Puerto Rico es un país caribeño, bilingüe, acogedor y luminoso que regatea en inglés y paga en dólares, pero ama en español, baila salsa, bebe ron y celebra la vida en fiestas callejeras hasta las tantas de la madrugada. Con solo 161 kilómetros de largo por 51 de ancho, Puerto Rico es la más pequeña y la más oriental de las Grandes Antillas, unas medidas humildes que no le impiden albergar una de las naturalezas más impactantes del Caribe. Su historia guarda un pasado colonial español, medio siglo de anexión encubierta norteamericana y otro medio como Estado Libre Asociado, una mezcla de herencia y cultura que los hace únicos. Esto es lo que no te debes perder en un viaje por Puerto Rico.
Publicado por Paco Nadal el 15 de mayo de 2022.
Puerto Rico oficialmente el Estado Libre Asociado de Puerto Rico es uno de los territorios no incorporados de los Estados Unidos. Los puertorriqueños son ciudadanos estadounidenses desde 1917. Este peculiar país está formado por tres islas, la Grande -de la que el país toma su nombre (Puerto Rico) y dos más pequeñas situadas en la costa nororiental de ésta Culebra y Vieques, antiguos refugios de piratas con un pie en el Atlántico y otro en el Caribe, en las que hoy la naturaleza y el clima se unen para mostrar el Puerto Rico más puro. San Juan es la capital de Puerto Rico. Su parte más antigua, el Viejo San Juan, está considerada una de las ciudades coloniales más hermosas de América, una joya en el Caribe.
Calles rectilíneas, casas coloniales de patios frescos, fachadas de colores vivos e intensos, buganvillas y palmeras, balcones cuajados de flores componen el Viejo San Juan. Y gente, mucha gente en las calles. El Viejo San Juan sigue siendo la joya de Puerto Rico. Siete cuadras trazadas con escuadra y cartabón por los españoles donde la vida se destila al son del más puro caribe. Y con mucha música: salsa y bomba -el son puertorriqueño por excelencia-, que incita a disfrutar a tope de la noche del Viejo San Juan y que traspasa los dinteles de los garitos para inundar las calles de sones caribeños. Una de las visitas imprescindibles es la del fuerte San Felipe del Morro, que se levanta majestuoso a 140 pies sobre el mar. El Morro (que significa “promontorio”), rodeado por el océano Atlántico y la bahía de San Juan, es la más impresionante de las fortificaciones militares de la Isla. Fue construido entre el 1540 y el 1783 para proteger a San Juan de ataques por mar. Entre sus múltiples atracciones figura un laberinto de túneles secretos, calabozos y un pequeño museo con información acerca de su historia.
A 120 kilómetros de San Juan por autopista, justo al otro lado de la isla, aparece Ponce, la perla de la costa sur. Una ciudad señorial donde el neoclasicismo redibujó la vieja urbe colonial. Y ahí están la catedral de Guadalupe, el teatro La Perla o la Alcaldía para atestiguarlo. Pero a Ponce hay que ir sobre todo para divertirse en su carnaval, uno de los más famosos del Caribe. En estos días, cientos de personas de esta ciudad se contagian de la misma fiebre carnavalesca que invade a Río de Janeiro, Nueva Orleáns o Niza. El carnaval de Ponce se ha celebrado hace tanto tiempo que tiene sus características propias, siendo los principales sus protagonistas: los vejigantes, danzarines que usan una vejiga de vaca seca, inflada y pintada para la ocasión para golpear a los espectadores. Y la seña de identidad: las máscaras. Pura orfebrería en cartón piedra con colores vistosos, cuernos y grandes hocicos dentados.
