Hay lugares clásicos e inevitables en todo primer viaje a Japón. Pero si dispones de un poco más de tiempo o es tu segunda visita al país, aquí van propuestas para descubrir otro Japón más allá del clásico circuito Tokio - Kioto - Nara.
Actualizado por Paco Nadal el 22 de noviembre de 2022.
Japón tiene dos estaciones privilegiadas. La primavera, cuando florecen los cerezos. Y el otoño, cuando los arces se visten de inabarcables tonalidades de rojo y ocre y los ginkgo biloba se transforman en antorchas amarillas. Los colores del otoño se pueden disfrutar en cientos de parques, jardines y bosques japoneses, pero pocos ofrecen un espectáculo tan soberbio como las montañas de la prefectura de Nagano, en el centro de la isla de Honshu, los llamados Alpes japoneses. La carretera que va de la ciudad de Nagano a Matsumoto y de allí a Takayama, por ejemplo, atraviesa bosques que en otoño adquieren colores imposibles. También en los alrededores de la estación termal de Karuizawa. Hay muchas estaciones de esquí en Nagano.
Famosa aldea de los Alpes japoneses, en la prefectura de Gifu, vecina a la de Nagano. De las pocas que ha conservado la arquitectura tradicional de la montaña japonesa, con casas de madera cubiertas por voluminosos tejados de paja de arroz muy inclinados para evitar que se les acumule la nieve que cae abundante en estas alturas. Los tejados de paja hay que renovarlos cada cierto tiempo, una tarea comunal en la que todos los vecinos ayudan a la familia que lo necesita, porque hay que cambiar la cubierta en un tiempo récord para que la lluvia no afecte al interior. Shirakawago es Patrimonio de la Humanidad desde 1995. Reconozco que el pueblo es gracioso, tiene su punto, pero tampoco es para tirar cohetes. Sus vecinos siguen viviendo de la agricultura y la ganadería, aunque buena parte de las viviendas están dedicadas a restaurantes, cafés y alojamientos. La gentrificación ha llegado también a este rincón de la montaña japonesa.
Seguro que has visto infinidad de documentales en los que unos monos que viven en montañas nevadas se protegen del frío extremo metiéndose en pozas de aguas termales. Bien, pues esos monos viven en Japón, en el parque Jingokudani, a las afueras de la población de Nakano (prefectura de Nakano). Son macacos japoneses, la especie que vive más al norte de las 180 conocidas de monos. Desde el parking hay que caminar 1,6 kilómetros por un amplio senderos sin cuestas hasta la caseta de acceso a la charca, donde se paga la entrada. El macaco de Japón vive en esos bosques de los Alpes japoneses en grupos de hasta 100 individuos. Pero es importante que sepas que para verlos en su onsen particular tienes que ir en pleno invierno, cuando la nieve lo cubre todo y la temperatura baja de cero. Solo entonces bajan hasta la charca a calentarse y a socializar. En verano, andan desperdigados por el monte y solo verás alguno en la lejanía. El peor momento del año para verlos es el otoño, porque andan afanados en lo profundo del bosque atiborrándose a bayas y frutos para ganar energía con la que soportar el crudo invierno.
El Castillo de Matsumoto fue construido en 1595, su soberbia y altiva estampa se refleja en un lago, componiendo una de las postales más bellas de Japón. Fue mandado construir por Toyotomi Hideyoshi, uno de los más poderosos señores feudales del siglo XVI. Es uno de los 12 únicos castillos de madera que quedan en el país y uno de los cinco declarados Tesoro Nacional. El interior es muy sobrio, con una exposición de armas de época en las plantas inferiores. Lo más llamativo de la visita es apreciar el excepcional trabajo en madera, que lleva en pie más de cinco siglos. Se sube por empinadas escaleras de madera hasta el sexto piso, desde donde hay una buena vista de las montañas de Nagano. Desde Tokio, puedes hacer con tu grupo, pareja, familia... una excursión privada a Matsumoto que, por supuesto, incluye la visita al castillo.
