Paraguay es un país sin litoral, el quinto más pequeño de América del Sur, que limita con Brasil, Argentina y Bolivia. Tiene dos regiones bien diferenciadas: la Oriental -donde vive la mayoría de sus siete millones de habitantes- y la occidental -el Chaco- donde la densidad poblacional es muy baja. Nunca había estado en Paraguay por lo que me decidí a visitarlo hace poco. ¡Y me encantó! Tanto el país como sus gentes. Estos son los lugares que te recomiendo visitar en la zona Oriental si te decides a hacer turismo en Paraguay, un destino que seguro repetiré. Mapa con todos los puntos de interés, al final.
Publicado por 1000sitios el 24 de septiembre de 2022.
Asunción es la capital y el aeropuerto de entrada al país si viajas desde España. Es una ciudad moderna a orillas del río que da nombre al país, pero merece la pena dedicarle un par de días. Como la mayoría de las ciudades latinoamericanas, lo más turístico gira en torno a su centro histórico, aunque también encontrarás barrios modernos con una amplia oferta gastronómica. Entre los lugares incluir en tu recorrido por ese casco antiguo está el Panteón de los Héroes, una copia en pequeño de los Inválidos de París. La Casa de la Independencia es la casa más antigua que queda en Asunción; fue construida en 1772, durante el Virreinato español, y hoy es un museo sobre el proceso de independencia paraguayo frente al imperio español: un buen baño de historia en un edificio restaurado que alberga muebles, pinturas y artículos de la época de valor incalculable. El palacio de los López es otro de los edificios emblemáticos de la capital paraguaya, actual sede de la presidencia de la República. Frente al palacio está la Manzana de la Rivera, un grupo de nueve viviendas construidas entre los siglos XVIII y principios del XX que son casi el único testigo que queda del viejo Asunción y que fueron salvadas de la piqueta gracias a la acción de un grupo de jóvenes arquitectos; hoy es un centro cultural. Date también un paseo por la plaza de Armas y alrededores, el centro urbano siempre lleno de ambiente, vendedores callejeros y animadas terrazas de bares y restaurantes. Y por las Costanera de Asunción, la gran avenida y malecón peatonal que avanza en paralelo al río y que es la gran zona de asueto y paseos de los asuncenos, sobre todo los fines de semana. Puedes reservar un tour privado por Asunción (ideal si viajas en grupo) para descubrir toda la arquitectura de gran valor artístico, cultural y patrimonial de la ciudad. Duración: de 3 a 7 horas.
¡Me encantó la cocina paraguaya! Una fusión entre la cultura guaraní y la española salpimentada más tarde con la de inmigrantes sobre todo italianos y alemanes. La mandioca es la reina. Todo está rico, desde los puestos populares de la calle a los restaurantes más caros y afamados. Y ¿qué se come en Paraguay? Pues hay muchos platos a base de mandioca, pero también de maíz y de queso. Entre los más populares: la sopa paraguaya, que ¡no es un caldo!; es una especie de bizcocho esponjoso y salado muy rico en calorías. La chipa guazú es un suflé a base de choclo, cebolla, queso y huevo. La chipa es un pan de mandioca con queso y anís. El mbeyú es una especie de crepes de mandioca con queso fresco. Pero lo más popular son los asados. A los paraguayos les encanta la carne y que te inviten a un buen asado a la estaca es una de las mejores experiencias culinarias que te puedas llevar de este país.
