Nouvelle-Aquitaine (Nueva Aquitania) es una región de Francia situada entre los Pirineos y la costa atlántica y muy cercana para el turista español. Está llena de paisajes naturales, playas, castillos y pueblos preciosos en los que se esconde buena parte de la historia del reino de Francia. La componen 14 destinos, los dos más meridionales de ellos (Pau-Pirineos Atlánticos y Biarritz-País Vasco francés) limítrofes además con Euskadi y Navarra. Como te digo, una Francia muy accesible y cómoda para el viajero español. Tiene 720 kilómetros de costa abierta al Atlántico, un impresionante estuario -el de la Gironde- y la mayor duna del continente europeo. Cuenta además con ciudades monumentales como Burdeos -la capital regional- y extensiones de viñedos centenarios que conforman un paisaje cultural denso en sabores, colores y gentes. En este post te cuento todo lo que puedes ver y hacer en Nouvelle Aquitaine. ¿Listo para explorar Francia?
Publicado por Paco Nadal el 18 de agosto de 2022.
Burdeos es la capital y principal ciudad de Nouvelle-Aquitaine. Un lugar perfecto para empezar este viaje por la región. Burdeos, a orillas del estuario del río Garona, es clásica, elegante, moderna, culta, divertida y además, parte de ella fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad en 2007. Existen muchas Burdeos. Te recomiendo tres miradas diferentes: una, la histórica y monumental, con un casco antiguo que desde la declaración de Patrimonio de la Humanidad resurgió de su ostracismo; la segunda es la mirada del vino y los viñedos, no en vano la región vinícola Bordeaux es una de las más antiguas y prestigiosas no solo de Francia, sino del mundo. Y la tercera, el Burdeos ligado íntimamente al río que lo atraviesa, el Garona. En este sentido no te puedes perder un crucero fluvial, una manera muy cómoda de disfrutar de sus espléndidas fachadas y edificios, sus puentes y de unas vistas únicas, de día o de noche, del puerto y el estuario del Garona. Otros imprescindibles de Burdeos son la plaza de la Bolsa, con sus monumentales edificios de época de Luis XV y el moderno Miroir d'eau (espejo de agua), una gigantesca lámina de agua en su lado este, obra del ingeniero Jean-Max Llorca y el paisajista Michel Corajoud, en la que los elementos de la plaza se reflejan con un juego de luces diferente a cada hora del día. La también famosa plaza des Quinconces, una de las más grandes de Europa. La catedral de San Andrés, el principal edificio religioso de la ciudad. El Palais Gallien y los restos del anfiteatro romano del siglo II. Darwin, en el barrio de La Bastide, en el margen derecho del rio, un antiguo cuartel renovado para el arte, la creatividad y la vida callejera urbana, con un parque de patinaje cubierto para 300 personas. O sus numerosos museos. Mi favorito es el centro de arte digital Les Bassins de Lumières (Los Estanques de Luz), inaugurados en 2020 en una antigua base de submarinos de la Segunda Guerra Mundial.
Situada en el extremo sur de Nouvelle-Aquitaine, muy cerca de la frontera con España, Biarritz es el sitio tradicional de veraneo elegante del País Vasco francés. Desde que en 1901 abriera su famoso casino, Biarritz se convirtió en un centro de reunión estival de la alta burguesía europea aunque su fama ya venía de antes, muy en especial desde que la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III se hiciera construir un palacio en esta playa, el actual hotel Hôtel du Palais. Aún hoy, con sus hoteles de lujo y su ambiente refinado sigue siendo una referencia en todo el país. Enclavada en un paraje bellísimo, de calas, playas y acantilados, Biarritz es una buena opción para descubrir la costa atlántica; practicar el surf y sumergirse en los valles, pueblos y ciudades llenos de autenticidad y tradiciones del País Vasco francés. Y para practicar todo tipo de deportes náuticos, senderismo, ver partidos de pelota vasca o ir de compras.
