Montenegro es el destino emergente de la costa adriática. Este pequeño país, producto de la desintegración de la antigua Yugoslavia, tiene uno de los litorales más bellos y vírgenes del Adriático. Y aunque hace ya tiempo que llegó el turismo, está mucho menos masificado que la vecina Croacia. La costa de Montenegro es una preciosodad, con pueblos medievales amurallados -como Kotor o Budva-, bosques que llegan al mar y acantilados. Pero es que el interior tampoco se queda atrás: espacios como el lago Skadar o el parque nacional Durmitor te enamorarán. Si estás pensando en viajar a Montenegro, te cuento cosas que ver y hacer en Montenegro.
Publicado por Paco Nadal el 14 de febrero de 2022.
La primera población que aparece tras cruzar la frontera con Croacia es este centro vacacional, antigua Castelnuovo, a la entrada de la bahía de Kotor. Atravesarás primero toda la zona nueva, llena de hoteles, restaurantes, marinas y servicios turísticos en la que se suele quedar el grueso de los visitantes. Quizá te decepcione un poco porque no es diferente a cualquier otro lugar de vacaciones del Mediterráneo. Pero sigue un poco más adelante, hasta la ciudad antigua. Aparca el coche fuera del recinto amurallado y sumérgete a pie en uno de los cascos históricos más antiguos y bonitos de Montenegro. La placita principal tiene una iglesia ortodoxa dedicada al Arcángel Miguel, construida con sillares blancos, además de mucho ambiente en sus terrazas; es la zona más animada del pueblo. Baja desde allí por la calle Vojnovica, la vía principal, hasta Forte Mare, la fortaleza del mar (entrada 2 €), desde donde se aprecia la privilegiada ubicación de la ciudad y una buena panorámica de esta primera parte de la bahía de Kotor. En la plaza Nicola Duvkovic, en otra de las entradas de la zona amurallada, hay también muy buen ambiente de terrazas y un agradable paseo marítimo.
Continúa por la E-65, la única carretera que bordea toda la bahía casi al nivel del agua. Pasarás por las Bocas de Kotor, el estrechamiento que separa las dos ensenadas que forman la bahía y punto estratégico de defensa ante el ataque de flotas enemigas. Llegarás así a la siguiente parada, Perast, otra preciosa localidad que hay que visitar, sí o sí. Perast es muy pequeña, prácticamente consta de una única calle en paralelo al mar, con algún pequeño callejón lateral, eso sí, toda llena de restaurantes, terrazas y embarcaderos desde donde salen los barcos-taxi para la isla de Nuestra Señora de la Roca y otros lugares de la bahía. Destaca el palacio veneciano del siglo XVII reconvertido en hotel. No se puede entrar con coche, hay que dejarlo fuera y pagar 5 €. Pero si sigues un poco más adelante por la carretera principal, tras una cuesta, aparece la entrada oeste al pueblo, donde existe otro parking y no suelen cobrar la entrada. En Perast hay poco que hacer, pero es un sitio encantador con sus dos campaniles, el paseo al lado del agua, sus terracitas y las vistas de la bahía de Kotor, de las Bocas de Kotor y de la isla de la Roca. Esta segunda ensenada de la bahía, tras las Bocas, es mucho más bonita y natural que la primera, donde está Herceg Novi. Y sus pueblos, más armónicos y bien conservados, todos con arquitectura tradicional. De hecho, está declarada Patrimonio de la Humanidad.
La isla casi plana con una gran iglesia que se ve desde Perast es Gospa od Skrpjela, Nuestra Señora de las Rocas, un islote artificial construido hace siglos con barcos hundidos y piedras que llevaban los vecinos. De ahí su nombre. Desde el siglo XV hubo aquí una pequeña ermita, pero tras un terremoto en 1667 se construyó el templo actual con aportaciones de los fieles. El campanario barroco se añadió en el siglo XVIII. Es una de las excursiones clásicas desde Perast (los barcos-taxi cuestan 5 euros). Cada 22 de julio se celebra una peregrinación marítima -la Fasinada- en la que se lanzan piedras desde las embarcaciones, para perpetuar la tradición. El islote cercano es Sveti Dorde, la isla de San Jorge, una isla natural con un monasterio benedictino y el antiguo cementerio de Perast.