Como comentaba, Puerto Rico no es una isla, en realidad son tres: la isla grande y dos islas más pequeñas que emergen frente a la costa nororiental de ésta. Se llaman Culebra y Vieques y son - pese a su escasa superficie- dos reductos medioambientales de las excelencias caribeñas. En Culebra, a la que se llega en ferri desde Fajardo (hora y media) o en avioneta desde San Juan (15 minutos), está el que mucho consideran el mejor arenal de Puerto Rico: playa Flamenco, quintaesencia de las beldades caribeñas donde cada cosa está en su sitio y tiene el color imaginado: la arena, blanca; las aguas, azulverdosas; el cielo, azul impoluto, y las palmeras, verde intenso. La isla de Vieques está también conectada por barco desde Fajardo (poco más de una hora) o por avioneta desde el mismo Fajardo y San Juan (10 minutos). La mayoría de viajeros llegan a Vieques para disfrutar uno de los fenómenos más curiosos de la naturaleza marina: la bahía bioluminiscente. Te lo cuento en la siguiente foto.
Existe un fenómeno espectacular de la naturaleza marina que ocurre esporádicamente en algunas aguas templadas del planeta, pero Puerto Rico es el único lugar donde puedes contar con que suceda cada noche en varias bahías protegidas. Es el fenómeno de la bioluminiscencia, producido por unos organismos microscópicos de tipo protozoario conocidos como dinoflagelados, que tienen la particularidad de emitir luminiscencia cuando se les agita. El lugar más accesible desde San Juan para observarlo es en la laguna Grande, ubicada en Fajardo, al noreste de la isla. Pero existen otros dos que yo recomendaría. El primero es en La Parguera, una villa costera en el suroeste de la isla grande, entre Mayagüez y Ponce. La Parguera es una amplia rada rodeada por uno de los mayores y mejor conservados sistemas de manglares costeros de Puerto Rico. Debido a la altísima concentración de dinoflagelados, al caer la noche sus aguas se convierten en una gigantesca luciérnaga cada vez que algo agita la superficie, ya sea un pez en busca de comida, el motor de una embarcación o los muchos curiosos que acuden a observar el fenómeno y se bañan en sus aguas y agitan sus brazos y piernas en una especie de bombilla viviente. El segundo lugar está en Vieques una islita cercana a la isla grande (exactamente en la bahía Mosquito) conectada por barco desde Fajardo a poco más de una hora o por avioneta desde el mismo Fajardo y San Juan en 10 minutos. Ocurre lo mismo que en La Parguera: el gran aporte de nutrientes orgánicos de los manglares que la rodean y la escasa renovación de sus aguas, hacen que en bahía Mosquito se concentra millones de esos micororganismo y conviertan la noche en un espectáculo bioluminiscente.
El bosque nacional del Caribe, conocido también como el bosque lluvioso tropical de El Yunque, es el lugar más visitado de Puerto Rico. Y cuando lo conozcas comprenderás de inmediato el por qué. Una maravilla natural que jamás fue talada ni devastada, de ahí su alto interés biológico. El Bosque de El Yunque, que lleva su nombre en honor al benévolo dios indígena Yuquiyú, alberga unas 240 especies de árboles y otras cientos de vertebrados e insectos distribuidas en más mil metros de desnivel (en realidad conviven cuatro tipos de bosques distintos, cada uno determinado por su altitud). El Toro, el pico más alto del bosque gracias a sus 1.076 metros, solo cuenta con una inusual vegetación enana que cuelga de sus lados. La alta pluviosidad de la zona crea un exótico entorno tipo jungla de brillantes hojas, relucientes rocas y húmedos senderos, en los que rara vez penetra el sol. Hay innumerables sitios para tomar fotografías o bien, zambullirse en sus inmaculadas piscinas naturales de aguas cristalinas. Lo que significa que si lo quieres visitar con cierta tranquilidad, hay que prever unas buenas botas para perderse por sus senderos y aislarse así de la carretera central y única, en la que se suele amontonar la mayoría de los visitantes sin advertir que la belleza de El Yunque radica en sus recovecos y en sus pequeños caminos de tierra.
