La isla canaria de La Palma es un pedacito de roca volcánica de apenas 700 kilómetros cuadrados donde, pese a su reducida superficie, el viajero podrá cruzar ecosistemas de lo más variados en un mismo día: desde bosques casi tropicales a pinares, enormes extensiones de plataneras y retazos de la selva de laurisilva que un día cubrió toda la Macaronesia, mares de lava aún calientes y algunos de los parajes volcánicos más singulares de toda Canarias. Si has decidido visitar La Palma ten en cuenta ante todo que es un tremendo desnivel, una ladera sin fin: la acción de los volcanes elevó su reducido perímetro hasta los 2.426 metros de altitud del Roque de los Muchachos, la cota más alta de La Palma. En este post te cuento qué ver en La Palma, la isla bonita.
Actualizado por Paco Nadal el 27 de abril de 2022.
Un buen lugar para empezar a descubrir la isla es Santa Cruz, la capital. Aunque la primera impresión del visitante es que se trata de una ciudad moderna más, basta deambular por su casco antiguo para darse cuenta del maravilloso tipismo colonial de la principal urbe de la isla. De hecho, Santa Cruz es una de las ciudades más antiguas de Canarias: fue fundada en 1493. Tan dilatada historia se percibe en la plaza de España, el rincón más coqueto de la ciudad. La plaza es un espacio asimétrico, sosegado y lleno de historia por donde fluye día a día la tranquila vida palmera. A ella se asoma la iglesia de El Salvador comenzó a construirse nada más fundarse la ciudad. Pero el edificio civil más importante de la plaza y de la isla es el Ayuntamiento, también de estilo renacentista, construido para sustituir al antiguo edificio, quemado por los piratas franceses en 1553. Se da la curiosidad de que en el Ayuntamiento de La Palma se eligió el primer consistorio de elección popular de España. Ocurrió en 1773, cuando los palmeros ganaron una disputa contra los Regidores Perpetuos de Castilla. En la isla se mantiene aún muchos oficios artesanos (cestería de palma, ganchillo, repujado de metales, trajes tradicionales, puros, cuero, cerámicas…). Puedes ver y comprar una selección de todos ellos en el Centro de Exposición y Venta de Artesanía Casa Salazar, en la calle O’Daily, 22. Te puede servir de ayuda también la guía con todos los artesanos de La Palma, que edita el Cabildo.
La tradición del balcón de madera llegó a las islas con los primeros colonizadores, que procedían en su mayoría de Andalucía. Con el tiempo fue transformándose hasta adquirir entidad propia y convertirse en uno de los elementos más característicos de la arquitectura del archipiélago. En la isla de La Palma se conservan alguno de los más bellos balcones de toda Canarias, sobre todo en la avenida Marítima. Se componen de un piso de madera (generalmente de tea de pino canario) soportado por vigas y varias columnas que mantienen un tejadillo del mismo material. Se hacían de manera artesanal y cada maestro carpintero le daba su propio estilo. Servirían más tarde como modelo a otros muchos que aún se ven en las plazas de Perú, Colombia, Cuba o Venezuela.
El icono de la naturaleza palmera es la Caldera de Taburiente, uno de los cuatro parques nacionales que existen en Canarias y quizá el más espectacular de todos para el visitante. Se trata de un gigantesco cono de más de 4.600 hectáreas de superficie y 2.400 metros de altitud, visible fácilmente desde el aire o en las fotografías aéreas que venden en los comercios y que modela y da forma a la isla. Aunque hay muchas teorías, la mayoría de expertos coincide en señalar que una serie de volcanes submarinos levantaron la isla hasta unos 3.000 metros de altitud. Posteriormente, la erosión del agua y los hundimientos geológicos fueron excavando el gigantesco agujero hasta que el agua de precipitación, muy abundante en La Palma, rompió finalmente la pared lateral por uno de sus lados y creó esa curiosa forma de herradura que ahora muestra. Un abismo de vértigo que los visitantes recorren por un sendero muy aéreo que bordea toda su cima. También se puede entrar por abajo, desde la costa, por otro sendero que se interna hacia la espesura de sus profundidades por el barranco de las Angustias. Mientras arriba, en la cresta, todo es negra y desnuda roca volcánica, abajo en el barranco, un manto casi tropical formado por pinos canarios, beleques, helechos, cedros, tajinastes y otros endemismos que ponen una nota de verdor entre el monótono color de la lava. Se accede por la carretera LP-4, que sube también hasta el Observatorio Astrofísico de Canarias y el Roque de los Muchachos.
