Irlanda del Norte es un destino cercano, a unas dos horas y media de avión desde España, pero muy poco conocido. Sin embargo, tiene todos los ingredientes que han hecho famosa a la isla de Irlanda: castillos, acantilados, pueblos pintorescos, prados verdes y mullidos donde triscan miles ovejitas, cerveza Guinness en los pubs… Las zonas rurales de la parte de la isla Esmeralda que políticamente pertenece al Reino Unido es un compendio de todas las postales que puedas haber idealizado en torno a esta isla. Y esta Ruta Costera de la Calzada que hoy te propongo reúne todos esos ingredientes. ¿Te animas a repetirla? Te dejo toda la información para que puedas organizar tu viaje a Irlanda del Norte.
Publicado por Paco Nadal el 06 de julio de 2025.
La Ruta Costera de la Calzada es como su propio nombre indica una ruta que sigue una serie de pequeñas y estrechas carreteritas pegadas a la costa por toda la fachada marítima este y norte de Irlanda del Norte. Está perfectamente señalizada con carteles metálicos de color marrón y letras blancas en ambas direcciones, así que no te puedes perder. Empieza en Belfast, la capital norirlandesa, y termina en Derry/Londonderry. O al revés, porque se puede hacer en ambos sentidos. Tiene entre 160 y 190 km, depende de por dónde vayas y qué visites y se puede hacer tranquilamente en dos, tres, cuatro o cinco días, depende de lento que te guste viajar. Es cierto que en Irlanda se conduce por la izquierda y a algunos esto os puede generar algún temor: (tranquilo, yo lo he hecho infinidad de veces, y a la segunda rotonda ya te has acostumbrado).
Lo más fácil y rápido son las conexiones directas que hay desde España con el aeropuerto internacional de Belfast, que de momento son Reus – Belfast con EasyJet. Girona – Belfast con Ryanair y Barcelona – Belfast con EasyJet. Otra forma de llegar, que fue la que yo hice, es volar a Dublín, capital de la República de Irlanda, a donde hay muchas más conexiones y según en qué época, más baratas, y alquilar el coche allí. De Dublín a Belfast por autovía hay poco más de dos horas de viaje. También tienes un tren directo (Irish Rail) que conecta ambas capitales en un tiempo similar. Además, hay autobuses que te llevan directamente a Belfast desde el aeropuerto de Dublín sin necesidad de pasar por la ciudad, tardan 1h 50 minutos y ofrecen muchas frecuencias (como Dublin Express o AirCoach) y lo mismo a la inversa, de Belfast al aeropuerto de Dublín. Como veis, Irlanda del Norte es fácilmente accesible desde Dublín.
La Ruta Costera de la Calzada está pensada para hacerla en vehículo a motor. Lo más habitual es en coche. Si quieres llevar el tuyo propio – o tu autocaravana- puedes ir en ferri hasta Irlanda, hay conexiones semanales desde Bilbao al sur de la isla con Brittany Ferries. Es una buena opción para llevar tu propio vehículo, aunque piensa que tendrás que conducir por la izquierda y en carreteras muy estrechas en un vehículo con el volante pensado para hacerlo por la derecha. Lo mejor desde luego es alquilar un coche en la ciudad a la que aterrices, ya sea Belfast o Dublín. Ah! Y la ruta es perfecta también para hacerla en moto, por supuesto.
¿Y en bici? No lo recomiendo. Y sabes que yo soy un gran amante y divulgador del cicloturismo. No lo recomiendo incluso aunque la EuroVelo 1, el itinerario ciclista europeo de largo recorrido que conecta Escocia con Irlanda del Norte vía transbordador, pasé por ciudades como Belfast, Strabane y Derry/Londonderry. ¿Por qué yo no lo haría entonces? Pues porque las carreteras son muy estrechas y sin arcén. Ir por ellas en bicicleta es exponerte a que te lleve por delante un vehículo que venga a mayor velocidad por detrás a la salida de una curva sin visibilidad.