El lago Ypacaraí, de unos 90 km2 de extensión, es el mar interior de Paraguay. Ubicado a unos 40 kilómetros de la capital y rodeado de cerros con espesa vegetación, es la zona más famosa de playas y de veraneo para los paraguayos. Aunque hay tres pueblos con alojamientos en sus orillas (Aregüa e Iparacay, entre ellos), el más popular y con más servicios y playas es San Bernardino, el Miami paraguayo, un lugar chic donde disfrutan la primavera y el verano las clases más pudientes del país. Desde San Bernardino puedes hacer todo tipo de actividades de aire libre, como navegar por el lago en canoa canadiense, escalada, buce, paseos en quads o vuelos panorámicos. Hay muchas empresas de actividades de aventura (yo las hice con Aventura Xtrema) aunque también puedes dedicar el tiempo simplemente a descansar en sus playas y participar en las numerosas actividades culturales y de ocio que se programan en temporada alta (de diciembre a febrero). Son famosas también sus discotecas y fiestas nocturnas. Durante mi estancia en San Bernardino me alojé en un hotel Tatano Posada Boutique, a las afueras del pueblo y con unos atardeceres maravillosos sobre el lago. Si no quieres perderte la visita a San Bernardino, puedes reservar esta excursión de día completo desde Asunción con paseo en barco incluido.
Caacupé es la capital espiritual del Paraguay. Si te interesa la religión o quieres descubrir la espiritualidad y la pasión con la que muchos paraguayos viven la fe, te interesará acércate a la basílica Menor de la Virgen de los Milagros de Caacupé, a 53 kilómetros al este de Asunción, el más importante lugar de culto y peregrinación del país, al que acuden anualmente miles de paraguayos para rezar antela Virgen. La fecha clave es entorno al 8 de diciembre, cuando comienza el novenario. Esos días, miles de feligreses se acercan a Caacupé como marca la tradición: en carretas tiradas por bueyes. Otros lo hacen a pie, recorriendo grandes distancias para cumplir una promesa o en agradecimiento. Es tradición también refrescarse o llevar a casa agua del pozo de la Virgen, a la que los creyentes atribuyen poderes milagrosos. El edificio fue terminado en 1765, tiene también el rango de catedral y es el santuario más grande del país.
En Paraguay se conservan muchas especialidades artesanas -cerámicas, textiles, filigrana en oro y plata-, mezcla de la cultura guaraní y del Virreinato español La filigrana, una técnica centenaria mediante la cual se elaboran piezas de joyería y orfebrería con hilos finos con tal exquisitez que el metal llega a parecer un encaje, tiene su capital en Luque, a las afueras de Asunción. Un buen lugar para ver cómo se trabaja la filigrana y comprar piezas excepcionales es la escuela de joyería Itaju. La cerámica se trabaja mucho en tres localidades, Tobatí, Itá y Areguá, muy en especial en esta última. Si quieres ver una buena muestra te recomiendo ir al Centro Cultural El Lago, en Areguá, donde se recoge una buena muestra tanto la cerámica tradicional paraguaya como la de nueva creación. Areguá fue declarada Ciudad Creativa por la UNESCO. Pero quizá la artesanía más característica de Paraguay sea el ñandutí: un tipo de bordado originario de estas tierras que imita la tela de araña y que confeccionan aún muchas mujeres artesanas en Itauguá, la cuna del ñanduti. En Itauguá viví la experiencia de ver trabajar a estas mujeres en el centro cultural de las Tejedoras del Ñanduti, abierto al público a diario y con venta de artesanías.
En esta excursión con origen en Asunción puedes conocer las ciudades de los alrededores del lago Ypacaraí: Luque, Areguá, Itauguá y San Bernardino. Las tres primeras como ya he mencionado son la cuna de la filigrana, la cerámica y el ñanduti, máximos representantes de la artesanía paraguaya.
¡Otro de los lugares de visita imprescindible en Paraguay! La reserva de la biosfera del bosque de Mbaracayú, en el departamento de Canindeyú, al este del país, fronterizo con Brasil, es un pequeño resto de los ocho millones de hectáreas de selva que hace poco más de medio siglo cubría la zona del alto Paraná. Es la mayor mancha de bosque subtropical húmedo en la región oriental de Paraguay: 64.405 hectáreas de bosque primario declarados reserva en 1992 para proteger un ecosistema en peligro y el hábitat de la etnia aché, una de las más singulares de las 19 que viven aún en Paraguay. Una de las características de este tipo de bosque, conocido como selva paranaense o mata atlántica, es que está recorrido por cientos de ríos y arroyos, que sirven para internarse en él gracias a las canoas. Si visitas la reserva, puedes disfrutar de paseos en canoa por el río Jejuimí, recorrer diversos senderos en el bosque, realizar paseos en bicicleta, observar aves, hacer paseos nocturnos, disfrutar de la cordillera del Mbaracayú desde el mirador del bosque y contemplar las espectaculares cascadas del salto Karapá. Mbaracayú alberga más 400 especies de aves, 219 de hormigas y 114 de plantas. El punto de acceso para conocer la reserva y alojarte en ella es el Mbaracayú Lodge (ver foto siguiente).
