Kioto, capital imperial de Japón durante 1.000 años, es la visita imprescindible en cualquier recorrido por el país. Ningún otro lugar de Japón atesora tantos templos, santuarios, palacios, castillos, jardines y lugares de interés como esta ciudad de millón y medio de habitantes a orillas del río Kamo.
Publicado por Paco Nadal el 16 de noviembre de 2022.
La montaña que cierra Kioto por el este es una gigantesca colección de templos, santuarios, museos, tiendas y lugares especiales. Es el lugar perfecto para empezar toda visita a Kioto y merece la pena dedicarle un día completo. Se puede empezar por el extremo sur, con sus múltiples recintos religiosos incluidos el templo budista Kiyumizu-dera, el templo del agua pura. Un complejo de edificios de bellísima estructura pertenecientes a la época Edo (siglo XVII) envuelto por un bosque que en otoño revienta de tonalidades rojas y anaranjadas y con una vista excelente sobre la ciudad. También hay que visitar el Kodai-ji (iluminado por la noche en primavera y otoño) y el museo Nacional de Kioto. Luego, cruzando el parque de Maruyama-koen (con sus bellos parterres, lago y puentes) se puede visitar el santuario Chion-in, con su monumental puerta de acceso o el pequeño y ornamental Shoren-in. Al anochecer, se puede bajar hasta Gion, el barrio de las geishas, para completar un día cansado, pero lleno de vivencias. Tu visita a Kioto no ha hecho más que empezar. Si lo deseas, puedes echar un vistazo a dos propuestas: un tour privado por Kioto con guía en español, una opción muy buena para grupos, y una visita guiada por Kioto, también con guía en español.
Es una auténtica delicia pasear por las estrechas calles de este barrio de casas tradicionales de planta baja y alero curvo, uno de los pocos que reflejan aún cómo tuvo que ser el viejo Kioto imperial. Los farolillos rojos y blancos animan a entrar a los numerosos restaurantes y casas de té, de las que quedan casi un centenar. Todavía quedan algunos cientos de maikos y geishas en Kioto (de las miles que hubo). Su misión sigue siendo amenizar con artes y músicas tradicionales los eventos y reuniones para las que se les contrata. El acoso de turistas queriendo fotografiarlas cuando salen o entran a alguna casa de té ha llevado al Ayuntamiento a prohibir hacer fotos en las calles de Gion que más frecuentan. La calle principal, Shijo Dori, parte en dos el barrio y es la zona comercial más concurrida, pero la verdadera esencia de Gion está en los callejones que se extienden a ambos lados. Lo que veréis en abundancia son jóvenes turistas disfrazadas por unas horas con el traje tradicional japonés. Aquí te dejo la información para alquilar un kimono y todos sus complementos para vivir la experiencia de sentirte como una local y la opción de contratar un recorrido por este barrio de Gion en un tour nocturno.
Shijo Dori es la gran arteria comercial de Kioto. La sección más transitada se prolonga desde la calle Karasuma hasta la entrada del parque Maruyama, en Gion. Entre Karasuma y el puente sobre el río Kamo, Shijo Dori está llena de tiendas de moda, marcas internacionales, complementos y cafeterías. En el tramo que cruza Gion hasta la puerta del parque abundan las pastelerías, tiendas de recuerdos y comercios tradicionales, más pensados para el turista.
Si hay un lugar capaz de transportar al visitante a los tiempos imperiales de geishas y samuráis es Ponto chô, un callejón de apenas tres metros de ancho, paralelo al río Kamo, entre los puentes de las calles Shijo y Sajo. Pontocho alberga la mayor concentración de izakayas y restaurantes de toda la ciudad. Muy frecuentado por los turistas, encontrarás desde comida tradicional japonesa hasta pizzas. Si eres capaz de aislarte de los otros cientos de clientes como tú que buscan mesa, te verás transportado mil años atrás.
Estará petado de turistas vayas el día que vayas, pero merece la pena la cola. La que probablemente sea la imagen más icónica de Kioto (y casi casi de todo Japón) es una villa de descanso mandada construir por el shogun Ashikaga Yoshimitsu en 1397. Pero a su muerte se trasnformó en templo zen en el que se veneraban reliquias de Buda. Todo el exterior está recubierto de láminas de oro. Para magnificar la construcción, se rodeó de un precioso jardín con pinos y un estanque con islas y rocas en el que el pabellón se refleja como en un espejo. En otoño, la postal es aún más brutal por el increíble color rojo de los arces que rodean el lago. Se salvó de los bombardeos de la II Guerra Mundial (Kioto apenas sufrió los efectos de la guerra), pero en 1957 un novicio budista enajenado le prendió fuego: lo que vemos es una reconstrucción. El escritor japonés Yukio Mishima novela este suceso en una de sus obras más famosas: El pabellón dorado.
