Si estás pensando en visitar Birmania —o Myanmar, nombre oficial del país—, enhorabuena: has tomado una excelente decisión. Birmania es el país más auténtico del Sudeste Asiático, el que mejor conserva la inocencia y la pureza de la vida rural. Un viaje a Birmania implica el descubrimiento de una sociedad fuertemente marcada por el budismo, que vivió aislada del mundo durante 30 años de dictadura militar y que hoy se ha abierto al turismo sin perder, de momento, su idiosincrasia y su personalidad. Te cuento los sitios indispensables que visitar en Birmania si es tu primer viaje a este país.
Actualizado por Paco Nadal el 09 de febrero de 2024.
Hay poco que ver en la ruidosa y enorme capital birmana que, con casi 8 millones de habitantes, es la urbe más populosa y abigarrada del país. Pero como también es la puerta de entrada de la mayoría de vuelos internacionales, conviene hacerle un hueco en la agenda. Las visitas típicas son a la pagoda Chaukhtatgyi o del Buda Reclinado, donde se venera una estatua de Buda en esa posición de más de 60 metros de largo. También, al barrio colonial, donde se puede dar un paseo por las calles de planimetría cuadriculada que construyeron los británicos, en las que aún quedan muchos edificios de esa época victoriana. El asfalto está tomado por los coches, y las aceras, por una pletórica vida local en torno a mil puestos y quioscos de comida, verduras, carnes, frutas, pescados y todo lo que puedas imaginar. Para compras el mejor lugar es el mercado Bogyoke, en Bo Gyoke Road, en pleno centro de la ciudad, con 600 tiendas de artesanía, ropa, joyas, souvenir para turistas y puestos de comida. Es un mercado tradicional que, aunque muy visitado por los turistas, también lo usa la gente local en especial para comprar joyas, bisutería y telas. Frente a él, al otro lado de la calle y unido por una pasarela en el segundo piso, hay un centro comercial moderno, tipo occidental, donde de repente te crees que has aparecido en otro continente. En cualquier caso, la visita más importante y que por sí sola justificaría quedarse una noche en Yangón es a la pagoda Shwedagon, a la que dedico la siguiente fotografía. Este tour privado por Yangón lo puedes hacer con guía en español.
Dónde: Yangón.
Shwedagon paya (pagoda) es el complejo religioso más grande y sagrado de Birmania. Gira en torno a un gigantesca estupa de 100 metros de altura y recubierta por completo de oro en la que según la tradición se conservan reliquias de buda (ocho pelos y un trozo de su túnica). En torno a ella hay diversos santuarios donde los fieles pueden sentarse a descansar, a rezar o a conversar. El lugar es impresionante y te aconsejo vivamente la visita. Pero ve al atardecer, cuando el recinto se llena de fieles, hay un ambiente de lo más colorido y la temperatura y la luz son más suaves. A pleno sol, sobre todo en los meses más calurosos, el suelo de mármol blanco arde (hay que quitarse zapatos y calcetines para acceder) y, literalmente, tienes que ir dando saltitos en busca de sombras para no quemarte la planta de los pies. Se dice que la estupa principal tiene 2.500 años de antigüedad, aunque los arqueólogos se inclinan más a pensar que empezó a construirse en el siglo VI.
Dónde: Schwedagon.
