Es sabido por todos que en el norte de España se come como en el cielo. Ponte la servilleta en tu viaje a Cantabria porque del mar y de la montaña salen materias primas de las que disfrutarás a lo grande en tus paradas. Encontrarás todo tipo de establecimientos donde probar guisos, asados, postres y enlatados. Aquí te detallo los que, si no has probado ya, no debes perderte.
Publicado por Paco Nadal el 27 de abril de 2023.
La bahía de Santander es rica en pescados y mariscos: amayuelas, morgueras, calamares, panchos, salmonetes, bocartes, lubinas o sardinas son algunas de las especies más suculentas y demandadas. Luego se pueden degustar a la plancha o en guisos en los bares de Puertochico o el Barrio pesquero.
En una región ganadera como Cantabria, las buenas carnes mandan en la cocina. Carnes de vaca tudanca, monchina o asturiana de los valles, las tres razas autóctonas. Un buen chuletón de ternera, con su carne de tono rosáceo y su grasa nacarada, o de buey, con su característico color rojo y sus vetas de grasa cremosa, son un manjar que el visitante no debería obviar en una escapada a Cantabria.
Este es un plato tradicional de la costa cántabra. Con una rodaja de bonito fresco, patatas, cebolla, tomate, pimientos y pimentón se elabora uno de los manjares más suculentos, nutritivos y económicos de la cocina marinera. Otra delicia es el sorropotún de San Vicente de la Barquera: una variante de la marmita con los toques locales. Un guiso tradicional de los pescadores evencianos que incluye bonito, patata y cebolla.
La delicatesen de los mares. Bocartes frescos y genuinos del Cantábrico 'sobados a mano', es decir, elaborados con todo mimo y cariño uno a uno. Se mantienen entre ocho y diez meses en barricas con sal gorda y luego se envasan en aceite de oliva, otra vez a mano.
El famoso bizcocho de los valles pasiegos precisa para su elaboración de auténtica mantequilla pasiega y, luego, de un buen y meticuloso sobado a mano de la masa durante largo tiempo antes de cocerla, de ahí su nombre.
Es el guiso más popular de Cantabria. La clave de un buen cocido está en hacerlo a fuego lento, para lograr la textura adecuada. Lleva alubia, berza de asa de cántaro y un generoso compango de morcilla de Burgos, chorizo de cocido, panceta, oreja de cerdo y costilla adobada.
Los quesos de los cuatro valles lebaniegos están protegidos con la denominación de origen Quesucos de Liébana. Dentro de ella encontramos el queso ahumado de Áliva, quesos de Pido (frescos, curados cremosos, curados secos, ahumados o puros de leche de cabra), la torta Peña Cortes, quesucos tres leches (cabra, oveja y vaca) o el queso picón Bejes-Tresviso.
El rey de la cocina lebaniega; un plato rebosante de sabores... y de calorías. En un puchero se hierven carne de morcillo, cecina, chorizo, tocino, hueso de rodilla y jamón, berza y garbanzos de Liébana.
Como buena zona ganadera, el alto Asón presume de sus asados, sobre todo de cordero lechal y de cabrito, hechos siempre en horno de leña. De postre, una cascada: galletas rellenas de caramelo que homenajean al salto de agua que da origen al río Asón.