioja Alta, la villa turística al pie de la cara norte de la sierra de la Demanda. Hay senderos balizados de todo tipo. Fáciles y circulares, como el de la Fuente Blanca. De tipo medio, como el que va al robledal de la Ganchera. O de Gran Recorrido (marcas rojas y blancas), como la etapa del GR 93 que va de Ezcaray a San Millán de la Cogolla (17 km) o la del GR 190 que une Ezcaray con el monasterio de Valvanera (23 km). Más información en la web de Turismo de Ezcaray.