Tampoco es una ruta senderista para hacerla completa, pero sí hay muchos itinerarios locales señalizados para hacer a pie que nacen en poblaciones o lugares turísticos por las que pasa. Por ejemplo, los que existen en torno a la Calzada del Gigante; el que va desde esa Calzada del Gigante hasta Carrick-a-rede, de 18 km por toda la costa. El sendero de los Gobbins, una caminata por acantilados con pasarelas y puentes, o parques forestales como Glenariff Forest Park, con sus cascadas y senderos locales.
No vas a tener ningún problema porque la ruta pasa por zonas muy habitadas en las que se asientan los principales pueblos turísticos de la costa irlandesa. Localidades como Portrush y Portstewart, populares destinos costeros con playas y campos de golf. Como Ballycastle, un pueblo de veraneo de donde salen los ferris a Rathlin Island. O como Larne, Carrickfergus, Whitehead, Carnlough o Cushendun, localidades pintorescas a lo largo de la costa, cada una con su propio encanto y atracciones. No tendrás problema en encontrar un alojamiento que se adapte a tus necesidades, aunque en verano es temporada alta y es esencial que reserves con antelación, sobre todo en zonas muy turísticas, como los alrededores de la Calzada del Gigante.
Lo mismo te digo para comer: multitud de posibilidades de probar la gastronomía norirlandesa. Eso sí, aviso importante para viajeros españoles: los horarios de comidas y cenas en Irlanda no tiene nada que ver con los nuestros. Se come entre las 12 y las dos y para cenar no llegues nunca más tarde de las ocho o te arriesgas a irse a la cama con el estómago vacío. En algunos restaurantes cierran como máximo a las nueve, pero a las 8:30 ya os empezarán a poner mala cara porque han cerrado la cocina.
Si empiezas como yo la ruta en Belfast, puedes dedicarle un par de días a la capital. Su principal reclamo turístico es el museo del Titanic, The Titanic Experience. El vanguardista edificio que lo aloja, con forma de proa de barco, ya es en sí, un aliciente. Ocupa el mismo lugar donde estaba el astillero en el que se construyó el trasantlántico más famoso del mundo. Una vez dentro, diez galerías interactivas invitan a sumergirse en cada fase de su existencia y en las fatídicas casualidades que le llevó a convertirse en el naufragio más dramático de todos los tiempo en su viaje inaugural. Puedes ver el reel que publiqué en Instagram sobre mi visita al Titanic Experience en este enlace.
En Belfast no te pierdas la ruta de los murales, la mayoría de ellos con mensajes políticos; el jardín botánico, el edificio del Ayuntamiento, una soberbia construcción neoclásica o el palacio de Stormont, el centro del poder legislativo de Irlanda del Norte y símbolo de su autonomía política.
Si te coincide en la ciudad un viernes, sábado o domingo, explora St. George’s Market, una institución gastronómica de Belfast, donde encontrarás de todo, desde chocolate hasta queso local, fruta, verduras, antigüedades, libros, ropa, comida caliente, pasteles y bollos, artesanía y una gran selección de pescado fresco.
Tienes más información para organizar una escapada a Belfast de 3 días en este enlace. Yo me alojé en el Ten Square Hotel.
De Belfast se sale por la Shore Road, en paralelo al estuario para iniciar ya la Ruta Costera de la Calzada hacia el castillo de Carrickfergus, que es mi siguiente parada.
El castillo de Carrickfergus lleva más de 800 años en ese promontorio costero, protegiendo la entrada al Belfast Lough. La primera fortaleza la pusieron aquí los caballeros anglonormandos que en el siglo XII invadieron Irlanda para anexionarla a Inglaterra. Desde entonces el castillo fue creciendo en tamaño e importancia y estuvo ocupado por una guarnición militar hasta 1928. Hoy es un museo histórico, con una importante colección de cañones desde los siglos XVII a XIX. Un poco más delante de Carrickfergus está la península de Islandmagee con la ruta de los acantilados de los Gobbins, que discurre pegada a las enormes paredes de basalto que acaban en el mar con puentes impresionantes, escaleras talladas en la pared de los acantilados y cuevas usadas antiguamente por los contrabandistas.
