Cerdeña es la isla perfecta para una escapada de verano. Las playas de Cerdeña son famosas por su cantidad y su belleza. Hay mucho además que ver y hacer en Cerdeña. Tiene una fuerte cultural propia, ciudades monumentales, como Alghero o Cagliari, buena gastronomía, un litoral de aguas transparentes y un paisaje mediterráneo muy bien conservado. Además, es muy fácil de recorrer con un coche de alquiler. Te cuento lo mejor de Cerdeña para un viaje de una semana a esta isla de Italia. Al final de este post verás el recorrido que hice y el vídeo con las mejores imagenes que grabé allí.
Actualizado por Paco Nadal el 21 de diciembre de 2023.
No es una ciudad especialmente monumental, pero tiene un centro histórico con varias calles peatonales muy agradables y llenas de terrazas, bares y restaurantes. Además de varios edificios históricos salpicados entre otras construcciones modernas que desmerecen el conjunto. El más importante de ellos e icono de la ciudad es la torre de Mariano II, único resto de la muralla que rodeaba la ciudad y que hoy, en un nivel de suelo más rebajado, se ha convertido en el eje entre el casco viejo y la ciudad nueva de Oristano. Otro rincón muy bien conservado es la plaza de Eleanora, con varios edificios de gran valor como la iglesia de San Francisco, el Palazzo Corrias Carta y el Palazzo degli Scolopi. Muy cerca queda el Duomo, la soberbia catedral de Santa Maria Assunta, de orígenes románicos. Oristano es sobre todo una buena base logística para explorar el golfo del mismo y sus playas. En especial la playa de Torre Grande, que es la más turística y con más servicios. El nombre se lo debe al gran torreón que lo preside, de la época de la Corona de Aragón, la fortificación costera más grande de la isla. Playas más pequeñas y solitarias las encontrarás en la península de Sinis, como las de Mari Ermi, Is Arutas, Maimoni y San Giovanni.
Uno de los pueblos con estampa más bella visto desde fuera de toda la isla. Las pequeñas casas de Bosa, pintadas de colores pastel, se aprietan en la ladera del cerro sobre el que despunta el castillo de Malaspina, construido en 1112, para componer una de las postales más bellas de Cerdeña. Por dentro, las callejuelas de la parte vieja, con sus balcones de hierro forjado, están llenas de tipismo. El pueblo se levanta al pie del único río navegable de la isla, que se cruza por un viejo puente de piedra.
Uno de los tramos costeros más espectaculares de toda la isla es la carretera SP-49, que une Bosa con Alghero por el litoral. La carretera es amplia y bien asfaltada, pero con muchas curvas. Pasa por zonas muy bellas de acantilados, hay miradores con buenas vistas y una zona de baño y playas muy famosa, la costa di Tentizzos (a nueve kilómetros de Bosa), con calas de aguas transparentes, playas de arena gruesa como la playa Cumpoltittu (ojo: hay que bajar y subir un fuerte desnivel) y rincones muy sugerentes para pasar una jornada de asueto veraniego.
La visita imprescindible en Cerdeña. Su ubicación estratégica en el Mediterráneo la convirtió en una plaza codiciada y fortificada. Fue primero genovesa y en 1354 pasó a manos de la Corona de Aragón, que la repobló con catalanes. De ahí que aún se hable un dialecto del catalán, el alguerés, y las calles y muchos topónimos aún estén rotulados en esta lengua. Alghero es aún hoy un puro reflejo de aquellas ciudades portuarias fortificadas de la corona aragonesa. Un paseo por sus calles estrechas y peatonales o por el maravilloso paseo de ronda de la muralla es una inmersión en un pasado de esta isla mediterránea. La muralla es especialmente recomendable al atardecer, cuando verás mucho ambiente, gente de paseo o haciendo deporte o simplemente disfrutando del espectáculo entre los matacanes del muro. En las callejuelas, la ropa tendida, los desconchados de las paredes y la encantadora decadencia nos recuerda que estamos en la Italia más sensual. Por las noches se encienden faroles que hacen aún más agradable el paseo. Por la zona que falta de la muralla se sale a la vía Giuseppe Garibaldi, el gran bulevar de la ciudad moderna, en paralelo a la marina y a una fachada de restaurantes, bares y trattorias que suelen estar también siempre con mucho ambiente. ¿Te apetece conocer Alghero en bicicleta?
