Vilna (Vilnius en lituano) la capital de la república báltica de Lituania conserva el mayor centro histórico barroco de Europa reconocido Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Eclipsada por Tallín y Riga, muchos viajeros la visitan de paso tras su recorrido por Estonia y Letonia. Craso error. La ciudad que fue capital del Gran Ducado de Lituania desde el siglo XIII al XVIII tiene mucha historia y sitios que ver además de su magnífico trazado medieval. Su interesante propuesta cultural matizada por una convulsa historia combina hoy planes de ocio que te harán descubrir uno de los rincones más desconocidos de Europa. En este post te propongo ocho planes diferentes en Vilna.
Publicado por Ida Plaza el 22 de febrero de 2020.
Como poco, peculiar. Algirdas Toliatas además de joven (45 años) y apuesto tiene 28.848 seguidores en Facebook y es el sacerdote de moda que ha conseguido atraer a la iglesia (en masa) a las generaciones más jóvenes de Vilna, una ciudad que tiene casi tantos templos (en proporción) como Roma y cuyos aforos quedan cada vez más vacíos. Toliatas fue ordenado sacerdote en 2007 y desde 2013 es capellán jefe interino de la policía de Lituania. Celebra sus oficios en la iglesia de Ramintoja —hasta hace poco almacén por herencia de la época soviética— en pleno centro histórico de Vilna. Es un sacerdote del siglo XXI que descubrió la fe sin que nadie le convenciera y que cree que la iglesia es una gran contribución a una ciudad multicultural. Te recomiendo visitar Ramintoja, una iglesia muy loca. Tienes la opción de aparecer en un selfie de Toliata durante un oficio o podrás visitar la exposición permanente de arte sacro contemporáneo del conocido artista lituano Ray Bartkus, «Los 12 apóstoles», compuesta por cientos de bombillas encendidas y donde el mensaje en palabras del sacerdote es: «Los apóstoles son los portadores y encargados de transmitir el evangelio. La instalación es el lenguaje de nuestros tiempos». Genial.
Dónde: iglesia de Ramintoja.
Užupis (cuya traducción del lituano es «detrás del río») es uno de los distritos más antiguos del capital, ubicado en el centro histórico, detrás del río Vilna. Durante el Holocausto quedó prácticamente vacío y la época soviética lo redujo a ruinas. Solo sobrevivió una desfavorecida población de vagabundos y prostitutas. Cuando en 1990 se declara la independencia de Lituania, los artistas y bohemios de Vilna se instalaron en Užupis por el bajo precio de los alquileres y su cercanía a la academia de arte. Aquí se empezó a gestar una gran concentración de energía positiva y creatividad, una incubadora de arte. En 1997 Užupis se autoproclamó república independiente (en clave de humor, ya que obviamente rigen las leyes lituanas) y ahí empezó su fama. Tienen constitución, himno propio, presidente, obispo, dos iglesias, el cementerio de Bernadine, siete puentes, un ejército de 12 personas y un guardián llamado el ángel de bronce ubicado en su plaza principal. Užupis además de república independiente, es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, un barrio bohemio y artístico, caro y renovado con una comunidad muy creativa y espacios que albergan festivales, conciertos, exposiciones y todo tipo de expresión. Puedes consultar aquí toda la información de eventos. No te pierdas a la entrada del distrito los paneles que exhiben su constitución, que consta de 41 artículos y está traducida a 23 idiomas, reflejo puro del derecho a la inspiración y libertad. Una visita interesante a un barrio donde «un gato no está obligado a amar a su dueño, pero le debe ayudar en los momentos difíciles», (artículo 13 de la constitución de la República de Užupis).
Durante la Segunda Guerra Mundial, en torno al área de la calle Stikliu, en el casco histórico de Vilna, se ubicaba el gheto judío. En esta zona de la ciudad durante casi dos años y bajo las órdenes de la Alemania nazi, el horror exterminó a unos 40.000 prisioneros. ¿Uno de los capítulos más desconocidos de la historia del Holocausto? Sí. Poco saben que el 22 de junio de 1941, cuando el ejército nazi alemán invadió el territorio lituano, vivían en el país unos 240.000 judíos, incluidos los refugiados de Polonia. Solo unos 10.000 sobrevivieron el final de la guerra. Te recomiendo descubrir el barrio judío a través de una magnífica iniciativa: #WallsThatRemember, un proyecto de street art en memoria de la comunidad judía lituana. De momento solo se han creado cinco grafitis basados en imágenes reales de personas del barrio antes de la guerra, puedes ver las ubicaciones exactas de los grafitis #WallsThatRemember en este mapa. Es una experiencia conmovedora, pues te acerca a personajes reales y su vida antes de la tragedia. En este momento está en marcha la recaudación de fondos para poder crear la sexta obra. Si estás interesado en colaborar con el proyecto, visita esta web.
Dónde: calle Stikliu.