Nota Importante: Debido a un desprendimiento de rocas, la ruta de los Gobbins permanecerá cerrada a los visitantes hasta nuevo aviso. Más información en esta web.
Te dejo los horarios para la visita del castillo de Carrickfergus en este enlace.
La siguiente parada es en el pueblito de Whitehead, que con sus casitas de colores es de los más pintorescos de la ruta. Desde el aparcamiento disuasorio de la entrada nace el Blackhead Coastal Path, un sendero lineal de unos cuatro kilómetros pegado a la costa que pasa por praderas y bosques y sube finalmente hasta el faro de Blackhead, un espolón de roca majestuoso desde donde disfrutarás de las primeras vistas panorámicas de esta costa tan salvaje.
Desde el faro de Blackhead hasta el castillo de Glenarm hay unos 40 minutos de coche por la A2. Glenarm es una las estructuras palaciegas más antiguas de Irlanda. Es la residencia oficial de la familia McDonnell, condes de Antrim, desde 1636, aunque desde cuatro siglos antes ya hubo en este lugar una torre fortificada. El palacio no se visita -excepto en tour guiados en contadas ocasiones-, pero sí los cuidadísimos jardines que lo rodean, una maravilla simétrica llena de flores y arbustos, además del bosque de la propiedad. Hay también una casa de té con productos locales donde comer algo, una tienda y zonas de picnic y juegos donde las familias van a pasar el día.
Hasta este momento, la ruta discurre pegada al mar, aunque por una costa baja e intensamente humanizada. Pero conforme se avanza hacia el norte, el litoral se va encrespando y el paisaje se va volviendo más agreste y solitario. El punto de inflexión es Torr Head, una península al norte de la pintoresca y turística localidad de Cushendun, rodeada de uno de los parajes más bucólicos y verdes de la ruta. La Irlanda que siempre habías imaginado, resumida en un mismo encuadre. Se puede llegar en coche hasta el peñón final de la península y desde allí subir por un empinado pero corto sendero hasta la cima, bastante afectada por las ruinas de una casa que está totalmente destrozada. Una pena porque el entorno es espectacular: enormes acantilados cuando miras hacia el norte; prados suaves y cuadriculados por muretes de piedra que van a morir al mar hacia el sur y el oeste y en los que pastan ovejas lanudas, con alguna casita blanca pespunteando el decorado. Y el rugido del mar, abajo. Un sitio donde quedarse horas y horas disfrutando y dejándose envolver por la naturaleza más . Enfrente, al otro lado del mar, verás tierra. Es Escocia. Torr Head es uno de los puntos geográficos más cercanos entre la isla de Irlanda y la isla de Gran Bretaña. Las separa el llamado Canal del Norte que aquí tiene apenas 25 km de anchura.
Ballycastle es una agradable población pesquera y de veraneo, parada ideal para dormir y a la mañana siguiente muy temprano tomar el ferri que va a la isla de Rathlin, la única habitada de Irlanda del Norte. El barco tarda entre 30 y 40 minutos y te deja en la pequeña población de esta isla barrida por los vientos donde hay un montón de senderos para caminar. Aunque a Rathlin se va sobre todo para visitar el West Light Seabird Centre, un observatorio construido sobre tremendos acantilados donde anidan miles y miles de aves marinas: frailecillos, alcas, araos, gaviotas, petreles… Hay dos pequeños buses que por 12 libras llevan ida y vuelta desde el puerto hasta el extremo de la isla donde está el Seabird Center. Añade a tu equipo un trípode y un buen teleobjetivo si quieres obtener imágenes interesantes de las aves marinas.
