Aunque no está en la costa, la comarca de la Garrotxa es una excursión más que recomendable desde el litoral por su cercanía y por su interés geológico y monumental. Pueblos medievales, como Besalú y Santa Pau, emergen en un territorio plagado de conos volcánicos provocados por erupciones tan recientes que son, aún, perfectamente identificables. El inicio natural de la ruta sería Banyoles que, aunque no pertenece a esa comarca, es uno de los centros de veraneo más famosos de Girona gracias a su lago, el más grande de Cataluña.
Publicado por Paco Nadal el 12 de abril de 2023.
El nombre de este municipio está ligado al del lago junto al que se asienta. El estany de Banyoles, el más grande de Cataluña —1,18 km2 de superficie y una profundidad máxima de 62 metros— se alimenta de aguas subterráneas provenientes de acuíferos de la Alta Garrotxa. Sus orillas son el lugar perfecto para ir a pasear, descansar y bañarse en una jornada veraniega. Hay un carril bici y un paseo con bancos y grandes árboles, además de hoteles y restaurantes. Hay tres zonas de baño autorizadas: el Club Natació Banyoles y el bar Banys Vells, en la zona urbanizada del pueblo, ambas de pago; y el área pública de Caseta de Fusta, un poco más al norte, gratuita. Una senda peatonal de 7 km, accesible y de baja dificultad, rodea el lago. Pasa por los principales puntos de interés, como Els Desmais, una zona de frondoso bosque donde las ramas de alisos y sauces llorón tocan la superficie del lago; o la Font del Vilar y la Font del Rector, zonas recreativas con buenas vistas del lago y su conjunto. Pasa también por la Caseta de Fusta.
El casco antiguo de Banyoles, casi todo peatonal, ofrece muchos atractivos. Puedes empezar tu recorrido en la porticada plaça Major, con bares y terracitas ideales para el aperitivo y viejas mansiones, alguna de las cuales data del siglo XIII. Por la plaza pasaba el Rec Major, la acequia principal que surtía de agua del lago a las industrias y viviendas; se ha recuperado su trazado y dejado al descubierto algún tramo en esta plaza y en el carrer de l’Esglesia. Desde la plaça Major se puede ir a pie hasta la Llotja del Tint, un edifico gótico que acogía la lonja de los tintes en la época en que Banyoles mantenía una importante industrial textil y que durante años fue una sala de exposiciones. La Pía Almoina, un antiguo palacio gótico dedicado a obras de caridad, alberga el Museo Arqueológico, actualmente cerrado por obras de reforma y ampliación. Quedan también restos de las murallas. De los edificios religiosos destacan el monasterio de Sant Esteve y la iglesia de Santa María del Turers. El Museu Darder acoge el centro de interpretación de l´Estany, un espacio interactivo sobre el estanque y su ecosistema. En la parte de abajo puede verse una exposición permanente de especies disecadasde la comarca. En las cercanías se puede visitar el yacimiento del parque neolítico de la Draga. Para consultar todos sus espacios culturales, lo mejor es que lo hagas en la página oficial.
Dónde: estany de Banyoles / Plaça Major de Banyoles.
El trayecto desde Banyoles a Besalú nos introduce en La Garrotxa, una comarca bañada por el río Fluvià y cubierta por densos bosques de pino, encina y roble, que aparecen ya a ambos lados de la carretera. Besalú, el pueblo más turístico de esta ruta, debe su fama al soberbio puente medieval fortificado que salva el Fluvià (en la foto). Data del siglo XI y, pese a todas las reformas y destrucciones que ha sufrido, conserva aún su impronta románica. Las torres fueron añadidas en 1395, durante el reinado de Pedro IV. Está trazado en ángulo porque los ingenieros aprovecharon así las rocas naturales del cauce para instalar los pilares. En época medieval había que pagar un portazgo por atravesarlo. Durante la Guerra Civil sufrió graves daños y fue reconstruido en los años 60 con su aspecto original.
