Es uno de los parajes naturales más sigulares de España y un icono de Aragón. El Monasterio de Piedra, al sur de la provincia de Zaragoza, ha vuelto a abrir sus puertas tras cinco meses de reparaciones por los efectos devastadores que sufrío en las riadas de septiembre y octubre de 2024. Una buena excusa para recorrer a pie un oasis de veror en el estepario sur aragonés. Te cuento todo lo que necesitas saber para organizar tu visita.
Publicado por Paco Nadal el 08 de junio de 2025.
El monasterio de Piedra está en Nuévalos, un municipio de la comarca de Calatayud, al sur de la provincia de Zaragoza. Desde la autovía A-2 toma la salida 204 (Alhama de Aragón – Monasterio de Piedra) si vas en dirección Barcelona. O la 231 (Nuévalos – Monasterio de Piedra), si vas de Barcelona hacia Madrid.
Un parque natural creado por el río Piedra al precipitarse por una hoz calcárea. Además de cascadas, pozas y lagunas de gran belleza, el agua forma es un oasis de verdor y humedad que contrasta con el paisaje reseco del sur de Aragón. En medio de todo ese vergel surge un enorme monasterio cisterciense del siglo XIII, completamente reacondicionado como hotel, que es el origen de la presencia humana en este enclave y el que da nombre hoy al lugar.
Aunque la naturaleza es la verdadera creadora del paraje, la intervención humana ha sido clave para disfrutarlo como lo hacemos ahora. Tras la desamortización de Mendizábal en 1837 un rico industrial catalán, Pablo Muntadas Campeny, compró el monasterio del Císter que estaba en el río Piedra y todas las tierras que le pertenecían, que eran muchas.
Su primera idea fue aprovechar el edificio para instalar una fábrica textil, pero pronto la desecho. A su muerte repartió las fincas entre sus hijos. A Juan Federico le correspondió el monasterio y la hoz del río, con los bosques de galería y unas piscifactorías. Juan Federico Muntadas, que además de visionario, era literato, filósofo y hombre ilustrado, decidió que en vez poner en cultivo las tierras, obtener la leña de los bosques, extraer los recursos piscícolas y cinegéticos de la finca y vender los sillares del convento como piedra para la construcción les daría un uso revolucionario para la época: los dedicaría al turismo para que más personas pudieran disfrutar de las bellezas del lugar.
Fue él quien ordenó habilitar senderos, crear miradores y plantar árboles ornamentales al estilo del Romanticismo europeo para hacer visitable la zona, creando el actual parque histórico. Adaptó además las celdas de los monjes como alojamiento para que pudieran visitar el lugar sus amigos escritores, intelectuales y empresarios, los pocos que se podía permitir el lujo de hacer turismo en la segunda mitad del siglo XIX. Fue el embrión del actual hotel.
La entrada cuesta 19 euros y puedes estar dentro todo el tiempo que quieras. Abre de 9 a 21:30, con último acceso a las 20. A las 11:30, 14:00 y 17:00 hay una exhibición de aves rapaces y cetrería. La entrada incluye la visita al parque y también al interior del monasterio, con su claustro y la sala capitular.
Hay dos grandes aparcamientos para dejar el vehículo. Desde ellos dirígete a la puerta del acceso del parque histórico. En el parque encontrarás más de 50 especies de árboles y arbustos autóctonos que forman un bosque de ribera de especial valor medioambiental por lo grande que es y la buena salud que goza. Es un biotopo de transición entre la vegetación esteparia del sur aragonés y la vegetación mediterránea propia de ríos con caudal permanente. Lleva calzado cómodo y de campo, no vayas con zapatos de calle ni tacones. Atención porque el recorrido no está adaptado a personas con movilidad reducida ni para carritos de bebés. Los perros deben de ir atados.
Un busto de Juan Federico Muntadas preside la entrada. Desde allí se sigue por el paseo de la Olmeda. Los senderos son de dirección única y tiene que seguir las flechas e indicaciones. Se pasa por una nueva zona ajardinada con especies silvestres de bajo requerimiento hídrico y se continúa hasta el mirador de la Puerta, junto a uno de los torreones de la muralla medieval que cercaba el monasterio cisterciense. Es el punto más alto del recorrido y desde donde se tiene una vista privilegiada de todo el parque histórico con el campanario del recinto conventual sobresaliendo sobre la canopia.
Luego el sendero lleva a pasar por la cascada La Trinidad, por el Vergel de Juan Federico Muntadas y por otra de los imponentes saltos de agua, la casacada Caprichosa, de 32 metros de altura, cuya forma y caída han variado tras las riadas de septiembre y octubre de 2024. Luego se pasa por las antiguas piscifactorías, hoy en desuso, y se llega a la que probablemente sea el punto más fotogénico y espectacular del parque histórico: la cascada Cola de Caballo: 56 metros de caída a plomo en los que el río Piedra se pulveriza formando un entorno húmedo y atronador.
Se sigue atravesando por una pasarela el lago del Espejo, una cubeta de agua transparente de 7.000 metros cuadrados de superficie encaja entre altas paredes que curiosamente no alimenta el río, sino que se nutre de manantiales subterráneos y de allí se asciende hasta un mirador que permite ver la Cola de Caballo desde arriba.
A la entrada del parque histórico tienes el restaurante Piedra Vieja, con bar cafetería, salones climatizados y terraza al aire libre. Ideal para una comida ligera a base de bocadillos y raciones o menú del día, platos combinados y pizzas. Para una experiencia más selecta, el restaurante Reyes de Aragón, en el interior del monasterio, ofrece una carta basada en el recetario aragonés, carnes a la brasa y productos de calidad y proximidad.
El hotel cuenta con 62 confortables habitaciones en un precioso entorno monacal y es el sitio ideal para alojarse y disfrutar al máximo de todas las posibilidades que ofrece el parque histórico. Hay tarifas especiales de acceso al parque para los clientes del hotel.