Una de las más famosas de la isla. Está en Cabo Falcone, cinco kilómetros al norte de Stintino. La playa en sí no es ni muy grande ni muy espectacular. Lo que realmente la hace fotogénica es el color y la transparencia del agua y el escenario que la rodea, con un torreón defensivo en un islote y los peñascos negros que afloran con la bajamar en contraste con el blanco impoluto de su arena. Hay aparcamiento, varios restaurantes y, quizá, demasiados chalés y casas privadas. En temporada alta se pone hasta arriba de visitantes.
Es el pueblo mas fotografiado de Cerdeña, aunque cuando entras te das cuenta de que es más bonito por fuera que por dentro. Con todo, su estampa soberbia y colorida sobre un peñasco negro merece la pena y justifica el viaje. La zona baja y más nueva —la de los colores pastel en todas las fotos— es la menos interesante. Sube a pie o en coche hasta el casco histórico, que está en lo más alto y que sí es atractivo. El pueblo nació en torno a un castillo casi inexpugnable construido por los genoveses y mejorado y ampliado luego por los aragoneses. También hubo arriba un monasterio de ermitaños. Sus callejuelas estrechas, medievales y empinadas —mucho más humildes que las de Alghero— son un ejemplo de la vida local y el urbanismo sardo. Lo más impactante es la catedral y el campanario exento, que se usó también como faro. El acantilado de basalto hacía las veces de muralla natural y con muy poco esfuerzo, el pueblo quedó fortificado.
Situada en la SS597, en el término municipal de Codrongianos, a unos 20 km de Sasari, es una visita inexcusable en la isla. Se trata de una bellísima basílica románica hecha con sillar de basalto negro y caliza blanca que resulta aún más fotogénica por su ubicación: solitaria en medio de la nada. La Basilica della Santissima Trinità di Saccargia fue consagrada hacia 1116 como iglesia de un monasterio anexo del que hoy solo quedan ruinas. El interior consta de una sola nave y tres ábsides. El central conserva aún los frescos del siglo XII, los únicos de este periodo que se conservan en la isla. Su elegante estilo de la escuela románica de Pisa, la finura del trabajo de los canteros y su estilizado campanario la convierten, en mi opinión, en la iglesia más bonita de toda Cerdeña. Y eso que estuvo abandonada casi 400 años.
Es el mayor monolito de granito de Cerdeña y uno de los lugares que ver en la Gallura, zona noroeste de la isla. Está en el término municipal de Tempio Pausania, en la carretera que va de Tempio a Aglientu. La tremenda roca de granito tiene 591 metros de altura y aparece imponente y aislada en medio de un paisaje de domos del mismo material magmático. Un lugar espectacular que merece la pena verse, no solo del monte Pulchiana, sino por todo el entorno de bolas graníticas que le rodea.
Es la localidad veraniega y portuaria ubicada en el extremo norte de la isla, famosa porque desde aquí salen los ferris que unen Cerdeña con Córcega (horarios y tarifas, aquí). Es de creación reciente, la fundó el rey Vittorio Emanuele I en 1808 en una ensenada donde ya había una torre defensiva de época española. El pueblo no vale gran cosa desde el punto de vista arquitectónico, pero es un centro de veraneo muy agradable, con una gran plaza central y unas calles de casas bajas y colores pastel que en temporada alta rebosan de ambiente, con sus muchos bares, terrazas y restaurantes. Tiene una playa urbana. Camino del Capo di Testa, el yacimiento de Lu Brandali, uno de los más importantes de la era nurágica, datado entre los siglos XIV y X a. C. Está compuesto por un nuraghe, dos torres y un corredor funerario o tumba de gigante (consulta los horarios y tarifas del yacimiento, aquí).
El sitio más famoso de Santa Teresa Gallura es este cabo, unido a tierra por un estrecho istmo con playa a ambos lados, al que se llega por la misma carretera que pasa por Lu Brandali. Aunque está muy colonizado por chalés y urbanizaciones, su costa de grandes bolas de granito es bellísima y un lugar encantador para pasear por sus muchos senderos. Te aconsejo llegar con el coche hasta el aparcamiento del faro y desde allí caminar por una zona sin construcciones, por senderos que se internan por grandes bloques de granito y una zona de litoral tan abrupta como fotogénica.
