Con los picos nevados de los Alpes siempre de fondo y un paisaje de suaves colinas cubiertas de viñas, el Piamonte en uno de los destinos de Italia más pintorescos. Una región rica, con alguno de los pueblos más bonitos de Italia, vinos de fama mundial, como los de Barolo, y lagos en los que veranea la jet set europea. Una región donde además se come muy bien. No en vano aquí se acuñó el término slow food. Si quieres hacer turismo por el Piamonte, estos son los sitios que no te puedes perder.
Actualizado por Paco Nadal el 21 de diciembre de 2023.
Es mi sitio favorito en el norte del Piamonte, en la región de los lagos. Orta San Giulio es uno de los pueblos más bonitos del Piamonte. Una localidad decadentemente bella —como todo en Italia— de fachadas en tonos pastel y tejas rojas a orillas del lago de Orta. Es un pueblo pequeño, lleno de desconchones artísticos y decrepitud con porte, con callejuelas en pendiente y un espacio sublime: la Piazza Motta, por la que transita el día a día de Orta. Sentarse en una de sus terrazas en una soleada mañana es la mejor forma de captar la esencia del Piamonte. Frente a ella está la isola de San Giulio, con su abadía, su campanile y sus casas renacentistas que, desde la plaza Motta compone una imagen idílica a cualquier hora, la mires por donde la mires. Hay que subir luego andando hasta el Sacro Monte, donde esperan 20 capillas con la vida de San Francisco de Asís representada mediante grupos escultóricos hechos en el siglo XVII. Y un mirador con una vista casi aérea de la isola. El pueblo es peatonal así que hay que dejar el coche en los parking habilitados. Para comer te recomiendo dos enotecas y gastrotecas con gran variedad de vinos y productos típicos piamonteses que están en la misma Piazza Motta: Pan&Vino y Enoteca Re di Coppe.
Dónde: Orta San Giulio.
La fotogénica isla en medio del lago de Orta lleva habitada y fortificada desde hace siglos; se cree que tuvo cultos precristianos y la primera iglesia fue levantada hacia el 390. Buena parte de ella la ocupa ahora la abadía Mater Ecclesiae, regentada por monjas benedictinas de clausura. Hay un servicio continuo de lanchas desde la Piazza Motta de Orta (4,5 €, ida y vuelta). Merece la pena cruzar para visitar la iglesia de la abadía, con riquísimos frescos del siglo XVIII y un púlpito tallado en serpentina en el siglo XII; en la cripta está enterrado san Giulio. Pero aparte de dar una vuelta a la isla por el paseo del Silencio —un agradable camino empedrado pero por desgracia encajado entre muros y fachadas, sin vistas al lago— hay poco que hacer allí. La verdad es que la isla es más bonita por fuera que por dentro. En esta web tienes horarios e información de las lanchas que van a la isla desde Orta.
Dónde: isla San Giulio.
Situada en el extremo sur de lago d’ Orta esta torre medieval, construida por orden del conde de Crusillano en la segunda mitad del siglo XII, controlaba el paso y el portazgo en el camino entre Gozzano y el valle d’Ossola. Tras muchos avatares históricos y una buena rehabilitación, la torre di Buccione ha llegado a nuestros días como uno de los mejores ejemplos de fortificación medieval de alto Piamonte. Para subir hay que tomar la carretera de Gozzano a Vacciago y a un par de kilómetros dejar el coche en una explanada de tierra a la izquierda, donde está la señalización. Tendrás que seguir a pie: son 10 minutos de cómoda subida. La información turística promete que desde arriba hay una vista panorámica de lago de Orta y los Alpes al fondo, pero la verdad es que los árboles impiden verla. Habría que subir a la torre para disfrutarla, pero hasta donde pude averiguar, no está abierta a las visitas; solo el recinto interior del muro de defensa.
Dónde: torre di Buccione.
En un nido de águilas, sobre una tremenda pared de granito en la orilla oeste del lago de Orta se alza este santuario, construido en 1748. Desde aquí si que hay una vista panorámica soberbia del lago y su entorno. Cuenta la leyenda que la iglesia se levantó en el lugar donde una cruz recordaba a una mujer asesinada por un marido celoso en el siglo XVI. Por eso está dedicado a la Virgen de los Dolores. Se sube por una pronunciada carretera llena de curvas desde Pella. Un buen lugar para ir a disfrutar de las vistas al atardecer.
Dónde: Santuario della Madonna del Sasso.
Visitas: si deseas hacer una visita guiada debes escribir a info@madonnadelsasso.org tal y como indican en su página.
