Naturaleza es la palabra que define cualquier viaje a Islandia. En esta isla no hay ciudades medievales, barrios étnicos, castillos o catedrales barrocas. Lo que cada vez más viajeros españoles buscan en esta isla extraña y sugerente, anclada en medio del Atlántico, es una naturaleza rutilante en estado de formación. Islandia es un libro abierto de geología donde todos los fenómenos de la orogénesis que estudiamos en el bachillerato se están dando en tiempo real. Géyseres, volcanes, fallas, glaciares… Te cuento qué no te puedes perder en un primer viaje al reino desnudo de la piedra volcánica, además de Reikiavik, la capital.
Publicado por Paco Nadal el 29 de febrero de 2024.
Puede que también lo veas escrito como Þingvellir. Se trata de una grieta muy particular: es parte de la falla o visible de la dorsal Atlántica, que está separando las placas tectónicas de Noramérica y Eurasia. Los antiguos pobladores vikingos tenían aquí su parlamento, que se reunía una vez al año desde el 930. Está a 45 kilómetros de Reikiavik y fue el primer parque natural de Islandia. Está declarado patrimonio de la humanidad.
Dónde: centro de servicios del parque nacional Thingvellir.
El valle Haukadalur, cercano a Thingvellir, es uno de los de mayor actividad geotérmica de toda la isla. Y otra de las visitas clásicas. Hay varias surgencias de agua termal aunque la más grande y famosa, Geysir, de la que toman su nombre todos los géiseres del mundo, hace tiempo que dejo de lanzar agua, se cree que por la obstrucción de piedras lanzadas por visitantes. Sí sigue lanzando llamativos chorros de agua hirviendo a 90º cada seis y diez minutos, su vecino, Strokkur.
Junto con los dos anteriores, forma la trilogía de lugares geológicos conocida como Círculo Dorado que se visita en excursiones de día desde Reikiavik. Gullfos es un lugar impactante porque más que una catarata es un río, el Hvítá, que viene de los glaciares Langjökull y Hofsjökull, que se precipita al fondo de una gigantesca falla de 20 metros de ancho y 2,5 kilómetros de largo. El estruendo ensordecedor del caudal al caer y el agua que sube vaporizada crean un escenario apocalíptico, al que se suman las negras paredes de basalto y la turba verdosa que cubre las llanuras volcánicas.
Dónde: Gullfoss.
Foss significa cascada en islandés. Por eso verás este topónimo tan repetido. Una de las más grandes de la isla es esta, por la que el río Seljalandsá se precipita desde 65 metros de altura por un antiguo acantilado marino. Está muy cerca de la carretera 1, la Ring Road, por lo que es fácil de visitar. Además, es de las pocas accesibles por detrás de la cortina de agua, gracias a un sendero bien señalizado. Eso sí, lleva impermeable porque te vas a mojar seguro.
Dónde: Seljalandsfoss.
Un poco más adelante, por la misma carretera 1, la famosa Ring Road asfaltada que da la vuelta a la isla y que usan todos los visitantes, aparece este otro salto de agua que forma el río Skógá al precipitarse por un muro de roca de 62 metros de altura. Es de las más fotogénicas y espectaculares. Sobre todo, por su ubicación: la cortina de agua de 25 metros de ancho cae en una llanura diáfana de negro material volcánico que la hace visible a kilómetros de distancia. Que apareciera en la serie Vikingos la hizo más popular aún.
Dónde: Skógafoss.
En la punta sur de la isla, en torno a la localidad de Vík í Mýrdal aparece otra parada obligatoria. Son los acantilados de Dyrhólaey, donde la acción de los volcanes generó kilómetros de largas y oscuras playas de lava y otros materiales piroclásticos. Un paisaje sacado del Averno, que queda magnificado los días grises y ventosos formando un escenario tétrico a la par que reconfortante. Y una de las fotografías obligadas de toda ruta por Islandia.
Dónde: Vík í Mýrdal / Dyrhólaey
Tras Vík í Mýrdal llega uno de los tramos más cinematográficos del sur de la isla. Casi 150 kilómetros solitarios y espectaculares, sin atisbo de vida. Solo paisajes volcánicos como recién creados. Una desolación que impacta y enamora. Se llega así a la entrada del parque nacional Vatnajökull, conocido tambi´en como Skaftafell, que con sus 4.800 km2 es el más grande de Europa. Es el mejor lugar de la isla para ver glaciares, hacer senderismo sobre hielo, admirar cascadas y observar a la fauna local. El grueso del parque lo ocupa el glaciar Vatnajökull, el más voluminoso de Islandia y de toda Europa. Lo más recomendable es empezar la visita en el centro de interpretación, donde informan sobre actividades y excursiones.
Dónde: Skaftafell.
La carretera N1 continúa rodeando el glaciar Vatnajökull hasta llegar a la laguna del Breiðamerkurjökull (parece un trabalenguas pero no lo es; jökull significa glaciar en islandés), el paraje más bello del sur de la isla. Los bloques de hielo que se desprenden del frente glaciar quedan varados durante meses en esta impresionante laguna. Varias empresas organizan paseos en zódiac entre los icebergs, aunque solo con sentarse en la orilla a disfrutar de la fuerza creadora de la naturaleza justifica el viaje hasta aquí.
Dónde: laguna del glaciar Breiðamerkurjökull