Desde los desiertos de altura de Atacama hasta los bosques valdivianos de la Patagonia, Chile ofrece 4.200 kilómetros de la más salvaje naturaleza. Un destino imprescindible si te gustan los horizontes infinitos, las montañas, los lagos, los glaciares y los volcanes. He tenido la fortuna de visitar Chile en muchas ocasiones. En la última, recorrí la Carretera Austral: la ruta más bella de la Patagonia Chilena y crucé los canales patagónicos: de Punta Arenas a Cabo de Hornos.
Actualizado por Paco Nadal el 26 de enero de 2024.
El desierto de Atacama, en el extremo norte de Chile, es uno de los más bellos del mundo. Toda la magia de los grandes espacios vacíos y el minimalismo de los lugares yermos que trasmiten paz y sosiego al hombre concurren en Atacama; un desierto de altiplano pedregoso, con volcanes de más de 5.000 metros, lagunas saladas donde anidan flamencos y mesetas infinitas en las que la vista se pierde en la grandiosidad del paisaje, donde ramonean las vicuñas y los ñandúes en busca de paja brava. San Pedro de Atacama es su centro neurálgico. Un encantador pueblo de adobe con planimetría cuadriculada, calles sin asfaltar y casitas de planta baja construidas todas con barro y paja o pintadas de tal color desde donde parten todas las excursiones para descubrir este desierto de altura. Sin lugar a dudas, Atacama es una visita imprescindible.
Dónde: San Pedro de Atacama.
Desde lejos podrías confundirla con Río de Janeiro o con Sao Paulo, porque Valparaíso parece una inmensa red de favelas que tapiza por completo los cuarenta y dos cerros sobre los que se asienta. Pero una vez que te adentras en este laberinto de cuestas y miradores, de calles adoquinadas y elevadores mecánicos, te percatas de que no son favelas, sino mansiones neoclásicas, palacetes afrancesados o simples viviendas familiares pintadas con tonos imposibles. Valpo es una ciudad hecha en tres dimensiones, en donde no se camina, se escala. Hay un aroma portuario de hierros oxidados, de colores vibrantes, un mar de tejados que se solapan y superponen, como un Tetris de ladrillo y hormigón crecido sin orden ni concierto, pero cuyo ordenado caos mereció el galardón de Patrimonio de la Humanidad. Una ciudad única, indescriptible, que hay que ver para amar. Descúbrela en una visita organizada.
Dónde: Valparaíso.
Este antiguo poblado maderero al pie del volcán Villarrica se ha convertido en uno de los más afamados centros vacacionales de los Andes chilenos y el lugar más turístico de la región de la Araucanía, la antesala de la Patagonia. La silueta del volcán Villarrica colmata todo el horizonte de Pucón y su entorno. Es un volcán poderoso, perfecto. Un volcán de libro, o de dibujo de niño pequeño: con forma troncónica, solitario y aislado en mitad de la llanura, con un cráter humeante del que muchas noches salen destellos de fuego de la lava incandescente y un glaciar de nieves perpetuas que abriga la cumbre como una bufanda de hielo. Y debajo, un gigantesco lago de aguas azules bordeado por playas negras de cenizas volcánicas donde bañarse o pescar. Pucón es un paraíso para los amantes del medio ambiente ¡Descubre Pucón desde el aire!
Dónde: Pucón.
Puerto Varas, a orillas del lago Llanquihue, pertenece a la Región de los Lagos, donde oficialmente empieza la Patagonia Chilena. Puerto Varas es el inicio de una de las mejores excursiones de naturaleza que se pueden hacer a través de la cordillera andina. Durante siglos, los Andes fueron un frontera casi infranqueable entre Chile y Argentina. Hasta que se construyeron las primeras carreteras, la única manera de cruzarla era buscando pasos naturales. Uno de los más frecuentados históricamente fue la ruta que une Puerto Montt y la vecina Puerto Varas, en Chile, con San Carlos de Bariloche, en Argentina, a través de los lagos Todos los Santos y Frías. Es lo que se llama el Cruce de los Lagos, una de las rutas turísticas más bonitas (y frecuentadas, sobre todo en temporada alta) de los Andes.
Dónde: Puerto Varas.
Es una de las islas más grandes de Sudamérica y uno de los destinos imprescindibles en toda visita al sur de Chile. Se accede a ella en ferri, por ejemplo, desde Pargua, a unos 60 kilómetros de Puerto Montt por la carretera Panamericana (ver horarios y precios). La costa norte de la isla, la que da al Pacífico en torno a la península de Lacuy, está cubierta de densos bosques que crecen gracias a las humedades que llegan del océano. Una zona de naturaleza espectacular donde hay muchos lugares de interés, entre ellos la pingüinera de los islotes Puñihuil, la única de Chile donde anidan juntos pingüinos de Humboldt y de Magallanes. Toda esa zona costera está protegida bajo la figura del Parque Nacional de Chiloé, un territorio verde y fascinante cubierto por una selva de alerces, coigües y olivillos. Merece la pena quedarse en alguno de los alojamientos que las comunidades huiliches, el pueblo originario de la isla, ofrecen en Chaquín o en Huentemó y adentrase desde allí por los senderos que ofrece el parque. En este post te cuento 12 cosas que ver y hacer en Chiloé.