Solo la fachada al Atlántico de Nouvelle-Aquitaine es ya en sí un viaje. De hecho, es la ruta que te recomendaría para hacer, por ejemplo, en verano. Los departamentos de Pirineos Atlánticos, Landas, Gironda y Charente Marítimo conforman la costa atlántica de Nouvelle-Aquitaine y ofrecen en 720 kilómetros toda una variedad de estuarios, dunas, islas, playas, marismas y acantilados de gran belleza. Como te digo, un viaje redondo que puede empezar en el sur, en la ciudad de Biarritz y terminar en el norte, en La Rochelle. Incluiría espacios naturales como (ordenados de sur a norte): los acantilados de Labort, las dunas y pinares de la côte d’Argent -en Landas-, el cabo Ferret y la bahía de Arcachon, la gran duna de Pilat -en Arcachon, también, la más grande de Europa- o el estuario del Gironda. Numerosas fortificaciones, como la ciudadela de Blaye (en Gironda) o el fotogénico Fort Boyard (en Charente Maritimo). Islas cercanas a la costa y cargadas de historia y patrimonio, como las de Aix, Ré y Olerón. Ciudades con mucho encanto y monumentos, como Bayona, Rochefort y La Rochelle. Y muchos y encantadores faros, como el de Cordouan (incluido en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, en la desembocadura del estuario del Grionda), el faro de las Ballenas -en la isla de Ré-, el de cabo Ferret o el de Biarritz.
Sin dejar el sur de Nouvelle-Aquitaine, nos vamos hacia el interior. Pau es la capital del departamento de Pirineos Atlánticos y una de las ciudades del sur de Francia con más bello emplazamiento. Aunque está a unos 50 kilómetros de la cordillera, en días claros la vista de los Pirineos es soberbia, en especial desde el boulevard des Pyrénées, la avenida que va desde el palacio Beaumont al castillo en el que nació Enrique IV, el rey de Francia al que se le atribuye la famosa frase “París bien vale una misa”. Pau es una ciudad histórica, que fue capital del antiguo reino de Navarra. En el siglo XIX y principios del XX fue muy popular entre los turistas adinerados por su clima, sus buenos hoteles y sus campos de golf. Hoy es una base perfecta para explorar los Pirineos en cada una de sus estaciones.
Las Landas es una región histórica a orillas del Atlántico con fuerte identidad gascona que hoy se divide entre los departamentos de Gironda, Landas y Lot y Garona. Geológicamente es una gigantesca llanura arenosa que en el siglo XIX se repobló con pinos. El parque de Las Landas de Gascuña está considerado el bosque más extenso de Europa occidental. Un entorno natural único y sorprendente que cuando lo atraviesas en coche no llegas a imaginar lo que hay detrás de la primera fila de pinos. Lagos increíbles, senderos mágicos, pueblos encantadores, una naturaleza cuidada y hasta delicada. Es otro de los imprescindibles que ver en Nouvelle-Aquitaine. Tienes que ir al Ecomuseo de Marquèze, al que puedes llegar en una locomotora de vapor que se toma en la estación de Sabres. El lugar es muy curioso, como si viajaras en el tiempo 150 años atrás, a las Landas del siglo XIX. Solo abre de junio hasta noviembre. Tampoco te puedes perder la experiencia del descenso del Leyre, un río que desemboca en la bahía de Arcachon y que ofrece casi 90 kilómetros de vías navegables entre un bosque espléndido. Un paraíso para los aficionados a los kayaks. En la plaza mayor de Labouheyre cada domingo por la mañana se celebra un mercado ideal donde puedes comprar desde ostras de la bahía de Arcachon, quesos de los Pirineos o el Armañac, el aguardiente más antiguo de Francia. Las Landas están llenas de rincones apetecibles. Como el valle del Petite Leyre, uno de los últimos testimonios de la enorme extensión de tierras pantanosas y bosques que era la landa antes de la plantación de pinos. Más lugares de interés en las Landas: un atardecer en Capbreton, hacer surf en Hossegor, la interminable playa de Biscarrosse o el bosque de Seignosse.
