Irán es la demostración de que el mundo es muy diferente de como nos lo cuentan en los telediarios. Quien viaja hasta la antigua Persia vuelve maravillado de la amabilidad de sus gentes y la facilidad de viajar por libre en Irán. Si vas por primera vez, aquí te cuento los lugares que ver en Irán.
Publicado por Paco Nadal el 01 de enero de 2018.
Si solo pudieras visitar una ciudad iraní, te recomendaría ésta. Isfahan es la ciudad histórica mejor conservada y más monumental del país. La visita inexcusable. Pasarás mil veces por Nagshs-e-Jahan, la gran plaza del Imán, el mayor espacio urbano de Irán, donde siempre hay gente de compras, sentada en los jardines o haciéndose selfies. Mezquitas y palacios escoltan esta plaza porticada, auténtico teatro de las variedades urbanas. En un extremo de la plaza la puerta Qasarieh da paso al Gran Bazar: cinco kilómetros de callejuelas abovedadas donde se vende de todo. Y luego están los puentes sobre el río Zayandeh, el palacio de las 40 columnas, el barrio armenio... Necesitarás como mínimo tres días para conocer bien Isfahan.
Si buscas una verdadera ciudad-oasis de la Ruta de la Seda, esa es Yadz. Isfahan es monumental, pero Yazd, con su laberinto de callejuelas, sus muros de adobe, sus enormes chimeneas refrigerantes y sus mezquitas recubiertas de azulejos es la gran sorpresa para el viajero. El casco antiguo es pequeño y acogedor para el visitantes y muchas de las terrazas de sus casas de adobe han sido reconvertidas en restaurantes o miradores. La mezquita del Viernes es bellísima. Y el bazar rebosa de vida y de encanto. Todo un descubrimiento para un primer viaje a Irán.
Desde Yazd se pueden hacer muchas excursiones. Una de las clásicas es a este castillo que protegía la ruta entre Isfahan y Yadz. Es antiquísimo y su basamento es muy anterior a la llegada del Islam a Persia, aunque fue ampliado y mejorado posterioremente.
Zein-o-din es un caravanserai (antigua fonda y parada de postas de la Ruta de la Seda), a 60 kilómetros al sureste de Yazd. Otra de la excursiones típicas desde esta última ciudad. Lo que lo hace especial y diferente al otro millar de caravanserais que hubo en Persia es que Zein-o-din es de planta circular. Algo sorprendente en este tipo de construcciones. Data de 1575 y hoy es un restaurante y albergue con habitaciones múltiples y baños compartidos. Ver atardecer en el desierto desde la terraza superior es todo un espectáculo.
El tercer lugar fácil de visitar desde Yazd es este, Sar Yazd, una antigua ciudadela de barro fortificada que se encuentra aún en perfecto estado de conservación. Siempre estuvo en uso, ya fuera como habitación (tenía capacidad para unas 2.000 personas) o –últimamente- como granero y almacenes. Fue construida durante la época sasánida (siglos III a VII) y tiene tres niveles habitacionales.
Otra ciudad-oasis de la Ruta de la Seda, con casas de adobe y un bazar pequeño pero muy interesante. No es tan impactante como Yadz, pero se suele hacer como excursión desde Isfahan, de la que dista 182 kilómetros. Tiene un casco antiguo lleno de mezquitas, casas históricas y monumentos civiles. Alejado del centro está el jardín Bagh-e-Fin, declarado Patrimonio de la Humanidad
Con casi un millón y medio de habitantes y más de 2.500 años de historia, es otra de las grandes ciudades monumentales del suroeste de Irán. Pero no es comparable a Isfahan. Shiraz tiene varios puntos de interés –como la ciudadela o el bazar Vakil-, pero repartidos por un entramado de calles más modernas y menos espectaculares que las de Isfahan. De todas formas merecería la pena ir aunque solo fuera por visitar el mausoleo Shah-e-Cherag, uno de los centros de peregrinación más santos y famosos de Irán. Los no musulmanes pueden acceder al recinto sagrado, siempre en pequeños grupos acompañados por personal del edificio; lo organizan de manera amabilísima a la entrada del mausoleo. Recomiendo ir al atardecer. Shiraz es además el punto de partida de las excursiones a Persépolis. Cualquier taxista de la ciudad te puede llevar; regatéale un buen precio y te esperará en la puerta de las ruinas para devolverte a tu hotel en Shiraz.
2.500 años lleva el sol abrasando la antigua ciudad de Persépolis, una de las ruinas más majestuosas de todo Oriente Medio. La antigua capital de Persia fue un fabuloso conjunto palaciego hasta que Alejandro Magno se la pasó por el arco del triunfo para demostrar a los persas quién había ganado la guerra. Pese a los destrozos lo que ha llegado hasta nuestros días es fantástico, incluida la puerta de la Naciones —con sus dos toros alados—, los delicados relieves del palacio central y las colosales columnas que aún siguen en pie. En verano hace un calor axfisiante; mejor llevar protector solar, gorra y una buena provisión de agua.
Muy cerca de Persépolis (se visitan en la misma excursión) está Naqsh-e-Rustam la necrópolis de los principales reyes aqueménidas, entre ellas la del gran Dario I –con quien el imperio persa alcanzó su máximo apogeo- y la de su hijo, Jerjes I, cuyos ejércitos aplastaron a los famosos 300 espartanos en el paso de las Termópilas y llegaron hasta Atenas. Otro sito al que recomiendo encarecidamente ir. Las tumbas están esculpidas en la pared de un acantilado y forman un conjunto ceremonial impresionante.
Pese a que Kerman fue prácticamente destruida en el siglo XVII por los qayares, la dinastía de origen turco que gobernó en Irán hasta 1925, el casco antiguo de esta ciudad del desierto de Lut es aún una delicia de bazares y callejuelas donde perviven oficios y estilos de vida desaparecidos en otras urbes más grandes.
Qom es uno de los lugares más sagrados de Irán porque aquí está el mausoleo de Fátima, la hermana del imán Alí Reza (el octavo imán de los chiíes), cuya cúpula dorada marca el centro espiritual y geográfico de la ciudad. La ciudad en sí no tiene mucho interés, pero si quieres vivir la experiencia de un lugar sagrado para el chiismo, donde la religión lo impregna todo y las mujeres con chador negro son mayoría, tienes que venir a Qom. Cientos de peregrinos llegan cada día al mausoleo de Fátima. Los visitantes no musulmanes son bienvenidos al mausoleo; hombres y mujeres entran por puertas separadas y a ellas les dan un chador de colores, como también ocurre en Shah-e-Cherag de Shiraz.
La ciudadela de Arg-é Bam fue un importante puesto fortificado en la Ruta de la Seda. Con más de 2.000 años de historia, era una de las ciudades fortificadas construidas con adobe más impresionante de Persia. Pero en 2003 un terrible terremoto mató a más de 40.000 personas y destruyó casi por completo la vieja ciudad de barro. Las imágenes del castillo y la ciudad antigua reducidas a un enorme montón de polvo dieron la vuelta al mundo. El gobierno iraní emprendió un plan de reconstrucción y hoy día la antigua ciudadela casi ha recuperado su antiguo esplendor.