Dónde: Chiloé.
Este espacio protegido entre Caleta Gonzalo y Chaitén es famoso no solo por albergar más de 300.000 hectáreas de genuino bosque templado húmedo que cubren viejos valles glaciares. Su celebridad radica asimismo en que es el parque natural privado más grande del mundo. En 1991 el millonario y filántropo estadounidense Douglas Tompkins (fundador de la marca de ropa de montaña The North Face) compró 17.000 hectáreas de bosque en esta zona solo para dejarlas tal cual estaban y evitar su uso o destrucción. Poco a poco fue adquiriendo más terreno con los mismos fines: conservarlo. En 2005 fue declarado Santuario de la Humanidad. Tompkins cedió los terrenos a una fundación chilena que es la que ahora los administra. La entrada al parque es gratuita pero solo se puede recorrer por los senderos señalizados y autorizados. Más información en Proyecto y Parque Pumalin.
Dónde: Caleta Gonzalo / Chaitén.
Otro de los hitos inexcusables de la Patagonia chilena. En Queulat, que se despliega en torno al seno Ventisquero, vuelve a aparecer el bosque templado lluvioso en todo su esplendor, selva primaria que el hombre no ha mancillado aún. La estrella del parque natural Queulat es el Ventisquero Colgante, un glaciar que nace en el cerro Alto Nevado, a 2.225 metros de altitud y cuyo frente forma ahora una pared de hielo colgando de un acantilado por el que se precipita una bella cascada. Es altamente recomendable el sendero de 3,5 kilómetros que va desde el área de acampada hasta la morrena del glaciar.
Dónde: Parque Nacional Queulat.
Es la población chilena que controla la ribera norte del estrecho de Magallanes. Pese a sus 130.000 habitantes tiene algo de puesto de colonización, de ciudad de frontera en la que la luz y el aire presagian ya las soledades australes. Recuerda un punto a Valparaíso, con esos cerros alomados tapizados de casitas bajas de vivos colores que se descuelgan hasta la orilla del Estrecho de Magallanes. El periódico local se llama El Pingüino, razón más que sobrada para venir a conocer una localidad tan singular como esta. Punta Arenas es el punto de partida de excursiones para ver pingüineras cercanas y zonas de bosque autóctono en el Estrecho de Magallanes y de los cruceros que navegan hasta Ushuaia por los canales patagónicos.
Dónde: Punta Arenas.
Conocida oficialmente como Camino Longitudinal Austral, la carretera que atraviesa buena parte de la región patagónica fue empezada a construir por los ingenieros militares en 1976, durante el régimen de Pinochet, para afianzar la soberanía en este territorio lejano y de difícil acceso. Las obras seguían una estrategia definida: avanzar lo más rápido posible con una pista de tierra de 10 metros de ancho y estructuras provisionales (los ríos más caudalosos se pasaban en balsa) para luego poco a poco ir consolidando la obra con asfalto y puentes de hierro. En la actualidad la Carretera Austral cubre 1.240 kilómetros entre Puerto Montt y Villa O'Higgins, aunque hay tramos que solo se pueden enlazar por vía marítima mediante transbordadores o dando un rodeo por tierra entrando a Argentina. No te pierdas el vídeo que grabé en mi recorrido por la Carretera Austral: la ruta más bella de la Patagonia chilena.
Dónde: Puerto Montt.
La fotografía más famosa e icónica de la Patagonia chilena es este parque nacional que con sus gigantescas torres de piedra tallada por los glaciares simboliza la fuerza de la naturaleza patagónica. Hay variadas posibilidades de excursiones. Desde Puerto Natales, la base más cercana al parque, puedes contratar una excursión de día para ver las torres y la parte central del parque. Pero también hay tour y trekking de hasta 8 días para darle la vuelta a todo el macizo pernoctando en albergues y refugios de montaña, caminando en paralelo al glaciar Grey y salvando collados espectaculares como el paso John Garner, con vistas al Campo de Hielo Sur.
Dónde: desde Puerto Natales.