De los cinco caminos imperiales que hubo en el Japón de la época Edo, dos conectaban la principales ciudades del país, Edo (hoy Tokio) y Kioto. Uno de ellos iba por la costa, el Tokaido, y otro por el interior, el Nakasendo. Del camino de Nakasendo se conserva en perfecto estado un tramo de 8 kilómetros entre las localidades de Magome y Tsumago —en la prefectura de Nagano— que se ha convertido ahora en una de las rutas de pequeño recorrido más famosas de la montaña japonesa. Se tarda unas dos horas y media y es mejor hacerlo en la dirección de Magome hacia Tsumago, porque así se salva el desnivel al principio, en los 2,6 primeros kilómetros, y luego ya solo quedan 5,4 de bajada. Se puede hacer en cualquier época, pero en otoño se convierte en un espectáculo de color. Ambas localidades, Magome y Tsumago, son aldeas tradicionales con casas de madera muy encantadoras y muy volcadas también con el turismo.
En la ciudad de Takayama, prefectura de Nagano, se ha conservado de manera milagrosa la que desde 1692 funcionó como oficina gubernamental y recaudadora de impuestos del periodo Edo. Es un soberbio edificio de madera de una planta en torno a un jardín. Merece la pena la visita para imaginar cómo era la vida y la administración pública de Japón en aquella lejana época en la que estuvo encerrado en sí mismo durante 250 años. La oficina funcionó como tal hasta 1868. En la parte de atrás se conservan diversas estancias como la sala de torturas o el almacén de las sacas de arroz sin descascarillar que los aldeanos tenían que pagar como impuesto. Haces de más de 60 kilos cada uno que eran la moneda con la que liquidar al fisco en aquella época. Takayama es una ciudad moderna, pero conserva cerca del Jinja una calle histórica flanqueda por antiguas casitas de madera, aunque como todas las de su tipo en Japón, está completamente colonizada por locales para el turismo. Esta es la web de información turística de Takayama en español.
Las espadas japonesas son excepcionales armas de guerra sobre las que se cimentó el poder de los samuráis. Pero también son obras de arte que hoy —perdido su valor guerrero— tienen su propio museo. Está en la ciudad de Setouchi, prefectura de Okayama, y a lo largo de sus salas se muestran modelos de todas las épocas y tamaños. En él te enseñan que la palabra katana, que nosotros identificamos con espada japonesa, es solo un modelo de los muchos que existían: era la espada corta de los samuráis. En la ciudad hubo muchas fundiciones de espadas —algunas de las consideradas Tesoro Nacional salieron de ellos— por eso se construyó aquí el museo. Tiene además una zona de producción donde trabajan los últimos artesanos espaderos y en la que se pueden ver los diversos pasos de fabricación de una de estas obras de arte, desde su forja al laborioso proceso de lacado del mango. En este vídeo hecho por el servicio cultural de la Embajada de Japón en EE.UU. puedes ver el proceso de fabricación. Más información, en el propio museo.
Yamaguchi está ubicada a 130 kilómetros de Hiroshima, al suroeste de Japón, y enclaustrada entre verdes montañas, Yamaguchi es una ciudad de 200.000 habitantes, capital de la prefectura homónima. La zona es tan rica en aguas termales que en el centro urbano hay muchos baños públicos y gratuitos. Francisco Javier, el santo navarro cofundador de los jesuitas, estuvo predicando aquí en 1550 y desde entonces sus habitantes profesan un amor casi maternal por todo lo relacionado con Navarra en particular y con España en general. Hay una iglesia católica dedicada a San Francisco Javier, una estatua que le recuerda e incluso un día de España (3 de noviembre). Pero además de la herencia de san Francisco Javier, hay otras muchas cosas que ver en la ciudad y prefectura de Yamaguchi. Una de las más fotogénicas es la pagoda Ruriko-ji, en la capital de la provincia, una maravilla de cinco pisos construida en madera que lleva en pie desde 1471. A las afueras de la ciudad está también el Jyoei Temple Sesshu Garden, un centro ceremonial con un jardín zen y otro verde diseñado en el siglo XV por el famoso pintor Sesshu para el señor del clan Ouchi. En Iwakuni —a mitad de camino entre Yamaguchi e Hiroshima— se conserva uno de los puentes de madera más antiguo (1673) y representativos de Japón, además de un castillo de esa época. En Hagi, en la costa del Mar de Japón, además de famosos alfareros se puede pasar por un barrio con bellas mansiones de samuráis. Por supuesto, la web de información turística de Yamaguchi puede leerse también en español.