Es el Dubrovnik de Montenegro. La joya arquitectónica del país y su ciudad más bella y visitada. El lugar imprescindible de visitar, aunque como también Dubrovnik, está totalmente tomada por el turismo. Durante 350 años se llamó Cattaro y perteneció a la República de Venecia; de esa época es el conjunto de fortificaciones que la rodea y el estilo de muchos de sus palacios, iglesias y viviendas. Las murallas y sus bastiones circulares encierran un casco urbano peatonal de piedra de color claro lleno de encanto y monumentos de estilo veneciano. Lo normal será que entres por la Puerta del Mar, que da acceso a la plaza de Armas, donde está la famosa torre del reloj que lleva dando la hora desde 1602. Llama la atención el gran número de plazas en una villa medieval y amurallada, constreñida entre el mar y la montaña, todas ellas con muchas terrazas, bares y ambiente. Si imponente es la ciudad intramuros más soberbia aún es la fortaleza de San Juan, que se ve allá arriba, en la ladera de la montaña. Lo primero que pensarás es que es imposible subir a esa altura: pero no solo se puede sino que es una de las principales atracciones de Kotor; eso sí, a pie y salvando 1.500 escalones en aproximadamente una hora (abre de 8 de la mañana a 8 de la tarde y cuesta 8 €). La subida se hace bastante dura en pleno verano y es por pavimento adoquinado: llevar calzado adecuado. A mitad de ascenso aparece la iglesia Nuestra Señora de los Remedios, de 1518, a la que solo se puede llegar de esta manera. La ciudad tenía y sigue teniendo solo tres puertas, la ya citada del Mar, más la de la del Río, al norte, y la de Gurdic, al sur.
Si sales de Kotor por la P-22 en dirección Budva encontrarás enseguida a la izquierda la P-1, una carretera de montaña muy estrecha y endiablada conocida como la Serpentine, que sube zigzagueando por una ladera muy escarpada. Es tan estrecha que apenas se pueden cruzar dos coches pequeños, pero tiene buen firme y quitamiedos de obra por lo que es muy segura. Es otra de las atracciones de Kotor porque desde cualquiera de sus miradores se tiene la mejor vista de la bahía y todos los pueblecitos que jalonan sus riberas. Las vistas justifican la subida. Son en total 32 curvas señalizadas, las últimas en un continuo zig-zag. En el collado hay un restaurante y un poco más adelante, por la carretera R13, en el cruce que va al Parque Nacional Lovcen (ver siguiente foto), hay otro restaurante.
La Kotor Serpentine es la manera más rápida de llegar a este parque nacional si estás en Kotor (hay también acceso desde Centinje). Se trata de un parque natural pequeño pero que engloba alguno de los picos más altos del país, entre ellos el Štirovnik (1.749 m) y el Jezerski (1.657 m). En este último se construyó el mausoléo de Petar II Petrovic-Njegos, héroe nacional y padre de la patria por su contribución a la formación de la identidad nacional montenegrina. Subir en coche hasta el mausoleo y disfrutar desde allí de una vista que abarca casi un 360 grados por todo el país es la principal actividad que los visitantes hacen en el parque nacional Lovcen. Aunque por su extremo desnivel -pasa de 0 a 1.700 metros en apenas unos kilómetros-, Lovcen es también un laboratorio de biodiversidad con numerosos senderos para descubrir su flora y su fauna.