Dordoña-Périgord es uno de los departamentos de interior de Nouvelle-Aquitaine. Se vertebra en torno al río del mismo nombre y sería un buen ejemplo de la Francia rural más bucólica. Se sigue viviendo de la agricultura y la ganadería, mientras que el turismo rural tiene cada vez más importancia por la belleza y serenidad de sus paisajes. Lo que distingue al valle del Dordoña, declarado Patrimonio de la Humanidad, son su numerosos castillos y bastidas. De los primeros dicen que llegó a haber más de mil; muchos de ellos siguen en perfecto estado de conservación y son alojamientos de calidad o museos visitables, como el de Beynac, el de Castelnaud-la-Chapelle, el de Milandes o el de Puymartin. Las bastidas son un tipo de pueblos fortificados muy habituales en la Edad Media en esta zona suroeste de Francia. Muchas de ellas se cuentan entre los pueblos con encanto más bonitos del país, como Beynac-et-Cazenac, Monpazier o Saint-Léon-sur-Vézère. Dordoña-Périgord estuvo habitada desde la prehistoria: ¡aquí están las cuevas de Lascaux, uno de los templos del arte rupestre europeo! Te recomiendo visitar el Centro Internacional del Arte Parietal de Montignac, con una réplica exacta de la cueva y en el que podrás disfrutar de un viaje sensorial multimedia en el tiempo de más 20.000 años.
Una de las comarcas de paisajes más bellos y perfectos es Cognac, en el departamento de Charente, donde se produce el famoso brandy elaborado a partir de uvas blancas crecidas en esta región de suelos calizos y criado luego durante dos años en barricas de roble. Un mar de viñedos milimétricamente ordenados y de châteaux de ensueño acompañan al viajero por esta región bañada por el río Charente. El Vieux Cognac, el casco histórico de la capital de la comarca, es una delicia de calles adoquinadas, casas señoriales y muchas bodegas; todo ello presidido por el gran campanario de la iglesia de Saint-Léger. Casi todas las bodegas organizan visitas guiadas. Hay multitud de terrazas en esta zona peatonal de Cognac donde comer o cenar en un entono de los más agradable.
Poitiers, la capital del departamento de Vienne, es la “ciudad de los 100 campanarios”. De los campanarios y de las cuestas que hay subir y bajar para disfrutar de sus preciosas calles medievales. Pasear en esta coqueta ciudad es hacer un viaje atrás en el tiempo. Imprescindible es la iglesia de Notre-Dame-la-Grande, una de las joyas del arte románico que se llena de magia al caer la tarde gracias a la iluminación de su fachada. Además, tienes que visitar el antiguo palacio de los Condes de Poitou y Duques de Aquitania, donde vivió Leonor de Aquitania, uno de los personajes femeninos más controvertidos y fascinantes de la Edad Media. Por cierto, en la catedral Saint-Pierre et Saint-Paul hay una vidriera excepcional con su familia. Por supuesto tienes que pasar por la iglesia románica de Saint-Hilaire, declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO y que forma parte del Camino de Santiago. Y no te pierdas las fantásticas vistas desde el Point de Vue des Dunes, con vistas al río Clain. A las afueras de Poitiers está Futuroscope, otra parada imprescindible, sobre todo si se viaja con niños o adolescentes. Un parque de ocio en torno a la ciencia que es el segundo lugar más visitado de Francia, después de París.
Construida sobre un promontorio que domina la confluencia de tres rías, el Charente y sus dos afluentes, el Anguienne y el Touvre, el casco histórico de Angulema es un laberinto de calles peatonales adoquinadas con multitud de fachadas pintadas con dibujos de historietas (hay un circuito para verlas); la mayor concentración de paredes pintadas se da entre el Ayuntamiento y la plaza St-Martial y entre la plaza du Champ-de-Mars y la estación. Por eso se le conoce como la ciudad del cómic, arte al que está dedicado uno de sus principales museos: Le musée de la Bande Dessinée, en unas antiguas bodegas a orillas del río Charente. La ciudad organiza incluso un festival cada mes de enero. Sus monumentos más reseñables son la catedral románica del siglo XII y los restos de las murallas.