Una de las villas más famosas del lago Maggiore (el otro gran lago piamontés al pie de los Alpes), lugar de veraneo de las clases pudientes centroeuropeas desde que Napoleón mandara construir el túnel del Simplón bajo los Alpes y el ferrocarril permitiera acceder a esta orilla del lago de manera rápida desde Milán. Es una ciudad grande y moderna; lo más atractivo para un viajero está a orillas del lago. La fachada del barrio de Pallanza, donde está el Pallazo de la Citta (Ayuntamiento) y la estación marítima, es una sucesión de bellas mansiones del XIX, la mayoría reconvertidas en hoteles, que recuerdan la elegancia de los veraneos de aquellos tiempos (para quien podía permitírselo, claro). Es una delicia también todo el paseo marítimo a lo largo del lago, con la vista lejana como telón de fondo de los Alpes por un lado y las islas Borromeas por otro (son más accesibles desde Stresa, ver foto siguiente). El paseo llega hasta Villa Taranto, una de las más grandes y lujosas mansiones decimonónicas cuyo propietario mandó construir un enorme jardín botánico alrededor; es una de las visitas obligadas en Verbania (abre de marzo a noviembre). Por detrás de esa fachada costera de mansiones señoriales hay un grupo de callejuelas estrechas y casas más decrépitas, estilo decadencia italiana. Y más allá, la nada para el viajero: un ciudad grande y vulgar.
Dónde: Verbania / Villa Taranto.
Horario del jardín botánico: 15 de marzo a 3 de noviembre de 2024.
Entrada: general, 13 € (más información sobre las entradas con descuentos aquí).
El otro gran centro vacacional del lago Maggiore es esta localidad, lugar de deseo también de la aristocracia del XIX y principios del XX para construir sus mansiones veraniegas. Es más pequeña que Verbania y la población está más diseminada, pero conserva mucho mejor ese ambiente de la belle epoque. Tiene otro delicioso paseo a lo largo de la ribera del lago por el que dar eternas caminatas entre hoteles de cierto lujo y la mansedumbre de las aguas del Maggiore. Stresa es el punto ideal para tomar una lancha hasta las islas Borromeas, un pequeño archipiélago de tres islas y dos islotes situadas entre Verbania y Stresa, en un brazo del lago Maggiore. Se llaman así porque pertenecen a los Borromeo, una familia nobiliaria de origen veneciano. Dos de ellas, la isla Bella y la isla Superior, están a un tiro de piedra de Stresa, desde donde hay servicio de lanchas continuo.
Dónde: lago Maggiore.
Ùltimo pueblo antes de la frontera con Suiza en la ribera del lago Maggiore, Cannobio es otro de los pueblos más bonitos Piamonte. Su precioso frente costero de casas de colores pastel lo ha hecho famoso. Pero es que además tiene rincones muy agradables por todo el caso histórico —que es peatonal— y un ambiente muy elegante y señorial. Te recomiendo sentarte en cualquiera de las terrazas de los restaurantes del puerto, pedirte un buen vino del Piamonte y dejar desfilar la vida ante ti. Puedes, por supuesto, hacer una visita guiada por su centro histórico. Para llegar se pasa por la parte más bonita del lago Maggiore (el extremo norte, lindando con Suiza) pero a costa de hacer kilómetros y kilómetros por una estrecha carretera que serpentea pegada al lago sin apenas sitio ni para parar a hacer una fotografía.
Dónde: Cannobio.
Si vas de camino entre el norte y el sur del Piamonte, Ivrea es un buen punto de hacer una parada intermedia o una noche en el camino. Tuvo gran importancia en el medievo, época de la que conserva cierta magnificencia. El casco histórico está dominado por la Piazza del Doumo, a la que se asoma la catedral y la iglesia de San Nicolás de Tolentino. Detrás de la primera se alza el imponente castillo de ladrillo rojo y solo tres torres (la cuarta la derribó un rayo). Ivrea tiene otro buen montón de palacios y monumentos más y buen ambiente comercial en el eje peatonal formado por Vía Palestro y Vía Arduino. Pero, en general, está todo muy diseminado y el casco histórico poco cuidado, lo que da cierta sensación de abandono. Lo dicho: un lugar para una parada intermedia.
Dónde: Ivrea.
Otro de los pueblos más bonitos del Piamonte, situado en la campiña vinícola del sur, a 70 kilómetros de Turín. Es pequeño, pero con un conjunto urbano de corte medieval muy compacto, todo lleno de palacios e iglesias. Desde lejos, parece el pueblo perfecto de postal, despuntando sobre una colina rodeada de viñedos con un skyline formado por los tres edificios más altos: la casaforte del conde Cotti di Ceres, el campanile de San Michele y la torre Comunale, símbolo de los fueros medievales y la independencia de la ciudad, varias veces derribada y otras tantas reedificada, siempre un poco más alta; la actual data de 1224. Un lugar elegante y recomendable para comer y/o dormir es la Osteria L'Aromatario.
Dónde: Neive.