Antigua capital real y hoy co-capital junto con Podgorica -de la que dista 36 kilómetros- Cetinje se levanta a un costado del parque nacional Lovcen y es una de las visitas clásicas en el interior de Montenegro. Aunque después de conocer las históricas ciudades medievales de la costa, quizá ésta te decepcione en un principio. Su casco antiguo es una mezcla entre el neoclasicismo zarista y el racionalismo soviético. Se articula en torno a la calle principal, peatonal y comercial, la Njegosēva Ulica, con varias placitas y terrazas muy animadas en verano. El lugar más interesante es el monasterio de Cetinje, un centro de gran importancia histórica y cultural para la iglesia ortodoxa serbia -mayoritaria en el país-, fundado en 1701. La ciudad tiene también mucho verde y muchos parques alrededor.
Uno de los paisajes más espectaculares del país es este enorme lago, que con 44 kilómetros de largo es el más grande de los Balcanes. Lo comparten Montenegro y Albania. Es tan grande que tiene varios puntos donde disfrutarlo. Uno de ellos es en la cabecera, en la zona más occidental, donde en realidad más que lago es aún río, el Rijeka Crnojevića, uno de los tres que alimentan el lago Skadar. Allí está el famoso mirador Pavlova Strana, desde donde se obtiene la icónica foto del meandro que ilustra este texto. Para llegar al mirador tienes que seguir una carretera local que va de Cetinje a Podgorica (no la M2.3, que es la principal), a través de una localidad llamada Crnojevića, famosa también por un puente medieval. Otra zona recomendable para abordar el lago es el puente de la carretera E80 que va de Podgorica a la costa. Allí encontrarás dos pueblos: Vranjina, en el lado norte, y sobre todo, Virpazar, en el sur, donde está el Centro de Interpretación del Parque Nacional, en los que tienes todo tipo de servicios para alojarte y disfrutar el lago. En especial, el alquiler de canoas o la contratación de excursiones en barca a motor por el lago para ir a ver los diversos monasterios que se levantan en sus orillas, una de las principales actividades que se suelen hacer en el Skadar (cuestan unos 40 € por hora de excursión). O si lo prefieres, reserva un tour en kayak por el lago Skadar ¡un recorrido único! Si estás alojado en Kotor, también puedes agendar una visita al lago Skadar, un paraíso para ornitólogos y avistadores de aves, con más de 225 especies censadas.
Es otro de los grandes centros de veraneo de la costa montenegrina, el predilecto sobre todo de los turistas rusos. Si te va la marcha y los lugares típicos de vacaciones con mucha peña y muchas posibilidades de ocio, este es tu sitio. Por una parte está la ciudad moderna, llena de torres de apartamentos y hoteles y un urbanismo poco agraciado. Una ciudad vulgar de veraneo, vamos. Un largo paseo marítimo lleno de restaurantes, bares de copas y terrazas bordea toda la bahía en paralelo a la playa. Por otro lado, aislada en una península rocosa, queda la ciudad vieja, una de las postales más bonitas e icónicas de Montenegro, con su recinto amurallado. Aunque resultó casi destruido por un terremoto, el viejo Budva se reconstruyo tal cual fue, con sus callejuelas estrechas, sus casas de piedra y cubierta de teja anaranjada y su ambiente medieval. Una visita imprescindible. La corona la Ciudadela, antiguo bastión de defensa, en el que hay ahora un museo, una biblioteca y las ruinas de una iglesia medieval. Saliendo por una de las puertas de la muralla se accede a una encantadora playita de guijarros de apenas 150 metros de largo, conocida como Ričardova glava con tumbonas y sombrillas. Un sitio delicioso para pasar el día. La mejor vista de la península donde se enclava la ciudad antigua se tiene desde el restaurante Vista, al que se accede por la carretera que sale hacia la playa de Jaz y Kotor. Si estás alojado en Budva y quieres descubrir los lugares más emblemáticos de Montenegro en tour privado, consulta las opciones para visitar el norte de Montenegro o el parque Lovćen, Njeguši, Cetiña y Crnojevica.