Esta ciudad del departamento del Alto Vienne es mundialmente famosa por sus fábricas de porcelana. Desde 1786, las cercanas canteras de Marcognac fueron explotadas para extraer el caolín, la materia prima utilizada para hacer la porcelana. Las canteras han sido declaradas Monumento Histórico en el ámbito de la arqueología industrial y están abierta a los visitantes. La ocasión perfecta para remontarnos a los orígenes de la porcelana de Limoges. Pero más allá de esas vajillas de porcelana tan fina que fueron comparadas en su tiempo con las que procedían de China, Limoges es una ciudad llena de monumentos religiosos y civiles. Destacan sus numerosas iglesias, empezando por la catedral de san Esteban y su colosal campanario románico y siguiendo por la iglesia de Saint-Michel-des-Lions y la abadía de Sainte-Marie de la Règle. De los civiles, te recomiendo visitar la Gare des Bénédictins, antigua estación de tren de principios de siglo XX (la de la foto); el mercado central, del siglo XIX, obra del estudio de Gustave Eiffel; y el museo nacional de la porcelana Adrien Dubouché.
Vassivière es un lago artificial de casi 10 kilómetros cuadrados entre los departamentos de Creuse y Alto Vienne. Uno de los embalses más grandes de Francia. Tan grande que hay que recorrerlo en barco-taxi. Un entorno perfecto para pescar, pasear en canoa, practicar vela, paddle o wakeboard. O simplemente, descansar en sus orillas y nadar en sus aguas frías y transparentes. Al sur queda la meseta de Millevaches, con sus verdes y suaves valles llenos de vacas, ríos y bosques. Un paraíso para el senderismo y para el cicloturismo. También para la pesca y la ornitología. En Aubusson, a una hora y media de Limoges por carretera, es famosa la manufactura de tapicerías, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad; hay incluso un museo dedicado al tema: la Cité Internationale de la Tapisserie.
El río Garona y su afluente, el Lot, que nacen en el macizo central de los Pirineos, conforman el departamento del mismo nombre. Sus valles son un destino perfecto para quienes busquen turismo rural y verde. La actividad más popular es recorrer sus canales en barcazas, de esclusa en esclusa, para descubrir sus muchos tesoros: bástidas medievales como Monflanquin, castillos encaramados a la montaña, algunos de los pueblos más bellos de Francia y sus muchos mercados de productores. De visita obligada es la ciudad de Agen, conocida por sus ciruelas pasas, antes de vivir sensaciones fuertes en el parque de atracciones Walibi Sud Ouest.
Nouvelle-Aquitaine es un paraíso para viajar en bicicleta. Hay multitud de itinerarios ciclistas en torno a ciudades, bosques y zonas costeras. Y dos grandes rutas que cruzan la región: la Vélodyssée, que coincide con la Euroveló 1, y que cruza toda la región de sur a norte pegada a la costa. Y la Flow Vélo, que la cruza de este a oeste, desde el Périgord a la isla de Aix. Hice hace poco esta última y te la recomendó vivamente. La Flow Vélo tiene 290 kilómetros y un perfil muy llano porque buena parte del recorrido va en paralelo al río Charente. Discurre mitad y mitad por carreteras locales asfaltadas pero con poco tráfico y por pistas de tierra o pavimentadas sin vehículos a motor. Atraviesa parte de Dordoña-Périgord, una región rica en paisajes fluviales, castillos y pueblos con encanto. También, toda la zona vinícola de Cognac, con sus châteaux y sus viñedos milimétricamente alineados. Pasa por Rochefort, la ciudad que Luis XIV mandó levantar para instalar allí el arsenal y astilleros de la Armada francesa. Y termina con una corta travesía marítima en la isla de Aix, donde Napoleón pasó sus últimos días en suelo francés antes de partir para el exilio en Santa Helena. Tienes más información de cómo hacer la Flow Vélo en este otro post.
