A tan solo cuatro horas y media de vuelo directo desde Madrid, Senegal representa la puerta amable al África negra. Un país seguro, con un sistema democrático estable que ocupa parte de la costa noroeste del continente africano. Quizá no tenga la espectacularidad de los paisajes de otras zonas de África, pero la mezcla de su gente, su cultura, su legado colonial francés y sus muchas atracciones naturales lo convierten en una especie de muestario de las esencias del continente. Además (y esto en África no es baladí), puedes organizar el viaje por tu cuenta y moverte en coche por el país sin problemas. Eso sí, como en el resto de África, con mucha paciencia. La percepción del tiempo aquí es muy distinta a la europea. Estos son 10 lugares que te recomiendo en un viaje por la costa oeste de Senegal.
Actualizado por Ida Plaza el 10 de diciembre de 2022.
Dakar es la capital de Senegal, puerto de entrada y punto de partida perfecto para iniciar el viaje. Esta ciudad ocupa la península de Cabo Verde, en el extremo occidental de África. No destaca por su belleza ni por su legado arquitectónico, pero vivirla al menos un par de días invita al visitante a descubrir el caos típico de las urbes africanas unido a su reciente pasado colonial francés y al teranga, la hospitalidad senegalesa. Sus calles, a veces asfaltadas, a veces de tierra, son la vida misma, puro contraste. Barrios elegantes y populares, coches de alta gama y autobuses coloridos del transporte público, selectas tiendas y mercados populares con productos que suponen una explosión de emoción, color, olor y sabor. En Dakar está, además, la visita más conmovedora (en términos históricos) del país. Frente a sus costas se ubica la isla de Gorea, el mayor centro de tráfico de esclavos hacia América durante la época colonial, desde el siglo XVI al XIX. Aquí se escribieron 300 años de la historia más dolorosa y oscura de la Humanidad. En Dakar también hay museos, mercados, monumentos y descanso con sol y playa. Si lo deseas, puedes formar parte de un free tour por Dakar o bien optar por una visita guiada privada por la capital de Senegal. En este post te cuento qué ver en Dakar, la capital de Senegal.
La reserva de Bandia es privada, buen ejemplo de sostenibilidad y caso de éxito ecológico. 3.500 hectáreas de magnífico paisaje africano trufado de baobabs, arbustos, matorrales, enredaderas y habitado por los grandes mamíferos de África. Todo, gracias a la regeneración de la flora y la reintroducción de especies en peligro de extinción o ya desaparecidas en el país por la presión demográfica y la caza furtiva. Badía está a 65 kilómetros de Dakar y a 15 de Saly. Aunque no puede competir en la liga de los grandes parques africanos como Ngorongoro, en Tanzania, o el Masai Mara de Kenia, lo cierto es que en ningún otro lugar puedes, a poco más de cuatro horas de vuelo desde España y un trayecto corto en coche, disfrutar de una auténtica experiencia de safari africano. Antílopes, gacelas, rinocerontes, avestruces, jirafas, jabalíes, cebras, búfalos solitarios y unas 120 especies de aves son fáciles de avistar. La reserva cuenta con un restaurante que, además de servir buena comida, es en sí mismo un espectáculo. A sus anchas pululan jabalíes como si de perritos falderos se tratara; los monos invaden el comedor en busca de un aperitivo y, en el horizonte, las aves anidan y los cocodrilos se asolean como troncos de madera flotantes. Para visitar la reserva de Bandia lo habitual es desplazarse en coche todo terreno alquilado o contratado allí mismo para cubrir entre dos y tres horas los 50 km de senderos turísticos. Puedes así mismo, sumarte a una excursión privada a la Reserva de Bandia e incluso a una que incluye la visita al Lago Rosa. En esta zona también es posible descubrir las pirámides serers, antiguas cámaras funerarias en baobabs milenarios que aún contienen huesos humanos.
