Recorrer los castillos del Loira en bicicleta es el sueño de cualquier cicloturista. Loira y castillos son dos topónimos tan ligados que pronunciar uno lleva casi de inmediato a pensar en el otro. Sin embargo, el río más famoso y turístico de Francia es mucho más que sus castillos. El Loira, además de un cauce fluvial, es también una de las grandes rutas cicloturistas de Europa. Unos 900 kilómetros de carriles señalizados para hacer con dos ruedas entre Cuffy y la desembocadura en el Atlántico pasando por abadías, pueblos encantadores, puentes, castillos y viñedos pulcramente trabajados. Una orgía visual para el viajero sobre ruedas. Un paisaje perfecto. Un escenario de ensueño.
Publicado por Paco Nadal el 25 de abril de 2019.
Castillos y Loira son dos topónimos tan ligados que pronunciar uno lleva casi de inmediato a pensar en el otro. Sin embargo, el río más famoso y turístico de Francia es mucho más que sus castillos. De hecho, la gran mayoría de ellos, incluidos los dos más célebres, el de Chambord y el de Chenonceaux, no están en el cauce principal, sino en sus afluentes. Aunque en el fondo, ¡qué más da!, siguen siendo igual de bellos y soberbios. El Loira, además de un cauce fluvial, es también una de las grandes rutas cicloturistas de Europa. Más de 900 kilómetros de carriles señalizados para hacer con dos ruedas desde Cuffy, en la región Centro-Valle de Loira, hasta Saint-Brevin-les-Pins, ya en la costa del departamento del Loire-Atlantique. A golpe de pedal se pueden descubrir, por ejemplo, lugares como la abadía de Fontevraud, uno de los más grandes recintos monásticos de Europa, donde están enterrados tres reyes fundamentales en la historia francesa, Enrique II, Ricardo Corazón de León y Alienor de Aquitania. O los viñedos delicadamente cultivados de Saumurs o Savennières. Y los campanarios románicos que despuntan sobre la campiña ondulada. O las innumerables mansiones civiles, los pequeños château aún habitados, que salpican los bosques de coníferas. . La grandeur de la France alineada en torno a un valle declarado desde 2000 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Pues cambiante. No se trata de un carril-bici único y exclusivo para ciclistas. El 70% del recorrido se hace por pequeños caminos vecinales asfaltados y con poco tráfico. El resto son carriles construido ex-profeso para los ciclistas o caminos de sirga con tierra apisonada paralelos al cauce fluvial. Todo perfectamente señalizado en ambos sentidos, con paneles verdes con el logo de una bici y distancias en horas y kilómetros. ¿Y quién puede hacerlo? Pues todo el mundo. La señalización y las infraestructuras están preparadas tanto para el que quiera hacerlo de un tirón (unos 15 o 16 días a buen ritmo) como para los que quieran hacer pequeñas rutas temáticas. Por ejemplo, los 12 kilómetros entre Couargues y La Chapelle-Montlinard, perfectos para hacer con niños ya que no pueden acceder coches. O los 20 kilómetros entre Le Pellerin y Paimboeuf, ya casi en la desembocadura, que discurren por diques de contención construidos en el siglo XIX para regular la navegavilidad del río y que incluyen la travesía del cauce en antiguos transbordadores.
Se pueden alquilar bicicletas (mucho más recomendable que llevar la propia) en las oficinas de turismo de las ciudades grandes (Orleans, Tour, Blois, Saumur, Angers, Nantes), donde también tienen central de reserva de alojamiento on-line. Muchos hoteles dejan o alquilan asimismo bicicletas a sus clientes y les asesoran para hacer rutas circulares, volviendo a pernoctar cada noche al establecimiento.
Río abajo, la primera gran ciudad que cruza “La Loire à vélo” es Orleans, un buen sitio para empezar porque hay comunicación directa con España gracias al tren-hotel Madrid-París, que tiene parada aquí. Entre Orleans y Blois, la segunda gran urbe, la ruta se desvía del cauce para pasar por delante del castillo de Chambord, el sueño megalómano del rey Francisco I. Si tenemos en cuenta que pese a sus dimensiones, era un pabellón de caza, es fácil alinearse con las tesis de la Revolución Francesa. Tras Blois, un nuevo desvío para ver el castillo de Chenonceaux, la otra gran postal del Loira, aunque está sobre uno de sus afluentes, el Cher.
Luego viene la abadía de Fontevraud, y el paisaje cambia. Llega la gran zona vinícola de Saumur. Las colinas se llenan de viñedos pulcramente alienados. Hay muchos carteles de viticultores que ofrecen degustación y venta directa de sus caldos. Y campanarios puntiagudos sobre basamentos románico que emergen como pararrayos de piedra sobre este paisaje hechizante. Unos kilómetros deliciosos para hacer al atardecer, cuando el sol barniza de oro las cepas. Solo se oye el trino de los pájaros, miles de pájaros. Una sinfonía que impresiona.
