¿Qué tiene París? Diría que casi todo. La belleza de sus edificios, la serenidad de sus calles, la elegancia de los escaparates, el encanto de las terrazas de cafés y brasserie con sus mesitas y sillas puestas mirando hacia fuera, para ver pasar la vida. Bienvenidos a la Ciudad de la Luz. Aquí te dejo 15 sitios que ver en París.
Publicado por Paco Nadal el 18 de enero de 2018.
Imposible pasar por París y no ver la torre Eiffel... ¡porque se observa desde todos los lados! Pero otra cosa es subir hasta el tercer piso y ver París desde allí. Un día luminoso ya es en sí un espectáculo, pero al atardecer y por la noche es para caer rendido a sus pies. Precisamente, esas son las horas en que también hay más colas. Si has decidido subir, compra antes las entradas por internet en esta web, evita horas y días de gran afluencia (las mañanas de días laborables son las mejores), sube a pie los dos primeros pisos o compra un paquete en una agencia que incluya ya la entrada preferente. Otra opción es reservar mesa para comer o cenar en alguno de los restaurantes de la torre, no es una juerga barata pero comerás con vistas maravillosas y la reserva lleva incluida la entrada preferente sin hacer colas.
Pocas capitales europeas guarda una relación tan íntima con su río como París. El Sena es la referencia geográfica y espiritual de una ciudad que nació en una isla formada por dos brazos de su cauce. Los distritos se reparten en torno a él, los números de las calles empiezan en el Sena y el río divide la ciudad en dos barrios con alma propia: la rive gauche y la rive droite. El río además está segmentado por más de 30 puentes y pasarelas de todo tipo, como marcapáginas de los acontecimientos urbanos que han forjado la historia de la ciudad. Por ejemplo, el París napoleónico se extiende entre el Pont de Grenelle y el Pont de la Concorde. Los orígenes de la ciudad son visibles en la isla de la Cité, entre el Pont de la Concorde y el Pont de Sully. Uno de los más bonitos es el puente de Alejandro III, con un único vano de acero y cuatro columnas con caballos alados en ambos extremos; une la explanada de Los Inválidos con el conjunto del Grand y el Petít Palais. El Pont Neuf es otro de los más famosos. Situado en el extremo oeste de la île de la Cité, es el puente más antiguo de París (1587) y el más largo: 232 metros. Si decides recorrer el Sena, ya sea paseando por una de sus dos riberas o contratando una de las excursiones en barco que surcan el cauce, hazlo a primera hora de la mañana, cuando la ciudad se despereza de sus legañas y el aroma de los cafés aún impregna calles y bulevares.
El mayor almacén de arte del mundo fue durante cuatro siglos residencia de los reyes de Francia, por eso el Louvre parece concebido para impresionar a quien a él se acerca. Así lo entendió el escritor estadounidense Nathaniel Hawthorne, que dijo tras una visita a París: "Nunca supe lo que era un palacio hasta que vi el Louvre"?. La pirámide de cristal que sirve hoy de acceso a los visitantes fue calificada en su momento por los más ortodoxos como sacrilegio y herejía; hoy es otro atractivo turístico más de París y nadie se va de la ciudad sin una foto junto a ella. Curiosa condición la de esta urbe, que convierte cada provocación arquitectónica en una gigantesca fuente de ingresos. Las colecciones del Louvre son tan extensas que se calcula que si un visitante dedicara 30 segundos a cada una de las obras de arte del Louvre, necesitaría tres meses, con sus correspondiente noches, para completar el recorrido. Por eso el mejor consejo es antes de entrar, planificar la visita, decidir qué quieres ver e ir directo a ello. Como siempre en este tipo de monumentos hiperfamosos, conviene sacar antes la entrada por internet, ya sea en la web oficial o contratar un tour guiado que te haga evitar las colas de entrada y saque buen provecho de tu visita. Cierra los martes.
Los perfiles blancos y bizantinos de la basilique du Sacré-Coeur (basílica del Sagrado Corazón) marcan sobre lo alto de una colina el centro del barrio de Montmartre, uno de los más significativos de París. La basílica fue construida entre 1875 y 1914 como homenaje a los caídos en las guerras franco-prusianas. Las escalinatas de acceso y toda la plataforma donde se asientan el templo son otro de los lugares más visitados de París. Se puede, además, subir hasta el domo central, para ver desde allí otra perspectiva de la ciudad. Desde la basílica, un paseo por estrechas callejuelas, llevan hasta la place du Tertre, el corazón del que fuera el barrio más bohemio de la capital: Montmartre. Aquí se instalaron en el siglo XIX artistas, pintores e intelectuales que dieron fama al barrio, pero también burdeles y cabarés de mala muerte, que le dieron otro tipo de popularidad. Los artistas bohemios ya desaparecieron, sustituidos por locales para turistas, pero en torno a la plaza Pigalle sigue existiendo numerosos sex-shop y algunos de los cabarés más míticos de París, como el Moulin Rouge.