A unas 8 horas (588 km) en coche desde Yangón, en el camino a Bagán, aparece la que para mí es la imagen más icónica de Birmania: el monte Popa. Un volcán extinto en cuya cima se construyó un monasterio budista que a lo lejos asemeja el copete de crema de un pionono de roca basáltica. El monasterio Taung Kalat que corona el volcán Popa es uno de los más sagrados y venerados de Birmania. Es el hogar de 35 nats, espíritus de los antepasados que habitan en las montañas. Los peregrinos suben los 777 escalones tallados de manera imposible en la pared vertical del viejo volcán para llevar ofrendas, en especial coco y bananas, nunca carne de cerdo, que está prohibida. Pero tranquilo: no da nada de vértigo. Toda la escalinata está techada y provista de poderosas barandillas que ni siquiera dejan ver el patio aéreo que se abre al otro lado. Además, se sube sin excesiva dificultad, más allá del calor y la humedad propias del país. El mayor peligro son los monos cabrones que viven de robarle comida a los peregrinos. Son cientos —a mí me parecieron miles—y más descarados que un trilero de las Ramblas. Si no te asustan las multitudes y los baños de humanidad, ve durante el Thingyan, la fiesta del Año Nuevo birmano (a mediados de abril), cuando se celebra por todo el país, y muy en especial en el monasterio Taung Kalat del monte Popa, el festival del Agua: miles de personas tirándose agua de todas las maneras posibles, como símbolo de purificación y lavado de pecados del año viejo para empezar el nuevo con el alma limpia. Si quieres contratar una excursión organizada al monte Popa desde Bagan, te recomiendo esta.
Dónde: monte Popa.
Bagan es la visita ineludible. La joya, junto con Angkor (Camboya) de la arqueología del Sudeste Asiático. Durante unos 250 años, entre los siglos XI y XIII, Bagan —una llanura tórrida junto al río Irawady, en el centro del país— fue la capital de los reinos más poderosos de la actual Birmania. El frenesí constructor fue tal que se cree que llegó a haber más de 13.000 monumentos budistas, de los que hoy restan entre 3.000 y 4.000, según fuentes, entre estupas, pagodas, templos y otras construcciones menores. La Junta Militar que gobernó el país durante décadas (y que aún sigue tutelando la incipiente democracia) restauró muchas de las pagodas y templos con criterios y materiales no siempre respetuosos con la realidad histórica. Incluso levantó en medio del conjunto arqueológico —que se extiende por 23 kilómetros cuadrados— una torre de observación de 60 metros de altura con hotel y restaurante que chirría como un lamparón de vino en el traje de una comulganta. Los templos están muy diseminados y hay que recorrerlos en bici (desaconsejable en temporada seca, de febrero a mayo, cuando hace un calor de muerte y se te cuecen hasta las bielas), en motos eléctricas (las alquilan en todos los hoteles y guest-house por unos 8 dólares la jornada) o en taxi. Es fácil moverse por libre con el mapa guía que dan en los hoteles. En teoría hay que sacar un boleto de entrada que cuesta 20 dólares; pero en los días que estuve allí nadie me lo pidió; es más, me costó esfuerzos encontrar la oficina en donde lo vendían. A mediodía cae plomo fundido sobre la llanura de Bagan y conviene ir a refugiarse al hotel hasta que pasen las horas más canallas. Antes se permitía subir a la pagoda Shwe San Daw para ver el atardecer desde allí; era una experiencia mágica. Pero el terremoto de agosto de 2016 la dejó bastante dañada y de momento está prohibido subir a ella y a cualquier otra. Se han habilitado unos montículos de tierra a modo de mirador para ver la puesta de sol sobre los templos, pero no es lo mismo. No tienen la misma altura que alcanzabas en Shwe San Daw y el agobio de gente y de vendedores rompe cualquier misticismo de la escena. Reserva aquí tu visita guiada por los templos de Bagan.
Dónde: Bagan.
Una experiencia increíble, cara (en torno a 350 dólares), pero de lo más recomendable. Solo desde este punto de vista podrás admirar y comprender la inmensidad de la obra arquitectónica que los birmanos fueron capaces de construir en esta llanura. Consulta el parte meteorológico y procura volar en un día claro y de buena visibilidad. La experiencia cambia radicalmente en un día nublado o lluvioso. Los vuelos salen al amanecer y duran en torno a una hora; son globos grandes, con cestas de 12 a 16 personas. Yo lo hice con la compañía Oriental Balloning. No hay vuelos durante el verano por el excesivo calor; solo vuelan entre el 1 de octubre y el 10 de abril.