Un gran recinto de palacios, murallas y jardines que se conserva tal cual fue cuando desde este lugar los señores de la guerra ejercían el poder durante la época Edo. Ocupa una manzana entera en el centro de la ciudad. La visita a Ni-jo es interesante por las sólidas murallas, por los jardines de coníferas, que transmiten paz y serenidad, pero sobre todo por el interior de los palacios, en los que residieron cinco shogunes. Se conservan muchas pinturas y paneles originales y se han recreado algunas salas con maniquís en escenas muy realistas de cómo debía ser la vida de la corte en aquella época y cómo tuvo que ser una audiencia entre el mandatario y sus gobernadores.
El Tenryu-ji es uno de los principales templos budistas de la zona de Arashiyama —la otra montaña que cierra la ciudad, pero por el oeste— famoso por su jardín zen, espectacular (y lleno de visitantes, por supuesto) tanto en primavera como en otoño. Una de las visitas obligadas en Arashiyama. La salida del jardín por el extremo norte conecta directamente con la senda de cemento que atraviesa el famoso bosque de bambú de Arashiyama. Es un lugar agradable, pero a muchos le decepcionará por su reducido tamaño y por el agobio de verlo siempre junto a una marabunta de visitantes. Está bien como complemento a la visita a otros templos de la ladera de Arashiyama, pero no esperes un bosque lleno de magia y misterio, porque de ambos tiene poco. Tanto Arashiyama como la villa imperial de Uji (en el punto 11 leerás sobre la ceremonia del té) se pueden visitar en una excursión privada que parte desde Kioto.
La aseveración de que un jardín japonés se compone de agua, vegetación y piedra y que lo más importante (y caro) de los tres es la piedra se cumple en este templo de Arashiyama —y cercano al bosque de bambú— con un célebre jardín que solo tiene piedras. En concreto 15 sobre una base de gravilla blanca. No se sabe quién lo construyo ni por qué. Está pensado para meditar. Personalmente me decepcionó un poco: no me produjo la armonía que esperaba. Aún así, merece la pena la visita al Ryoan-ji por el paseo que rodea el gran lago anexo. En otoño es uno de los jardines más espectaculares de Kioto por la cantidad de arces rojos que encontrarás alrededor.
Más conocido como el templo de las mil estatuas, este enorme pabellón de 120 metros de largo situado también en la ladera de Higashiyama excita poco la atención cuando se ve por fuera. Pero una vez dentro, la mirada se pierde en una colección única en todo Japón: mil y una estatuas de madera recubiertas de láminas de oro de Kannon, una bodishattva muy venerada en el budismo japonés como diosa de la compasión y una de las expresiones de Amida Buddha. El lugar es de verdad impresionante, más aún si tienes en cuenta que el edificio y las estatuas son originales del siglo XIII. El domingo más cercano al 15 de enero se celebra una fiesta a la que los padres llevan a los niños ataviados con kimono y pequeños arcos con flechas en recuerdo de una competición de arqueros que se celebraba en este lugar en la época Edo.
Una visita obligada en Kioto es a este templo dedicado a Inari, el dios de las cosechas de arroz, que se levanta al sur de la ciudad (estación Inari del JR). Fushimi Inari es el famoso santuario con miles de torii anaranjados que salía en la película Memorias de una geisha. Los torii se despliegan a lo largo de cuatro kilómetros de caminos que suben hasta la cima del monte sagrado Inari. Merece la pena recorrer con calma sus vericuetos y subir a ver atardecer sobre Kioto desde la cima del monte. Aunque en fechas señaladas puede ser misión imposible: Fushimi Inari es uno de los lugares más famosos de Kioto y suele haber miles de visitantes que lo saturan todo. Si te interesa, hay una excursión privada a Nara e Inari (con guía en español) en la que podrás disfrutar de este santuario.
Esta localidad al sur de Kioto es famosa por ser una de las principales zonas productoras de té matcha. En la calle principal hay tiendas que llevan más de 400 años vendiendo este té verde tan especial —y apreciado en Japón—. A Uji se suele ir para participar en una ceremonia del té; puede parecer una turistada, pero si te centras en el sentido y la pompa de la ceremonia te permitirá conocer un poco más del ceremonioso y complejo ritual social de esta desconocida sociedad. Las ocha no sensei —las maestras de la ceremonia del té— repiten un proceso parsimonioso y perfectamente regulado desde hace siglos. Tanto la villa imperial de Uji como Arashiyama (en el punto 7) se pueden visitar en una excursión privada que parte desde Kioto.
Una vez en Uji sería imperdonable no visitar también el Byodo-in, una antigua residencia de descanso del clan Fujiwara construido en el año 980 y más tarde reconvertido en templo budista. La imagen de su bello salón Amida, original de 1503, reflejada en el lago es otra de las postales recurrente de Kioto. En su interior se conserva una estatua de Amida Buda de tres metros de alto, rodeada por 52 santos budistas. Merece la pena entrar a ver el pabellón Amida, único que se conserva intacto en todo Japón de aquel período, pasear luego por los jardines y visitar más tarde el museo anexo (construido bajo tierra), donde se conservan los tesoros artísticos que albergaba el templo, entre ellos la campana original.
En este mapa, te muestro los lugares ennumerados en este listado para que puedas ubicarlos y llegar fácilmente. Son los imprescindibles de Kioto.