Otro pueblo sin mayor encanto arquitectónico, pero en una bahía privilegiada con playas y calas bellísimas —como Porto Pollo, Cala di Trana o Capo d’Orso— que lo han convertido en otro importante centro de veraneo en la costa norte. Desde su puerto salen además los ferris que van al archipiélago de La Maddalena (servicio diario y continuo; admite coches, consulta aquí los horarios) o realizar este crucero por las islas de La Maddalena, una experiencia única para recorrer las calas más bellas de Cerdeña. Otro de los lugares de interés es la Fortezza di Monte Altura, una de las baterías costeras que se construyeron a principios del siglo XIX para defender la isla de una posible invasión napoleónica. Está al noroeste de Palau, accesible en coche y tiene visitas guiadas. Las vistas panorámicas desde arriba son soberbias, con Córcega siempre al fondo. En verano hay conciertos y actos culturales.
Se conoce así a un tramo de 55 kilómetros de costa noroeste de Cerdeña que va de desde Bahía Sardinia, al norte, hasta Portisco, al sur. Es una de las zonas más bellas de la isla, pero también más elitista y cara, refugio de millonarios, artistas. El epicentro de la Costa Esmeralda es Porto Cervo, donde los chalés y las mansiones delatan el nivel del vecindario. Si te gusta ir en chanclas y camiseta de tirantes, este no es tu sitio. Reconozco que tiene calas muy bonitas y bellas playas —como Punta Capriccioli, Cala di Volpe o Porto Redondo—, pero para mi gusto hay sitios igual de bonitos en la isla mucho más baratos y menos elitistas.
Es una ciudad grande, centro de servicios de la Costa Esmeralda, y principal conexión por vía marítima entre Cerdeña y la península italiana. Está al fondo de un bello golfo que fue colonizado ya por griegos, cartagineses y romanos. De ahí los muchos yacimientos arqueológicos de sus alrededores (no siempre bien conservados). El centro peatonal y eje de la vida social es el Corso Umberto I, una bella calle peatonal flanqueda por edificios elegantes, palacetes y todo tipo de tiendas. En paralelo, las vías Olbia, Romana, Cavur y Piccola forman un entramado de callejuelas peatonales donde se concentran los bares, restaurantes, terrazas y el ambiente nocturno de Olbia. Los dos principales monumentos son la iglesia de San Paolo (en una calle lateral de Corso Umberto I) y la catedral de San Simplicio, un elegante edificio románico construido sobre una necrópolis romana. El Corso Umberto I desemboca en la explanada del puerto, donde está el museo Arqueológico de Olbia. En él se exponen piezas de todas estas culturas que habitaron el golfo, muchas de ellas rescatadas de naufragios acaecidos en el golfo. ¡Una manera divertidísma de descubrir Olbia es hacerlo en tuk-tuk!
Una palabra que se cruzará en tu camino mil veces durante tu viaje por Cerdeña será nuraghe (o nuraxis, en plural). Son construcciones megalíticas levantadas por una cultura que floreció en la isla en la Edad del Bronce, más de 1.800 años antes de nuestra era. Son el símbolo de Cerdeña. Normalmente están construido en sitios elevados y panorámicos y tiene forma de cono truncado. Hay más de 8.000 censados en la isla (se calcula que llegaron a ser más de 30.000) y para los expertos son la manifestación arquitectónica más refinada de la época en el Mediterráneo occidental. Los hay por toda la isla. El de la foto es el nuraghe San Pietro en la localidad de Torpe, cerca de Posada, en la costa oriental. El más famoso y más grande es Su Nuraxi, en la localidad de Barumini , en el centro sur de la isla.
Una de las playas salvajes más bellas de Cerdeña está en la costa oriental, con acceso por una pista de tierra que sale de la SS125 entre Posadas y Orosei. Berchida es un espectacular playazo sin urbanizar, más allá de un gran aparcamiento, con arena blanquísima y partido por la desembocadura de un río. Hay dunas, carrizales y un par de lagunas. La pista de tierra por la que se accede son seis kilómetros lleno de baches.
Un túnel y muchas curvas cerradas bajan hasta este gran centro vacacional y centro de servicios del Parque Nacional del Golfo de Orosei. Una vez más, no es un pueblo bonito, pero sí una base perfecta para explorar este parque nacional costero y todas las calas y playas de la zona. Una carreterita asfaltada lleva hacia el sur y muere en Cala Fuili, donde un sendero permite bajar a su playa de guijarros. Una buena zona de paseos, excursiones y buenos baños entre acantilados. Más al sur está la famosa gruta Bue Marino, una de las excursiones típicas de la zona. Es accesible solo por mar, en barcos que salen a diario de los puertos de Cala Gonone, Orosei, Santa Maria Navarrese, Arbatax o La Caletta di Siniscola. Recorrer el golfo de Orosei en crucero es la mejor opción para descubrir sus playas paradisíacas.
