El Cairo es el epítome del caos y del crecimiento sin planificación ni criterio. Una ciudad hecha al asalto a la que en la Antigüedad llamaron la Metrópolis del Universo. El área metropolitana más grande de África y de todo el mundo árabe y en la que, según los clásicos -¡qué ironía-, el suelo era de oro. Con 15 millones de habitantes según el censo oficial (más de 20, según la ONU), un tráfico endemoniado, pirámides faraónicas que despuntan entre un caos de infraviviendas, mezquitas mamelucas, iglesias cristianas, bazares de las mil y una noches y el padre de todos los ríos -el Nilo- partiéndola en dos. El Cairo impacta al viajero novel. Una ciudad que no deja indiferente a nadie, pero que hay que conocerla y descubrirla para entender el Egipto actual. En este otro post te cuento sitios que ver en Egipto en un primer viaje.
Publicado por Paco Nadal el 12 de enero de 2022.
El Cairo creció en torno a una colina en la margen oriental del Nilo en la que Saladino, uno de los más poderos grandes gobernantes medievales del mudo islámico, mandó construir hacia 1183 una fortificación militar que con el tiempo se fue engrandeciendo con mezquitas, palacios y monumentos. Sobre todo en el siglo XIX, cuando el sultán otomano Mehmet Alí demolió viejas estructuras y construyó su gran mezquita y otros palacios y museos. Hoy es una de las visitas obligadas en El Cairo. Primero por lo que tiene de monumentalidad e historia (durante más de siete siglos se gobernó Egipto desde estas residencias). Segundo, porque es uno de los pocos miradores naturales desde donde se puede ver El Cairo en perspectiva y apreciar su inmensidad. En la Ciudadela tienes que visitar la imponente mezquita de Alabastro o de Mehmet Alí, que con sus dos minaretes gemelos de estilo otomano destaca sobre todo el conjunto. También, la vecina mezquita de Al-Nassir-Muhammad. El palacio Qaser Al-Gawhara o palacio de las Joyas, residencia del sultán. También, el museo Militar de Egipto y el museo de Carruajes.
En El Cairo hay infinidad de bazares y mercados. Pero si solo tienes tiempo para visitar uno, el más recomendable es el de Khan el Khalili. Es el mercado más bullicioso y colorido de la ciudad. Khan el Khalili es el territorio de las mil y una noches, el gran bazar donde todo es posible, donde todo se compra y se vende: telas, babuchas, joyas, perfumes, dulces, especias, marroquinería, alfombras… El mundo concentrado en cuatro esquinas. El mercado empieza en la plaza Al Hussein y se despliega por una gran cuadrícula de callejones y pasadizos. Los viales más cercanos a la plaza están tomados por tiendas de suvenir baratos para turistas y no difieren de los de cualquier otro bazar de ciudad turística de Oriente. Pero apenas que te alejes dos cuadras, el paisanaje cambia y Khan el Khalili se transforma en un bazar para la gente local y tú, turista ávido de algo diferente, tienes la oportunidad de por un momento sentirte un cairota más. En la parte opuesta a la plaza empieza la calle Al Moez, la más concurrida y ambientada del Cairo islámico al llegar la noche. Al Moez es un hervidero de gente joven paseando o bebiendo té en los cafetines, de pandillas de adolescentes jugando, de novios cogidos de la mano transgrediendo la recta moral islámica y de unos pocos occidentales alucinando con lo mucho que se parece ese teatrillo urbano al de cualquier calle céntrica de su ciudad.
Egipto es un país musulmán, pero muy pocos viajeros saben que un 10% de la población, entre 11 y 13 millones, es cristiana. Cristianos coptos que siguen una fe que estaba aquí mucho antes de la llegada del Islam. Ambas comunidades conviven en armonía. Buena parte de esos cristianos viven en el barrio copto, una de la zonas más antiguas de El Cairo y donde se cree que estuvo un tiempo la Sagrada Familia cuando huyó a Egipto escapando de Herodes. El barrio copto es como una ciudad dentro de otra. Tenía sus propias puertas y aún hoy se respira otro ambiente, casi casi medieval, por sus callejuelas de piedra blanca. Tienes que pasear por ellas y conocer alguna de sus iglesias (muchas admiten visitas durante el rezo, aunque se pide máxima discreción). La más famosa e importante es la iglesia Colgante, llamada así porque fue construida en el siglo III sobre los restos de una de las torres de la fortaleza romana. También se pueden visitar las iglesias de los santos Sergio y Baco, de San Jorge y de Santa Bárbara. Otros puntos de interés en el barrio cristiano de El Cairo son la sinagoga de Ben Ezra, los restos de la fortaleza de Babilonia (época romana) y el museo Copto.
