El parque natural de los Alcornocales se extiende a lo largo de 173.619 hectáreas de terreno montañoso al sur de la provincia de Cádiz. Es uno de los 10 mejores parques narurales de Andalucía. Su límite es prácticamente el límite sur de Europa, ya que linda con Tarifa y el extremo más meridional de la península. Es la mayor mancha de bosque autóctono mediterráneo de Andalucía, un privilegiado trozo de naturaleza virgen que se conservó milagrosamente, en buena parte debido a que el hombre encontró una manera de sustento en el uso racional del bosque con la extracción de corcho, el pastoreo, el carboneo o la saca de leña. Millones de alcornoques, quejigos y acebuches forman la última selva del sur del continente, considerada como una reliquia de la botánica. Para conocer de verdad este espacio natural es imprescindible en un momento dado dejar el coche, calzarse unas buenas botas y caminar por alguno de los senderos señalizados. Solo así la visita merecerá la pena. Las áreas recreativas de La Sauceda o El Picacho son los puntos más apropiados para iniciar la marcha.
Publicado por Paco Nadal el 16 de octubre de 2023.
La ruta parte desde la autovía A-7, entre San Roque y Algeciras. La carretera A-405 nos introduce por el valle del río Guadarranque en busca de pueblos de aires andalusíes y nombres tan evocadores como Castellar de la Frontera, Jimena de la Frontera o Alcalá de los Gazules. Los múltiples topónimos alusivos a la frontera en esta comarca gaditana dan fe de su condición de límite entre dos culturas que estas ásperas sierras del Estrecho mantuvieron durante los siglos XIII a XV. A lo largo de más de 300 años, y hasta la toma de Granada en 1498, las comarcas de los Alcornocales y la Janda sirvieron de separación entre los cristianos asentados en los valles del Guadalquivir y el Guadalete y los musulmanes atrincherados en las rugosidades de las sierras más cercanas al mar. De ahí la presencia de numerosos castillos que jugaron un papel clave en las refriegas fronterizas.
Uno de las más impresionantes fortalezas de la ruta es el castillo de Castellar, con su poblado medieval aún recluido tras la muralla, que defendía la entrada desde el campo de Gibraltar por el valle del Guadarranque, uno de los dos accesos naturales de la sierra. El castillo de Castellar, a donde se accede girando a la izquierda en el caserío de La Almoraima, se convirtió en una importante fortaleza en época nazarita, cuyos monarcas lo mandaron construir sobre una anterior torre de vigilancia romana. Durante muchos años fue uno de las fortalezas mejor amuralladas y más inexpugnables de Andalucía, hasta que al final Fernando III se lo arrebató a los musulmanes. Lo que hoy puede ver el viajero en su interior es un entramado de calles andaluzas, cuajadas de cal y flores, rodeadas de murallas y torreones, en una de las estampas más sugerentes del Campo de Gibraltar. Algunas de las casas han sido reconvertidas en alojamiento rural por una empresa que gestiona también un hotel y un restaurante en el interior del recinto amurallado.
Hace poco más de cinco décadas, sus habitantes se trasladaron a la vega, a Castellar Nuevo, una población construida para tal efecto. En el término municipal de Castellar se encuentra La Almoraima, el latifundio más grande de España dedicado sobre todo a la extracción de corcho, antiguo coto de caza de la casa ducal de Medinacelli que más tarde pasó a manos del grupo Rumasa y, tras la expropiación de Ruiz Mateos, al Estado. En el siglo XVII, la condesa de Castellar mandó levantar en la finca un convento para la orden de la Merced que hoy se ha convertido en hotel. Se ha respetado la estructura original del edificio y el claustro sirve de distribuidor y las antiguas celdas, de habitaciones que conservan la paz y el silencio monacal.
Dónde: Castillo de Castellar / Castellar Nuevo / La Almoraina
Jimena de la Frontera destaca enseguida sobre el bosque mediterráneo como un compacto mar de casas blancas y tejas árabes rematadas por el castillo. La fortaleza de Jimena, restaurada en la última década, es la historia de la comarca escrita en piedra y argamasa. Edificado durante los años de dominación almohade, supuestamente sobre restos de un fortín romano, la primera construcción constaba de una torre circular y una muralla a la que se le añadieron a partir del siglo XII los aljibes y la torre albarrana. Cuando el reino nazarita de Granada perdió estas posesiones, los nuevos dueños cristianos mejoraron sus defensas para soportar otros muchos años de luchas fronterizas entre las dos culturas que marcaron la fisonomía, las costumbres e incluso los topónimos de la zona. La entrada se efectúa por un arco de herradura, posiblemente perteneciente a la cerca merinide del siglo XIV.