El centro educativo Mbaracayú, a 20 kilómetros de Villa Igatymí, es el punto de entrada al bosque de Mbaracayú y el sitio donde puedes alojarte, comer y contratar guías que te lleven al interior de la selva. Cuenta con tres cabañas y un total de 13 habitaciones, con y sin baño privado, más restaurante y una zona de cámping. Se trata de una entidad educativa solo para niñas creada por la Fundación Moisés Bertoni -la misma que compró y gestiona el bosque de Mbaracayú. Las alumnas cursan aquí un bachillerato técnico en ciencias ambientales con énfasis en turismo y agroecología durante tres años y en régimen de internado. Ellas son las encargadas de gestionar el alojamiento de los visitantes y el restaurante del centro. Si quieres conocer más sobre la historia de estas niñas, te recomiendo leer este post. Reservas y más información sobre el lodge, en su web. Para llegar al lodge desde Asunción (unos 300 kilómetros) hay que seguir la Ruta 3 hasta la ciudad de Curuguaty; luego, por la 13 hasta la ciudad de Villa Ygatimi. A partir de ahí, un camino de tierra de unos 10 kilómetros lleva a la entrada de la reserva.
Si hay una palabra que defina Paraguay es tereré. El tereré es la tradición de la hierba mate en Paraguay, la infusión de hojas que los paraguayos beben a todas horas del día, todos los días de la semana. La peculiaridad respecto al mate argentino es que se toma con agua fría que los paraguayos llevan en unos termos que cargan siempre consigo. Tiene otra particularidad: por la mañana se toma con hierbas digestivas, los famosos yuyos, y el resto del día solo con la hierba mate. Si, además, a media mañana acompañas el tereré con unas empanadas o unas chipas de maíz y queso, entonces se llama tereré rupá, el tentempié antes del almuerzo. Tuve la oportunidad de vivir la experiencia de probarlo por primera vez en El Tereré Literario, un espacio cultural en el Mercado 4 de Asunción donde el viajero puede acercarse a la bebida nacional declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco en el 2020 en torno a una buena conversación.
Uno de los lugares que me impresionaron en Paraguay es obra del hombre. Una obra gigantesca y colosal: la presa de Itaipú sobre el río Paraná, la segunda presa más grande del mundo, solo superada recientemente por la de las Tres Gargantas en China. Itaipú fue construida a medias entre Brasil y Paraguay, ya que el Paraná hace frontera entre ambos países, y es la central hidroeléctrica con mayor capacidad del mundo. Las cifras de Itaipú son colosales: produce el 90 % de la energía eléctrica que se consume en Paraguay y el 17 % de la que se consume en un país gigantesco como Brasil. Tiene 20 turbinas que parecen gigantes, 10 pertenecen a cada país. La gran presa creó un lago artificial que cubre más de 1.400 kilómetros cuadrados. Si Itaipú por fuera es espectacular, por dentro impresiona aún más. Desde la sala de control donde se gestionan las 20 turbinas, a la gigantesca sala bajo la que están situadas estas o el antiguo cauce del río Paraná -que yace ahora seco a 180 metros bajo el lago entre dos gigantescas paredes de hormigón de 15 metros de espesor. Itaipú es un monumento a la capacidad del hombre para levantar obras colosales. Por algo Itaipú es una de las siete maravillas del mundo moderno. Las visitas guiadas se pueden contratar aquí.
