La cordillera del Alto Atlas divide Marruecos en dos realidades geográficas. El norte es verde y fértil. En cambio, al sur de esta cordillera se abre un paisajes fascinante de montañas ocres y descarnadas, cañones de piedra, fortalezas de barro, palmerales y oasis. La antesala del gran Sahara. Es la ruta de las Kasbahs, uno de los itinerarios más bellos del país vecino. Ese Marruecos de postal que todos tenemos en la retina y que se concreta en esta famosa ruta de algo más de 300 kilómetros, con inicio en Ouarzazate, por un decorado lleno de exotismo y paisajes inolvidables.
Publicado por Paco Nadal el 10 de agosto de 2021.
Originalmente, una kasbah era una alcazaba o recinto amurallado y fortificado en el que habitaba la tropa militar. Su misión era defender asentamientos, cruces de caminos o el palacio del gobernador anexo, que era el "al-ksar " (de donde deriva nuestra palabra alcázar). Sin embargo, aquí en el sur de Marruecos la palabra ksar tiene otro significado y hace referencia a un conjunto de viviendas civiles rodeado por una muralla con varias torres fortificadas. Ha sido durante siglos la unida básica de estructura urbana de este pre-Sahara y un perfecto ejemplo de adaptación al uso y al medio. El ksar (ksur, en plural) podía tener tamaños muy diferentes, pero siempre estaba –o está, porque muchos de ellos siguen vivos y habitados– formado por un laberinto de estrechas calles y un abigarrado conjunto de viviendas, incluidas mezquitas, mercados y madrasas coránicas en los más grandes, que se yuxtaponen unas con otras, como colmenas. Se construían con la materiales más baratos y accesibles: la propia tierra que les rodeaba, más agua y paja. Por eso se confunden con el terreno.
Ubicada al sur de Marruecos, próxima al Alto Atlas y al valle del Draa, a Ouarzazate se le conoce como “la puerta del desierto”por ser la antesala al gran Sahara. Es también la ciudad llena de servicios, perfecta para empezar esta aventura por la ruta de las Kasbahs. El sitio más interesante de visitar es la kasbah de Taourirt -a la salida por la carretera N10 que va a Tinerhir-, antigua residencia del pachá de Marrakech, imponente y totalmente restaurada. Su estratégica posición la convirtió en una parada importante en la travesía de las caravanas que subían del sur de África para comerciar con las ciudades del norte de Marruecos. Sus alrededores han sido utilizados como escenario perfecto para el rodaje de grandes produciones conematrográficas. Desde títulos míticos del séptimo arte como Lawrence de Arabia o La Guerra de las Galaxias hasta otras mucho más recientes como La momia, Astérix y Obélix o Gladiator. Incluso la serie Juego de Tronos ha grabado capítulos de varias temporadas en Ouarzazate y alrededores. Por algo los estudios cinematográficos más importantes de Marruecos, como Atlas Studios, donde operan importantes productoras internacionales, se encuentran aquí y es posible visitarlos.
Si vienes en coche desde Marrakech por la N9, la primera parada debe ser en este lugar, unos 35 kilómetros antes de llegar a Ouarzazate. La mejor manera de empezar la ruta de las Kasbahs es parando en una de las más imponentes: el famosísmo ksar de Aït Benhaddou, una de la fortalezas de barro más bonitas y rimbombantes del sur marroquí. La mayoría de fotos de los folletos turísticos que publicitan el exotismo de Marruecos están tomadas aquí. El lugar estuvo habitado por la tribu de los Aït Benhaddou hasta la década de los cincuenta, cuando comenzó el abandono de la ciudad y su progresivo deterioro. Su declaración como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO contribuyó a recaudar fondos para restaurar buena parte de esta increible ciudad de adobe amurallada. Ha servido de set de rodaje para muchos filmes de fama internacional. Es una visita imprescindible en esta ruta.
Otro desvío obligado desde Ouarzazate es al valle del Drâa, el sur del Gran Sur. El Drâa recoge las aguas de otros muchos arroyos del Alto Atlas Occidental, como los ríos Imini, Mgun o el propio Dades y enfila un camino suicida hacia el interior del desierto hasta que desaparece entre sus guijarros. En este recorrido hasta la frontera argelina forma un espectacular río de palmeras y ksur de adobe, uno de los paisajes más singulares de todo Marruecos. La primera localida que se cruza es Agdz, el oasis más grande de Marruecos, donde hay que visitar la kasbah del Caid y la kasbah Glaoui. Luego se sigue hasta Zagora, la capital y última ciudad del valle, por una carretera que bordea los palmerales un sobresalto continuo de postales: en cada curva, el paisaje es más evocador y más fotogénico que en la anterior; llega un momento en que tienes que decidir: o seguir haciendo fotos en cada mirador o llegar esa noche a tiempo a Zagora. Durante siglos el valle del Drâa fue la vía de comunicación entre el Mediterráneo y el África subsahariana, escenario del paso de cientos de caravanas cargadas con todo tipo de bienes camino de Mali o Mauritania. No hay aventurero que se precie que no haya llegado hasta Zagora para fotografiarse en el famoso cartel “A Tombuctou, 52 días”, puesto con fines turísticos obviamente mucho tiempo después de que pasara por delante la última de las caravanas de camellos que, jornada arriba jornada abajo, tardaban ese tiempo en atravesar el Sáhara hasta las orillas del Níger. Aquellos tiempos acabaron, pero el valle del Drâa conserva todavía la esencia de una época en que tribus nómadas se asentaron en este recóndito sur marroquí y levantaron fastuosas fortalezas de barro que aún hoy, en la era de los rascacielos de acero y cristal, nos siguen sorprendiendo.