Es curioso que en el país que inventó el gótico, su capital no tenga la más excelsa iglesia de este estilo, aunque sí una de las más antiguas. Notre Dame, el primer templo parisino, fue construida entre 1163 y 1245 en la île de la Cité, la isla del Sena donde se fundó la ciudad, aunque sufrió muchas reformas a lo largo de los siglos. Notre Dame ha sido una de las visitas inexcusables de París siempre: fue escenario de muchos acontecimientos históricos que afectaron a toda Europa, como la coronación de Napoleón Bonaparte o la de Enrique VI de Inglaterra. Pero debido al lamentable incendio de abril 2019, la catedral de Notre Dame permanece cerrada al público y no es posible posible visitar el monumento ni acceder a la plaza. Ya no podrás subir a las torres donde vivía Quasimodo, el jorobado de Notre Dame, en la novela de Víctor Hugo (69 metros; 402 escalones, sin ascensor) pero si quieres conocer en detalle qué ocurrió aquella tarde del fatídico incendio, visitar Saint Séverin (conocida también como la hermana pequeña de Notre Dame), recorrer la île de la Cité y colaborar con 1€ en la reconstrucción de la catedral.
Mandado a construir por Napoleón Bonaparte en 1808 para conmemorar su victoria en Austerlitz, el gigantesco arco del Triunfo tiene casi 50 metros de alto y pone un broche monumental al extremo oeste de la no menos monumental avenida de los Campos Elíseos. Como suele ocurrir en este tipo de obras faraónicas, su impulsor -Napoleón- nunca llegó a verlo terminado. Es otro de los imprescindible de París. Merece la pena subir hasta el mirador superior -donde también hay un pequeño museo- para ver París desde aquí, con la sempiterna torre Eiffel dominando los tejados de la ciudad. Ojo, que la entrada no está debajo del arco, sino que se accede por un subterráneo desde la acera exterior que evita cruzar la peligrosa rotonda Charles de Gaulle. No hay ascensor hasta el mirador; se han de salvar 286 escalones por una escalera de caracol.
Camines por donde camines en París, te cruzarás inevitablemente con la avenida más famosa de la ciudad, y quiza del mundo entero. Los Campos Elíseos son la gran arteria de París. El gran eje triunfal preferido por los franceses para mostrar su grandeur. Por aquí desfiló el cuerpo de Napoleón, procedente de la isla de Santa Elena. Y también las tropas alemanas que invadieron París. Y las del general De Gaulle cuando cuatro años después consiguieron liberar la ciudad del yugo nazi. Para entender bien el significado de esta avenida, que más que una calle es la representación lineal y adoquinada de la historia de Francia, hay que abordarla por el principio. Por eso aconsejo que empiezes primero por la parte más antigua de la avenida, la que el paisajista de Luis XIV, André Le Nôtre, diseño en 1670 junto a las Tulleries y el palacio del Louvre. Desde allí se sigue hacia la plaza de la Concorde, el ombligo de París. Y luego hasta el arco del Triunfo. En total, 1.910 metros de grandeur.
La ópera que diseñó el ingeniero Charles Garnier por encargo de Napoleón III es uno de los edificios más bellos y carismáticos de París. Inaugurado en 1875 fue nombrada en 1978 Teatro Nacional de la Ópera. El periodista y escritor Gastón Leroux se inspiró en este edificio para escribir la más famosa de sus novelas, El fantasma de la ópera. Si espectacular es su fachada neobarroca, más lo es el interior, concebido para mostrar el lujo y la opulencia de la sociedad francesa del XIX. Impactan los foyers, los vestíbulos donde el público departía -y aún departe- en los entreactos, decorados con pan de oro y mosaicos, y la espectacular sala principal, decorada en tonos rojos e iluminada por una enorme araña de cristal. Abre a diario.
Si hubiera que elegir una plaza Mayor de París muy probablemente sería este gran espacio rectangular, construido en época de Luis XV (1715-1774), a quien estuvo dedicada en un principio. La plaza de la Concordia está cargada de historia. Aquí estuvo la guillotina que durante la Revolución cortó la cabeza de más de mil personas, entre ellas las del sucesor del constructor de la plaza, Luis XV; la de su mujer, María Antonieta, o la del que fuera líder de la propia Revolución, Maximilien Robespierre. El obelisco egipcio que preside la plaza es original de la época de Ramsés II (tiene más de 3.000 años de antigüedad) y presidia la entrada del templo de Luxor hasta que en 1833 fue trasladado a Francia. La plaza está abierta por tres lados; en el otro se alzan el Ministerio de la Marina y el elegante (y carísimo) hotel de Crillón.
Una vez visitada la torre Eiffel conviene relajarse dando un paseo o tumbándose en el césped -si el día está soleado- del Campo de Marte, el precioso jardín que se abre a los pies de la famosa torre. En tiempos fue una zona destinada a las maniobras militares (de ahí su nombre, en honor del dios de la guerra). Después fue escenario de numerosos hechos históricos, algunos de ellos dramáticos como la matanza del 15 de julio de 1791, cuando la caballería cargó contra la muchedumbre que pedía el fin de la monarquía y la creación de una república, matando a medio centenar de manifestantes. También ha sido escenario de exposiciones universales y fiestas multitudinarias. Desde aquí tendrás una de las mejores fotos con la torre Eiffel de fondo.