Bar, a unos 40 kilómetros al sur de Budva, es otro aclamado centro veraniego de la costa adriática. Famosos por sus playas -en especial las de Sutomore- y sus buenos servicios. Tiene algunas cosas que ver en su centro histórico (como el olivo más antiguo del mundo, 2.500 años), pero el principal atractivo de la zona es Stari Bar, la ciudad antigua, que no estaba en la costa sino sobre una colina a cuatro kilómetros tierra dentro. El coche hay que dejarlo en un parking a la entrada del pueblo (2 €) y subir por una empinada calle jalonada en ambos lados de cafés, restaurantes y tiendas hasta la puerta de la muralla de Stari Bar. Existía aquí ya un asentamiento fortificado desde la Edad Media, perteneciente al imperio Bizantino. Pero en 1877, durante la guerra contra los invasores otomanos, los montenegrinos sometieron a la ciudad a un bombardeo de siete semanas que logró rendir a los turcos, pero que la dejó prácticamente arrasada. Son las ruinas que ahora se visitan. A mi personalmente me decepcionó bastante Stari Bar. Está todo muy sucio y mal mantenido, no hay apenas un cartel explicativo y excepto algún edificio restaurado el resto son ruinas sin mayor interés. Si andas justo de tiempo, y aunque salga en todas las guías, es una visita prescindible.
Situado a unos 50 km de Podgorica, entre las localidades de Danilovgrad y Nikšić, el monaserio de Ostrog es otra de las visitas imprescindibles en Montenegro. Se trata de uno de los principales centros de peregrinación no solo montenegrino sino también de toda Serbia porque en estas cuevas está enterrado San Basilio, obispo de Herzegovina, que murió aquí en 1657. Lo más impactante visto incluso de lejos es su soberbia ubicación, con su enorme edificio blanco metido en un abrigo de roca y colgado de un acantilado cortado a pico. Me recuerda al Nido del Tigre de Bután. Una estrecha y serpenteante carretera sube hasta el pie del monasterio alto. En época de mucha afluencia se cierra al tráfico varias curvas antes del final, donde hay un gran aparcamiento, por lo que se han de terminar los últimos kilómetros a pie. Parece una iglesia metida en la roca, pero en realidad solo es una fachada construida en 1929 para engalanar las dos pequeñas emitas rupestres donde vivía y rezaba el santo. El recinto lo gestionan popes ortodoxos serbios, tanto el monasterio alto como el más grande y moderno que hay abajo, antes de la carretera en zig-zag, junto con la hospedería monástica. Hay también un par de restaurantes. Esta excursión al monasterio de Ostrog parte de Podgorica.
Como no podía ser de otra manera, la joya de la naturaleza de un país tan montañoso como Montenegro es un parque nacional en plenos Alpes Dináricos con montañas de más de 2.500 metros y barrancos tan profundos como el cañón del río Tara, que con 80 kilómetros de largo y 1.300 metros de profundidad se considera el segundo mayor del mundo, tras el cañón del Colorado. Durmitor está en el lejano noroeste del país, cerca de la frontera con Bosnia. La ciudad que hace de centro de servicios en el parque, y a la que debes ir para empezar tu visita, es Žabljak, a 125 kilómetros al noroeste de Podgorica. El parque tiene 18 lagos glaciares de aguas cristalinas -el más grande y recomendable de visitar, el Crno Jezero, el lago Negro-, bosques interminables y muchos senderos señalizados para hacer caminatas. Otro de los atractivos es ver el gran cañón del río Tara. Los dos mejores lugares para asomarse a este abismo son el puente de Djurdjevica y el mirador de Curevac (1,5 kilómetros a pie desde el parking habilitado).
Ubica en este mapa todos los sitios que recomiendo en este post con su correspondiente numeración. ¡Disfruta tu viaje a Montenegro!