La isla de Malta está llena de lugares de interés. Su situación estratégica hizo que pasaran por ella todas la culturas del Mediterráneo. Hacer turismo en Malta supone una inmersión en la historia, desde los cruzados a la II Guerra Mundial. En este post te cuento qué ver en Malta, desde los palacios de La Valletta a sus playas y puertos pesqueros. Si quieres saber más, no te pierdas el vídeo de Malta que grabé durante mi estancia en la isla.
Actualizado por Paco Nadal el 15 de diciembre de 2023.
La capital de Malta es una ciudad preciosa, me atrevería a decir que una de las más bellas de todas las islas del Mediterráneo. Cuando los cruzados llegaron en 1530 decidieron construir una nueva capital amurallada aprovechando este excepcional puerto natural de la costa centro-oriental. El resultado es una acumulación de palacios, iglesias, murallas y baterías artilladas sin parangón que van desde el Renacimiento al barroco. Hay que pasear por Republic Street, la calle peatonal y eje comercial y monumental del casco antiguo, siempre llena de ambiente. También por todas las calles aledañas, de planimetría cuadriculada, una novedad para la época en la que se construyó la ciudad, con sus casas de bellos balcones de madera o piedra. Se debe visitar el fuerte de San Elmo (en cuyo interior hay un museo de la Guerra), el antiguo hospital de la Orden de Malta (con una Gran Sala diáfana de 155 metros de longitud por 11 de anchura en la que cabían mil paciente), la Concatedral y los jardines de Upper Barrakka (ver fotos siguientes), la plaza de San Jorge o el palacio del Gran Maestre. Y así hasta un total de 320 monumentos, que le valieron a La Valletta la declaración de Patrimonio de la Humanidad en 1980. Puedes adentrarte en la ciudad también sumándote a un free tour por La Valeta o hacer una visita guiada que también incluye el show The Malta Experience. Muy recomendable también es dar un paseo en barco por el Gran Puerto para ver el sistema de fortificaciones desde el mar. Las lanchas salen de la vecina localidad de Sliema. Durante mi estancia en Malta me alojé en The George, un hotel boutique en St Julian's. El hotel está genial, con piscina y todo, pero si además te va la marcha nocturna, este es tu sitio: está en pleno barrio de los restaurantes y los garitos nocturnos más de moda en Malta.
Dónde: La Valeta.
La Valeta tiene 25 iglesias en menos de un kilómetro cuadrado de superficie. Una concentración difícil de superar. Pero si solo quieres visitar una, no hay duda: la increíble concatedral de San Juan (lo de ‘con’ es porque la primera sede episcopal está en Mdina). Fue construida entre 1572 y 1578 como principal templo de la Orden. Su fachada exterior, que da a Republic Street, es tan sobria y parca en decoración que no idea de lo que espera en el interior. Porque lo que encontrarás dentro es un despliegue de la más excelsa decoración barroca que puedas imaginar, una obra cumbre de este periodo que llena cada centímetro cuadrado de paredes, bóvedas y techos. Se puede subir al coro para ver desde allí una perspectiva casi aérea de sus naves. En una capilla lateral se conservan dos caravaggios que justificarían por sí mismos pagar la entrada. De verdad, aunque te aburra visitar iglesias, esta tienes que verla.
Dónde: concatedral de San Juan.
Horario: de lunes a sábado, de 9:00 a 16:45 horas (última entrada a las 16:15 horas). Cerrada los domingos y festivos.
Entrada: general, 15 €. Mayores de 65 años y estudiantes, 12 €. Menores de 12 años, gratis. Puedes aquirir tu entrada por anticipado en el enlace de su página oficial.
Los jardines de Barrakka ocupan una parte del bastión defensivo de San Pedro y San Pablo y se accede a ellos por Castilla Place. Fueron construidos en 1661 para uso privado del contingente italiano de la Orden de San Juan. En 1824 se abrieron al público. Tiene dos zonas, la baja (Lower Barrakka) y la alta (Upper Barrakka). Desde esta última tienes la mejor vista del Gran Puerto y de las tres ciudades contiguas a La Valletta que con sus murallas cierra el sistema defensivo de la bahía: Birgu, Conpiscua y Senglea. Pero cuando las vistas son ya de enamorar es al atardecer, cuando los últimos rayos de sol pintan de ocre las murallas de las tres ciudades. Un espectáculo que no debes perderte en La Valeta. En los jardines está también la Saluting Battery. Una batería artillada con réplicas de ocho cañones del siglo XIX que lanzan una salva todos los días a las 12:00 y 16:00 horas. El cañonazo se puede ver gratis desde la balaustrada superior de los jardines, o más de cerca entrando en la propia Saluting Battery (3 €), que da derecho a visitar también el pequeño museo sobre la historia de la batería, adquirida en 2004 por el National Trust maltés y reedificada para uso turístico según era en el siglo XIX.
Dónde: jardines de Barrakka.