En la costa del mar de Japón, cerca de Nagato, en la prefectura de Yamaguchi, te recomiendo visitar este santuario sintoista, dedicado al dios de las cosechas y de los negocios. Es uno de los pocos santuarios japoneses con vistas al mar. Pero lo más llamativo y por lo que se ha hecho popular es por el pasillo con 123 torrii que une el altar con el acantilado cercano. Los pescadores de la zona suelen subir a encender fuegos y hacer ofrendas para pedir protección en el mar. Está rodeado también de bellos campos de arroz. Más información de la comarca en la web de la ciudad de Nagato.
A 8 km del centro de Shimonoseki está Chôfu, que fue en el siglo XVII la capital de la antigua provincia de Nagato y que aún hoy conserva el encanto de su pasado. Lo más interesante de Chôfu es el templo zen Kôzanji, construido en 1327 y declarado Tesoro Nacional; el jardín japonés de Chôfu, antigua residencia de una próspera familia samurái, y la mansión del clan Môri, que fue residencia temporal del emperador Meiji. Precisamente en esta residencia existe la posibilidad de vestirse con un auténtico traje de samurái —real, no de tienda de disfraces—, una experiencia que se puede vivir en muy pocos lugares de Japón. Tiene cinco trajes y el servicio solo se presta los domingos y festivos de octubre y noviembre, de 10:00 a 14:30 h.; el precio por traje es de 1500 ¥. Para las mujeres disponen de trajes reales de doncella de la corte. La mansión Môri está a 10 minutos a pie de la parada de JR Jokamachi-Chofu.
Shimonoseki es la ciudad portuaria en el extremo oeste de la isla de Honshu. No tiene ningún encanto arquitectónico, pero llegan muchos turistas locales para comer en su famoso mercado de pescado. La lonja mayorista está rodeada por docenas de quioscos donde se vende sushi y pescados de todo tipo —incluido el peligroso fugu o pez globo— para consumir allí mismo o en los bancos del paseo marítimo que queda junto a la fachada. Este pez de arrecife es tan famoso como letal. Contiene un poderoso veneno, la tetradotoxina, mortal de necesidad si un humano lo ingiere. Solo pueden prepararlo cocineros cualificados que han estudiado cómo eviscerarlo quitando las partes venenosas. Bueno, pues algo que en el resto del mundo tiraría para atrás, en Japón es tendencia. Comer pez globo es habitual en el país, pero solo aquí en Shimonoseki, se puede encontrar y degustar con tanta facilidad como el que compra un cucurucho de pipas en un kiosco. En esta web (en inglés), encontrarás mas cosas que ver y hacer en Shimonoseki.
Omori, un antiguo poblado junto a las minas de Iwami Ginzan, de las que se extraía un tercio de la plata mundial. Su única calle, flanqueada por casas de madera tradicionales y declarada Patrimonio de la Humanidad, permite hacerse una idea de cómo fue el Japón secreto y aislado previo a la II Guerra Mundial. Las minas de plata de Iwami Ginzan fueron las más importantes del país. En el siglo XVII se extraían de ellas 38 toneladas anuales de plata, casi la tercera parte de la producción mundial de la época. Fueron de declaradas Patrimino de la Humanidad en 2007. Ômori Ginzan y las minas están cerca de la localidad de Ohda, en la prefectura de Shimane.
Seguro que te sonara el Kabuki, el más famoso tipo de teatro japonés, caracterizado por sus densos dramas y el intenso uso de maquillajes por parte de los actores. Pero existen otras formas de representaciones escénicas igual de antiguas en Japón. Por ejemplo, el Iwami Kagura, una danza teatral sintoista que data del siglo XVII y que se ha conservado casi exclusivamente en las regiones sureñas de la isla de Honshu. Una representación hecha para agradar a los dioses mucho más ágil y dinámica que el teatro kabuki. Aunque antiguamente solo se representaba en festivales y fiestas religiosas, ahora se puede ver todos los sábados por la tarde en el santuario Sanku, de la ciudad de Hamada, prefectura de Shimane. En esta página puedes consultar la información que necesitas para tus actividades en Shimane, incluido este Iwami Kagura.
El mar interior de Seto es la porción de agua en el sur de Japón que queda entre las tres grandes islas de Honshu, Shikoku y Kyushu. Dentro de él hay otra multitud de pequeñas islas. Las seis más famosas están unidas por una autopista —la Nishi-seto Expressway— con otros tantos enormes puentes colgantes, prodigio de la ingeniería japonesa. Como son japoneses, a la hora de construirla no olvidaron a peatones y ciclistas y, en paralelo a la gran vía rápida, va un carril bici que se ha convertido en una de las mejores rutas cicloturistas de Japón. La ciclo vía enlaza Onomichi, en la prefectura de Hiroshima, con Imabari,en lade Ehime, a lo largo de 80 kilómetros. Hay alquiler de bicis en casi todas las localidades y ferris que conectan todas las islas, por lo que puedes acortar tu recorrido como desees o volver al punto de partida en barco sin tener que pedalear los mismos kilómetros. En esta web tienes toda la info de dónde alquilar bicis. El Shimanami Kaido está perfectamente señalizado con una línea azul. La mejor época: primavera y otoño; el verano es muy caluroso.