El delta fluvial del río Salum es un accidente geográfico fascinante, como todos los deltas. Fluye hacia el océano Atlántico Norte abarcando 180 mil hectáreas de territorio a lo largo de 72 kilómetros de costa y 36 de interior. ¡Una inmensidad! Fue declarado en 2011 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por «ser importante para la comprensión de las culturas de varios períodos de la ocupación del Delta y testigo de la historia del asentamiento humano a lo largo de la costa en el Oeste de África». Aquí se encuentra el Parque Nacional del Delta del Saloum, que alcanza las 76.000 hectáreas. Los brazos fluviales separan unas 200 islas formadas por sedimento y conchas de moluscos y trazan una red de canales espectaculares entre bosques de manglares, bosques secos y la costa atlántica. Navegar por este paraíso natural (la visita recomendada de la zona), cuyos cielos tornan rosa y lila al atardecer te permitirá el avistamiento de muchas especies de aves: pelícanos, garzas, cigüeñas, cormoranes, martines pescadores, así como el charrán real, el flamenco, el correlimos zarapitín o el vuelvepiedras. Más allá del incalculable valor de este ecosistema para la cría y hábitat de aves, en algunas de las islas (alrededor de unas 28) se han encontrado restos de objetos funerarios que han sido claves para conocer las formas y costumbres tradicionales de enterramientos de los indígenas. No dejes de pisar uno de las más impactantes: la isla de Conchas de ‘Diorom Boumag' (palabra wolof): ¡una montaña de conchas de 20 metros de altura! Desde Dakar, tienes la posibilidad de contratar una excursión al Delta y navegar en piragua motorizada.
Otro espacio natural senegalés para disfrutar de la fauna africana. Dentro de sus 6.000 hectáreas de bosque original protege 22 especies de animales de tierra y aire, como la cebra de Burchell, el cocodrilo del África occidental, el búfalo del bosque africano occidental, el mono patas rojo, el águila pescadora, el pelícano de rosa, entre otras muchas aves de distintas clases. Pero sin duda la estrella del safari —que ocupa alrededor de 25 km dentro de la reserva— es el Derby Eland, un bellísimo y extraño ejemplar de antílope en peligro de extinción y que Fathala ha conseguido salvar. La reserva es también uno de los escasos lugares en el mundo en el que puedes caminar con leones. Esta actividad que genera mucha controversia genera también dinero para la cría de animales en peligro de extinción y para la repoblación de zonas de bosques en franco retroceso. Que cada uno juzgue y decida si contribuye o no, pero caminar junto a un león es una experiencia alucinante. Has de saber que los leones que pasean junto a los turistas nunca volverán a la vida salvaje ya que han sido criados en cautiverio y se han acostumbrado a la compañía humana. Aprenderás que estos bellísimos animales son parte fundamental de la cadena trófica de un ecosistema que, sin ellos, se vería severamente afectado. La reserva de Fathala ofrece alojamiento y restauración, aunque también es posible hacer una visita de día, sin pernoctar allí. Consulta aquí los precios de las actividades.
A una hora en coche desde Saly, en pleno litoral senegalés, se encuentra Joal-Fadiotuh. Joal es un pueblo pesquero continental fundado en el siglo XV por los portugueses y Fadiouth (también conocido como la Isla de las Conchas) es una gran isla artificial formada por miles y miles de conchas de berberechos. Surrealista. Ambos están unidos por un puente de madera de 500 metros. Es un lugar muy curioso de descubrir. La visita se inicia en el Bureau d´ Accueil et d´Information du Tourisme (Syndicat d´Iniciative et du Tourisme), situado delante del acceso al puente de madera. Cruzar en calidad de turista cuesta 5.000 CFA (unos 8€) e incluye el acompañamiento de un guía. La pena es que una vez has cruzado el puente, la orilla y la entrada a la isla están muy muy sucias, llenas de desperdicios y cerdos campando a sus anchas que repelen; dan ganas de darse media vuelta y deshacer el camino recorrido. Pero si consigues superar la desagradable entrada, te sorprenderá la limpieza del interior de la isla y el agradable ambiente del lugar. Ahí descubrirás los barrios, las plazas y sus gentes y un fenómeno religioso que no verás en el resto del país. Los habitantes de la isla son cristianos en un 90% y conviven en paz con el resto de habitantes musulmanes, la religión mayoritaria del país. Pero ¿por qué esta pequeña isla es cristiana? Pues porque su estratégica ubicación hizo que esa zona fuese fundamental en el desarrollo del comercio en siglos pasados y que la sucesión de colonos europeos favoreciese la penetración cristiana, instalando misioneros en esta costa a partir del siglo XVII. El colofón de la visita es cruzar por un segundo puente de madera de 200 metros que une Fadiouth con otra isla artificial donde se encuentra el cementerio de la comunidad. En este lugar sagrado, que data del siglo XI, descansan en paz cristianos y musulmanes bajo montículos de conchas —es el único lugar del mundo donde se ve este fenómeno—, con unas vistas espectaculares al océano y los manglares bajo la gratificante sombra de los baobads. ¿Para comer? La Taverne du Pecheur, un restaurante en Joal cerca del primer puente, con cocina sencilla a base de productos locales.