El casco antiguo es más llamativo por fuera que por dentro ya que, aunque conserva la unicidad de las fachadas blancas y un urbanismo sinuoso y pegado a los relieves de la ladera, está muy salpicado de nuevas construcciones. Destaca la iglesia de La Victoria, que perteneció a un convento de padres mínimos en el siglo XVI. A dos kilómetros, en el núcleo de La Estación, está el santuario de Nuestra Señora de los Ángeles, un edificio de 1450 también antiguo monasterio de los Mínimos, con interesantes claustro y campanario. Igualmente, en el extrarradio se pueden visitar las ruinas de la antigua Real Fábrica de Artillería, un ingenio del siglo XVIII en el que se fundían cañones y balas con la fuerza motriz del río Hozgarganta.
Dónde: Jimena de la Frontera.
Por la circunvalación de Jimena tomamos la pequeña carretera C-3331 en dirección a Alcalá de Gazules por el puerto de Galis (o Galiz). Esta estrecha cinta de asfalto representa la mejor oportunidad de atravesar la zona más boscosa y compacta del parque natural de Los Alcornocales. Sus 170.000 hectáreas protegidas sobre las sierras del Aljibe y del campo de Gibraltar están consideradas la última selva del sur de Europa y la mayor mancha de bosque de alcornoque, un tipo de árbol que solo crece en el Mediterráneo occidental y que representa la columna vertebral de la economía local. De él se extrae corcho, madera, carbón y bellotas para la alimentación ganadera. Unidos al alcornoque hay también acebuches, otro árbol propio de la cuenca mediterránea, y quejigos morunos, el quercus o roble caducifolio más meridional de la península, que forma bosques espesos de gran importancia ecológica porque crean mucha materia orgánica que alimenta los suelos y a otras especies de matorral, como la coscoja, el lentisco, el matagallo, los helechos, el madroño o el palmito. Toda esta conjunción de especies y factores crean un ecosistema único y de riquísimo valor que da cobijo a gran cantidad de mamíferos, reptiles y aves y sustenta el habita humano en estas sierras desde la antigüedad.
Dónde: Puerto de Gáliz.
Unos cinco kilómetros antes de llegar al puerto, se pasa por esta zona recreativa, rodeada por un bosque denso alcornoques y quejigos. Hay zona de mesas y bancos, un antiguo poblado de origen árabe reconvertido en albergue y un centro de educación ambiental e información de senderos. La ruta más conocida de las que empiezan aquí es la que en cinco horas de caminata permite coronar el pico del Aljibe (1.092 metros). También se puede iniciar una ruta ciclista por pista forestal de 12 kilómetros de longitud y dificultad baja por las faldas de la sierra del Aljibe que permite visitar algunos de los célebres canutos (ver despiece anterior). Otro sendero es el que lleva a la Laguna del Moral. El puerto de Galiz está en un cruce de carretera en lo más intrincado de la sierra. Después, toma a la izquierda en dirección a Alcalá de los Gazules.
Dónde: La Sauceda.
Otra de las principales áreas equipadas para disfrutar del bosque y para iniciar excursiones es esta área recreativa El Picacho. Desde aquí es muy recomendable hacer el sendero de la Garganta de Puerto Oscuro que, aunque sencillo y de solo una hora de duración, permite adentrarse en un bosque autóctono en perfecto estado de conservación, donde se ven restos del desaparecido trabajo de los carboneros, canutos y el nacimiento del río Barbate. También se puede subir al pico Aljibe (aunque es más largo por aquí que por el área de la Sauceda; siete horas) y a la cumbre de El Picacho (882 metros, cinco horas).
Dónde: área recreativa El Picacho.
Un lugar con nombre tan bello y enigmático como este merecería solo por eso una visita. Alcalá es también un pueblo atractivo, rematadamente andaluz, colgado sobre el valle del río Barbate, cuyo nombre probablemente tenga origen bereber. Como en otras localidades del parque, las nuevas construcciones enmascaran un tanto la fisonomía tradicional. El punto más destacado es la plaza de San Jorge, con la iglesia del mismo nombre, un templo del XVI y XVIII levantado sobre el solar de la antigua mezquita con planta gótica y una sencilla decoración interior en la que destacan algunos retablos barrocos con tallas de Martínez Montañés y Juan de Mesa. Contiguo a la iglesia está el Ayuntamiento viejo, un edificio de tres plantas con arcos de pilastras toscanas que fue casa consistorial desde el siglo XVI y hoy alberga un centro de Información del parque (ver el despiece de los centros de visitantes). Alrededor del pueblo hay numerosos yacimientos romanos, cuya presencia queda también registrada en los depósitos de agua de La Salada, dos reservorios que abastecían a la ciudad romana colocados bajo un templo ya desaparecido dedicado a la divinidad del agua y que han sido restaurados junto con la contigua fuente de La Salada.
Dónde: Alcalá de los Gazules.