En la cima de Inno-Shima, la segunda isla de Seto por la que discurre el Shimanami Kaido, a 227 metros de altitud, se puede visitar un templo y un parque con 700 estatuas de Buda además de disfrutar de unas excelentes vistas panorámicas de esta zona del mar de Seto. Para ir, toma el bus número 7 en Onomichi hasta la parada del Garden Flower (unos viveros) y, desde allí, sigue un sendero que en una media hora te pone en la cumbre. También se puede llegar en barco desde la estación de ferri de Onomichi. El embarcadero de Innoshima está a unos 15 minutos a pie del Garden Flower. Inno-Shima fue refugio de piratas —muy frecuentes en el mar de Seto—, en especial del clan Murakami. Puede visitarse una réplica del castillo Innoshima Suigun, con una colección de armas.
Situada apenas a una hora al suroeste de Tokio, Kamakura es una ciudad provinciana y agradable. Capital imperial en el siglo XII, supone toda una sorpresa llena de monumentos y templos que, sin embargo, muy pocos viajeros occidentales y casi ningún tour organizado incluye en sus planes. El principal atractivo de Kamakura es Daibutsu, una gigantesca estatua de bronce del Amida Buda, de 11.4 metros de altura. Está en el templo Kotoku-in y data de 1252. Recuerda mucho a la de Nara, en la que está inspirada. Pero además, en Kamakura, deberías visitar alguno de sus muchos templos zen, como el Engaku-ji, el Kencho-ji o el Enno-ji, todos con varios siglos de antigüedad. O pasear por su calle más comercial, Komachi, que va de la estación del JR al templo del Daibutsu, y está siempre llena de comercios, restaurantes y ambiente. Esta excursión a Kamakura y Yokohama propone la visita al Gran Buda y a una de las ciudades más modernas de Japón.
Narita es toda una sorpresa. La ciudad que da nombre al mayor aeropuerto de Tokio pasa completamente desapercibida para el viajero. Sin embargo, tiene un complejo budista con pagodas y templos, el Narita-sa Shinshoji, que data del año 940. El recinto es enorme y muy fotogénico. Está rodeado de un precioso jardín-bosque con lago incluido, lleno de estelas de piedra y centenarios árboles que en días brumosos forma un conjunto casi espectral. Desde la estación del JR la animada calle Omote-sando, llena de comercios, restaurantes de ramen, tiendas de artesanía y puestos donde venden la delicatesen local —la anguila—, lleva hasta Narita-sa Shinshoji en un delicioso paseo. Un buen lugar para visitar si te alojas cerca del aeropuerto, si te han demorado el vuelo o tienes un tránsito con muchas horas de espera.
Kobe es una ciudad moderna sin demasiados atractivos para una primera visita a Japón. Pero si decides ir no te pierdas la zona del puerto conocida como New Harbour, con amplias zonas de paseo y un centro comercial con muchas terrazas y restaurantes donde se puede probar la famosa –y prohibitiva por el precio- ternera de Kobe. Tiene además buenas vistas de la torre del puerto de Kobe, el icono de la ciudad. También merece la pena visitar el museo de la Destilería de Sake Hakutsuru, con reproducciones escala 1:1 de los diversos procesos manuales de fabricación de la bebida nacional nipona. Este tour privado por Kobe e Himeji en español tiene una duración de 8 horas y te permitirá descubrir la ciudad con el puerto más importante de Japón.
Si ya tienes el plan (o el deseo) de viajar a Japón, apunta estos 18 puntos porque te merecerá la pena llegar hasta ellos. ¡Espero que sean una buena guía para ti!
Como has leído, Japón es un país al que viajo a menudo y que no deja de sorprenderme. Lo que más me llama la atención son sus contrastes. Una sociedad super moderna y a la última en tecnología en contraste con la espiritualidad y la paz de sus tradiciones. Este es mi particular homenaje a los japoneses.