Uno de los lugares imprescindibles de ver en Paraguay. Los saltos del Monday, un afluente del Paraná, son las cataratas más altas y grandes del Paraguay (hubo otras mayores, los saltos del Guaira, pero quedaron anegadas en 1982 al construirse la presa de Itaipú). Ojo porque no se pronuncia como se lee, Monday es una palabra guaraní que se pronuncia algo así como “mondaú”. Esta maravilla de la naturaleza cuenta con más de 40 metros de altura y se compone de tres caídas principales con otras menores complementarias que se precipitan próximas a la desembocadura del río Monday en el río Paraná. En torno a los saltos es posible realizar actividades de senderismo, canopy o tirolina. Cuando los visité comí en la terraza del restaurante Aqua, ubicado en el Salto Monday Park Boutique, con una vista bellísima a los saltos y un ascensor que te permite bajar a su base. Si viajas en familia o te gustan las actividades de aventura, cerca queda el Parque Aventura Monday, un ecoparque inclusivo dedicado al ecoturismo con diversas actividades de naturaleza. Reserva aquí una excursión a Ciudad del Este y los Saltos del Monday.
Si te queda cerca de tu ruta, puedes visitar este centro de interpretación ubicado en uno de los últimos restos de bosque atlántico del Alto Paraná, dentro del Área Silvestre Protegida de la Reserva Natural Yguazú. Se trata de un vanguardista edificio construido a orillas del lago que forma la presa de Itaupú y que alberga una interesante muestra sobre el legado cultural de los guaraníes mediante una museografía innovadora e integrada en el entorno. Para acceder al edificio central se recorre un sendero de 800 metros con seis estaciones temáticas y educativas distribuidas dentro del bosque. Puede que esas estaciones te defrauden un poco, pero cuando llegues al edificio del museo te quedarás absorto con la calidad de la exposición y con lo didáctico que resulta para entender los secretos de la cultura guaraní. Más información, en este enlace.
Las misiones fundadas por los jesuitas en Sudamérica a principios del siglo XVII y con el beneplácito de la Corona española, fueron uno de los sucesos más singulares de la colonización de América. De las treinta misiones que se crearon en el Alto Paraná, ocho estaban en el actual territorio de Paraguay, una zona de mayoría guaraní en los que, a cambio de ser evangelizados, los indígenas podían vivir en paz sin ser esclavizado, manteniendo su lengua, su cultura y su estructura social. Aquellas misiones, conocidas como reducciones o la República de los Indios fueron una utopía humanista que duró siglo y medio y que por desgracia acabó muy mal. Las ruinas de aquellas misiones en territorio paraguayo componen lo que ahora se conoce como la ruta Jesuítica de Paraguay y es uno de los principales recursos turísticos del país. Estas son los que sí o sí debes incluir en tu visita:
San Ignacio Guazú (a 233 kilómetros al sur de Asunción) fue fundada en 1609 y se le considera el primer asentamiento de los jesuitas en el actual país. Por desgracia, de la iglesia original no queda ni una piedra, pero si se conserva un edificio del siglo XVII que era la escuela-taller donde los guaraníes aprendían oficios y que hoy alberga el museo Diocesano de San Ignacio Guazú. Allí se exhibe un buen conjunto de esculturas realizadas en madera policromada talladas por los guaraníes en el siglo XVII, distribuidas en 4 salas diferentes. Si quedan también algunas de las viviendas de los indígenas, que se levantaban siempre en torno a la gran plaza mayor de la misión, y que hoy están integradas en el entramado urbano de la localidad. La iglesia moderna suple a la de la misión casi en el mismo sitio donde estuvo aquella y compone una postal encantadora. Para comer en San Ignacio Guazú te recomiendo el restaurante La Arcadia, con una cálida decoración y excelente cocina regional.