Una actividad muy divertida, diferente y estimulantes en Nouvelle-Aquitaine, es recorrer las marismas del Poitou o marisma poitevina en barco. La conocida como Venecia verde es una zona pantanosa de unas 100 000 hectáreas que se extiende a lo largo de los departamentos de Vendée, Deux-Sèvres y Charente Marítimo. Un auténtico laberinto de canales perfecto para recorrer en piragua. Pero no te preocupes porque es un laberinto de agua muy seguro. Aunque hay embarcaderos en diversos lugares, uno de los mejores puntos donde empezar es en la localidad de Coulon. Allí alquilan barcos y prestan mapas para seguir los circuitos que están perfectamente balizados. Si no quieres estar paleando puedes contratar un recorrido guiado en barca cerca de los fresnos de las orillas. Si lo haces elige la primera hora de la mañana o al atardecer para que puedas ver fauna.
La Rochelle es uno de los puertos históricos de la costa atlántica de Francia, vivió momentos de esplendor económico con el comercio marítimo con América. Toda la zona del puerto y el casco antiguo aledaño es un delicioso entramado de callejuelas peatonales, con comercios, restaurantes y terrazas con mucho ambiente veraniego. Las dos torres que aún protegen la entrada al puerto viejo son el icono de la ciudad. Un puente la une con la cercana isla de Ré. Una isla pequeña y completamente llana. Su encanto es que no hay grandes edificios, no hay grandes núcleos urbanos, ni autopistas ni tropelías turística. Todo el mundo se desplaza sobre dos ruedas (en verano hay 12.000 bicicletas de alquiler) y la bajamar deja al descubierto llanuras intermareales infinitas sobre las que pululan mariscadores de fortuna. Ré es una de las islas que cierran el estuario del río Charente, al fondo del cual se levanta la estratégica ciudad de Rochefort. Y todos los reyes franceses se preocuparon de fortificarlas para evitar que invasiones inglesas. Una de esas fortificaciones es la ciudadela de San Martín de Ré, la capital de la isla. Su puerto se conserva tal cual lo construyó el ingeniero Vauban siguiendo órdenes de Luis XIV. Hoy es el lugar más encantador de toda la isla, el escaparate perfecto para pasear, tomar el aperitivo o cenar a la luz de las velas en un decorado de piedra donde ni una sola fachada rompe el embrujo.
Rochefort es una de mis ciudades preferidas en Nouvelle-Aquitaine por su curiosa historia. Las escaramuzas navales entre Francia e Inglaterra eran frecuentes por lo que el rey Luis XIV ordenó en 1666 construir en un meandro del río Charente cercano a la desembocadura unos arsenales y astilleros que hicieran de Francia una potencia naval capaz de hacer frente a la flota inglesa. Nacía así Rochefort, una ciudad nueva e ilustrada de calles rectilíneas donde llegaron a vivir hasta 20.000 personas trabajando en la construcción de modernos barcos de guerra que jugaron un papel fundamental para el mantenimiento de las colonias francesas en América. De hecho, puede visitarse en su puerto una réplica casi exacta de L'Hermione, una fragata de 21 cañones construida en estos mismos astilleros en 1780.
Si quieres visitar Nouvelle Aquitaine por tu cuenta, te recomiendo que eches un vistazo a las dos rutas de 7 días en coche y a tu aire que propone Logitravel. La primera es la Ruta por Nouvelle-Aquitaine que visita Cognac, La Rochelle, Isla de Ré y Burdeos; la segunda recorre la Venecia Verde (Marisma de Poitou), Poitiers-Futuroscope, Limoges, Angoulême y Burdeos. Es un paquete versátil en el que tú defines las fechas del viaje, el origen, el número de noches que quieres disfrutar en cada ciudad y en que categoría de hotel y el tipo de coche que más se ajusta a tus necesidades y presupuesto. ¡Feliz viaje! #ExploreFrance