Desde Zagora deberás tomar la N12, bien asfaltada y por parajes solitarios y pedregosos, en dirección a Rissani y Erfoud. Desde cualquiera de estas dos ciudades se baja al que probablemente sea el lugar más espectacular y visitado de esta ruta por el gran sur de Marruecos: las dunas de Merzouga. Merzouga es un pequeño pueblo a unos 35 kilómetros al sureste de Rissani y unos 45 kilómetros de Erfoud ( y solo 50 kilómetros de la frontera con Argelia), donde empieza el famoso Erg Chebbi, el primer mar de dunas de arena que preludia el gran Sahara. Si nunca has visto un erg (el desierto de dunas, en contraposición al reg, el desierto de piedra), aquí vas a alucinar. Las gigantescas montañas de arena cambian de color a cada hora del día. Son amarillo pálido en plena solanera de medodía. Pero se vuelves de un roijo intenso con la luz del atardecer. Y adquieren una tonalidad enogmática la noches de luna llena, cuando subes a alguna de ellas para ver un firmamento cuajado de estrellas. Alrededor de las dunas del Erg Chebbi y a lo largo de la carretera N13 hay varios pueblos menos conocidos como Hassilabied, Tanamoust, Takoujt, Khamlia o Tisserdmine donde encontrarás también servicios y alojamientos. En la zona hay mucha poblacion gnawa, descendientes de antiguos esclavos mauritanos que conservan una tradición musical muy característica en la que utilizan instrumentos que recrean el ruido que hacían las cadenas de sus antepasado. Desde Merzouga y el resto de aldeas es posible contratar guías locales para hacer excursiones a pie o en dromedario por el desierto. Te recomiendo pasar una noche en haima en el Gran Oasis, al que se llega tras unas horas en dromedario.
Desde Erfoud puedes dar una vuelta y pasar por Er-Rachidia, una ciudad moderna y cruce importante de camino, o ir directamente a Tinerhir por la carretera de montaña R702, que está completamente asfaltada y con poco tráfico. Tinerhir es la primera gran ciudad de adobe que aparece para quienes entran en la ruta de las Kasbah por el otro lado, cruzando el Atlas por Midelt y Er-Rachidia. Tienes muchos zocos y varias construcciones de adobe en el centro urbano, como el antiguo ksar Tinghir -aún habitado- o la kasbah del Cheikh Bassou, hoy reconvertida en hotel. La más grande de todas, la kasbah de El Glaoui, ubicada en una colina a las afueras, está en ruinas. Pero aún así merece la pena subir por ver el gran voumen que tuvo y por disfrutar de la vista de la ciudad y su palmeral desde allí. El oasis de palmeras que rodea Tinerhir es de lo más sugerente. Resulta un deleite perderse a primera hora de la mañana por él, que es como perderse por una suerte de edén olvidado donde la temperatura es suave y los sonidos y los aromas quedan amortiguados por una cúpula de hojas que sume en la penumbra el vergel y alienta un pequeño mundo de huertas, norias, azarbes y acequias en las puertas del desierto. En Tinerhir viven más de 30.000 personas, aunque no lo parece por lo abigarrado del conjunto residencial, una de las características de este urbanismo de kasbahs del sur del Marruecos.
El ksar de Tinerhir y su kasbah de al-Gawli se levantan en la desembocadura de las gargantas del Todra, otro de los espectáculos de la naturaleza del sur de Marruecos. El Todra, al igual que el Dades o el Ziz son ríos estacionales que bajan desde las cumbres del Atlas por su vertiente sur y que en vez de desaguar en un mar o un lago, como hacen todo los ríos, de topan con el gran desierto del Sáhara y pierden definitivamente su exiguo caudal entre las arenas del erg Shesh. Las gargantas del Todra son uno de los lugares más visitados y fotogénicos de Marruecos. Si se dispone de un 4x4 merece la pena pasar el tramo inicial -donde se quedan los autobuses que traen a decenas de visitantes que se hacen la foto y se van- y subir hacia el Alto Atlas Oriental tanto como se pueda para descubrir un mundo perdido de pequeñas aldeas, huertas y oasis con mucha menos presión turística. Es una buena zona para la práctica del senderimso y la escalada.