Por más cosas que te cuenten o fotografías te lleguen, es imposible imaginar lo que ocurre cada día en el puerto de pesca de Joal cuando, al terminar la faena, los pescadores vuelven a la costa. Piraguas, motores, peces, bullicio, banderas, cestas, colores, arena, contenedores de plástico, carretas, caballos, comerciantes, niños, algas, mar, vendedores ambulantes, trajes tradicionales, sal y gente esperando (no sabes bien qué), buscándose la vida bajo el olor punzante de todo lo que compone y se descompone dentro de la escena. Una bofetada de realidad africana, una mirada a la vida cotidiana donde la necesidad y la supervivencia acongoja el alma de cualquier turista. Sin duda, una visita indispensable para aprender más sobre cómo se vive en Senegal. El mejor momento del día para acudir es durante el atardecer (a partir de las 17:00 horas), cuando bulle de actividad. Si quieres, puedes entrar al mercado y descubrir más sobre la actividad comercial en torno a la pesca. El puerto pesquero se ubica entre Saly y Joal-Fadiouth.
El baobab es el emblema de Senegal, un árbol precioso tanto seco como florido y lleno de misticismo. Accro Baobab Adventure es un parque de entretenimiento y ocio donde escalar estos árboles y volar de copa a copa en tirolinas desafiando la gravedad, apto para grandes y pequeños. ¿Qué mejor lugar que un bosque de baobabs para vivir un momento adrenalínico durante tu viaje a Senegal? Los circuitos son muy divertidos y están construidos bajo estándares franceses con equipos aprobados por el organismo europeo de normalización C.E. Todas las actividades se desarrollan bajo la supervisión de entrenadores profesionales y está ubicado a unos 65 km al sur de Dakar y a 15 km de la localidad costera de Saly.
Una de las grandes atracciones naturales de Senegal es el lago Rosa (Retba, en wolof). Una maravilla de la naturaleza ubicada a tan solo 35 kilómetros al norte de Dakar. Como su nombre lo indica, el agua de este lago llega a tornar color rosa debido a una combinación única de minerales y el efecto de la luz sobre ella. Primera recomendación: hay momentos del día en los que la tonalidad puede ser más impactante debido a la luz y la posición del sol: son el amanecer y el atardecer. Segunda recomendación: si quieres ver el lago Rosa, organiza tu visita durante la estación seca, puesto que durante la temporada de lluvias el efecto químico puede diluirse. En el entorno del lago hay gran oferta de alojamientos y albergues, además de un bosque de baobabs y aldeas donde disfrutar y conocer la vida y cultura local. Desde Dakar, puedes contratar una excursión privada al Lago Rosa, y recorrer en un todoterreno este rincón tan especial de Senegal.
Saint-Louis fue fundada por colonos europeos en 1659. Es la ciudad más antigua de la costa occidental africana y está muy cerca de la frontera con Mauritania, a unos 260 kilómetros al norte de Dakar. La que fuera la antigua capital de Senegal —desde 1872 hasta 1957— fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000. Su casco antiguo tiene un fuerte carácter colonial en su arquitectura, merece la pena la visita. Está ubicado en la estrecha isla N´Dar (de apenas dos kilómetros de largo y unos 400 m de ancho y que significa Saint Louis en wolof) en el río Senegal y se une al continente por el Pont Faidherbe, un puente de metal de mediados del XIX. La caprichosa geografía en este punto del país separa el río Senegal del Océano Atlántico al oeste por la Langue de Barbarie, una lengua de arena de 300 metros de ancho. Esta península alberga famosas playas y un parque nacional. Saint Louis es una ciudad llena de historia y naturaleza.
El lugar perfecto para poner punto final a un viaje por Senegal con unos días de descanso en la playa. Saly está ubicada en la región Petite Côte, a tan solo 80 kilómetros de Dakar. Fue en sus inicios colonia portuguesa hoy reconvertida en una gran zona turística llena de complejos hoteleros y restaurantes. Tranquilidad, seguridad y unos atardeceres de vértigo en playas de arena blanca, aguas cálidas cerca a bosques de baobads y aldeas. Si te puedes permitir el capricho, alójate en el Lamantin Beach Resort & Spa o en el Rhino Resort Hotel & Spa ¡no lo dudes! El resto de la oferta hotelera en Saly la tienes en este enlace.