Los barcos turísticos salen sobre las 17:00 del embarcadero de Bagan y navegan unos minutos río arriba en busca de algún banco arenosos donde los clientes pueden bajar y disfrutar del espectáculo del atardecer en las riberas del gran río. Desde que prohibieron subir a la pagoda Shwe San Daw para ver atardecer, esta opción me parece mucho más agradable y sensorial que los atestados promontorios artificiales construidos en la llanura. Recomendable llevar una nevera con hielo y bebidas para montar la fiesta particular.
Es la segunda ciudad más poblada del país y sucedió a Amarapura en 1857 como capital del reino y lo fue hasta la caída del país en manos británicas en 1886. Es el centro cultural de la cultura bamar (la etnia dominante en Birmania) y aunque hoy es una ciudad moderna y grande, tiene muchos lugares de interés que hacen indispensable una estancia de al menos tres días en la ciudad. El lugar más visitado por los turistas es la colina de Mandalay, cuya cima está llena de templos y pagodas. Otra de las visitas imprescindibles en Mandalay es al monasterio Shwenadaw, uno de los más bellos construido en madera de teca. También, la pagoda Kuthodaw y por supuesto, el monasterio Mahamuni, centro de la vida religiosa de la ciudad. En este otro post te cuento con más detalle qué ver en Mandalay y alrededores.
Dónde: Mandalay.
Amarapura, a unos 11 km al sur de Mandalay, fue otra antigua capital real. Poco queda de aquel esplendor pero merece la pena la visita aunque solo sea para pasear por este puente de 1,2 km de longitud que cruza el lago Taungthaman y que según la tradición local se hizo con pilares de teca que sobraron de la construcción del palacio real cuando la corte se trasladó de Ava a Amarapura. Data de 1850 y es el puente de teca más largo y antiguo del mundo. Viene mucho turismo local a pasear y hacerse fotos en él, especialmente en época de monzón (julio a septiembre), cuando sube el nivel de agua del lago.
Dónde: puente U Bein.
El momento en que los monjes budistas (más de medio millón en toda Birmania) salen a pedir la limosna diaria es muy especial en todo el país. Se puede ver en muchos monasterios de pueblos y aldeas, pero si has ido a ver el puente U-Bein, te viene al punto acercarte a las 10:15 al vecino monasterio de Maha-Gandayone, donde todos los días a esa hora los monjes, provistos de su cuenco metálico, forman dos filas para recibir las limosnas que los vecinos llevan hasta allí (arroz cocido, currys o vegetales hervidos). Es la segunda y última comida que hacen los monjes en todo el día.
Dónde: monasterio Maha-Gandayone.
Situada en una fértil península que forma el río Irawady y su afluente, el Myintnge, a 45 minutos (20 kilómetros) en coche al sur de Mandalay, Ava (o Inwa) fue durante 400 años capital real de varias dinastías birmanas. Es un lugar muy especial en el que parece que el tiempo se detuvo. Hay que cruzar desde Amarapura en un tosco transbordador y una vez en el otro lado del río Myintnge tomar un coche de caballos, ya que apenas hay vehículos a motor en Ava. Los arrozales están salpicados de pagodas con sus cúpulas blancas y doradas y en los pueblos, los aldeanos llevan el mismo tipo de vida que han llevado desde hace siglos, apegados a la tierra y con la mirada puesta en la llegada del mozón. Aunque hay muchos templos, el más visitado es Bagaya Kyaung, un monasterio de madera de teca. También merece y mucho la pena el monasterio Maha Aungmye Bonzan, un bellísimo y recargado edificio mandado construir por la reina Nanmadaw Me Un en 1818. El interior no tiene nada, está vacío, pero el exterior es uno de los mejores ejemplos de arquitectura birmana del siglo XIX. Otra de las razones para visitar Ava es que, como cuenta con agua todo el año gracias a su cercanía a dos ríos, los agricultores sacan dos cosechas de arroz anuales, la del monzón en julio y agosto (como el resto del país y las zonas de montaña) y otra extra en verano, de diciembre a febrero. Si viajas por Birmania en estas fechas, cuando los campos suelen estar de color marrón, en Ava podrás disfrutar del paisaje verde de arrozales tan característico del Sudeste Asiático. Frente a Ava, al otro lado del río Irawady, está Sagaing, otro gran centro religioso y monástico, con numerosos templos budistas.