Las de Trinidad del Paraná son las ruinas más grandes y mejor conservadas de las reducciones jesuíticas paraguayas. Si solo vas a visitar una, no hay duda: esta. En ella llegaron a vivir 4.000 indígenas -gestionados por tan solos dos padres jesuitas- dedicados a la ganadería y a la fundición de campanas de bronce. Las ruinas de Trinidad del Paraná están a 28 kilómetros de Encarnación, en el departamento de Itapuá. Tras dos siglos enterradas y comidas por la selva, fueron reencontradas y recuperadas. Son el mejor ejemplo de cómo se estructuraban aquellas misiones. Había siempre una gran plaza mayor, rodeada por las casas de los indígenas. La presidía siempre una iglesia. Los edificios que quedaron en pie muestran también los espacios que los jesuitas construyeron como escuelas para los indígenas, además de cementerios, talleres y zonas de cría de ganado y agricultura. Santísima Trinidad del Paraná fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1993. A las 21 h. empieza a diario un interesante espectáculo de luces y sonidos.
A unos 13 kilómetros de Trinidad del Paraná empezó a construirse otra gran iglesia, pero quedó inconclusa por la expulsión de los jesuitas en 1768. Aunque las ruinas son más reducidas en extensión que las de Santísima Trinidad, la visita a Tavarangüe resulta más conmovedora por el videomapping que se proyecta todas las noches sobre sus muros sin finalizar. El audiovisual documenta la labor evangelizadora de los padres jesuitas en el Paraguay. Y termina con un alegato estremecedor: la voz de un cacique actual leyendo la carta que aquel lejano 1768 enviaron otros caciques guaranís rogando al gobernador que no se marcharan los padres jesuitas pues eran los únicos que los protegían de la esclavitud y fomentaban su cultura y su lengua. No fue así. Los jesuitas se marcharon y los indios terminaron trabajando casi en régimen de esclavitud en haciendas de colonos españoles y portugueses.
La región oriental de Paraguay es tierra de enormes llanuras aprovechadas para la ganadería. Hay muchas estancias tradicionales que ofrecen experiencias muy auténticas de turismo rural. Yo estuve en la estancia Tacuaty, a 280 kilómetros al sur de Asunción, cerca de Santiago Misiones. Tienen alojamiento en cuartos dobles con baño privado y muy bien decorados, por la noche ofrecen una cena genuina paraguaya - con asado a la estaca, chorizos San Juanino, mandi’o chyryry, chastaka y sopa paraguaya- y por la mañana te llevan a cabalgar por las interminables llanuras de pastos que forman esta región sur de Paraguay.
No solo los jesuitas hicieron labor evangelizadora en el alto Paraná. Los franciscanos también tuvieron un gran protagonismo. Su legado arquitectónico más importante es la iglesia de San Buenaventura, en la localidad de Yaguarón, a 54 kilómetros al sur de Asunción. San Buenaventura es una de las iglesias más famosas y visitadas de Paraguay y se le considera un hito del barroco franciscano-guaraní. Está construida entera en madera de lapacho y decorada con finos retablos cubiertos por pan de oro.
Piribebuy, a 75 kilómetros al este de Asunción, es el epicentro de la industria de la caña de azúcar en Paraguay. Las Bodegas Fortín organizan una Ruta de la Caña de azúcar por sus plantaciones que permite hacerse una idea del duro oficio de cortador de caña participando machete en mano en la corta y desbrozado de la planta (¡una labor dura donde las haya!). Durante la experiencia (que te recomiendo vivamente) harás también chipa guazú en un horno de leña, visitarás una vieja mielera (donde se extraía la melaza de la que saldría luego el ron) y recorrerás parte de la finca en una carreta tirada por una yunta bueyes de las que se usaban para llevar la caña al trapiche. La ruta termina con una cata de caña paraguaya (como se le llama al ron producido aquí a partir de la caña de azúcar) a cargo de una maestra ronera.
Paraguay tiene dos zonas bien diferenciadas. La Oriental es la más poblada, donde están las princpiales ciudades y atractivos turísticos. Es de la que te hablo en este post. Y luego está el Chaco, que ocupa más de la mitad de la superficie del país, toda la zona occidental, y es un gigantesco desierto llano y verde, muy poco poblado. De esa parte te hablaré en un próximo viaje.