Otro de los grandes atractivos naturales de Puerto Rico son las cuevas de Camuy, uno de los el mayores sistema de cavernas del mundo. Está ubicado al noroeste de Puerto Rico y abarca una extensión de 108 hectáreas. Dentro del parque, los senderos se abren paso por majestuosos barrancos cubiertos de helechos. Dentro, como en un universo paralelo, se extiende un sistema de pasadizos subterráneas formados por la corriente del propio río a lo largo de más de un millón de años. Un tesoro oficialmente descubierto en 1958, pero con evidencias de que los indios taínos ya lo exploraban cientos de años atrás. La gruta principal, probablemente la más espectacular por tamaño, es cueva Clara con más de 80 metros de alto y de cuyos techos y paredes cuelgan estalagmitas y estalactitas de gran tamaño.
Aunque hay un Puerto Rico de hoteles con todo lujo de servicios de los que no hace falta salir en una semana para entretenerse, existe otro Puerto Rico más popular, que por idioma y herencia cultural resulta más apetecible al visitante hispano. Un Puerto Rico que se materializa en los pequeños pueblecitos del interior; en las fiestas populares de honda imbricación colonial y católica, como la cabalgata de los Reyes Magos de Juana Díaz o en las playas de la costa oeste (Aguadilla, Mayagüez, Boquerón) que quizá no den la imagen fetén de postal paradisíaca que necesitan los folletos turísticos, pero que son reales, igual de hermosas que las otras y frecuentadas por gente local. En Puerto Rico hay un festival o celebración alrededor de la isla casi todos los fines de semana. Estos son algunos de los más grandes y populares.
El festival de Teatro Puertorriqueño e Internacional (de mayo a junio). Se celebra en sedes ubicadas en el corazón de Santurce, también conocido como el distrito artístico de San Juan, y rodeados de restaurantes de moda, cafeterías y arte callejero notable.
El festival de la Piña Paradisíaca (del 27 al 29 de mayo, 2022). En La Parguera, Lajas. El festival cuenta con vendedores que venden piñas de cultivo local y docenas de productos agrícolas locales y alimentos fritos con bandas musicales que animan la fiesta nocturna.
La noche de San Juan (23 de junio) donde se celebra la natividad de San Juan Bautista. Cientos de personas abarrotan las playas para que a medianoche puedan saltar siete veces hacia atrás al océano para tener buena suerte.
El festival de Santiago Apóstol (ultimo fin de semana de julio). En Loíza, donde se despliega un animado desfile por el pueblo en el que los vejigantes y los caballeros españoles luchan, representando la lucha entre las fuerzas del bien y del mal. La música de bomba, una música folclórica tradicional acompaña a los bailarines.
La fiesta Nacional Indígena (finales de noviembre). En Jayuya. Esta festividad homenajea las raíces indígenas de Puerto Rico y la influencia de la cultura y las tradiciones taínas. El pueblo de Jayuya lleva el nombre de uno de los grandes caciques o jefes que vivían en la isla cuando llegaron los españoles en el siglo XVI. Los taínos fueron erradicados por los españoles pero su influencia aún está presente en la cultura puertorriqueña.
La gastronomía es parte fundamental de cada viaje. Si visitas Puerto Rico no dejes de probar alguno de sus platos más típicos. La lista abre el apetito: el mofongo ,elaborado tradicionalmente con trozos de plátano verde fritos machacados con ajo y cerdo curado en sal, chicharrón, mantequilla o aceite. Los tostones y amarillos, el primero de plátano verde y los amarillos de plátanos maduros. El exquisito lechón marinado en adobo (una mezcla de ajo, orégano, pimienta negra, vinagre y agua) y asado lentamente a la brasa durante horas -por cierto declarado legado culinario puertorriqueño- o el arroz y habichuelas, la guarnición puertorriqueña por excelencia. Además, no olvides que Puerto Rico es el lugar de nacimiento de la piña colada, no dejes de pedirla en algún bar del Viejo San Juan ni de organizar una visita con degustación de ron local en alguna de sus afamadas destilerías. Y, por supuesto, rematar cada apoteósico almuerzo con el incomparable café puertorriqueño, si puede ser pasado por tela mejor, el que fuera café de la realeza. Todo un lujo para el paladar.
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