Si buscas un barrio animado, lleno de vida, restaurantes, terrazas y ambiente tienes que ir al Quartier Latin (barrio latino; por el idioma que hablaban los muchos estudiantes que allí vivían en época medieval). Situado en la margen izquierda del Sena, frente a la île de la Cité, el barrio latino es famoso por su oferta gastronómica. Aquí encontrarás todo tipo de restaurantes, desde asequibles de precio (decir baratos en París es un oximorón) a los más caros y elitistas, como el famosísimo La Tour d'Argent. Pero el Quartier Latin es mucho más que restaurantes, aquí se encuentran también edificios señalados, como la Universidad de la Sorbona, el teatro l'Odéon -donde se estrenó Las Bodas de Fígaro, de Mozart-, el museo de Cluny y multitud de pequeñas librerías y comercios singulares. La calle con mayor concentración de restaurantes, llena de ambiente los fines de semana, es la rue Huchette. No puedes decir que conoces París si no has deambulado de día y de noche por el barrio latino.
Es otra de las provocaciones arquitectónicas que tan buen resultado han dado a la imagen de París. El Centro George Pompidou generó multitud de controversias cuando se inauguró en 1977 dentro del plan de rehabilitación de los mercados de Les Halles. Hoy, el Pompidou -o el Beaubourg, como también se le llama, en honor al barrio en el que está enclavado- se ha convertido en la referencia de la cultura contemporánea parisina. El edificio está concebido al revés. Tuberías, cables, escaleras y conducciones de aire decoran el exterior de este osado escenario de ciencia-ficción. De esta manera los arquitectos Rogers, Piano y Franchini lograron dejar diáfano su interior, consagrado al arte contemporáneo y de vanguardia. Unas 30.000 obras, de las que apenas se exponen 800, componen esta sensacional colección que arranca en 1905 y hace un recorrido por todas las tendencias del siglo, desde el cubismo y el dadaísmo, al expresionismo norteamericano y el pop art. Biblioteca, auditorio, sala de proyecciones, además del Centro de Creación Industrial y el Instituto de Investigación Musical completan la dotación dele edificio.
El antiguo edificio de una estación ferroviaria construida para la Exposición Universal de 1900 acoge ahora una de las mayores pinacotecas de Francia. El Musée d'Orsay está dedicado a las artes plásticas del siglo XIX, por lo que alberga la mayor colección del mundo sobre el impresionismo. Si buscas obras de Manet, Degas, Renoir, Monet, Delacroix, Cézanne, Van Gogh o Gauguin, éste es tu museo. Para la historia del arte es un lugar muy especial porque reúnes las piezas maestras entre el arte antiguo (que está en el Louvre) y el arte moderno, que se exhibe en el Pompidou. Toda la información, en su web oficial.
Las aspas del molino más famoso de París sigue girando. Pese a que la place Blanche y el barrio de Pigalle, en Montmartre, no se parece ya nada al de la bohemia del XIX, el Moulin Rouge, el mismo en el que Toulouse-Lautrec inmortalizó a las bailarinas de can-can, sigue atrayendo cada noche espectadores. Pero su oferta se ha modernizado. En el actual espectáculo del Moulin interviene 300 personas, 60 de las cuales son las famosas Doris Girls, bailarinas reclutadas por todo el mundo que han de cumplir dos requisitos: medir más de 1,75 y tener, según dicen literalmente las normas “cuerpos que hechizen a la clientela”. Se pueden hacer reservas a través de su página web.
París es inmensa, única y abrumadora. Por eso el mejor consejo que puedo darte para terminar este recorrido por los imprescindibles de la capital francesa es que no te agobies tratando de verlo todo. Camina por sus bulevares, toma un café tranquilamente en una terraza de la plaza de la Ópera, pasea sin prisa entre los tenderetes y quioscos de las orillas del Sena, siéntate a ver atardecer en las escalinatas del Sacre Couer, piérdete por el mercado de pulgas de Rouen, usa el Rayuela de Cortázar como guía sentimental de la ciudad... Solo así podrá tomar la verdadera dimensión de una ciudad mágica e irrepetible donde nació el cine, la moda y la cultura. Au revoir, París.
¿Te interesa hacer una visita guiada y gratuita en París? Los tours se organizan a diario y parten de la plaza de Saint Michel. Se visita el Pont Neuf, el Pont des Arts, la Sainte Chapelle (donde se coronaba a los reyes de Francia), Notre Dame y los jardines de las Tullerías, entre otros lugares. Termina a las puertas del museo del Louvre. Como sabes, en este tipo de tour se le suele dar al finalizar una propina al guía. Puedes reservar el free tour por París aquí.