Dónde: Ava.
Otra visita que te recomiendo desde Mandalay es a Mingun Pahtodawgy, la pagoda inacabada. Hay que ir en barco (unos 45 minutos remontando el Irawady, salen del embarcadero embarcadero Mayan Chan de Mandalay). Conforme te aproximas empieza a parecer a lo lejos una forma extraña. Primero parece una colina, pero sus paredes son demasiado rectas. Luego piensas que es una fortaleza. Y cuando llegas te explican que es la base de Mingun Pahtodawgy, la que tenía que haber sido la mayor pagoda del reino, ordenada construir por el rey Bodawpaya en 1790. El proyecto original de Bodawpaya era una pagoda de 150 metros de altura, algo soberbio para la época. Pero su consejeros y generales no querían que gastara tanto dinero en ella, detrayéndolo del presupuesto militar. Como no conseguían disuadirlo, urdieron un plan. Convencieron a los astrólogos reales para que mintieran al rey y le dijeran que los astros decían que cuando acabará la pagoda, su reino desaparecería. Solo entonces Bodawpaya accedió a paralizar los trabajos. Aunque solo se levantaron los 50 primeros metros en altura, es una construcción soberbia, maciza, toda de ladrillo cocido, que asombra por su volumen y por la cantidad de material y mano de obra que requirió. El terremoto de 1839 la dañó bastante y esas grietas la hacen aún más fantasmagórica. Sólo la figura de los dos leones de piedra que protegían el acceso al conjunto (y de los que solo quedan los cuartos traseros) dan idea de la grandiosidad que habría tenido el conjunto. Muy cerca, unos minutos a pie, se conserva la segunda campana más grande del mundo (90 toneladas) que también formaría parte del conjunto. Puedes hacer la visita en un tour privado a Mingun.
Dónde: Mingun.
Anexo a Mingun Pahtodawgy y la campana gigante está la Hsinbyume Paya, la "pagoda merengue". Posiblemente, la pagoda o estupa más singular de Birmania. Construida en 1816 por el rey Bagyidaw en honor de la princesa homónima —que murió al dar a la luz un hijo— tiene siete terrazas circulares que recuerdan las del monte Neru según la mitología budista. Otro lugar excepcional para hacer buenas fotos.
Dónde: Hsinbyume Paya.
Mi lugar favorito en Birmania, sin lugar a duda. El Inle es el segundo lago más grande del país. Una lámina acuosa de 100 kilómetros de largo por apenas 5 de ancho y una escasa profundidad (no más de 3 metros en temporada de lluvias) con cerca de 200 pueblos, la mayoría de la etnia intha, en sus orillas… o dentro del propio lago. Aunque ya ha llegado el turismo, el lago Inle es una de las zonas más puras y bien conservadas que he visto desde hace muchos años, y no solo en Birmania. Sus habitantes llevan aún una vida acuática, como la de sus antepasados. Nada parece haberse modernizado en el lago. Los intha viven en casas-palafito sobre el agua, comercian y faenan en delgadas piraguas, plantan tomates y otros cultivos sobre el agua, sacan del agua su sustento, sus templos se levantan sobre la laguna… Son los auténticos hombres-pez. La principal ciudad y centro de operaciones para el viajero es Nyaung Shwe, a unos 620 kilómetros al norte de Yangon (hay buses desde Yangon y Mandalay; el aeropuerto más cercano es Heho). Aquí sí que se nota la mano del turismo: en la calle principal y adyacentes se agolpan restaurantes, hoteles de más o menos lujo, guest-house, negocios de alquiler de bicicletas o motos y agencias de viaje que te organizan excursiones en bote por el lago (más que recomendable porque no te puedes mover de otra manera), paseos a pie por las riberas, rutas a caballo… y lo que quieras. Te recomiendo dedicarle como poco tres días (dos noches) al lago, y si te da el presupuesto alójate en algún hotel-palafito en el lago, no en la ciudad de Nyaung Shwe. Tienes que ir a ver el templo de los gatos saltarines, algún pueblo-palafito, el monasterio Shwe Yan Pyay (en la ciudad de Nyaung Shwe) y muy en especial, la colina de las 1.054 pagodas. Si andas justo de tiempo, pasa de la pagoda Phaungdaw (la de los Budas recubiertos de pan de oro que parecen Ferrero Rocher); la incluyen todos los tours pero no vale nada. En lo tours organizados te llevarán también a tiendas de artesanos que trabajan de cara a los turistas la seda, el loto, los cigarrillos hechos a mano… ir o no es decisión tuya. Un consejo: si te gusta la foto o el vídeo aprovechar la luz del lago del amanecer y el atardecer.
