El lago Victoria es una Kenia que no sale en los folletos turísticos. Una zona del país menos demandada que los famosos parques Masai-Mara, Amboseli o Tsawo. Sin embargo, para los primeros blancos que llegaron —que eran exploradores y no turistas— fue la meta de todas sus ambiciones. Te explico cómo llegar a Kisumu y cuáles son los sitios que ver en las orillas del lago Victoria, desde el lado de Kenia.
Publicado por Paco Nadal el 01 de junio de 2019.
Si quieres explorar la ribera keniata del lago Victoria te tienes que dirigir a Kisumu, la tercera ciudad del país. Una urbe populosa, vitalista y sin muchos encantos que es la puerta de entrada a las riberas keniatas del mayor lago de África. Más que un lago, el Victoria es un mar interior en el plateau de África del Este con una extensión de casi 70.000 kilómetros cuadrados —tan grande como Irlanda— y compartido entre Uganda, Tanzania y Kenia donde nace el Nilo.
De Nairobi a Kisumu hay 350 kilómetros. Los autobuses y matatus salen de la estación central, situada en Jomo Keniatta Hwy; tardan entre siete y ocho horas. Los hay diurnos y nocturnos. Varias compañías hacen el servicio, como easycoach.co.ke, theguardiancoach.com y crownbus.co.ke. Cuestan unos 1.400 chelines (12,5 €).
Si no quieres vivir la (dura) experiencia de las carreteras keniatas, Kenia Airways vuela de Nairobi a Kisumu. El vuelo dura unos 55 minutos.
Conviene ser sinceros: el Victoria, como casi todos los grandes lagos de llanura, no es de paisajes espectaculares. La vista se pierde en un horizonte plano y el agua de color marrón grisáceo incita poco a la fábula. Pero ¡qué demonios!, un mito es un mito. Estás viendo atardecer nada menos que en las riberas del lago Victoria, las fuentes del Nilo, un sitio de leyenda, el escenario de tantas y tantas lecturas juveniles… así que no puedes por menos que emocionarte.
En el puerto es fácil contratar botes que te llevan a navegar por el lago. Se ven algunos hipopótamos (no muchos) y una intensa vida en sus orillas. Pescadores solitarios, niños y niñas que bajan a por agua, hombres y mujeres desnudos haciendo su aseo corporal, mujeres y niños lavando ropa, un pastor que da de beber a sus vacas. El Victoria es vida y en sus riberas han florecido grandes pueblos desde mucho antes de que el hombre blanco llegara por aquí. En algunos claros se ven árboles-salchicha, sagrados para los luo que habitan las riberas del lago. En el horizonte, las velas latinas de los mashua, las naves tradicionales del lago, se despliegan como cortinas abombadas por el viento. Traen tilapias, percas del Nilo, carbón de Uganda, maderas de Tanzania… el Victoria es el Carrefour de la región de los grandes lagos.
Desde Kisumu, un carretera llamada pomposamente autopista A1, pero con más agujeros y remiendos que el calcetín de un peregrino, lleva hasta la reserva forestal de Kakamega, el único vestigio que queda en Kenia del bosque lluvioso tropical que un día cubrió buena parte del África ecuatorial. Es una mancha pequeña, de unos 240 kilómetros cuadrados, no tan espectacular como las selvas de la cuenca del río Congo. Pero supone un buen comienzo para quienes nunca han estado antes en una selva tropical. Hay senderos señalizados, gran cantidad de aves (imprescindible madrugar para verlas) y muchos monos, sobre todo grandes y ruidosos colobos blanquinegros que te miran con curiosidad desde la copa de los árboles.
Sin embargo, una nueva atracción turística surgió en 2008 en esta esquina occidental de Kenia, en torno al lago Victoria: la casa de los Obama. Barack Obama senior, padre del anterior presidente de los EE. UU. de América, nació en 1936 en Kogelo, una aldea de la etnia luo a una hora de Kisumu, en las riberas del lago Victoria. Y en ella vive la tercera esposa de su abuelo, Mama Sarah Obama, que aunque no tiene vínculos de sangre directos con el expresidente norteamericano y es muy querida por él. También viven algunos hermanastros de Barack Obama.
Gracias a esta carambola, una remota aldea perdida en la sabana de Kenia se ha convertido en objeto de deseo de curiosos de todas las nacionalidades y de televisiones de todo el mundo. A ella se llega por una pista de tierra roja, de ese color rojo intenso que solo da el corazón mineral del África ecuatorial, que avanza por un terreno ondulado de maizales, ceibas y acacias.
La casa de Mama Sarah es una casa africana más, de planta baja con techo de chapa metálica rodeada por una parcela de tierra. En el cuidado jardín, dos tumbas: la del abuelo y la del padre de Barack Obama, muerto en Nairobi en un accidente de tráfico. Y en la puerta, un guarda de seguridad y un cartel con los horarios de las visitas. Cerca de la casa, la comunidad de Kogelo ha construido con ayuda internacional un hotel para recibir a este incipiente turismo del morbo.
Kiboko Bay Resort. Un conjunto de cabañas de madera muy acopladas al entorno en plan lodge de la selva, en la orilla del lago, con un maravilloso pantalán para ver atardecer y un comedor con vistas al lago. Lo más recomendable de la zona (unos 140 dólares la doble).