Cuando visites el parque nacional de la Caldera de Taburiente aprovecha y continúa por la estrecha carretera hasta la cima de la isla, el Roque de los Muchachos, situado a 2. 426 metros (también se puede llegar a pie por el sendero que recorre la cresta del parque). Un roque, en Canarias, es una elevación montañosa muy escarpada, generalmente restos erosionados de un volcán. La gran diferencia de alturas de la isla favorece la existencia de muchos ecosistemas y climas diversos. Mientras en el Roque de los Muchachos puede amanecer un día lluvioso y frío, en la costa oeste disfrutan de una jornada calurosa y soleada. Por el camino de ascenso irás descubriendo los maravillosos paisajes palmeros. Un interminable bosque de pino canario, resistente al fuego, cubre las laderas volcánicas que caen de la cumbre. Desde el roque tendrás uno de los más fascinantes paisajes canarios. A un lado, el enorme boquete de la Caldera de Taburiente, que se desploma durante 1.500 metros hasta el barranco de las Angustias. A otro, la ruta de los Volcanes (ver siguiente foto), una especie de columna dorsal sobre la que se apoya la isla formada por centenares de conos volcánicos, casi siempre sumidos en la bruma de los alisios. El Roque de los Muchachos es también la sede del Observatorio Astrofísico, uno de los mayores complejos del mundo para la observación del espacio. Las especiales condiciones de visibilidad y altura de la isla de La Palma han atraído hasta este punto observatorios y telescopios de varios países europeos.
Otro de los hitos que no se deben obviar en la isla es la ruta de los Volcanes, una de las marchas senderistas más fascinantes y originales de los que se puedan hacer sobre territorio español. Se trata de una senda que recorre toda la cresta de la isla, de volcán en volcán. Parte del refugio del Pilar, cerca de la pista que une El Paso con San Isidro, y enlaza cráter con cráter a través de un paisaje torturado y único, donde la lava, las escorias y las extrusiones basálticas pintan el decorado con toda la gama del ocre al negro. La senda no presenta ninguna dificultad técnica, pero precisa de una buena condición física para afrontarla. Tiene 19 kilómetros de recorrido para los que se necesitan unas seis horas. Es un sendero lineal y hay que prever un coche para el regreso. Desnivel acumulado, 650 metros. Acaba en la localidad de Fuencaliente.
Fuencaliente, el final de la ruta de los volcanes, es la población más sureña de La Palma. También la más afectada por las erupciones volcánicas, como atestigua el entorno dramático, casi tétrico, que la rodea. En el paisaje de Fuencaliente no hay más elementos que el blanco impoluto de las casas, el verde de los pinos canarios y el negro intenso de las cenizas volcánicas. Al costado de poniente, en una pronunciada ladera, crecen las viñas de malvasía, la joya enológica de la isla. A un par de kilómetros del pueblo, un cartel señaliza la pista hacia el volcán San Antonio, uno de los más bellos y mejor conservados de todo el archipiélago canario. El volcán San Antonio vomitó sus entrañas en el año 1677, en una de las explosiones mejor documentadas de aquellos lejanos siglos. Tras la explosión, quedó este magnífico cráter circular, convertido hoy en gran atracción para los que se acercan a la isla. Pero no es el único volcán interesante cerca de Fuencaliente. El 26 de octubre de 1971 la tierra de la isla volvió a temblar. Más de 30 nuevos conos surgieron de la nada en esta punta meridional y durante 23 días estuvieron lanzando lava y cenizas al exterior. Nacía así el Teneguía, el último volcán español. La lava expulsada hacia el mar se solidificó e hizo que la isla creciera en 10 kilómetros cuadrados. Otra de las fotos clásica de la zona es el faro de Fuencaliente y las salinas cercanas, espacio también protegido por su singularidad es de las pocas salinas que hay en las Canarias occidentales.