Carrick-a-rede es un puente colgante de unos 20 metros de longitud que pertenece al National Trust. Se trata de una reproducción del puente de cuerdas y maderas que los pescadores de salmón construyeron en 1755 para acceder a las redes que ponían en una isla cercana. Las colas para cruzarlo en temporada alta son enormes, pero el entorno, más allá del vado, es soberbio y justifica de sobra la visita. ¡Seguimos ruta!
La Calzada del Gigante está a cinco kilómetros de la localidad de Bushmills y es uno de los mayores conjuntos conocidos de columnas basálticas. La leyenda dice que la creo un gigante irlandés, de nombre Finn McCool, para cruzar a Escocia en busca de pelea con otro gigante que habitaba allí. La realidad, menos poética pero más científica, es que estas columnas de basalto se formaron hace unos 60 millones de años por la intensa actividad volcánica en la región. La lava fundida, al enfiarse de manera rápida, cristaliza en columnas poligonales, generalmente hexágonos, un fenómeno del que hay muchos ejemplos a lo largo del globo terráqueo. Aquí, en la Calzada del Gigante, se pueden ver hasta 40.000 columnas de basalto entrelazadas que forman escalones y terminan sumergiendose en el mar. Las más altas alcanzan los 12 metros de altura. La entrada al monumento natural es gratuita y está abierta siempre. Lo que sí es de pago (15 libras) es el Centro de Visitantes que hay junto al acceso. La entrada incluye el uso de una audioguía con 11 idiomas, poder apuntarte a una visita guiada del monumento (solo en inglés), acceso a la exposición, a la tienda y a los únicos baños. Y da derecho también al uso del parking oficial junto a la entrada. Hay otros parkings cercanos, que cuestan 10 libras. Verás también un hotel junto al Centro de Visitantes, útil si se quiere entrar al monumento muy temprano, antes de que lleguen los autobuses cargados de turistas, pero sin darse el madrugón. Aquí puedes ver el reel que publiqué en mi perfil de Instagran tras mi visita.
Tras la Calzada del Gigante, la carretera A2 continua ya en paralelo a toda esta costa septentrional. Es en mi opinión la zona más espectacular de la ruta. Ya no hay tantas poblaciones, ni casas aisladas, todos son acantilados, prados verdes que llegan hasta el borde del precipicio, playas enormes y solitarias y zonas muy salvajes. Se pasa por las ruinas del castillo de Dunluce, que con sus muros semiderruidos al borde de un enorme acantilado, forman una de las estampas clásicas de la ruta. Las ruinas son visitables, previo pago. Se pasa también por varios aparcamientos debidamente señalizados en la A2 con miradores muy aéreos sobre los acantilados, como el de Magheracross View Point. También por playazos enormes que en la bajamar se extienden hasta perder la vista, como la playa de Whiterocks o la de Downhill Strand. Y por pueblos veraniegos con ambiente de tabernas y pubs en sus puertos, donde sentarte a degustar una buena cerveza y un fish&chips mientras escuchas el graznido de las gaviotas, como Portrush o Castellrock.
Y así por fin, llegarás a Derry-Londonderry, final de la Causeway Coastal Route, una de las ciudades más bonitas de la isla de Irlanda y la única completamente amurallada. En Derry debes entrar al Gildhall, el Ayuntamiento, un edifico de ladrillo rojo en cuyo interior suele haber interesantes exposiciones. Visitar la catedral de San Colombo, una de las construcciones más bellas y antiguas de la ciudad. Dar una caminata por el paseo de ronda que corona el kilómetro y medio de muralla de piedra que rodea la ciudad, ambientado con antiguos cañones de los que parece salir aún el fragor de los asedios que la ciudad vivió en el siglo XVII. Y terminar el recorrido en el Puente de la Paz, el icono de la moderna Derry-Londonderry, construido en 2011 para unir por este punto las dos riberas del río Foyle, que separaba entonces los barrios católicos de los protestantes. Un final perfecto para esta ruta costera por los paisajes más bucólicos de Irlanda del Norte. En Derry, me alojé en el Bishop’s Gate Hotel.