No está dentro de los circuitos clásicos de la isla, pero es un pequeño rincón secreto de gente local. Si buscas un tramo de costa que parece aún sacado de otro tiempo, esta localidad costera, a unos 60 km de la Cagliari (hora y cuarto), en el extremo oriental del Golfo de Cagliari, te enamorará. El pueblo está en un cabo rematado por un faro, con dos bahías —una cada lado—, excelentes playas, un puerto deportivo y varias fortificaciones. La más grande es las Fortezza Vechia, una torre del siglo XVI. La zona está llena de restos arqueológicos (nuraxis, tumbas de gigantes, necrópolis) y de playas. Imposible enumerarlas todas. Un lugar encantador para descansar unos días si te sobra tiempo; aunque quizá, si andas justo de él, lo dejaría para una segunda visita a la isla.
La capital de la isla está en una bahía en el extremo sur. Tiene dos zonas bien diferenciadas. Arriba, está la vieja ciudad medieval del Castello, que conserva toda la bella decadencia que uno espera encontrar en una ciudad italiana. Ropa tendida, paredes desconchadas, calles por las que parece no haber pasado el servicio de mantenimiento desde época de Julio César… pero todo con esa serena decrepitud que hace única a Italia. El barrio del Castello congrega la mayor parte de los lugares de interés turístico de Cagliari. Tienes que visitar la catedral, una soberbia iglesia del siglo XIII. Luego, ir al baluarte de los Museos, un antiguo arsenal de la muralla donde se reúne la oferta museística de la ciudad; allí encontrarás el museo Arqueológico Nacional, la Pinacoteca Nacional, el extraño museo de Ceras Anatómicas Clemente Susini (recomendable solo si te interesa mucho la medicina y la anatomía humana) y el museo de Arte Siamese, dedicado al coleccionista sardo Stefano Cardu. Desde el baluarte hay una gran panorámica de la ciudad. Como la hay también desde el bastión de Saint Remy, otra de las antiguas fortificaciones, reconvertida ahora en zona ajardinada y de asueto que esponja el abigarrado urbanismo medieval del castello; la terraza Umberto I del bastión suele estar llena de familias con niños, paseantes, turistas y muy buen ambiente. Y luego hay un montón más de iglesias, palacios y torres defensivas para ver paseando por sus callejuelas medievales, como te comento, no siempre en el mejor estado de conservación. En el Viale Sant’Ignazio da Laconi, en una de las colinas de la ciudad (20 minutos a pie desde el centro) puedes ver los restos del anfiteatro romano, construido a finales del siglo I y con capacidad para 10.000 personas. Descubre los secretos que guarda el centro histórico de Cagliari con esta visita guiada.
Una de las excursiones tradicionales desde Cagliari es a este interesante yacimiento arqueológico que guarda restos de una ciudad fundada por los fenicios, que fue más tarde cartaginesa y luego capital de la Cerdeña romana. Las ruinas se localizan en una península cerca de la localidad de Pula, a 40 minutos al suroeste de Cagliari, en un precioso entorno costero, con una playa vecina y la gran torre di Cortellazzo —fortificación del siglo XVII— sobre el promontorio del cabo. Nora fue una gran ciudad en época romana, capital de Cerdeña, como delatan sus muchos restos: el foro, templos, casas de nobles con ricos mosaicos y finas columnas aún en pie, cuatro conjuntos de termas. Y un pequeño teatro con capacidad para 1.200 espectadores que aún hoy se usa para representaciones. La entrada cuesta 8 euros y es guiada.
Este es el mapa de la ruta que hice. Volé a Cagliari, de allí subí directamente a Oristano y fui bordeando toda la costa oeste, norte y este hasta regresar a Cagliari (tenía billete de ida y vuelta desde esta ciudad). Pero en verano hay vuelos directos también desde España a Alghero, por lo que se puede entrar por un aeropuerto y salir por otro para aprovechar mejor el tiempo.
Si esta guía completa de qué ver y hacer en la isla aún no te ha convencido para visitar Cerdeña, te dejo aquí también el vídeo que grabé durante este viaje. Seguro que con él, terminarás por enamorarte de los paisajes, las playas y la gente sarda.