En Turquant llega una de las primeras grandes cuestas del carril-bici. Es corta pero muy pronunciada y sube hasta la base de una pared blanca con muchas viviendas trogloditas, reconvertidas ahora en atelier de artesanos y en salas de exposiciones de artistas de la comarca. Se trata de una de las principales canteras de toba, la piedra de un color extraordinariamente blanco característica de esta región de Saumur con la que se han construido casi todos los palacios e iglesias del Loira. Es la piedra real, que convenientemente trabajada da una blancura y una resistencia fuera de lo común. Por eso los châteaux del Loira tienen ese aspecto casi de decorado, como si estuvieran hechos con piedra artificial, la misma con la que hacen los enanitos de jardín. Y los interiores de las iglesias son tan luminosos: a la luz que entra por las vidrieras góticas hay que añadir el fulgor que refleja esa toba de Saumur, tan apreciada desde la antigüedad.
En Montsoreau se alza otro soberbio castillo que vigila el Loira. Y otro más en Saumur, un pueblo que vivió la tolerancia entre católicos y protestantes en plena guerra de religiones del siglo XVI gracias al edicto de Nantes y en el que hubo una famosa Academia en la que se impartían filosofía, matemáticas y otras ciencias. Todavía quedan torreones de la vieja muralla incrustados en el entramado urbano y muchas placitas peatonales en las que sentarse por la noche, en la terraza de una brasserie, a descansar de un día de pedaleo con una buena dosis de gastronomía local.
La salida de Saumur lleva por un vericueto de caminos vecinales para luego bajar a la ribera del río y continuar en un precioso tramo de tierra en paralelo al Loira. Gennes no tiene grandes atractivos, pero sí un gran puente que cruza el Loira hacia Les Rosiers-sur-Loire. Sí lo tiene, un poco más adelante, Le Thoureil, uno de los pueblos más coquetos de esta zona del Loira medio, con mansiones que fueron antiguos almacenes y negocios de comerciantes holandeses, quienes controlaban desde aquí el comercio de vino y cereales por el cauce del Loira en el siglo XVI. Pese a que el Loira es un río bravo y cambiante, con muchas islas y bajos de arena que impedían durante más de la mitad del año la navegación, se calcula que unas 6.000 barcazas surcaban en aquella época anualmente el río en un auténtico puente navegable entre Nantes y Orleans que generaba gran riqueza para la comarca. Hoy no queda nada de aquel trasiego naval, pero aún se ven amarradas en los muelles adoquinados muchas barquitas de recreo construidas en madera, a la usanza de antaño, para la pesca artesanal o los paseos turísticos.
Por uno de esos diques de contención que se hicieron para domesticar el Loira se llega a Angers, la penúltima gran concentración urbana del valle del Loira, aunque en realidad la ciudad está a orillas del Maine, uno de sus principales afluentes. En Angers vuelve a haber todo tipo de facilidades para el cicloturista (oficina de turismo, alquiler de bicis, buenos sitios para comer o dormir). Y por supuesto, otro castillo. Éste está considerado el abuelo de todos y tiene más pinta de fortaleza militar que de pabellón de recreo de nobleza despreocupada. Lo mandó construir una reina española, Blanca de Castilla, viuda de Luis VIII y madre de Luis IX, para defender su reino de las invasiones de los bretones. Pese a su tamaño y la solidez de sus 17 torres, fue levantado en solo 10 años con piedra negra volcánica, la que predomina en esta región de Angers y que contribuye a dar un sabor especial a sus vinos. Pero la reina se reservó una parte del presupuesto para comprar piedra blanca real de Saumur y construir con ella la puerta principal, la que aún lleva su nombre.
La Loire à vélo se aproxima ya a su final, en la desembocadura del río. Queda uno de los tramos más salvajes y solitarios, el que va de Angers a Nantes. Es el preferido de los amantes de la naturaleza: aquí ya no hay grandes poblaciones ni fastuosos castillos. Pero si marismas, bosques, pequeñas aldeas y mucha llanura agrícola. La misma salida de Angers es muy atractiva: por zonas de bosques y carriles bici pegados al río Maine hasta la desembocadura en el Loira, donde hay varios restaurantes muy agradables para cenar en las noches de verano de cara a ambos ríos y nada frecuentados por el turismo. Tras Nantes, la señalización lleva a Couëron y Paimboeuf, donde acababa la señalización antes de prolongarla hasta Saint-Brevin-les-Pins. El Loira se entrega poco después, en St-Nazaire, al Atlántico. Detrás queda un valle famoso por sus castillos de hadas. Y la experiencia de haber descubierto una de las regiones emblemáticas de Francia en bicicleta. Que es una manera muy sabia de descubrir territorios.
El tren-hotel Elipsos enlaza Madrid-París a diario y tiene parada en Orleans (www.TGV-europe.com). También se puede volar a París y desde allí tomar un tren a la ciudad elegida como punto de partida. Los trenes regionales que recorren las principales estaciones del valle del Loira admiten bicicletas; son muy útiles para volver al punto de salida o saltar tramos que no se desean recorrer en bici. Para alojarte econtrarás numerosas gites, hostales, pensiones y hoteles en todos los pueblos. Se puede reservar directamente en las principales oficinas de turismo. En verano es importante a reserva previa ya que es una zona muy turística. En la web del Comité Régional du Turismo Centre tienes información práctica sobre la ruta, así como listado de alojamientos. Encontrarás también información práctica de dónde dormir, comer, alquiler de bicis, y mapas de toda la ruta en www.loire-a-velo.fr