Dónde: lago Inle.
Si te va el turismo activo, una de las aventuras más interesantes para conocer Birmania a golpe de bota y mochila es el trekking del lago Inle, una ruta senderista de dificultad media que empezó a hacerse popular hace pocos años. La marcha empieza en Kalaw —un pequeño pueblo del estado de Shan, 600 kilómetros al norte de Yangón— y termina en un lugar idílico: el lago Inle. El paisaje no es muy espectacular, pero lo que lo hace altamente recomendable es la posibilidad de conocer y contactar con los pueblos y las etnias que viven en la ruta. Una verdadera inmersión en la vida rural de un país del Sudeste Asiático aún sin alterar. Se atraviesa el territorio de los danu y de los pa-o; agricultores que viven pendientes de las lluvias del monzón, apegados a la tierra y a sus costumbres ancestrales. Las casas son de bambú, los campos se cultivan con azadón y los lugareños visten aún a la manera tradicional: los hombres con sus faldas longyi y las mujeres con sus llamativos turbantes anaranjados. Desde Kalaw al lago hay 58 kilómetros. El trekking normal dura tres días y dos noches. Hay quien lo acorta para hacer una sola noche o quien le añade un día más para explorar a pie las riberas del lago. De momento no hay ninguna infraestructura turística en la ruta; es aún territorio de mochileros y viajeros que estén dispuestos a vivir una experiencia auténtica. Se duerme en casas particulares donde siempre hay una estancia limpia, una colchoneta en el suelo y hospitalidad a raudales. También se suele pernoctar en monasterios budistas. Y se come en pequeños restaurantes locales o en tiendas-bar de esas que tiene de todo, desde semillas a botones. La mejor época para hacerlo abarca de octubre a enero, lo que los birmanos llaman invierno. No hace mucho calor, los campos están rebosantes de color y llueve poco; la desventaja es que hay mucha gente y todo se satura. Imprescindible contratar a una agencia de guías locales. Te dejo este vídeo que grabé cuando hice el trekking del lago Inle.
Es uno de los siete estados en los que se divide el país, basados en similitudes étnicas. Está al este de Yangón y es muy interesante porque la etnia que la habita, los mon, pertenecen a otro grupo lingüístico y cultural diferente a los bamar, la etnia dominante. Es otra Birmania que, aunque también budista, tiene diferencias de costumbres, comida, vestimenta y tradiciones con el resto del país. Una Birmania remota alejada del circuito turístico clásico Yangón-Bagan-Mandalay. Cuenta con amplias amplias zonas de montaña, muchos arrozales y casi 600 kilómetros de costa al mar de Andamám Es una buena región para hacer senderismo por sus montañas, llenas de cuevas sagradas con estatuas de Buda y La capital es Mawlamyaing. También son muy interesantes las cuevas de as cuevas Hpa An, en el vecino estado de Kayin.
Dónde: Estado Mon.