La isla está llena de barrancos que atesoran bosques relictos y el bien más preciado, el agua. Son zonas perfectas para practicar el senderismo. Uno de los imprescindibles es el barranco del Agua, en el noreste de la isla, municipio de Puntallana. Se trata de un estrecho cañón que se desploma desde casi la cumbre del Roque de los Muchachos hasta el mar en una sucesión de bellos paisajes y resaltes. Sumergidos en la negra humedad del barranco del Agua te será fácil imaginar cómo era el planeta Tierra en épocas geológicas pasadas. Hay varios senderos señalizados por el barranco. Se accede desde Santa Cruz por la LP-1, por un desvío a la izquierda antes de Santa Lucía. Más al norte, siguiendo por la misma carretera LP-1 hasta el municipio de San Andrés-Sauces aparece señalizada el Area Recreativa y Centro de Visitantes Los Tilos, tiene abundante información sobre este espacio protegido y de ahí parten senderos hacia la cascada de Los Tilos, el mirador de las Barandas y las famosísimas nacientes de Marcos y Cordero. El tilo es una de las especies arbóreas que forma la laurisilva, un tipo de bosque relicto, es decir, ya extinguido, que sin embargo ha encontrado en estos barrancos estrechos y húmedos de Canarias un lugar propicio para seguir creciendo como los hizo hace millones de años en toda la cuenca mediterránea.
El mismo perfil agreste y torturado que ofrece la isla de La Palma en superficie tiene su prolongación bajo las aguas del Atlántico. Arcos de lava, cañones, grietas y grutas aseguran interesantes inmersiones, con aguas que oscilan entre 20ºC y 26ºC, aunque la pesca ha mermado bastante la fauna local. En la zona de Los Cancajos, cerca de la capital de la isla, se cuentan bastantes puntos de inmersión. Por ejemplo, el gran túnel horadado en la lava al que se conoce como la South Cave Rock. O los arrecifes artificiales creados por las escolleras que defienden las playas, en cuyos recovecos se refugian gran cantidad de animales, incluidas las gambas limpiadoras. En general los fondos suelen estar formados por atractivos paisajes de lava, con rocas y resaltes entre los que nadan meros, rayas, peces trompeta y ballesta y alguna que otra tortuga. Es frecuente la presencia de anguilas jardineras y campos de gorgonias. En la playa del Hoyo, al resguardo de los vientos, se puede bajar hasta 22 metros para ver peces ballesta, rayas torpedo y pastinacas. Al sureste de la isla se bucea en la playa de Las Cabras, un valle sumergido que baja hasta 40 metros; también en Malpique y en Punta Larga. Al norte, los principales lugares para sumergirse son el Charco Azul – una piscina natural de aguas confinadas ideal para iniciación -, Puerto Espíndola y Puerto de Trigo, un buceo desde playa que permite bajar a 25 metros, entre formaciones de lava.
Aunque La Palma es famosa por su exuberante naturaleza interior y buena parte de los viajeros llegan buscado precisamente eso, no hay que olvidar sus playas. Que las tiene, y muy buenas. Son el descanso perfecto para después de una buena caminata. Una de las más sorprendentes por su arena negra es la playa del puerto de Tazacorte, playa urbana, grande y con todos los servicios en la desembocadura del barranco de las Angustias (Caldera de Taburiente). Puerto Naos, en los Llanos de Aridane, es otra de las grandes y muy turísticas; está rodeada de pequeñas calitas. Los Cancajos, muy cerca de la capital, es otra gran playa muy recomendable. Y luego hay docenas de calas y piscina naturales de agua salada por ambas costas – como el Porís de La Candelaria, en el pueblo de Tijarafe- que harán las delicias de quienes busquen algo más de privacidad.