Una de las mezquitas más bonitas y que además se pueden visitar por los no musulmanes es esta de Al-Azhar, contigua al mercado Khan el Kkalili. Sus orígenes se remontan más de 1.000 años en el tiempo (siglo X), en época famití. Fue la mezquita central de El Cairo durante siglos además de Universidad de estudios coránicos. De hecho, es fácil ver grupos de estudiantes sentados en el suelo en la sala de oración a todas horas. Tiene un gran patio central de mármol rodeado de arcadas con columnas. Ha sufrido muchas ampliaciones y reformas a lo largo de la historia. A las mujeres se les proporciona una falta amplia y un velo a la entrada si no llevan ropa adecuada para acceder.
Otro lugar sublime al que ir al atardecer en El Cairo es la Corniche, el paseo fluvial a lo largo del Nilo entre el puente del 6 de Octubre y el puente El Tahrir (plaza Tahrir). Cuando el sofoco del calor y del intenso tráfico remite, las parejas de novios y las familias con niños viene pasear a esta ribera del Nilo, mientras la brisa del desierto perfuma el ambiente. Desde los minaretes, la voz cansina del almuecín convoca a la oración y el Nilo, lleno a estas horas de reflejos púrpuras y bermellones, confirma lo que decía un personaje de las Mil y una Noches: “Quien no ha visto El Cairo, no ha visto el mundo”. Hay muchos cafetines y restaurantes que miran al río y es una zona perfecta para ir a cenar si buscas un poco de ambiente local.
A Khan el Khalili puedes ir por la mañana o por la tarde, pero a la plaza a la que se asoma, la de plaza de Al Hussein, hay que ir al atardecer para sentarse en uno de los cafetines contiguos a la mezquita homónima y dejar que el teatrillo mundano de El Cairo actúe delante de ti, mientras el aire fresco del crepúsculo alivia la cargada atmósfera cairota. A esas horas, cuando el plomo fundido que ciega las horas cenitales cede y suaviza los perfiles de la megaurbe, la plaza de Al Houssein estalla de vida. Los fieles entran apresurados en la mezquita, los niños que venden baratijas y suvenir parecen más activos; las palmeras de la plaza se mecen en la sueva brisa, en competencia con la rectitud de los minaretes de la cercana mezquita de Al Azhar, que parecen forrados de chapas de bronce a estas horas. Hay familias enteras sentadas al fresco, ya sea en los bancos de los cafés o tiradas en las aceras. Las luces de neón de los cafés mandan destellos fluorescentes. A estas horas la plaza es una radiografía del gozo de vivir en estado puro. Y tú te sientes parte de ella, mientras endulzas tus sentidos con un té a la menta y sueñas con estar dentro de ese callejón de los milagros.
Buena parte de los infinitos hallazgos arqueológicos del Antiguo Egipto se guardan en el Museo Egipcio de El Cairo, probablemente el museo más caótico y peor conservado del mundo. La sensación es que es más un almacén que un museo y las piezas expuestas (una mínima parte de los que atesora; no hay sitio para todo) están colocadas sin mucho orden ni criterio y demasiado polvo. Aún así, ha sido siempre una visita obligada en El Cairo, sobre todo por ver el tesoro de la tumba de Tutankamón, la joya del museo. Si vas ahora, la sensación de caso es aún mayor, porque ha empezado el traslado de piezas al nuevo museo, una gran obra largamente acariciada por el gobierno egipcio y todos los historiadores y egiptólogos para darle un envoltorio digno a todas esas evidencias de un pasado glorioso. El nuevo Gran Museo Egipcio se está construyendo en la explanada de las pirámides de Guiza y tras muchos retrasos, se espera que se inaugure para el verano de 2022, coincidiendo con el 200 aniversario del hallazgo de la Piedra de Rosettay el centenario de la tumba de Tutankamón.
Egipto tiene tanto patrimonio y tantos restos arqueológicos que ya no sabe dónde ponerlos. Por eso, además del Gran Museo Egipcio que se está construyendo junto a las pirámides y que recoge el Egipto faraónico, se inaugró en 2021 el Museo Nacional de la Civilización Egipcia, que no se debe confundir con el anterior. Este está en Fustat, al sur de El Cairo y unos 20 kilómetros del Gran Museo de Egipto y las pirámides de Giza y está dedicado a todo lo relacionado con las civilizaciones que pasaron por Egipto desde la Prehistroia hasta la actualidad. Tiene más de 50.000 objetos, entre ellos -la joya del museo- las famosas 22 momias de reyes y reinas, incluida la del gran Ramsés II, que aparfecieron en un escondite cerca del valle de los Reyes.