República Socialista Soviética de Lituania es el nombre que recibió Lituania durante los 50 años de invasión soviética, otro capítulo nefasto de su historia. En esta época y en plena Guerra Fría, en territorio lituano se contabilizaron hasta 1.000 búnkeres cuyo objetivo era el de proteger a la población en caso de ataque. Tras la independencia de 1990 estos herméticos refugios cayeron en el olvido hasta que en 2009 el gobierno aprobó un permiso para darles una nueva vida. Las propuestas más creativas para transformarlos en lofts, hoteles, oficinas, clubes nocturnos, etc. empezaron a proliferar. En Vilna hay alrededor de unos 170 búnkeres, muchos de ellos en las zonas industriales de la ciudad, pero no sabemos cuántos se reciclarán. Una de las experiencias más impactantes es la de realizar un tour a un búnker nuclear original y restaurado. ¡Un auténtico y angustioso viaje al pasado! El del gigante industrial ELFA está ubicado en Naujamiestis o New Town. Perteneció desde 1974 a esta fábrica dedicada a la automatización de aparatos mecánicos. Es angustioso encerrarte bajo tierra entre paredes de 35/40 centímetros, selladas por puertas de 300 kilos y descubrir a la luz de una linterna todo el contenido y equipo de supervivencia de la bóveda: libros, comida, música, teléfono militar, protección antibombas, kit enfermería, medidor de radiación y equipo para salir. Puedes reservar la visita en este enlace. Si este plan no te anima pero aún así quieres visitar un búnker puedes acercarte a uno reconvertido en bar, el Alaus Namai, local de rabiosa moda en el que descubrirás una deliciosa cerveza lituana; eso sí, no sentirás las mismas emociones que se desatan al recrear la experiencia de descubrir el refugio original.
Durante la época soviética, las artes se pusieron al servicio de la dictadura del proletariado y debían ser oficialmente aprobadas. ¿Qué ocurrió entonces con los artistas de la época que continuaban creando según su propia inspiración? Pues vivían escondidos en sus talleres y si las piezas circulaban, era por regalo. No existía el valor económico de las obras, ni un mercado como tal. El MO Museum, el museo de arte moderno, es una iniciativa privada de científicos y filántropos lituanos que se encargaron de recolectar todo el arte creado desde el 1960 (tras la caida de la URSS) para ponerlo en valor y dar a conocer esta parte de la historia lituana. La colección resultante alcanza las 5.000 piezas (entre modernas y contemporáneas). Funcionó como un museo de arte sin espacio físico durante casi diez años. Y desde hace uno se pueden ver en este magnífico espacio museístico, obra del arquitecto Daniel Libeskind, concebido como una puerta cultural que une el pasado y el futuro. Una visita que merece mucho la pena. No hay exposición permanente, las piezas están continuamente rotando del almacén a las salas de exposiciones.
Dónde: MO Museum.
Horario: de 10:00 a 20:00 horas. Martes, cerrado.
Entrada: general, 11 €. Reducida, 5,5 €. Para consultar el resto, puedes hacerlo en su página oficial.
Vilna está rodeada de naturaleza, es uno de sus grandes atractivos. A tan solo hora y media de la capital tienes la posibilidad de internarte en frondosos bosques donde los bisontes campan en libertad. ¡Nada más ni nada menos que los ejemplares silvestres más grandes de Europa! Febrero es el mejor mes para avistar estas grandes bestias, pues la grasa acumulada del otoño empieza a menguar y ellos vuelven a pastar a los campos. Ornitostogos es una empresa que organiza los safaris, con picnic y transporte incluido desde Vilna y destina 10 euros del precio de la excursión a proyectos de protección de la naturaleza. Si tu espíritu aventurero no da para tanto, te propongo una visita de rasgos felinos dentro de la ciudad al Cat Café. Una cafetería para desayunar, comer o merendar entre gatos, una afición que empezó en Japón y que se ha extendido por otros países del mundo. Lulu, Nika, Pelé o Varvara son algunos de la familia de 15 gatos que vive en el café. Todos peculiares, tranquilos y con personalidad propia. Lo único que debes tener en cuenta son las reglas del local entre las que no se permite despertar a los gatos que estén durmiendo, debes lavarte las manos antes de tocarlos y no usar el flash en los selfies. Un detalle, el local está impecable y son solo bienvenidos los #catlovers.
En Vilna encontrarás una forma fascinante y típica de Europa del Este para servir la sopa ¡en un cubito de pan! El pan es uno de los alimentos más antiguos e importantes en Lituania y en forma de kubiliukas (cubo en lituano) es el recipiente perfecto para probar las deliciosas sopas calientes que preparan. Las encontrarás en muchos restaurantes. Si no te gusta la sopa, quizá lo tuyo sea el aguamiel (mead). Una bebida alcohólica elaborada a base de agua y miel desde tiempos remotos. Este licor fue tan importante en la cultura lituana que ha trascendido al folclore lituano y era común beberlo en ceremonias, funerales y actos de culto a las deidades. Girta Bite (La Abeja Borracha) es un coqueto bar en pleno centro de la ciudad donde podrás degustarlo en distintas versiones (algunos alcanzan los 50 % de alcohol). Casi nada. Consulta este post si quieres saber más sobre dónde comer bien en Vilna.
Apreciar la belleza de la resina de árbol fosilizada es posible en la sala de exposiciones del Amber Museum-Gallery, en Vilna. Es sencillo pues la región báltica es el hogar del mayor depósito de un mineral que ha acompañado a los lituanos a lo largo de su historia. La exhibición se encuentra en el sótano de un edificio del siglo XV y allí aprenderás que el gintaras (ambar en lituano) no es siempre amarillo/ocre, puede ser blanco y negro, verde y rojo, azul y hasta multicolor. Y si te enamora, puedes hacerte con alguna pieza de miles de euros. Otro plan agradable es dar un paseo entre letras por la calle Literatu (Literatu Gatve), una vía angosta y peatonal en el centro de Vilna que ejerce de galería de arte al aire libre. Allí se exponen pequeñas obras de arte dedicadas a homenajear a literatos históricos que guardan relación con Lituania. La iniciativa empezó en el año 2009 coincidiendo con la Capitalidad Europea de la Cultura de Vilna. Las paredes de Literatu Gatve lucen una colección en torno a 200 obras, cada cual más original.
Dónde: Amber Museum-Galelery / calle Literatu.