Durante el periodo de la Corona de Aragón, cuando Malta pertenecía al reino de Sicilia, la capital de la isla era Mdina, una ciudad fortificada sobre un promontorio en el centro de la isla, a 20 minutos en coche de la actual Valletta. Mdina es una joya de la arquitectura renacentista y barroca, una ciudad de calles peatonales, palacios e iglesias tan bien conservada que es fácil imaginarse paseando siglos atrás. Apenas viven ahora 300 personas allí, buena parte de ellos ancianos aristócratas solitarios en enormes palacios. Se accede por un puente de piedra y nada más traspasar la puerta de la muralla te da la sensación de haber entrado en otro tiempo. A la plaza principal se asoma la catedral de San Pablo, el primer templo de la diócesis maltesa. Tienes que pasear por sus baluartes, tomar un café con repostería en el Fontanella Tea Garden (con las mejores vistas panorámicas), ver el museo de las Mazmorras y alguno de los palacios abiertos al público. Para conocer mejor su historia, puedes participar en un free tour por Mdna. Aunque por el momento no está gentrificada y apenas hay comercios y tiendas de souvenirs (un punto a su favor) Mdina es pequeña y famosa; esto, en una isla turística, significa que lo normal es que te la encuentres atiborrada de visitantes, lo que resta bastante encanto a la visita. Mi consejo: quédate hasta el atardecer (o programa la visita para esa hora). Como no hay más que un hotel y muy caro en la ciudad, casi todos los turistas se habrán ido ya y podrás disfrutar de un paseo por la historia, ahora sí, en silencio y recogimiento.
Dónde: Mdina.
Catacumbas hay varias en Malta. Pero si solo quieres ver unas, que sean sin duda estas de San Pablo, en Rabat, la ciudad contigua a Mdina. Fue una necrópolis romana usada luego en los primeros tiempos del cristianismo en la isla. En ellas se celebraban también reuniones y ritos. Fueron usada hasta época tardorromana y luego quedaron en el olvido hasta que fueron redescubiertas a finales del siglo XIX. Por eso conservan aún las mesas de ágape, espacios tabulares para poner la comida que se compartía con los difuntos, y que fueron prohibidos por la Iglesia hace siglos y destruidos del resto de catacumbas de Europa. La necrópolis es enorme y laberíntica y eso que solo se han excavado unos 30 hipogeos con un total de 1.000 tumbas. Los pasillos son amplios y están bien iluminados y señalizados, así que aunque creas que tienes claustrofobia, podrás hacer la visita sin problema. Hay un pequeño museo explicativo a la entrada.
Dónde: catacumbras de San Pablo.
Horario: de lunes a domingo, de 10:00 a 18:00 horas (última entrada a las 17:30 horas).
Entrada: general, 6 €. Más información y reserva de pases.
Aunque también hay buenos acantilados en Gozo, los más famosos son estos de Dingli, en Malta, a los que se accede desde el pueblo homónimo, situado a 13 kilómetros de La Valletta y a dos de Rabat. En su zona más alta tiene hasta 250 metros de caída vertical. Un sendero los recorre longitudinalmente y permite disfrutar de las mejores vistas. En el punto más elevado se construyó en 1847 una ermita dedicada a Santa María Magdalena. Tiene un mirador alrededor que también ofrece excepcionales vistas.
Dónde: acantilados de Dingli.
Malta tuvo una intensa colonización desde al menos el 5000 a. C. Una cultura de la que se conoce muy poco floreció en la isla y levantó enormes y complejos templos con piedra caliza. Se saben que eran más altos que la media de los humanos de la época y que tenían una sociedad compleja y organizada en la que, por ejemplo, cuidaban a sus enfermos. Hay más de 27 estructuras megalíticas fechadas entre el 5000 y el 2500 a. C. época en la que misteriosamente desaparecen o se van de la isla. Curiosamente no eran estructuras fortificadas ni estaban situadas en los cerros para defenderse mejor. Las levantaban en los valles y sin murallas. Más sorprendente es aún que cuando todo el resto de Europa estaba ya en la Edad del Cobre y usaban metales, ellos siguieron tallando con piedras, pese a tener contacto con el continente. Seis de estos templos fueron declarados Patrimonio de la Humanidad. Los más espectaculares son el de Hagar Qim, al sur de la isla, a dos kilómetros de Qrendi. Y el de Mnajdra, situado en un acantilado a 500 metros del anterior. Son más antiguos que las pirámides de Egipto.
Uno de los pueblos con más encanto de la costa maltesa, con su puerto pesquero siempre lleno de luzzus, las coloridas barcas típicas de la isla que tan bien dan en las fotos. Aunque se pone a reventar de gente, conviene ir si puedes un domingo, día que se celebra un famoso mercado de pescado. Y cualquier día, a comer o cenar (sus restaurantes tienen fama de servir el mejor pescado y marisco de la isla) o a deambular por sus paseo marítimo y sus callejuelas. Está a 20 minutos en coche de La Valeta.
Dónde: Marsaxlokk.