Besalú fue capital de un condado propio y conserva un casco histórico de los más interesantes y compactos de toda Girona, que puedes conocer con un free tour por Besalú y un tour por el barrio judío de Besalú. Un paseo por sus calles empedradas es una inmersión en la historia de esta villa fortificada. Por desgracia, como ocurre en localidades tan turísticas, todos los locales y negocios están orientados al visitante y en temporada alta sus estrechas calles están atestadas de paseantes. Si entras por el puente de piedra, desembocarás en el carrer del Pont Vell y el barrio del Call (judería), donde quedan restos de la antigua sinagoga y su miqvé (alberca para baños de purificación), completamente restaurado. Por ella accecerás a la plaça de la Llibertat, el principal espacio del casco viejo, cerrada por bellos edificios porticados del siglo XVI. A ella da la Cúria Real, palacio del siglo XIV que albergó la sede de la Veguería (división territorial propia de Cataluña). Merece la pena subir por el carrer Major, uno de los más típicos, flanqueado también por edificios de sillares de piedra. Por el carrer Canó llegarás a la plaça de Sant Pere, donde la planimetría medieval se aligera. La preside el monasterio de Sant Pere (siglo X) del que queda la grande y austera iglesia románica con un interesante ábside de cuatro columnas dobles. A la plaza asoma, donde hace años se alojaba el Museu de Miniatures i Microminiatures, Circusland, el paraíso visitable para los amantes del circo y todas sus disciplinas. Por detrás de Sant Pere se puede bajar hasta el cauce del Fluvià por el portal de Pere IV –uno de los vanos originales de la muralla– y seguir el Passeig Fluvial a lo largo del río. Si visitas la localidad en grupo, puedes valorar conocerla a fondo en un tour privado por Besalú. El primer fin de semana de septiembre se celebra una feria medieval en la que juglares y caballeros vuelven a las calles del pueblo.
Dónde: puente de Besalú.
Su singular ubicación hace detener el coche y desenfundar la cámara de fotos a todo el que pasa por la carretera que va hacia Olot. Castelfollit está construido sobre una gran lengua de roca basáltica, de 50 metros de altura y un kilómetro de largo, producto de la erupción hace 200.000 años de dos de los numerosos volcanes de la comarca. Por dentro, la localidad tiene poco de interés, más allá de la larga y estrecha carrer Major, con casas típicas de la comarca. La calle desemboca en una gran explanada donde se alza la iglesia, que fue desacralizada tras los graves desperfectos sufridos en la Guerra Civil. Su puede subir al campanario (61 escalones) desde donde hay una soberbia vista del pueblo y sus alrededores. También es muy agradable la balconada de esa plaza de la iglesia, con bancos y buenas vistas a las vegas del río Fluvià.
Dónde: Castellfolit de la Roca.
Es el gran centro industrial y de servicios de La Garrotxa, una ciudad grande y con mucha actividad económica enmarcada dentro del Parque Natural de la Zona Volcánica. Su centro es un agradable entramado de calles estrechas y peatonales con mucha vida comercial; por las noches el ambiente de terrazas y bares gira en torno a la plaça de la Vila y la plaça Major. El edificio religioso más destacable es la iglesia de Sant Esteve, que domina el casco histórico; en su museo parroquial se conserva un cuadro de El Greco (visitas previa cita). Lo más destacable de la arquitectura civil son las numerosas casas modernistas que la burguesía del siglo XIX levantó al pairo de la bonanza económica que trajo la industria del textil. La oficina de turismo dispone de información sobre la ruta del modernismo que permite visitar las principales fachadas. Una de ellas es la casa Gaietà Vila, frente a la iglesia, más conocida como la casa de la librería Drac, por la tienda de libros que ocupa sus bajos. Famosa es también la casa Solà Morales, en el paseo Miquel Blay, firmada por el famoso arquitecto Lluís Domènech i Montaner. En la calle San Rafael está la casa Gassiot, con una interesante balaustrada de hierro. La casa Pujador, en la esquina de las calles Verge del Portal y Verge del Carme, alberga en su bajos Morera, una excelente tienda de productos gastronómicos de la comarca.