Más al sur de Villa O'Higgins la única manera de avanzar es por avión o en barco por los canales patagónicos. Un dédalo de islotes, estrechos, fiordos y senos sin salida que suponen un reto para la navegación y un deleite para los sentidos del pasajero. El espectáculo de colores que se despliega ante la vista es soberbio: el blanco de los glaciares del Campo de Hielo Sur y de los picos del Parque Nacional Bernardo O'Higgins. El azul impoluto del cielo. El verde turquesa de las aguas de deshielo de los fiordos. Los mil tonos ocres, verdes y amarillos de los bosques de ñires y lengas y el de las bayas rojas que crecen en el sotobosque. La turba negra que almohadilla el suelo, empapada por siglos de lluvia continua. El violeta eléctrico de las conchas de moluscos muertos en las playas de cantos rodados junto a los árboles secos, con su grisácea palidez de muerto viviente. Un espectáculo que solo se puede ver en este confín del mundo.
¿Quieres ver las imágenes más alucinantes de los canales patagónicos?
Una de las visiones más sorprendentes que se pueden tener en Tierra del Fuego es la de una castorera. En Patagonia nunca hubo castores. Lo introdujo el hombre en 1946 para comercializar su piel. El negoció no funcionó, pero los castores se quedaron y como no tenían depredadores, se reprodujeron de manera exponencial. Su hábito de talar árboles para construir diques y represar el agua está destrozando los bosques patagónicos. El terreno que rodea una castorera es un escenario digno de un akelarre, con docenas de árboles derribados o secos en medio de lagunas artificiales creadas por estos ingenieros del bosque.
La mejor —y única— manera de descubrir los canales e islas patagónicos es desde el mar. La compañía chilena Cruceros Australis tiene dos barcos que hacen recorridos entre Punta Arenas y Ushuaia, en ambos sentidos, con paradas en pingüineras, glaciares, islas con elefantes marinos, bosques patagónicos, además de en Wulaia. Como colofón del recorrido, llegan el cabo de Hornos. Son barcos de un máximo de 120 pasajeros con un concepto de crucero-expedición, en los que a diario se baja a tierra en zodiac para hacer excursiones en tierra y durante las horas de navegación se programan charlas sobre glaciología, fauna y flora e historia patagónicas.
Es la base militar chilena instalada en la isla de Navarino, en la margen sur del canal de Beagle. Se le considera el asentamiento administrativo más austral de la Tierra, ya que más al sur solo está la Antártida. Es un poblado de casas de madera rodeado de la naturaleza más virgen y salvaje que uno pueda imaginar. Bosques compactos de lengas, ñirres y coigües, retorcidos como sacacorchos por efecto del viento, tapizan las laderas de la isla. Una bruma pegajosa los envuelve en misterio. Dos mil personas, entre militares, familiares de estos y pescadores dedicados a la centolla y el calamar pueblan esta suerte de paraíso perdido. Hay barcos turísticos que hacen excursiones a diario desde Ushuaia (Argentina) a Puerto Williams a través del canal de Beagle.
Dónde: Puerto Williams.
El colofón perfecto a un viaje por Tierra de Fuego. Cabo de Hornos es el extremo sur del continente americano y el fin de la tierra conocida. Más allá solo está la Antártida. Aunque en realidad no es un cabo sino una isla que pertenece a Chile. No hay puerto ni pantalán: solo se puede desembarcar en las barcas auxiliares del barco que nos lleve allí. Y si hace mucho viento o mal tiempo, resulta imposible. En la isla vive un militar chileno y su familia, que se relevan cada año. Puede parecer un destierro, pero nada más lejos de la realidad: hay más de 500 solicitudes en cada convocatoria para ese puesto. El militar elegido debe tener hijos y trasladarse con toda su familia. Cuidan de la estación de radio y meteorológica, del faro más austral del mundo y de la tienda de recuerdos. Es una pequeña aventura familiar costeada por el estado y para un marino chileno, un orgullo haber sido el alcalde de la isla de Hornos durante ese periodo.
Dónde: Cabo de Hornos.
El destino soñado y mitificado por cualquier viajero está lejos, muy lejos de todo. A Pascua hay cinco horas y media de vuelo desde Santiago de Chile con LAN. Rapa Nui (su nombre en lengua aborigen) es una isla volcánica solitaria, de 24 kilómetros de largo por 12 de ancho (dos veces la superficie de Formentera) en mitad del océano Pacífico, lejos de todo. El continente sudamericano queda a 3.700 kilómetros hacia el este. Por el oeste, lo más cercano es la Polinesia Francesa… ¡a 4.300 kilómetros de distancia! Si exceptuamos las pequeñas islas Pitcairn, que quedan a unos 2.000 kilómetros hacia occidente, no hay nada en torno a Pascua a menos de 5 horas y media de vuelo. No hay vecinos. Solo agua. Todos estos enigmas te van atrapando sin darte cuenta y a las pocas horas de haber aterrizado en Pascua caes subyugado por sus misterios, incluido el de sus famosos y enigmáticos moais. ¡Anímate a hacer un tour por la isla de Pascua y la playa de Anakena!
Dónde: Isla de Pascua.