Cuando los cruzados de la Orden de San Juan decidieron crear una nueva capital junto al mar en sustitución de Mdina, el primer lugar donde se asentaron y crearon un sistema defensivo fue en esta alargada península del Gran Puerto. Después del asedio de 1565 por parte de los otomanos, se construyó otra nueva ciudad en la península de enfrente, lo que hoy es La Valletta. Pasear por Birgu (o Vittoriosa, como también se le conoce) es una fantástica inmersión en la vida real de Malta, mucho más que en La Valletta, ya que en Birgu la vida local sigue su curso normal, viven malteses y sus calles y sus casas aún no se han visto fagocitadas por el negocio turístico. Se puede ir en barca desde La Valeta (las lanchas salen de un pantalán debajo del mirador de Upper Barrakka) y acceder así a Birgu por la entrada principal de la muralla, que tiene tres puertas en diferentes ángulos para dificultar el acceso a los atacantes. Un paseo sosegado por sus calles de piedra caliza te permitirá entender mucho mejor la genuina esencia maltesa.
Dónde: Birgu.
La segunda isla más grande del archipiélago tiene unos 35.000 habitantes y siempre fue el granero del país. Mucho más rural y menos construida que Malta, merece la pena incluso alojarse aquí unos días para disfrutarla con detenimiento. Una buena forma de hacerlo es recorrer los pueblos menos turísticos y más auténticos, esos que quedaron estancados en el siglo XVII. Por ejemplo, Xaghra, con una plaza bonita con mucho ambiente; Ghasri, más tranquilo (en exceso) pero muy auténtico también; o Ta’pinu. En Gozo hay que ir a bañarse a Inland Sea, un curioso lago interior de agua salada, y salir por el túnel nadando hasta el mar. Y hay que ver la salinas de Marsanlforn, un curioso sistema de pozas para la producción de sal a lo largo de la costa de esta localidad que son de origen romano. Otra cosa que llama la atención de Gozo son las iglesias. Templos enormes que parecen catedrales, en medio de pueblos minúsculos. Tienes la posiiblidad de adelantar la reserva del trayecto en ferri a Gozo y Comino (la otra pequeña isla de la que te hablo en el punto 12).
Dónde: Gozo.
Malta es más un destino cultural y arquitectónico que de sol y playa. Pero eso no quiere decir que no haya lugares para bañarse. Hay muchas calas de piedra y alguna playa grande; la de mayor tamaño está en Gozo y se llama Ramla il Hamra, que quiere decir la playa de arena roja. Si vas sabrás enseguida el porqué del nombre. Se accede a ella fácilmente en coche desde los pueblos de Nadur o Xaghra.
Dónde: playa Ramla il Hamra.
A la más pequeña de las tres islas se va en barco rápido tanto desde Malta como desde Gozo (10 €, ida y vuelta). Está casi deshabitada: solo vive una familia que atiende una granja y unos apartamentos rurales. El 99 % de los visitantes llega a Comino para bañarse en el Blue Laggon, una bahía en la zona sur de la isla con un increíble color azulverdoso en sus aguas transparentes. Parece una piscina. Un sitio precioso, pero que soporta unos niveles de masificación importantes. Con el buen tiempo, barcos cargados con miles de veraneantes llegan a diario mientras que un par de chiringuitos con música estridente y lanchas rápidas arrastrando tubos de goma con gente gritando sobre ellos rompen toda la magia del lugar. Mejor ir a última hora de la tarde, cuando la mayoría ha empezado a regresar a sus hoteles.
Dónde: Comino.
La cocina maltesa es heredera, igual que su lengua y su cultura, de todos los pueblos que han pasado por aquí. Una curiosa mezcla de recetas árabes, italianas, aragonesas… En Dingli (Malta), te recomiendo Diar Il-Bniet, un restaurante y tienda de delicatessen muy agradable y moderno con cocina tradicional maltesa. Kings Own Band Club, en La Valeta, es de cocina mediterránea y maltesa modernizada. En Gozo merece mucho la pena Ta'Philip, elegante y con buenas carnes, sobre todo de conejo, la especialidad de la isla. En esta isla, concretamente en Mekren, está también Nadir, la pizzería más famosa de Gozo. Pero no esperes una tradicional: en Nadir la masa es de pan y en vez de una capa de queso la lleva de patata, sobre la que pones lo que quieras.
Malta es un destino famoso entre los aficionados al submarinismo por la claridad de sus aguas y sus fondos bien conservados. Otro atractivo: la cantidad de pecios naturales que alberga. Hay más de 39 catalogados, desde barcos fenicios a aviones y destructores de la II Guerra Mundial. Si te gusta bucear en pecios, unos de los más recomendables es un navío italiano que se hundió a la salida del Gran Puerto. Otros puntos de inmersión famosos son Cirkewwa, al norte de la isla de Malta, donde salen los barcos para Gozo, con muchos arcos submarinos y acantilados que llegan a los 36 metros de profundidad; y las grutas de Comino, en especial las de Santa Marija. En Gozo la mejor inmersión es la de la punta de Dwejra, con mucha fauna, corales y fondo a 60 metros. Para snorkel y principiantes: Ghar Lapsi, al sur de Malta.