Otro barrio singular es el Eixample Malagrida, un ensanche urbano proyectado por este arquitecto según el racionalismo del Novecento, que gira en torno a dos amplias y ajardinadas plazas, la plaza de España y la plaza de América, unidas simbólicamente por el puente de Colón. El actual albergue de juventud Torre Malagrida, otro buen ejemplo del modernismo, era la casa familiar de este arquitecto. Olot fue célebre también por su tradición en la imaginería religiosa, una actividad que se recoge en el Museu dels Sants (Museo de los Santos), con una colección de pasos de Semana Santa y tallas religiosas. Otro espacio cultural local es Can Trincheria, una casa noble del siglo XVIII cedida por sus dueños al Ayuntamiento con todo el mobiliario y enseres originales.
Dónde: Olot.
La zona más interesante y visitada del Parque Natural de la zona Volcánica de La Garrotxa se extiende en torno a la carretera GI-524 que va de Olot a Santa Pau. Lo primero que aparece a la salida de Olot es el aparcamiento de Can Serra, acceso a la Fagueda d’en Jordá. Junto a la oficina de Información nace un sendero que permite adentrarse en este bosque primario de hayas, con ejemplares centenarios de gran porte que crecieron sobre una colada de lava del volcán del Croscat; el sendero circular más fácil y corto requiere de unos 35 minutos; hay otro también circular pero más largo (10 km) que enlaza con el volcán de Santa Margarida y el volcán del Croscat.
Dónde: Fagueda d'en Jordá.
A continuación, a la izquierda de la carretera y accesible a pie desde el mismo aparcamiento de Can Serra, aparece el volcán del Croscat, uno de los más jóvenes de todo el parque ya que estalló hace solo 14.000 años. Su cono, de 20 km2 de superficie y 160 metros de altura, es también uno de los más grandes de toda la península. Sus laderas están cubiertas por un denso bosque autóctono. El Croscat fue durante muchos años utilizado como cantera de greda para la construcción de ladrillos. La cicatriz que dejó la cantera sirve ahora como corte edafológico para ver y estudiar las entrañas de un cono volcánico. Hay varias sendas señalizadas que lo recorren y un centro de información e interpretación en la base.
Dónde: volcán del Croscat.
Siguiendo por la GI-524 aparece enseguida a la derecha otro aparcamiento que da acceso al volcán más famoso y fotogénico del parque, el Santa Margarida, famoso porque su cráter es ahora un cuidado prado en medio del cual se levanta la ermita románica. Es también un volcán muy joven, con las laderas cubiertas de densos bosques de hayas y otras especies caducifolias. Un sendero que viene desde Olot permite caminar hasta el cercano pueblo de Santa Pau.
Dónde: volcán de Santa Margarida.
Santa Pau es uno los pueblos con mayor encanto de la Garrotxa. Su casco histórico supone otro descenso a las páginas del urbanismo medieval. De hecho, fue escenario de la miniserie de TV3, Serrallonga, que narra las aventuras del famoso bandolero catalán. A la entrada del pueblo y a lo largo del carrer Major aparecen numerosas tiendas de souvenirs, artesanías y productos gastronómicos, como la ratafía de hierbas de Olot, los carquinyols o el más famoso de los productos de Santa Pau, los fesols. La plaça Major, conocida también como Firal dels bous (ferial de los bueyes) es un bellísima espacio de planta irregular con edificios porticados que datan del siglo XIII donde, si no fuera por la cantidad de coches aparcados, te podrías creer transportado al medievo. El castillo, en torno al cual creció el pueblo, es privado y no se puede visitar; sí se puede visitar la iglesia. A la entrada, un cartel detalla los senderos que salen del pueblo o pasan por él, por ejemplo, el G.R. 2, que lleva hasta los volcanes Santa Margarida y Croscat (4 horas y 20 minutos).
Dónde: Plaça Major de Santa Pau.
En esta ruta desde Banyoles hasta Santa Pau vas a disfrutar de un entorno de enorme interés geológico y monumental. Pueblos medievales, como Besalú o Santa Pau, nacen en un territorio lleno de conos volcánicos. ¡Buen viaje!