Este pequeño pueblo, cuya parte más fotogénica y atractiva para el visitante gira en torno al castillo Falletti, se ha hecho famoso por dar su nombre a una de las Denominazione di Origine Controllata e Garantita (DOCG) de vino más prestigiosos y caros de Italia. Las uvas nebbiolo que dan vida luego a los barolo crecen en mimadas viñas alienadas de forma milimétrica en las colinas que rodean el pueblo. Los Barolo son los Ferrari del vino italiano y por una botella de crianza decente no esperes pagar menos de entre 50 y 100 euros. Como decía, el pueblo es bonito pero tiene poco que ver más allá del castillo, en cuyo interior está el Museo del Vino a Barolo y la Enoteca Regionale del Barolo. Pero merece la pena acercarse a comprar Barolo en alguna de las muchas enotecas que hay en sus calles —donde organizan catas de diversos precios— y a comer en alguno de sus restaurantes de cocina piamontesa. Te recomiendo especialmente Barolando, una casa de comidas tradicional en la Piazza Municipio, a la entrada del casco antiguo, con excelente pasta fresca, ambiente casero, buenos vinos y precios razonables (lo que por desgracia no se puede decir de otros muchos restaurantes del pueblo).
Dónde: Barolo.
A cinco minutos en coche de Barolo, también sobre una colina y con un perfil erizado de campanarios, se levanta este otro pueblo con encanto en el que de nuevo parece que hay más iglesias y palacios que parroquianos. La iglesia de San Martino, la que despunta sobre el resto del pueblo, es espectacular por fuera —con una soberbia fachada de ladrillo rojo— y por dentro, con una recargada ornamentación barroca. Mucha iglesia para un pueblo tan pequeño. La torre Comunale, como todas en estos pueblos, está exenta a cualquier templo y en este caso se levanta ante una gran plaza en la parte más alta del pueblo, abalconada sobre las colinas de vides de la DOCG Barolo. Un paisaje declarado Patrimonio de la Humanidad y que resulta un verdadero espectáculo visual apenas que la luz acompañe un poco. Un buen local, moderno y elegante, para alojarse y/o comer en La Morra: Uvelanghe, frente a la iglesia de San Sebastiano.
Dónde: La Morra.
Con más aires de ciudad que los pueblos anteriores, Cherasco ofrece otro casco histórico cuajado de monumentos, palacios e iglesias, construidos como todos los de la zona en ladrillo rojo. La mayoría se levantan en torno a la calle Vittorio Emmanuelle II, semipeatonal, que empieza y termina en sendos arcos. Cruzando el de Belvedere, en el extremo norte de la calle, se llega a la soberbia fachada del santuario de la Madonna del Popolo, también en ladrillo rojo y muy barroca. El interior es una filigrana de estucos, con más de 200 ángeles, que merece la pena una visita aunque a estas alturas estés ya cansado de ver tanta iglesia. Al fondo, como un telón perfecto, se alzan los picos nevados de los Alpes.
Dónde: Cherasco.
La visita imprescindible en el sur del Piamonte. Si solo tienes tiempo para una localidad, no lo dudes: Alba. El centro histórico de Alba es peatonal en su mayoría y con una sorprendente unicidad de estilo. La calle principal es Vittorio Emmanuelle II, llena de elegantes comercios y tiendas de delicatesen gastronómicas. Desemboca en la Piazza Resorgimiento, donde está la catedral —con su gran campanile— y el Ayuntamiento, con su bella fachada porticada. Todo ello puedes conocerlo con una guía profesional en un free tour por Alba. Alba es la capital de las buena gastronomía piamontesa y el gran escaparate del amor que sus habitantes profesan por las materias primas locales. No en vano a16 kilómetros de aquí, en Bra, nació el movimiento Slow Food. Por eso hay tantas tiendas de suculencias culinarias. En especial del oro vegetal de Alba: el tartufo bianco (trufa blanca), que solo crece en esta zona. Cuando veas los precios, no pienses que es un error: ¡sí, en torno a 4.000 € el kilo! Por eso las muestran en vitrinas, como los diamantes.
Dónde: Alba.
Y por fin, la capital. Turín, Torino, sede la casa real de Saboya y primera capital de la Italia reunificada. Posiblemente la ciudad más atípica de Italia porque se parece más a París o a Budapest que a Roma o Siena. Su casco antiguo es una secuencia de grandes avenidas, kilómetros de calles con soportales, plazas monumentales —como la del Castello o la de San Carlo— y edificios singulares, ya sea una antigua puerta de la muralla romana o un rascacielos nacido como sinagoga que ahora es el Museo del Cine. Turín necesita de al menos tres días para verla con cierto detenimiento. ¿Te apetece adentrarte en Turín sobre ruedas?
Dónde: Turín.
El Piamonte está equidistante entre Turín, su capital, y Milán. Ambas ciudades cuentan con aeropuertos internacionales con buena conectividad, así que las dos son recomendables para alquilar un coche y empezar allí esta ruta, en función de los vuelos que más te interesen. Hay dos zonas bien diferenciadas: la de los grandes lagos, al norte. Y las llanuras agrícolas al sur, con Barolo como capital del vino, y Alba, de la famosa trufa blanca.