Contiguo y paralelo al del Todra aparece el valle del Dades, en cuya zona alta se pueden visitar aún nueve kasbahs de finales del sigo XIX en buen estado de conservación. Para ir a las gargantas del Dades, la zona más angosta, sigue 48 kilómetros desde Tinerhir por la N10 y dobla a la derecha por R704. El Dades llama la atención porque aquí apenas hay palmeras. Un pequeño microclima frío impide su crecimiento, a diferencia de otros valles cercanos, dando lugar a un aspecto más desolado y fantasmal. Algunas de los mejores ejemplos nos aguardan en el bajo Dades. Son la kasbah del Jalifa, en Tundunt, de considerable altura y bella ornamentación con arquerías; el conjunto de kasbahs y tigremt del oasis de Sidi Flah, y las cinco kasbahs deshabitadas que forman la aldea de Timatdit, una de las fotografías más célebres de esta zona baja del Dades, ya cercana a Ourzazate.
A partir de Tinerhir, la carretera N10 va a ser ya el hilo conductor para cerrar este circuito circular por la ruta de las Kasbahs. 20 kilómEtros más abajo del desvío a las gargantas del dades aparece Kelaat M'Gouna, un pueblo fortificado de unos 15.000 habitantes a 1.500 metros de altitud y famoso por su destilería de agua de rosas. Es el inicio del valle de las Rosas, un paisaje con cientos de hectáreas dedicadas a la variedad moguna, muy demandada por la industria cosmética y que da trabajo a muchas familias de la zona, agrupadas en en cooperativas. La floración de las rosaledas abarca de mediados de abril hasta mediados de mayo. Desde mediados del siglo pasado en el valle se celebra un festival de las Rosas, famoso en todo el país. Si quieres verlo, anota: es el primer fin de semana de mayo y dura dos días.
El Dades termina en el oasis de Skoura, uno de los más grandes e interesantes del sur de Marruecos. Skoura se ha convertido en un gran centro turístico, con numerosas villas y hoteles de nueva construcción, pero la esencia arquitectónica del oasis aún resiste con integridad. El palmeral es un espectáculo en si; imprescindible una visita a primera hora de la mañana última de la tarde y perderse en su laberinto de caminos, acequias y huertas. La orientación es imposible para los forastero, por lo que no quedará más remedio que armarse de paciencia y contrata al primer niño de los cientos que se ofrecerá como guías. Además de palmeras, olivos y huertosen la zona hay una gran concentración de kasbahs, algunas recuperadas, otras derruidas, pero de espectacular encanto. Si hay que destacar una, esta sin duda es la kasbah Amridyle, en la siguiente foto te hablo de ella. Un consejo, haz también una parada en la presa El Mansour Eddahbi, un lugar bueno para el avistamiento de aves y disfrutar de una lámina de agua que rompe la aridez del paisaje.
La kasbah Amridil data del siglo XVII y es una verdadera maravilla completamente restaurada. En 1956 la familia real alauita (la dinastía reinante en Marruecos) vuelve de Madagascar donde se encontraba exiliada y recupera la fortaleza Amridil convirtiéndola así en un símbolo de independencia. De hecho, esta kasbah aparece en el billete antiguo de 50 dírhams. Ahora es posible visitarla en su totalidad junto a su exposición de instrumentos agrícolas y objetos de la vida cotidiana bereber que componen un museo. La entrada a Amridyle cuesta 20 dírhams. Si te interesa ver otras kasbahs, la de Ait ben Moro es una muy bonita que se ha restaurado y reconvertido en hotel con buen restaurante y ofrece estupendas vistas sobre el palmeral.
El final (o el principio) de esta ruta es Marrakech, una de las tres ciudades imperiales de Marruecos, la capital cultural y referencia del Atlas. Marrakech es una ciudad fascinante en la que si exceptuamos al alminar Koutoubia, el pabellón y la dársena de los Jardines de la Menara y los palacios del Badi y de la Bahía no hay grandes edificios monumentales. Su magia radica en los pequeño, en lo minúsculo. En los claroscuros que convierten sus zocos en un laberinto en blanco y negro. Al norte de la gran plaza de Djemma el Fna se extiende lo mejor de la medina de Marrakech, zocos medievales donde se vive y se comercia igual que hace siglos. El verdadero túnel del tiempo. Laberintos existenciales de telas y de babuchas, de pieles curtidas, de metales, de frutas frescas y piedras preciosas, de perfumes y quincallas, de olores y sabores, de joyas y baratijas para los turistas. Los intestinos de una ciudad anclada en el pasado donde los sonidos del exterior se amortiguan y el tiempo corre de diferente manera. Marrakech es una de las visitas imprescindibles de Marruecos. Y si aún no lo crees, echa un vistazo a este post donde te propongo 10 sitios que ver en Marrakech y alrededores.
Si quieres recorrer Marruecos en viaje organizado, consulta esta ruta de Las Kasbahs y el Gran Atlas que propone Logitravel de 9 días, en coche y a tu aire.